Monday, August 29, 2011

Camisetas solidarias SBQ


Ya puedes comprar camisetas SBQ con estampaciones diversas de obra de Alberto Hernández y mías. Salen a 10 € la unidad y las hay para chica y para chico.

Puedes verlas en SBQ.




Sunday, August 21, 2011

Día relativista y postvaticanero.



Vaticaneba España mientras me desperezaba esta mañana con la tele en marcha... y al octavo bostezo me di de bruces con los chapines de rubí de Benedicto hermoseando el contraste con todo su albo vestuario... un figurín con chepa y alzacuellos, con bonete y manita quieta en alto, como dando una paz que no representa ni por asomo... y en la mano un anillaco gordo de oro macizo... se acercó hasta nuestro Rey, que humilló, y luego le puso a la reina prehumillada el anillo en la boca... todo el compendio significativo de un país, al que pertenezco, humillando ante la figura de un líder nada democrático [recuérdese la estructura piramidal de la Iglesia Católica] que aún se alimenta de medievalismo... y yo también me sentí humilladete de cojones.
Y que el líder galáctico, universal y endiosado se subió a un escenario entre Rolling y Julio Iglesias para decir a los jóvenes católicos que hay que ir a misa los domingos, que hay que confesarse con frecuencia y comulgar, que no hay que echar kikis y, por tanto, no usar preservativos; que no hay que meterse en las modas, que no hay que creerse dioses [fíjate tú quién va a decirlo]... que solo le faltó lanzar a los somalíes ese mensaje del chiste de que ‘hay que comer más’.
Hay demasiadas cosas que me indignan de los viajes papeles [el gasto desmesurado y sin contención... por comparación con las grandes y graves necesidades del tercermundismo], pero la que me afila el cabreo como una cuchillita de afeitar es la doble moral que se patentiza en los discursos y en los fastos.
¿Sabe el colega Bene que el mundo mueren al año 21 millones de personas por hambre y desnutrición y que por cada uno de sus minutos de gloria se podría alimentar durante tres meses a 8.723 personas según los cálculos de coste de alimentación básica de la OMS [cada minuto del viaje del Papa a España ha salido a 13.333 €]?... huelgan más preguntas con este solo dato, ¿no?
Quiero recordar ahora un episodio de mi viaje a Tanzania que ya he relatado alguna vez, y lo hago porque me gusta hablar de lo que he visto y he vivido, de mis experiencias personales, para no caer en el turbio mundo de la generalidad... viajé con mi colega Juanito hasta Tanzania para hacer entrega de unas escuelitas que habíamos construido allí [por supuesto que pagamos los viajes y las estancias de nuestros bolsillos], exactamente a la zona de Mangola, en la región de Karatu. En el poblado de Mangola Chini contábamos con un voluntario desplazado que llevaba un año trabajando en la zona para la construcción de aquellas escuelitas y pasamos con él todos los días tanzanos. Una vez establecidos en el poblado, nos dimos cuenta de que otras organizaciones de ayuda tenían todos los servicios centralizados en una ‘casa/misión’ espiritana que dominaba todo el valle de Mangola... allí se alojaban, guardaban sus vehículos, hacían sus comunicaciones por satélite y todos los etcéteras que se puedan imaginar... era como un gran hotel en medio de los campos de cebollas, un hotel con piscina, agua clorada, habitaciones perfectamente pertrechadas a la europea, iglesia, televisión, servicio telefónico y de internet... y una extensa flota de camiones y todoterrenos que alquilaban tanto a los representantes de las organizaciones solidarias que allí acudían como a los nativos que precisasen hacer algún porte de mercado o un simple viaje... también había un dispensario médico lleno de medicinas fruto de donaciones y subvenciones [medicinas que se cobraban a los nativos que las precisasen, como pudimos comprobar por testimonios de la gente de Mangola]. La misión estaba dirigida por tres curas españoles [uno era particularmente odiado por los nativos y nos contaron que era un exlegionario con muy mal carácter]. La zona era mayoritariamente musulmana y el obtener agua clorada para el consumo humano requería un paseo de más de 10 kilómetros para acarrear el agua desde un sucio regato hasta el poblado y ponerla en filtros de piedra caliza para su filtrado por goteo, lo que llevaba a obtener un litro de agua potable cada dos o tres horas de filtrado. Pues bien, los curas tenían un pozo con los correctos procesos de cloración y disponían de agua abundante para dar de beber a todo el valle de Mangola, y su sistema de reparto era como sigue: se celebraba una misa y solo se repartía un bidón de agua de cinco litros por persona a quienes asistían a esa misa [recuerdo que casi toda la población es musulmana] mientras que, intramuros, los sacerdotes y sus acogidos tenían una hermosa piscina donde se quitaban el asfixiante calor del valle cuando les venía en gana.
En resumen, daban el agua a cambio de asistencias forzadas a misas, vendían medicamentos que habían recibido gratis de proyectos europeos, alquilaban todo su parque móvil a altos precios [un parque móvil enorme que procedía de los diversos proyectos realizados en la zona por innumerables ONG’s, ya que una vez acabados los proyectos, el material móvil era cedido a la orden católica para su uso en beneficio de la población] y cobraban como un hotel a los voluntarios desplazados para ayudar en los proyectos internacionales.
Nuestro hombre en Tanzania, que a su llegada a la zona cayó en las redes de la ‘misión’, tardó un par de meses en discutir seriamente con los tres curas y en desplazarse al centro de Mangola para vivir en una de sus cabañitas y gestionar nuestros proyectos fuera de las ambiciosas manos de aquellos tipos.
Durante los días que estuvimos allí, los curas misioneros recibieron la visita de la esposa de Emilio Botín –llegamos a ver los fastos de lejos–, que parece ser que les premió con una subvención magra, según nos contaron unos voluntarios de ISF que vivían en el hotel/misión.
Imagino que no todos los misioneros son iguales ni que las misiones católicas repartidas por el submundo tienen el mismo trazo, pero me remito a todo lo que vieron mis ojos durante aquellos días en Mangola.
De vuelta a casa, hicimos una parada de dos días en Arusha, la segunda ciudad de Tanzania, para pillar nuestro avión de vuelta en el aeropuerto del Kilimanjaro. Preguntamos, por curiosidad, por la sede de aquella organización católica en la ciudad y enseguida nos dieron señas... un edificio regio, enorme, rodeado de magníficos jardines y situado en el centro de la ciudad era su sede... paseamos por sus alrededores y nos dimos cuenta enseguida de la ‘utilidad’ que algunos cristianos saben sacarle al dinero para los pobres.
Fue muy triste, colegas... y lo siento, Benedicto, me encanta el relativismo como idea de uso.

Friday, August 19, 2011

Notas de mi cuaderno de agosto.


  • ‘Como bien saben ustedes, en agosto no corre el tiempo’ [oído en Radio 3].

  • ‘Papá, el que lo usa lo sabe’ [Guille manejando el DVD].

  • ‘Hay que ser buenos’ [el Papa en Madrid].

  • España es una pluralidad sin destino en lo particular.

  • En verano llueve adentro.

  • Vivir apresta el cuerpo.

  • Follar hoy es un acto perplejo.

  • Matemático: científico argentino.

  • Cada uno acaba teniendo lo que se perece.

  • ‘Siénteme’, dijo el incapacitado mirando a la silla.

  • Soy femenino de número y bastante plural de género.

  • A veces el placer solo es placebo.

  • Ordeno y mandas... mi vida.

  • Matizar es atizar con eme.

  • ‘Un cuerpo desnudo es asqueroso’ [Ángel y su educación católica].

  • ¿Si existiera el femenino de ‘pene’... sería ‘pena’?

  • ‘Tú a lo suyo’ [máxima neoliberal].

  • ‘Vivir mata’... ¿por qué no ponen este mensaje en las cajetillas de tabaco?

  • ¿Una ‘asonada’ es comer crudo?

  • Periferias: en mi pueblo siempre caen alrededor de septiembre.

  • Balanza: tira con bala.

  • Patinar: resbalar en el acierto.

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DE UN ARCHIVO VIEJO

Hoy, mirando papeles en un archivo viejo con el fin de tirar cosas –algo que no le gusta nada a mi incipiente síndrome de Diógenes–, me encontré varios papeles que me succionaron a otro tiempo... os enseño algunos...




El justificante de pago del primer plazo de matrícula en COU [antiguo Curso de Orientación Universitaria] con fecha de 1972, en el que se cobraban 100 pesetas por la asignatura de FEN [Formación del Espíritu Nacional] –no en vano andábamos en esas fechas en la España Una, Grande y Libre–, 60 pesetas por la calificación final y 50 pesetas en concepto 'Médico' (?)... ¡Qué tiempos!




