Sunday, July 30, 2006

Lu Xun


Fin de semana completo trabajando con mi sobrino Javier en una historia chula con la baraja española como eje central. El proceso que hemos seguido ha consistido en el que yo utilizo en mi trabajo creativo: tormenta de ideas, concreción de un icono sobre el que trabajar, búsqueda de una idea con indicio que sostenga la creación y trabajo de zapa para encontrar los elementos precisos para que todo quede redondo.
El resultado, pese a haber trabajado con velocidad, me parece que es brillante y que el chaval va a defenderse muy bien con él.
Lo mejor ha sido compartir con Javier un par de días intensos –es la primera vez que esto nos sucede–, verle moverse a su ritmo, oírle pensar y notar con nitidez sus temores, su lento y elaborado proceso mental, su inseguridad y el latido de su silencio casi absoluto. El tipo lleva una tristeza tranquila encima que no es pose, algo muy parecido a una soledad discreta que tiene más que ver con una genética del carácter que con una decisión de individualidad.

Y haber compartido espacio durante tantas horas me ha hecho pensar en lo difícil que lo tienen los tipos como él: sin decisión para comerse el mundo cuando se tienen capacidad e inteligencia para merendárselo. No sé si es timidez o temor lo que le frena, pero lo cierto es que hay un valor grande que no encuentra forma alguna de provecho. Sólo se me ocurre –y lo escribo– que su mejor salida tendrá que correr por los caminos de la enseñanza, circunstancia que, me temo, le va a acarrear un complicado nudo gordiano en su cabeza, un nudo que le hará sufrir hasta que logre buscarle su lado Houdini... Y me gustaría decirle a voces: «¡Vamos, colega, cómete el mundo, arriesga, pelea, grita, haz tu primera boutade a lo grande y respira el aire fresco de la libertad personal; busca el dolor y el placer justo hasta el vértice del abismo, siente que la vida se convoca cuando se es consciente de que la cuerda se afloja bajo tus pies y has de encontrar el punto de equilibrio...».
En fin, que la vida es un desperdicio por culpa, sobre todo, de un sistema que eleva a los audaces –aunque sean imbéciles– y pisa con saña a los templados por el conocimiento y la sensibilidad.
Javier es un tipo extraordinario... pero el mundo no está diseñado para los extraordinarios.
Quiero a este chaval, coño.

Tuesday, July 25, 2006

Shen Congwen


Jesusito Urceloy siempre llega rodeado de gente maja, y esta vez ha vuelto a hacerlo. Ayer me salvaron del rollo currero de los libros de fiestas y ferias para sacarme a tomar unas copas y me divertí hasta que el colega cayó fulminado por el atrevido Morfeo –tiene cojones ponerse a lanzar flechas hacia el cuerpo de Urceloy a eso de las dos de la madrugada. Una faena–. Y mi floja memoria –otra faena– no me permite esta mañana recordar los nombres de sus acompañantes, un joven con vocación de hombre tranquilo y con un prometedor futuro literario y un soltero estupendo con cara de póker y sonrisa blanca en los ojos, una sonrisa llena de buenos augurios que espero se hagan realidad muy pronto.
Gracias, colegas, por arreglarme el día... y disculpas por esta memoria que recuerda las mil nemotecnias bachilleras y es incapaz de recordar vuestros nombres, coño.
(12:48 horas) Ya dejé escrito hace unas semanas que había encontrado el diario manuscrito de mi viaje africano con Juanito durante el mes de noviembre de 1999. Hoy me pongo como ejercicio obligatorio el pasar los textos a este diario de la manera literal más «sic». Comienzo con la consideración repetida de la literalidad en transcripción y comentando que el diario se escribió fundamentalmente durante el viaje en un todoterreno por caminos difíciles:

«DÍAS AFRICANOS*
•1999•
Cuaderno de Tanzania
Luis Felipe Comendador
*[título que figura en cubierta de un cuaderno rústico marca «Miquelrius»]