Mi primer gran negocio... justificante de pago de mi primera Nikon, una F501, comprada en Fotocasión restándole el valor de mi antigua Pentax con un objetivo óptico de 135 mm. La compra me salió por 10.000 pesetas cuando aquella Nikon costaba 65.000 pesetillas de 1990... recuerdo que me sentí muy feliz.




Una multaca de octubre de 1987 por ir camino de Gijón a 111 km/h. cuando debía ir a 90 km/h. Recuerdo que no la pagué por cabezón y me metieron un recargo de no te menees.




El Teniente Coronel  Jefe de Movilización llegó a enviarme como veinte notificaciones como la que veis por omitir la 'revista periódica' que me exigía la Superioridad Militar, que no era otra cosa que pasar a firmar por la oficina de reclutamiento... siempre pasé de esas chorradas... y me cayeron multas a porrillo por pasar de ejército español.



La única multa que me han impuesto por saltarme un 'stop' camino de Albacete y, además,  por discutir con la pareja de tricornetes que me la pusieron... 1987 no fue un buen año para mi economía conductora.




Resguardo de matrícula de la "Prueba de Madurez" en la Universidad de Salamanca. Este documento, fechado el 30 de mayo de 1974, marcó un cambio radical en mi vida... pasé de crío a chalao en cosa de tres meses.

Tuesday, August 16, 2011

Perroflauta e inestable



Uno, que es perroflauta con Jeep y viste lacostes, creía que con ese bagaje y algunas que otras naderías ya estaba bien servido para los escarnios públicos, pero resulta que siempre hay más, coño... que venía yo está mañana de tomar el café primero con Pablete y Antu, y también de hablar de esa especie de solipsismo contravenido que un día fue la Bauhaus ‘lecorbusierera’, opuesto –por supuesto– a la nueva era pop del tomar lo que hay y quedárselo para uno con utilidad... y que me llegué a la imprenta para comenzar mi semanita trabajuna con esa sensación de que se empieza bien el día porque arrancó con buena conversación... y que se acababa de rematar la revista de fiestas de Los Santos y había que cargar la furgo para entregarlas en destino, y que pillé una de las cajas pesadotas de revistas para echar una mano en la carga... caminé por la empresa con seguridad hasta que pillé una estrechura que formaban la moto de mi socio y un perchero de hierro forjado que me habían donado para SBQ... inicié ese paso del estrecho, pisé la jodida percha, que deslizó como un esquí, y me di una costalada de padre y muy señor mío que me dejó tres heridas en la mano derecha, otra en el tobillo derecho, un rozón longitudinal en el interior de uno de mis brazos y un dolor costal que se hace más intenso a medida que pasan las horas... ‘coño, perroflauta y por los suelos’, me dije, y seguí en el curro entre las bromas y el descojono de mis curritos... pero había más y para más chufla, que me puse a sacar unos diplomas en digital y se atoró uno de los atreses en la salida de impresora... tiraba de él y no salía el hijo de puta, así que me agaché para hacer más fuerza y tirar perpendicular a los rodillos, hice la fuerza mentada y los jodidos rodillos soltaron de pronto el papel como si les hubieran echado vaselina... así que otra costalá y con los pies por alto.
Hay días en los que la estabilidad corporal no es propicia para los perroflautas, coño.



Sunday, August 14, 2011

"Je creuserai la terre..."



... Je creuserai la terre / jusqu'après ma mort / pour couvrir ton corps / d'or et de lumière...” sonaba en mi iTunes con la voz chucrut de Jacques Brel mientras me sentía golondrina en los cables y cantaba en mi francés goliardo... “ye cresre la terg yiscaprge ma mort pur cubrigr ton corp dorg e de limier...” y me retorcía para intentar sacarle partido al programita de edición de vídeo (tengo un viejo iMovie) a partir de unas tomas que había hecho con mi teléfono móvil... enseguida comencé a entender el proceso, pero también a entender todas mis carencias cinematofílicas... me tiembla el pulso de cojones, no tengo una mano larga e independiente capaz de hacer las tomas que imagino y requieren que la camarita esté distanciada de mí, soy un prisuliento acelerado y mi cabeza va muchísimo más rápida que el aprendizaje pericial de la técnica –como siempre–, lo que me lleva a encadenar pequeños fracasos que entre me cabrean y me hacen feliz...
¿Por qué seré así?... me lo pregunto muchas veces... siempre necesito resultados urgentes de todo y no sé demorarme en aprender procesos con fidelidad... aprendo siempre a base de acierto/error y me dejo llevar mucho por los resultados aleatorios y azarosos, en los que suelo encontrar nuevos materiales de trabajo... en el fondo pienso que todo en mí es un fraude... no, que es una expresión muy fuerte, aunque sea verdadera... todo en mí es un fracaso de mí... sí, esta forma de expresarlo es mucho más precisa... pero en el proceso de fracaso disfruto, disfruto mucho.
Hubo un tiempo en el que solo me interesaba la originalidad, buscar presentaciones poéticas en cualquier soporte que no se pareciesen a nada de lo que conocía... y cuando conseguía algo que me parecía aceptable y novedoso, lo sacaba a la luz –a mi luz– y me sentía bien, muy bien... pero con el tiempo acababa encontrándome con algo muy parecido que alguien había hecho antes y mejor... y me cabreaba como un mandril... hasta que tomé la decisión de ‘hacer’ por inercia de cualquier cosa que me llegase desde el asombro y crecer desde el conocimiento de esa cosa tomada como mía... fue entonces cuando la producción comenzó a hacerse grande y muy diversa... un gesto de Dix, un cuerpo de mujer de Grosz, un dibujo mágico de Farruco... todo sumaba y comenzaba a compendiarse en un universo mío/nomío que me llenaba de ganas y satisfacción –me llena–... y decidí que era el camino a seguir, un camino con todo lo que me impactaba o me sensibilizaba y también un camino en el que todo fuese susceptible de uso, descontextualización, deconstrucción, collage y decollage... daban igual los materiales... texto, dibujo, fotografía o pintura; daban igual las formas, las capturas o las ideas propias y ajenas... todo servía –sirve– para la gran aventura de sentirse colmado con la inutilidad del placer creativo.
Y ahí sigue Brel con sus “grg” acompañándome en esta tarde flou y pizpireta... y que me visitó Urah y me regaló pinceles... ¡qué chuli!

Prueba gominólica (2º ejercicio de vídeo)

Saturday, August 13, 2011

Hay señales...


Oye, que me ha dado por aprender a editar vídeo –a mis años– y acabo de hacer mi primera cosilla maluta con un poema de "Los 400 golpes" (mi poemario último, inédito e inacabado) y las tomas que ayer tomé de la tormenta brutal que hubo por la tarde.

Friday, August 12, 2011

La tormenta de esta tarde



Ya se fueron Luisito y Lourdes a sus arrabales matritenses [viven como cosacos mandarinos en el calor de Rivas] no sin antes haber pillado un billetito lotero/navideño del 12&23 en el inefable local de Chema Diu [yo también] y con el que nos compraremos barcos para navegar juntos a las islas griegas... y me dejan solito de nuevo con saborcillo a fado y capelas portuguesas y con el recuerdo bien enfocado de sus sonrisas divinas [L y L sonríen como a mí me gusta... y lo que más me gusta de alguien que me gusta es siempre su sonrisa]... y me dejan solitofeliz porque pasamos un par de días juntos llenos de intensidad y de canciones, de carne hecha en el Bufón y Coronitas en La Alquitara... y como trofeo mayor, el Luis berzocanoso cantándome su “Niños de nadie” vistiendo una camisetilla SBQ para hacerme medio de lágrimas por un ratino.
Entre otras cosas, es por esto por lo que merece la pena echarle ganitas a la vida.









Videítos entresemaneros y malutos (por parte del tomador, claro)... pero lindoooos


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Thursday, August 11, 2011

Luis Pastor en "Enclave"


Canoso y berzocanoso, pero no viejo, volvió Luis Pastor a pisar las tablas alquitaras para sentar con magia la cátedra de la sensibilidad y el humanismo más trovador... y mira que no eran horas brujas –ésas que siempre propician el pellizquito lúbrico y la impronta arreglamundos–, pero el tipo cantor se las arregla siempre para llevar el tiempo al lugar que más le gusta... y, ¡zas!, todo el auditorio de viaje astral para olvidar el jodido ‘statu quo’ y volver a pensar que es posible que las cabezas estén aún llenas de las bicicletas blancas made in Pablo Guerrero.
Se arrancó Luisito en la calle con una especie de ukelele –que bien podría haber sido Ouka Leele, pues el perico colorea con verdadero arte cualquier foto fija del pasado– y fue como un pequeño Hamelín bejarano que nos metió a todos en la iniciática cueva Alquitara para pasar una noche de incendio... oye, y que lo que resta pide heptasílabos, coño... porque el Lucho poeta arrancó su concierto con la viva escultura de cantautores viejos que pasan horas bajas y cantan en baretos... y de ellos hasta el “Soy”, y del “Soy” erizante a “Esta esquina del tiempo” que el vivo Saramago nos regaló a los muertos, y del luso brillante a una arenga indignada para cambiar lo estrecho, y de la arenga al filo del poeta de Orihuela, y de Miguel al cielo más “evohé” y Guerrero, y de allí a una capela con Lourdes y sin micro... y un final ukelelo donde el trovador Lucho se transformó en rapero de loock titirimundi para dejar su estro flotando en La Alquitara y a Pepe Rúa pleno con sus marinaledas y sus indignaincendios... 
Que fue una noche chula y un lujo alquitareño... cuarenta periquitos, con un cantor de sueños, encerrados dos horas que parecieron menos... luego, algunas cervezas, unos cigarros mágicos, unos abrazos llenos, muchas risas, tres fotos y algunos hastaluegos.
Hoy, a la misma hora, y en La Alquitaracielo, vuelve a trovar Luisito, a las diez treintayalgo...
¿Nos vemos, compañeros?



Tuesday, August 9, 2011

Hay que ir hacia el "cómo me duele lo de los demás".



Aquella mirada fue como fumarse de golpe un paquete entero de Gauloises Blondes Cigarettes, porque me dejó la boca espesa y una sensación de mareo anonadante que me hacía no sentir más que mi cabeza y sus disfunciones... me miraba a mí, que ya oigo mal y veo peor, que no salgo de una lumbalgia y me meto en un pinzamiento o en una cistitis picona... a mí, que ya no me llego con las manos a los tobillos sin doblar las corvas... pero acababa de oír la última canción de Ariel Rot, “Manos expertas”, y me pareció hasta que podía estar a la altura... me dije: todo responde a una lógica y a una física, viejo, absolutamente todo [a pesar de que los hombres acostumbremos a vestirlo todo de pompa por ese tonto prurito Ralph Lauren que nos llena de un ‘ser algo’ totalmente absurdo]... y la vida es esto y esto y esto... que lo he dicho y escrito millones de veces... y nadie es más que nadie, ni menos... ser cirujano es un oficio de carpintero que se acerca un poquito al de bordadora... pericia y basta, nada más que pericia es lo que se necesita junto a la lógica y a la comprensión física de lo que se te enfrenta... y desde la lógica se puede entender todo, hasta la muerte, coño... y hasta esa mirada Gauloises de hace un ratito... y así visto, el cirujano vuelve a ser aquel apestado medieval que desquebraba quebrando y tenía que salir huyendo de los poblados que visitaba, el banquero es el sucio avaro que se pierde la vida en pura acumulación, la mareadita es la mujer que de pronto lo vio todo nítido y sintió vértigo, el farmaceútico es un jodido tendero y nada más... todos sujetos a una lógica que no quieren ver y vestidos siempre con esos uniformes que les ponen el “don” y el “señor” donde solo hay un miserable... ¿y el dentista?... perdón... ¿y el médico estomatólogo?, un especialista en 32 piezas dentales, todas y cada una con su corona, cuello y raíz... si el tipo no es más que un minifontanero que, además, necesita enfermera asistente y un mecánico dental que le haga el trabajo tedioso de la talla... toda una puta vida para reparar o destruir 32 modelos similares de cuchillitos humanos con una parafernalia que huye de la precisa lógica... y a cobrar a lo bestia por extraer, por matar terminaciones nerviosas, por pulir, por descarear con un tornito de juguete o simplemente por hacer una miserable limpieza... un tipo que solo juega con esos mimbres no puede cobrar como cobra ni debe henchirse de doctor... que su tramo de curro no es comparable en un uñero con el de la señora que cuida a un anciano enfermo o a una persona disminuida [esos trabajos ‘basura’ que ahora dejamos para mujeres sin papeles y para inmigrantes con dificultades]... el éxito de la lógica de cuatro mimbres físicos comparado con la miseria socialmente buscada de quien le procura una sonrisa al que la necesita... y es aquí donde se retuerce la cosa, justo donde el valor de lo que no tiene valor es mucho más que el verdadero valor humano... una mierda, una verdadera mierda que tiene más que ver con cierta matemática básica de la vida que con el temple social del ‘todos a mejor’... y es que somos en función de lo que se paga por nuestra pericia y nunca por lo que supone nuestra impronta hacia los demás.
Pasados los cincuenta, un tipo con suerte empieza a ver claro a pesar de la vista cansada, empieza a comprender que hay lo que hay y que a cada proceso de verdad se le suman caminos paralelos hechos para el dinero y el estatu, caminos apisonados de engaño y parafernalia... en farmacia y medicina hay cuatro bloques preclaros de medicamentos con los que jugar... los de prevención, los de alivio, los de mejora y los de modificación de estado fisiológico... y en cada uno de los grupos hay tres o cuatro principios activos que funcionan para casi todo, con lo que la labor chamánica de la medicina general la podría hacer cualquiera con una pequeña dosis de lógica [y si la cosa se te va de las manos o del conocimiento, pues como se hace siempre, un volante al especialista]... pero el mercado, vil y atentísimo a la pela, lo multiplica todo para enredarlo y de cada uno de esos principios activos hace gotas, jarabes, tisanas, elixires, suspensiones, viales, comprimidos, cápsulas, granulados, sellos, píldoras, tabletas, trociscos, liofilizados, colutorios... inyectables intravenosos, intraarteriales, intramusculares, subcutáneos... supositorios, cápsulas rectales, soluciones, pomadas, baños, lociones, pinturas, linimentos, polvos, pastas, ungüentos, emulsiones, champús, colirios, parches, inhalaciones... y todo ello multiplicado por marcas, sabores, mezclas en composición y todo lo que se les ocurra a las jodidas farmacéuticas multimillonarias y fascistas para mercadear con la salud ajena y dar valor social y porcentaje a quienes saben pronunciar y escribir todos esos nombres en recetas ilegibles... así está el jodido mundo, haciendo complejísima cualquier cosa sencilla para sacarle partido a base de patentes y fórmulas mágicas, a base de apropiarse de lo que por humanismo nos pertenece a todos [y siempre bien protegidos por las mafiosas agencias de medicamentos]... una maraña capaz de justificar muertes por lo que dicen o dejan de decir unos papeles... el mercado, amigos, eso es el mercado, el jodido mercado que trata con frialdad gélida al hombre y con calor de hogar al dinero.
Me he parado en el mundo del medicamento como me podría haber detenido en cualquier otro, pues todo responde al mismo proceso y a la misma avaricia... y esto es lo que empiezas a comprender cuando pasas de los cincuenta y te atizan en el centro de los ojos con una mirada Gauloises... esto, esto y esto, amigo.... como el trazo místico, la tontuna espiritual y la memez religiosa... otro maldito juego, el juego del miedo, el del temor a la muerte... un juego en el que unos pocos tienen muchísimo que ganar gracias a ese ‘todos ponen’ que exigen siempre quienes trafican con la vida eterna y los paraísos postmortem...
Y te das cuenta de pronto de que vives en una sociedad de tontos del culo a los que sigues el juego por inercia... cuando la realidad exacta es que pierdes visión y oído, que te duele la espalda y te pinzas cada nada, que sientes un molesto hormigueo en la rodilla y que ya no duermes como antes... y que los críos del cuerno de África mueren a puñaos diarios y hay hambre y sed, falta de medicamentos básicos, falta de solidaridad y el mayor egoísmo de toda la historia del hombre.
Mientras el “cómo me duele lo mío” esté por delante del “cómo me duele lo de los demás”, lo llevamos jodido.

Sunday, August 7, 2011

El Halcón Callejero



Ayer andaba yo mercadilleando jaranero y animoso, cuando se presentó el Halcón Callejero con una caja llena de tomates de su huerta y se plantó delante de mi puestito con intención de venderlos. Dejó la caja en el suelo y, como suele hacer con la frecuencia que le da el vinorro, comenzó a hablar solo con una interlocutora inexistente... “¡Señooooraaaaa!, qué tomates, ¡señooooraaa!, traídos ahora mismo de la huerta del Halcón Callejero, los mejores tomates del mundo, ¡señoooooraaa!, cuidados uno a uno por el Halcón Callejero, yo mismo, para usted”... y cogió uno y lo partió al medio con su navaja mientras le ofrecía una de las mitades a la señora inexistente... “pruebe, ¡señooooraaaa!, es lo mejor que va a meter en su boca hoy, ¡señoooooraaaa!, se lo dice el Halcón Callejero... ¿cómo?, ¿que no quiere?... me cago en la leche, señoooooraaa, no se puede decir que no a un tomate de la huerta del Halcón Callejero, coñooooo... tome, ande, señooooooraaaa, pruebe... ¿qué?, ¿a que es lo mejor que ha comido nunca?... sí, claro, ahora mismo le preparo una bolsa llenita, señoooooraaaaaaa”... y sacó una bolsa del bolsillo y empezó a meter los tomates uno a uno con parsimonia... “éste nació para ensalada, señooooraaaaa... éste también... y éste... mire, señoooooraaaaa, éste me lo deja dos días en la mesa de la cocina y él solo le va a decir cómo hay que comérselo... y éste... uy ésteeeee, con sal y al buche... qué maravilla, señooooraaaa, la mejor compra de su vidaaaaaa”... y con la bolsa llena se acercó a Yuraima, que estaba a ocho o diez metros de él, y se los regaló. Luego volvió a situarse junto a la caja de tomates e inició de nuevo el monólogo con la señora inexistente mientras Luis le decía un “gracias por los tomates, tocayo” [que el Halcón Callejero también se llama Luis]... y pasó por allí una muchacha con minusvalía [la verdad es que no sé cómo hay que decir esto para no herir sensibilidades, ya que el idioma hoy se me niega, así que pido disculpas por el término a la vez que indico que lo escribo desde el cariño total hacia la persona a la que me refiero, que es un amor] y el Halcón Callejero la llamó... “niñaaaaa, ven aquí, que te voy a hacer el regalo de tu vida, guapaaaaaaa... mira qué tomates te vas a comer hoy, los mejores, los de la huerta del Halcón Callejeroooooooooo... los más famosos en todas las ensaladas, que se comen ellos solos y a sí mismos de puso sabrosooooooooos... ven bonita, tomaaaaa”... y le llenó otra bolsona y se los dio a la chiquilla, que estaba feliz por el regalo... y así se tiró media hora hasta que vació la caja, hablando con la señoooooraaaa inexistente y regalando tomates a diestro y siniestro.
Cuando vació la caja, se la regaló a Yuraima y dijo a los presentes... “ya lo vendí todoooo... es que estos tomates se venden solos, solitos se me venden ellos... que son los del Halcón Callejero, los mejoreeeees”... y desapareció sonriendo de pura generosidad.
¿Sabéis?... siempre me cayó de puta madre Luis, el Halcón Callejero bejarano... pero ahora me cae mucho mejor... que veces el vino –pocas– hace mejor a la gente, aunque la destruya.
¡Viva el Halcón Callejero, coño!

Wednesday, August 3, 2011

Que no es un juego, coño...


El jodido dinero, la virtualidad más real que conozco, tiene la capacidad de dividirse o multiplicarse en función del manejo que la especulación hace de él, algo que no se corresponde con la tangibilidad que le debe abrazar siempre, vamos, tener algo tangible que sea traducido en el valor de moneda al uso... y ya no hay nada tangible asociado a los movimientos de moneda, porque la deuda no es un valor tangible si, como ahora sucede, viene atada del abuso en la transacción [el jodido mercado]. España está hoy, esta mañana, al borde de la quiebra y hay un miedo generalizado en la ciudadanía, un miedo jodidamente cabrón al futuro próximo, que se aparece lleno de personas sin trabajo y de miles de empresas cerradas por ese ceder al mercado lo que debe ser responsabilidad de uso soberano de quienes conformamos este país (entre ellos, fundamentalmente, nuestra clase política). Un país soberano no puede estar jamás en manos de su banca, y mucho menos en manos de bancas y multinacionales extranjeras. Es por ello que precisamos una política nueva en la que se tomen decisiones fuertes para capar de un tajo la especulación y tomar las riendas del dinero público con el fin de revertirlo en el bienestar de los ciudadanos y no para llenar las arcas de esos quince hijos de la gran puta que se han conformado en El Gran Hermano. Es tan fácil como nacionalizar la banca de un golpe seco y contundente y arbitrar una norma severa a quienes se enriquecen sin trabajo real de por medio [especular e invertir en bolsa no es trabajo, es juego]... y cuanto más se aguante en esta situación de tensión va a ser peor para todos.
Se me hace insoportable el solo hecho de pensar en que una empresa pequeña, levantada con el sudor de unas cuantas familias durante muchos años, en la que se ha puesto ilusión, en la que se han reinvertido cada uno de los beneficios para hacerla mejor y poder ofrecer mejores servicios, en la que se han trabajado todas las horas imaginables... pueda ser borrada de un plumazo por el insaciable hambre de dinero de alguien que ni sabe dónde está ubicada España en el mapamundi... eso no puede suceder y es responsabilidad de quienes nos gobiernas el dotarnos de la protección necesaria para poder seguir.
En este juego, la mayoría tenemos la de perder... por eso tiene que dejar de ser un juego y pasar a ser uno de los más graves delitos.
Hoy tengo una pequeña empresa por la que lucho cada día... quizás mañana no tenga nada. Es triste.

Tuesday, August 2, 2011

Los perros ladran antes de su amanecer

Vuelve Luis Pastor



Vuelve a Béjar Luis Pastor para cantar la semana que viene en La Alquitara, y retomo un texto que comencé por contrato con el ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid para hacer una biografía del colega, un contrato que se torció pronto por no sé qué debacle electoral y que quedó perdido en los archivos de mi ordenador... os dejo la parte de trabajo que tenía más o menos hecha para que no muera en mi computadora (perdonad si contiene erratas, pues era una primera toma).
Hermoso volver a abrazar a Luis, coño... le regalaremos un STANDDART.

TEXTO INACABADO PARA UNA BIOGRAFÍA SOBRE LUIS PASTOR QUE SE TORCIÓ EN TRES DÍAS.

Mientras la televisión norteamerticana transmitía en directo la explosión de una bomba atómica en Nevada y el programa radiofónico de Bobby Deglané voceaba las historias del «Enano Tipiski», de Tip y Top, llegaba al mundo un tipo extraordinario en Berzocana, un pueblecito de la provincia de Cáceres que anda por la Sierra de las Villuercas, entre Guadalupe y el Puerto de Miravete. Luis Pastor vino a llamarse el muchachino después del nueve de junio de 1952, día de su nacimiento.
Y lo mismo fue viva señal de luz el que, en idéntico tiempo, Luis García Berlanga estrenase su genial película «Bienvenido Mr. Marshall», que Fred Zinnernmann hiciese lo mismo con su «Solo ante el peligro», llenito de Gary Cooper y Grace Kelly, o hasta que Elia Kazan nos regalase para la eternidad aquel «Viva Zapata» impresionante... sin duda, el niño Luis Pastor nació bien acompañado, y hasta bien servido, pues, en el mismo año, España entra en la Unesco, se suprimen las cartillas de racionamiento, se nacionaliza la Compañía Telefónica, cuatro ceneteros son condenados a muerte en Barcelona, se establece la libertad de precios y comercio, Ricardo Zamora es nombrado seleccionador nacional de fútbol, sale a la venta el álbum de cromos «Mujercitas», el dictador inaugura el pantano del Ebro y fallecen Evita Perón y Jardiel Poncela... Grandes señales para el tercer hijo de una familia de cinco hermanos, el justo jueves de una familia campesina.
En Berzocana, el decenio del cincuenta compone un paraíso donde crecer y aprender/aprehender, con una naturaleza propicia para la magia del descubrimiento y un entorno ideal en el que sorprenderse a cada segundo, y más si el protagonista es un niño despierto, como es el caso. En ese decorado ideal transcurren los primeros años de Luis, y lo hacen en el trajín de la escuela, la casa, la plaza, la iglesia, el campo y la voz inigualable de su madre, Nicolasa, cantando siempre a la par que hacía las múltiples labores del hogar –dice Luis refiriéndose a su madre: «La recuerdo como una mujer con un potencial increíble. La época que le correspondió vivir no le dejó demostrar lo que tenía dentro»–. Para Luis, Berzocana suponía una aventura constante con su gente y sus alrededores... «Era todo un reto atravesar aquellos confines. Más allá de la seguridad que suponían los muros donde empezaba la vegetación y terminaba el pueblo, todo dependía de nuestra valentía.».
De su primer periodo escolar queda nítida la imagen de don Pedro, el maestro, que a la vez que obligaba a sus alumnos a cantar el Cara al Sol –era norma en aquellas fechas oscuras–, también les enseñaba montones de canciones populares que se quedaron nítidamente grabadas en la memoria de Luis. Estas primeras canciones, junto a las que aprendió en la iglesia del pueblo, conformaron una impronta muy bien trabada y un referente musical de clara influencia en la obra creativa de nuestro trovador, no en vano aquél era un tiempo en el que las canciones y la música tenían una presencia viva entre la gente, no sólo en los festejos, sino en el trabajo y el devenir diario. Y también estaba la radio, que por aquellos años emitía sin cesar las voces de Rafael Farina, Joselito, Marisol, Antonio Molina, la Niña de los Peines, Pepe Pinto o Tomás de Antequera... «Yo cantaba El Monaguillo con la misma vocecita de pito que Joselito y, cuando bajaba mi calle hacia la plaza, algunas vecinas me paraban y me pedían que les cantase».
También tiene Luis un nítido recuerdo de su padre, del que dice que siempre fue un «cantarín», siempre haciendo sonar coplas mientras trabajaba arando el campo a solas –posteriormente, y para avalar esta afirmación, Luis Pastor hizo subir varias veces a su padre para cantar junto a él en los escenarios donde actuaba, y terminaba, según palabras de Luis «haciéndose dueño del micrófono»–. Y existe una bella justificación para toda esta tradición «cantarina», pues el abuelo materno, que vivió hasta sus últimos años con la familia, se dedicó a la música, pues con 16 años había emigrado a Argentina y, cuando volvió a España, tenía aprendido el oficio de sastre y tocaba la guitarra con muy buenas maneras. Años más tarde se hizo sacristán y tocaba el órgano de la iglesia. También conocemos que un hermano del abuelo que residió en Navalmoral de la Mata fue flautista... De esta tradición familiar y de aquella genética musical daban buena cuenta las fiestas navideñas vividas en familia, en las que Luis asegura que les daban las ocho de la madrugada cantando canciones alrededor de la mesa camilla.
En el año 1960, con un Luis de ocho años –un rabo de lagartija–, la familia no ve futuro en Berzocana y busca salidas en aquella marasma de continuos movimientos de población rural que se dieron en la época. Se fueron a vivir a Navalmoral de la Mata, donde Nicolasa tenía un primo que les animó y les facilitó las cosas, no sin antes despedirse emocionados de todo el pueblo de Berzocana en la era, todos los hermanos subidos en el camión que los sacaría del pueblo y con uno de ellos enfebrecido por el sarampión –Luis no recuerda bien si era él o su hermano Pepito.
El sesenta fue un año importante para la sociedad española, pues con él se iniciaba un decenio de crecimiento en el que Yuri Gagarin se convirtió en el primer astronauta de la historia, dando un paso que se culminó ocho años después con la llegada del hombre a la Luna.
En España, el decenio de los sesenta fue testigo del auge del negocio turístico que, con las divisas que generaba y con las que enviaban los sufridos emigrantes españoles desde Alemania o Francia, consiguió que nuestra economía fuera en franco crecimiento. Por las ciudades españolas se podían ver los frutos de ese crecimiento económico en forma de «Biscuters» y «Vespas» que llenaban nuestras calles de bullicio y buenas sensaciones. Hasta tal punto crecimos, que en el año 1962 desapareció la «perra gorda» como moneda de uso y el régimen aprovechó la buena circunstancia económica y el 25º aniversario de «La Victoria» (?) para venderse con el estreno de la película «Franco, ese hombre». El 63 fue el año de la «Talidomida», pues se comprobó que era la causante de miles de taras físicas en niños nacidos en ese lustro, una generación marcada. En el 64 reventó la guerra de Vietnam, y con ella llegaron los movimientos pacifistas norteamericanos, que se extendieron por todo el mundo: los «beatnicks» y los «hippies» con su grito de «¡¡¡Haz el amor y no la guerra!!!» y el desmedido consumo de LSD. España, mientras, se regocijaba en la moda «Ye-ye», en la sexta Copa de Europa conseguida por el Real Madrid y en el salto de la rana de El Cordobés. También nos llegaron «La Yenka», el «Yesterday» y el «Satisfaction» del los Rolling junto a los éxitos de Karina, Massiel y Manolo Escobar... y la minifalda que Mery Quant lanzó junto a la modelo Twiggi, el fresquito mental de los bikinis y las universidades cerradas con expulsiones de sus cátedras de profesores tan emblemáticos como Tierno Galván, Aranguren o Agustín García Calvo.
Fueron años de una tele «Bonanza» mezclada con aquello del contubernio judeo-masónico que nos impedía entrar en el Mercado Común Europeo, con la bomba atómica de Palomares y el baño playero de Fraga Iribarne, con el referendum de la Ley de Sucesión del Estado que llevaría al entonces Príncipe Juan Carlos de Borbón a ser el sucesor del fascista con título de Rey, con el padre Peyton bombardeándonos desde la tele con aquella rechifla de que «la familia que reza unida, permanece unida».
En este ambiente, con «Psicosis», de Alfred Hitchcock presentándose en estreno en los cines de Madrid y los niños cambiándose cromos de «Ben-Hur» a la salida de las escuelas, Luis Pastor se coloca en una tintorería de Navalmoral de la Mata, en la que cobraba veinte duros al mes –cuando cobraba– y en la que aprendió a buscar soluciones urgentes de justicia –ya apuntaba el chaval–, pues cuando no llegaban los pagos por parte de su jefe, Luis se cobraba directamente del cajón y le decía a su madre que eran propinas que le daban los clientes. De aquellos días queda en Luis Pastor el nostálgico recuerdo de las excursiones de fin de semana a los pueblos cercanos a Navalmoral con toda su familia y el dueño de la tintorería, que los llevaba a todos en su Seat 600, y también de un tipo al que todos llamaban «El Quitamanchas», pues tenía gran prestigio en esa difícil disciplina, ya que entonces no existían productos comercializados a tal fin.
Por aquellos días, Luis cantaba a todas horas, en la tintorería, en la sastrería, de camino a los recados... y así, cantando, llegó su primera actuación en vivo y en directo. Todo partió de su primo José Luis, que tocaba en una rondalla. Una noche de ronda se llevó a Luis a rondar a las mozas junto a sus amigos, y Luis cantó «Clavelitos» en público con nueve años de edad.
La familia pasó poco menos de un año en Navalmoral de la Mata y a Luis Pastor le quedó como acontecimiento más relevante de aquellos días moralos el que su padre le llevó a un concierto de Manolo Escobar, que para Luis era «un dios».
En 1961 toda la familia partió para Madrid y se instaló en el barrio de Orcasitas, un poblado de casas bajas ya desaparecido. En Orcasitas, Luis fue a la escuela, pero el único recuerdo que permanece de aquellos días de escuela es que la maestra le zurraba de lo lindo. Y de lo que no fueron cachetes y capones, queda vivísimo el recuerdo de la nieve –que nunca había visto en su pueblo–, el barro por todas partes y las tediosas colas para coger agua... Y el cine, al que asistió por primera vez en su vida para ver una película de Marisol junto a dos de sus hermanos... «entramos a las cuatro de la tarde y a la una de la madrugada estábamos allí todavía. Nuestros padres, asustados, tuvieron que ir a buscarnos».
Y de Orcasitas también queda la memoria de su primera novia, que se llamaba Antonia, y a la que sólo vio un par de veces –cosas del amor de antaño–. De aquel tiempo entresaca Luis, con un algo agridulce, sus primeras sensaciones del miedo a la vida, al entorno y a lo desconocido.
Dos años duró la historia de Luis Pastor en Orcasitas, pues la familia decidió trasladarse a Vallecas en 1963, cuando Luis ya contaba once años de edad. Y en Vallecas supo que Madrid era otra cosa, algo exterior y distante que hacía que los inmigrantes sólo se relacionasen entre ellos, una historia de clasismo y exclusión que ha marcado muchas de sus creaciones con posterioridad.
Ya en Vallecas, el padre de Luis consiguió trabajo en la construcción, que era la única posibilidad que tenía, y fue ahorrando hasta conseguir pagar la entrada de un pisito en la Colonia Hogares –por aquellos días, un piso con cuatro dormitorios y baño andaba entre 100.000 y 450.000 pesetas, el alquiler medio de una vivienda digna se ponía en 1.800 pesetas al mes, un periódico costaba 1,50 pesetas, un Seat 600 andaba sobre 65.000 pesetas, un tocadiscos «Phillips» valía 2.480 pesetas y un televisor «Telefunken» rondaba las 14.000 pesetas–. La nueva vivienda familiar se ubicaba en dos bloques de casas situados en un descampado desde el que sólo se veían huertas y trigales. Esta urbanización estaba muy cerca de El Alto del Arenal y de Palomeras Altas.
Asentada la familia, con casa y trabajo, Luis ingresa como alumno en el colegio Nuevos Horizontes, en un edificio que aún permanece en pie y desempeñando la misma función formativa de antaño. Y con el colegio llegó el primer instrumento, pues en la Navidad de ese año recibe como regalo de Reyes una bandurria con la que pudo participar en la rondalla del colegio y aprendió a tocar algunas canciones con un profesor que había llegado de fuera.
Con trece años, en 1965, Luis va por primera vez a Madrid, y lo hace para cantar en un programa/concurso musical de Radio España que llevaba por título «Vale todo», un programa por el que pasó mucha gente que luego fue reconocida, como Ana Belén. El concurso lo patrocinaba Almacenes San Mateo y surante su desarrollo sonaba constantemente el slogan machacón «Almacenes San Mateo, si no lo veo no lo creo». Luis cantó «España, mi embajadora», una canción de Manolo Escobar dirigida a la inmigración, y lo hizo en calzonas y con un flequillito perfectamente peinado y alineado por su madre. La cosa no pasó desapercibida, pues todo Berzocana escuchó al chaval, que había dedicado la canción a su pueblo; lo malo fue que el sistema de votación no iba en parámetros de calidad, sino en parámetros de consumo, pues sólo quien comprase en Almacenes San Mateo el día del concurso podía obtener un vale para la votación adjunto a su ticket de compra. Y ya se puede imaginar que los pocos votos que obtuvo Luis fueron los de su madre y los de algunas amigas de la familia que fueron a comprar ese día a Almacenes San Mateo para poder votar al niño. Vamos, que no pudo pasar a la siguiente fase del concurso.
Cantaba bien Luis, que quienes le conocieron en aquel tiempo lo corroboran, pero no era buen estudiante, circunstancia que en el año 1966, con catorce años, le lleva a abandonar el colegio Nuevos Horizontes para ponerse a trabajar de botones en la Alianza Española de Seguros, una aseguradora de caracter familiar –eran muy corriente en Madrid por aquella época este tipo de empresas familiares– que se dedicaba a cobrar recibos mensuales por asegurar un entierro digno a sus clientes. Para Luis era un trabajo muy cómodo que consistía en hacer recadillos y moverse de un lado para otro.
Por aquellas fechas, la voz de Luis cambió, hasta el punto de que llegó a pensar que no volvería a cantar nunca más, pero la música le volvía loco y, un día, decidió vender la bandurria para comprar su primera guitarra, que le costó 600 pesetas, y la guitarra le llevó a las iglesias de los barrios, donde empezó a cantar, sintiéndose muy cómodo con aquellos curas tan distintos a los de la Iglesia Católica que él había conocido hasta entonces. Eran curas comprometidos con la causa de la inmigración y de la pobreza, y tanto sus mensajes como sus hechos iban dirigidos a ayudar a los necesitados, alejándose mucho de los mensajes de la Iglesia tradicional... y así, poco a poco, se fueron abriendo para los ojos de Luis Pastor los caminos de la cultura y de la lucha por la justicia social.
Aquellos curas obreros que tanto influyeron en Luis venían de Francia, y Luis recuerda particularmente a Fabriciano Prieto, que sabía tocar la guitarra y formó un grupo en el que tocaban él, Eulogio, Amós y Luis –todos tenían guitarra–... «Decidimos comprarle una batería a Eulogio, pero como no teníamos dinero, los domingos nos íbamos por las casas vendiendo galletas y champú. Creo recordar que nos costó veinticincomil pesetas. Una barbaridad, un timo». El grupo ensayaba todas las tardes en una caseta de madera, junto a la iglesia, en el mismo lugar donde se hacían reuniones con grupos de jóvenes después de la misa del domingo, jóvenes que venían del Alto del Arenal, del Pueblo de Vallecas, de Palomeras... muchachos que conformaron un valioso grupo para desarrollar actividades, siempre apoyados por aquellos curas. Era un tiempo contradictorio y apasionante, con Radio Requeté de Navarra prohibiendo la música de los Beatles en sus emisiones, con «Los Picapiedra» y «Los Vengadores» en los televisores, con éxitos musicales como «Con un sorbito de champagne» de Los Brincos, «Yo soy aquel» de Raphael, «Black is black» de Los Bravos o «Puente sobre aguas turbulentas» de Simon&Garfunkel; con las desaparicones de Buster Keaton, Walt Disney o Pepe Isbert; con «Pumby» alzándose con el premio a la mejor publicación infantil española, con Manolo Santana ganando en Wimblendon, con el Seat 850 llenando las calles de las ciudades y con los curas usando «cleriman» en vez de sotana.
Cuando Luis cumple sus dieciséis años (1968), ya piensa que la vida es bonita, y su devenir discurre entre reuniones en torno a la Juventud Obrera Cristiana (JOC), de gran importancia en las luchas obreras desde principios del siglo XX. En la JOC se recibía educación, se reivindicaba la dignidad de los trabajadores, se luchaba contra la explotación... y de allí salieron muchos líderes de movimiento obrero español.
Y con su participación en la JOC, Luis empezó a leer, a reunirse y a conocer a otros jóvenes, a montar grupos con otras parroquias de Vallecas, a hacer apostolado en los bares para que la gente se agrupase en la lucha obrera... se organizaban capeas, conciertos, debates, actuaciones teatrales... y se aprovechaba cualquier circunstancia para hablar de todos los temas que les preocupaban.
En esta dinámica, ya en el año 1969, su grupo es multado por hacer un concierto, que se realizó en el salón de actos de la Ciudad de los Muchachos, en beneficio de los despedidos de Barreiros. Ya se daban cuenta de que cantar era una perfecta forma de lucha y de convencer a la gente para que tomara postura frente a los problemas sociales. Era el año del mayo francés, el de la edición del primer disco de Joan Manuel Serrat («La paloma»), el de la aparición del disco «Le metèque» de Georges Moustaki, el de los discos sorpresa de Fundador, el de la muerte del rolling Brian Jones, el del asesinato de Sharon Tate, el del primer pie humano sobre la Luna –el de Neil Amstrong–, el del primer campeonato del mundo de Ángel Nieto, el de la muerte de Rocky Marciano, el de la catástrofe de los Ángeles de San Rafael, el del escándalo Matesa y el de la alerta pública que Fraga Iribarne hizo sobre el anarquismo y la subversión que imperaban entre los universitarios españoles, imponiendo el estado de excepción en todo el territorio nacional durante tres meses.
Y durante el verano de aquel año intensísimo, Luis viajó con su grupo durante el verano para cantar a los emigrantes españoles de Bélgica, Holanda, Italia y Alemania. Llevaban ya entre su repertorio canciones de Paco Ibáñez, una voz que llegó hasta Luis Pastor gracias a su amigo Rufo (uno de sus mejores amigos y su mánager durante diecisiete años).
Con ganas e ilusión, Luis empezó a estudiar solfeo, pero el entusiasmo duró poco, pues aban dono al poco tiempo el estudio de esa disciplina –de lo que se arrepiente cada día– argumentando como excusa que la «causa» le necesitaba y no podía perder el tiempo aprendiendo solfeo. Eran tiempos en los que sentía el compromiso con una fuerza extraordinaria, hasta el punto de que en su trabajo de La Alianza Española de Seguros se pasaba el día dándole charlas a la hijo del dueño sobre los derechos de los trabajadores.
En el año 1972, con veinte años, Luis deja su trabajo en la oficina de La Alianza Española de Seguros y se desencadena un salto cualitativo fundamental en su carrera como cantante. Durante el verano, toma su mochila y la guitarra, aprovechando que le había salido un concierto de la JOC en Córdoba, y decide irse un par de meses a la aventura. Ya en Córdoba, hace muy buena relación con un sacerdote de una parroquia de Santa Coloma de Gramanet que le monta un concierto en Barcelona, donde conoce al músico uruguayo Quintín Cabrera y con el que compartirá casa culé durante seis meses... «Yo había oído hablar de este músico uruguayo y él había oído hablar de mí, así que nos pusimos en contacto por teléfono y me invitó a su casa. Cuando me abrieron la puerta, apareció un tipo enorme, en pantalones cortos y con una camiseta del Montevideo Wanderers. Estaba trabajando la madera, afición que sigue practicando todavía. A Quintín me unen muchos recuerdos y un gran cariño.».
1972 fue el año de «Simplemente María», un serial radiofónico lacrimógeno que obtuvo un éxito escandaloso entre las amas de casa y entre algún que otro varón con pelo en pecho, pero también el del estreno en televisión de «Informe Semanal», el de la detención de Miguel Ríos por consumo de hachís, el de la censura a la comedia musical «Ravos», de Víctor Manuel; el de la primera entrega de «El Padrino» de Coppola, el de la primera edición de Manuel Vázquez Montalbán en la que aparecía el detective Pepe Carvalho o el de las siete medallas de oro olímpicas de Mark Spitz... También es el año en el que Luis Pastor escucha por primera vez, en Barcelona, la música portuguesa. Visitaba con profunda curiosidad todas las tiendas de música y en una de ellas descubrió «Cantares do andarinho», de José Afonso. Cuando leyó la contraportada del disco, en la que se explicaba que el cantante portugués hacía música popular y cantaba en reuniones de amigos, en parroquias y en centros de trabajadores, no dudó en comprarlo y, dice Luis, «lo oí un millón de veces».
Su estancia en Barcelona le llevó a entrar en contacto con su primera casa de discos, Els Quatre Vents, en la que habían grabado María del Mar Bonet, Elisa Serna y Las Madres del Cordero. Y de aquel contacto se grabó el primer disco de Luis Pastor, un disco fallido por obra y gracia de la censura, que prohibió siete de las once canciones que contenía aquel trabajo. Aquel disco tenía una gran influencia de Paco Ibáñez, estaba dotado de toda la fuerza y la ilusión de un primer disco, y contenía poemas de Blas de Otero, Jorge Guillén, Pablo Neruda y Miguel Hernández musicados por Luis.
El fracaso provocado por aquella gente de sombra alargada no amedrentó ni a Luis ni a Els Quatre Vents, y se resarcieron editando un sencillo con el poema «La huelga», de Pablo Neruda, cambiando el título por «La huelga del ocio» y poder saltarse así cualquier problema con la censura. Cuando el disco se comercializó, Luis volvió a Madrid, orgulloso, con él bajo el brazo, y ansioso por enseñárselo a sus padres, que lloraron emocionados al escucharlo.
En 1973, ya en Madrid, Luis decide presentarse a un concurso de villancicos que se celebraba en Pamplona. El concuso lo ganó Marito, pero la actuación de Luis fue muy bien recibida por la crítica y el público, lo que le propició sacar su segundo sencillo, que contenía «El niño yuntero» –un poema de Miguel Hernández musicado por Luis– y la primera canción (de amor) de íntegra cosecha propia, «Hace falta saber».
Aquel segundo disco sencillo de Luis Pastor se sumaba a la pasión televisiva de los españoles por «Kung-Fu» o por «Colombo», al «Eres tú» de Mocedades, al álbum «Made in Japan» de Deep Purple o a la muerte en accidente de tráfico de Manolo Caracol. Fue un año complicado y a la vez esperanzador, pues ya asomaban las ganas de libertad, pero aún se podían notar los últimos estertores de la dictadura, todo a pesar de que a Luis Buñuel se le reconocía en Hollywood por su película «El discreto encanto de la burguesía» –lo que sentó muy mal en el seno de la España franquista– o que la editorial Amaika empiezó a publicar la revista de humor «El Papus», que con su acidez minaba al régimen cada semana.
Al poco tiempo de editar su nuevo sencillo, Luis Pastor es invitado a cantar en el colegio mayor Chaminade de Madrid, resultando un gran éxito. Esa misma noche, por los efectos y los contenidos del concierto en Chaminade, la policía franquista fue a buscarle a su casa para detenerle, pero Luis no estaba allí. Esta circunstancia propició la preocupación de sus padres y para evitarles ese tipo de molestias, Luis decidió irse a vivir con Rufo, Eulogio y Pepe a una casa baja en el Cerro del Tío Pío. Y no era extraño lo que le sucedía a Luis, pues Antonio Gala también sufrió en sus carnes por aquellos días la prohibición para representar su obra «Suerte, campeón», que había sido montada por Marsillach, pero el gobierno lo tapaba todo con los triunfos deportivos –Luis Ocaña ganó el Tour de France, José Legrá se hizo con el campeonato del mundo de peso pluma, la selección española de baloncesto consiguió el subcampeonato de Europa y Santiago Ojeda se alzó con el campeonato de Europa de judo, y todo esto sin hablar de fútbol– o con la última detención de «El Lute».
Luis tuvo que presentarse en la Dirección General de Seguridad para resolver su situación, y allí le enseñaron todos los pasquines que habían repartido en los conciertos de los centros europeos de emigrantes españoles durante el año 1969 –sólo cabía suponer que los emigrantes tenían «secretas» camuflados entre ellos para vigilar todos los movimientos de los exiliados políticos–. Ante lo que le mostraban, Luis argumentó que era cantante y cristiano, pero aquello no sirvió de nada y le impusieron una multa de 50.000 pesetas que en aquellos días era un dineral que Luis no tenía. Para pagar la multa se hizo una colecta con el apoyo de gente que estaba con la canción protesta y la apoyaban desde la radio y la prensa. Aquellos tipos eran Manolo Tena, Moncho Alpuente, Gonzalo García Pelayo, Manolo Lombáu o Antonio Gómez. Y se pagó la multa mientras Carrero Blanco volaba por los aires fruto de un atentado de ETA en la calle Claudio Coello de Madrid y un Nixon derrotado firmaba la paz en la Guerra del Vietnam.
El año setenta y tres acabó para Luis Pastor con una invitación a participar en un homenaje de tres días a Rafael Alberti que organizaban los emigrantes españoles en Ginebra. De aquel viaje a Ginebra cuenta Luis que «mientras iba en el tren, puse música a un poema de mi amigo Arbeola, llamado «Villancico para Rafael Alberti», y allí se lo enseñé al poeta y lo canté. Era uno de mis poetas más queridos, y me dedicó su libro. Volví a España feliz y puse música al poema «Quisiera cantar», de Rafael.».
Y llegó el servicio militar. Corría el año 1974, con «Pipi Calzaslargas» llenando las tardes infantiles de los sábados y Federico Fellini estrenando «Amarcord», su mejor película; con el escándalo Sofico salpicándolo todo y con Amparo Muñoz de Miss Universo. Fue un año discreto para Luis, pues todo su afán era pasar desapercibido barriendo barracones y soportando estoicamente todas las tonterías militares. Tan desapercibido pasó, que consiguió desplazarse casi todos los fines de semana a Barcelona para cantar en público.
Durante aquel tiempo estalló la Revolución de los Claveles en Portugal –mientras Luis disfrutaba de su primera pareja seria, Paloma–, Felipe González resultó elegido Secretario General del Partido Socialista en el Congreso de Suresnes y nació para el mercado del tabaco la marca «Fortuna».
El mejor recuerdo que guarda Luis de su etapa de «servicio a la patria» es Paloma, que le regaló a Luis una antología de poemas de Octavio Paz, «La centena», de la que musicó varios poemas.
El final del servicio militar trajo una época bastante fructífera para Luis en el campo de la música, pues consiguió grabar tres discos en tres años consecutivos (1975, 1976 y 1977), ya que las casas comerciales se dieron cuenta de que había un mercado muy interesante en el tipo de música que hacían los catautores y les abrieron sus puertas de par en par. En ese momento, Luis decide hacerse acompañar de un guitarrista, Juan Carlos Fernández.
Esas puertas abiertas consiguen que Luis Pastor retome el disco que había estado trabajandose con Els Quatre Vents, y lo saca con la misma portada y con el mismo título, «Fidelidad» –Durante la realización su grabación, Luis conoció a Jean Pierre Torloise–. , incluyendo todas las canciones que la censura había prohibido. Las cosas se ponían bien para los autores políticos de la llamada «canción protesta», y lo que antes sólo tenía salida en clubes juveniles, ahora iba ganando terreno en escenarios mayores y con más salida mediática. 1975, no en vano, fue el año de la muerte de Franco y el del debilitamiento más notorio del régimen fascista, lo que precipitó la transición hacia la democracia en España, aunque todavía se producirían la prohibición a Víctor Manuel de cantar en Asturias o el secuestro –el día 27 de agosto– las revistas «Destino», «Cambio 16» y «Posible» en cumplimiento de la nueva ley antiterrorista, entre otros muchos restos de aquel naufragio anunciado.
Mientras el régimen sufre la Marcha Verde de 350.000 marroquíes hacia el Sahara para forzar la salida de las tropas españolas y las señales de cambio se patentizan en la autorización de la primera asociación política desde la República –que llevaba el nombre de «Reforma Social Española» y estaba dirigida por Cantarero del Castillo–, Luis va escuchar por primera vez en directo a José Afonso, al que tenía como un claro referente, y a otros portugueses que le acompañaron a dar un concierto en el Colegio Mayor San Juan Evangelista –José Jorge Letria, un cantante del Partido Comunista; Fausto, que para Luis era el mejor después de Zeca Afonso; Vitorino, del Alentejo; y Adriano Correira de Oliveira­–. El contacto con estos autores portugueses resulta muy fructífero para Luis y sus cercanos, por lo que logran organizarles otro concierto en un colegio de monjas de Palomeras Altas, en Vallecas.
España andaba entre los multitudinarios estrenos cinematográficos de «El exorcista» o «Tiburón» y con la locura de ver «Jesucristo Superstar», que llevaba un año prohibida en nuestro país... y Luis Pastor se engolfaba en sus relaciones lusas, admirado, además de por sus músicos, por la Revolución de los Claveles: se aunaban dos intereses de profundo calado para Luis, la música y la espectativa de cambios revolucionarios que tomaba cuerpo real en el país vecino.
Hasta tal punto se involucra Luis Pastor en lo lusitano, que en su segundo disco abandona la influencia de la canción española y de Paco Ibañez que tenía en «Fidelidad», que toma como referente las creaciones de José Afonso y el sonido portugués...

(y aquí lo dejamos por falta de pelas y empuje del ayuntamiento de Rivas)

¿No te duele esto?



... pues reacciona, coño.

"Tanta sensibilidad con los necesitados que están lejos..."


Ayer.

No sé cómo hacerlo, coño, que todo el mundo está agresivo (y yo el primero) y a la menor lanza puñales. La primera en la frente llega cuando te tocan lo cercano y te dicen eso de “tanta sensibilidad con los necesitados que están lejos y tanta agresividad con los que están cerca”... y quizás tengan razón, aunque juro que procuro huir de eso siempre y mostrarme sensible aquí y allá, pero la diferencia es tanta, el sufrimiento es tan distinto... y esto me hace sujetar cada día un poco más las palabras, aunque no demasiado, porque casi es lo único que me queda.
Hace un par de días, un jovencito con trabajo fijo me decía que habría que prohibir el uso gratuito de nuestra sanidad a los inmigrantes, y al rato me encontré a mi sobrinilla con una pulserita de la bandera de España en su muñeca (ella aún no tiene el uso de esas razones) mientras otro sobrinillo estaba tomando plaza como policía nacional en la costa... a eso le sumo la decisión plenaria del viernes en el ayuntamiento bejarano, y ya solo me queda gritar... pero no, enlacé toda mi rabia a un comentario poco precisado (una pregunta asertiva) y quizás le di en las napias a quien menos se lo merecía, que me respondió con la antedicha frase entrecomillada arriba.
Pulsando el estado de las cosas, debo decir que la situación en Somalia es verdaderamente urgente y nada comparable con la situación aquí... y que como diariamente recibo noticia cumplida de lo que allí sucede (y también imágenes, que son durísimas), pues pido que se entienda que en alguna ocasión me salga de mis casillas y tire con bala. Sé perfectamente que el personal duda de las organizaciones no gubernamentales, y que eso se acentúa cuando median los bancos (que es la mayoría de las veces, pues hay pocos medios más rápidos y seguros de hacer llegar las ayudas económicas); sé que quien ve cómo su entorno cercano se va llenando de cadenas y de faltas acaba por dudar de todo y de todos, pero también sé que hay que hacer algo, como individuos y como sociedad, que hay que parar como sea las hambrunas, y hacerlo ya en el caso específico de Somalia... y ponerse a ello lleva echarle tiempo y ganas al asunto... dejar un poco las obligaciones diarias y embeberse en ‘hacer’ algo que pueda ser útil, aunque sea pequeño... y para eso hay que poner confianza en algún punto, pues no sirve de nada decir que todo funciona mal y quedarse quieto, así sí que no sería posible ayuda alguna... y desde ese pensamiento me fui esta mañana a comprar unas huchas y les puse una pegatina, miré cómo está el asunto de la ayuda urgente y me decidí por la AECID para hacerle llegar los fondos que se recauden y me puse a llamar a los colegas para pedir materiales de sobra y montar un mercadillo el próximo sábado en la Plaza Mayor de Béjar con el fin de obtener algunos fondos... y de ese tiempo robado al trabajo, para hacer lo que realmente me apetece hacer, pues que salieron algunas deserciones y unas cuantas frases poco adecuadas para mi estado actual de tensión, lo que logró ponerme irascible hasta la bola... en fin, pero es solo mi problema.
Todo lo anterior y esta sensación de que el mundo no funciona, de que los hombres, uno a uno, sacan enseguida sus miserias para retirarse a vivir lo mejor posible mientras se olvidan de ese necesario ‘los demás’... así que contesto mal a la menor y hasta quizás sin demasiada razón... es por ello que pido disculpas.

Monday, August 1, 2011

Curso de cerámica contemporánea


Mi amigacho Alberto andará por allí... para no perdérselo... jurao.

Una dosis del interminable agosto somalí...



Comienza agosto y el mundo es un castillo de alambre y hielo que se sujeta en cruces, porque aún hay fe y fanatismo para adormecer las mentes, fe para edificar cruces y fanatismo para negar en pleno un miserable bocado a la Somalia muerta y remuerta de sed y hambre... ni un gesto piadoso de mentira hacia esa gente que realmente padece nuestros excesos, ni un escasito ‘estamos con vosotros’ hecho de palabras... me avergüenzo del mundo en el que vivo, me da asco ese pensar solo en lo nuestro, en mantener lo acaparado, en ser nada más lo que tenemos.
Todo va a peor y los curas vuelven a pasear ufanos por las calles con alzacuellos mientras se multiplican las procesiones y los santos nuevos, mientras se hacen campañas de acogida a jóvenes cristianos que vienen de sacras vacaciones a este puerto para extenderle una alfombra roja al Papa molondro de Roma [que volverá a gastarse lo innombrable –de nuestro dinerillo– en fastos y seguridades], que dirá dos palabras sobre las hambrunas y pedirá oración de ayuda para aquellos pobres miserables a los que el viernes les negamos el pan y el agua en pleno municipal con el voto católico integrista (pero nunca islámico)... pero como es agosto y los culos se lavan sin pudor en las piscinas, pues que no ha pasado nada... total, puede que sean cien mil negros menos... que han dejado de sufrir... pero nuestras cuentas cuadran, coño, claro que cuadran... haciendo populismo barato las cuentas siempre cuadran... y si no cuadran, está la iglesia de enfrente para hacer que cuadren a base de preces y liturgias, de te resto y me sumo...
Y lo mejor es encerrarse y olvidar... lo mejor para el cuerpo de uno, claro... pero para el cuerpo de los demás, y para el espíritu propio, lo adecuado es salir a gritarlo a la calle, exigiendo justicia y eliminación de esa pérfida moral lavada.
Debiéramos tener todos una dosis de ese interminable agosto somalí [más de dos años sin lluvia] y ver cómo muere todo el ganado entre las grietas del suelo reseco, y ver cómo van cayendo los hijos, uno a uno, entre moscas golosas de muerte, y saberse tan solo esqueleto por las sinrazones de occidente... todos debiéramos sentir aquella sed, aquella angustia y aquella rabia de pura imposibilidad... pero primero ellos, los que el viernes dijeron que no a una ayuda a Somalia mediada por AECID y luego salieron ufanos a tomarse unas cervezas frías en los bares aledaños al ayuntamiento... y quizás después de estas palabras ya no tenga acceso a los trabajos de imprenta municipales... pero me da igual, porque hay cosas que no deben callarse jamás.
Y que se gasten su dinero –y parte del mío– en sus jodidas cruces... que lo mismo su Cielo va a terminar siendo Somalia.

IMÁGENES PARA LA VERGÜENZA
(subidas a Google en los últimos cuatro días)