Día 2 de noviembre

El viaje ha sido tedioso, pesadísimo. Sólo ha merecido la pena poder ver la inmensidad del Sahara y el magnífico macizo de Los Alpes. Fue una pena no ver el Nilo, pues lo tapaban las nubes.
El trayecto en la KLM se hizo muy incómodo, pues las aproximadamente 8 horas de viaje estuvieron marcadas por la estrechez de los asientos y por una moza –que iba delante de mí– que se puso cómoda y me hundió ne la miseria.
La llegada a Arusha fue espectacular, de noche. Bajamos Juan y yo los primeros de avión. En la entrada internacional había unos funcionarios con pocas ganas de hacer nada. Nos hicieron el visado en un papel viejo y nos cobraron 25 dólares por cabeza.
A la salida de este recinto nos estaba esperando José Luis Peña, un vasco del MPDL que lleva expatriado un año y medio y que está haciendo una labor realmente magnífica en Tanzania. Con él venían una chica de Ávila, ingeniero agrónomo, y un chico de Segovia que llevaba sólo 4 días en Arusha.
Nos tomamos unas coca-colas –que aquí son enormes– y salimos hacia Arusha (desde el aeropuerto hasta la ciudad hay una media hora de camino) encontrándonos con diversos controles de policía –con el fin de conseguir dinero.
Ya en Arusha (...) a la que llegamos conducidos por Yuma, un nativo que conduce siempre con la luz larga y que adelanta donde haga falta, que tiene más peligro que Alejo en la Real Academia.


Día 3 de noviembre

Arusha: He dormido bien, aunque poco; pero lo mejor es que se me ha pasado bastante la diarrea con la que llegué a Tanzania. Amanecimos a las 6,30 h.; una ducha, las abluciones de rigor y un desayuno fuerte (huevos, mango, plátanos) y nos vamos a conocer el proyecto de Longuido. Nuestro conductor, Yuma, sortea los infinitos obstáculos de la carretera. Dejamos atrás el monte Meru, que pone marco a Arusha, y nos diri(j)imos hasta el monte Longuido por 80 Km. de carretera asfaltada en los años 60 –sin reparaciones desde esa fecha– y por 30 Km. de una pista de sabana llena de dificultades orográficas.
Esta primera salida nos pone de pronto en África. La salida [Mairowa] de Arusha es magnífica, rodeada, como está, la carretera en sus dos flancos por los pequeños puestos de los nativos –todo color y bullicio–. A medida que nos acercamos al monte Longuido, se va poblando la sabana de pu[n]tos de colores vivos cuidando grandes rebaños de cabras y vacas. En el desvío de la carretera hacia el enclave del proyecto MPDL visitamos el pueblo de Longuido, donde pudimos conocer un proyecto de teléfono rural que va tomando cuerpo poco a poco para comunicar a toda la zona. Después tomamos la pista hacia el sitio de Marinowa –lugar en el que el MPDL ha rematado un hermoso proyecto que ha llevado viviendas, sanidad y agua a una concentración importante de Masaai’s. En el camino pudimos ver algunas jirafas, varias gacelas de Grant, varias avestruces y simpáticas ardillas de tierra (hicimos diversas fotografías). Ya en Mairowa, hablamos con el alcalde y en su compañía visitamos las obras acabadas, que constan de una edificación para hospital (ya en uso), dos edificios de 4 viviendas, diez letrinas, diez baños y 4 cocinas a lo que se suman dos poz[os] (uno por edificación). El tiempo discurre ante la mirada absorta (por ambas partes) de varios masaai’s y con la compañía del médico de ete enclave –CLAVERY KIMWERI MUUNTA–, que nos cuenta con detalle los problemas sanitarios de la población y, en su amabilidad, nos muestra su casa actual –que no tiene nada que ver con la vivienda que le ha construido el MPDL–. También visitamos una escuela de cinco aulas y disfrutamos fotografiando a los niños, que se vuelven locos por posar para nuestras cámaras. Para terminar, José Luis Peña hace las últimas labores de recogida de datos y regresamos a Arusha. Comemos unas latas en la pista entre ganado masaai, acompañados de Yuma, nuestro conductor, John Fabino –capataz de las obras del MPDL– y un tipo que trasladamos hasta Arusha.
Hay un encuentro curioso entre Juanito y dos masaai’s (un niño y un joven) –recordar historia del regalo del mechero y el bolígrafo que les regaló)–. [Esta historia está contada con detalle, al igual que se hizo con el resto del diario, corrigiendo, pormenorizando y aumentando datos, en un trabajo de 150 páginas que al día de hoy tengo perdido].
Ya en Arusha, Cocacola –describir las bebidas–, cigarro –describir los cigarros–, ducha –describir cuarto de baño–, cena en un chino magnífico –describir la comida y el lugar– y copa en un pub para ingleses, Discobery Pub –describir–. Al llegar a nuestro hotel, intentamos llamar a España. Es imposible. No hay línea en toda la noche.

Día 4 de noviembre

Durante la noche ha llovido bastante.
Me he despertado a las 6 de la mañana y he encontrado Arusha con el cielo cerrado, paradójicamente sólo se veía con nitidez el volcán Meru, al que iluminaba un sol que era incapaz de iluminar a la ciudad.
Después de una ducha caliente, me fumo un cigarro en el balcón de mi habitación y disfruto del colorido paso de los críos que se apresuran para ir al colegio. África es bella desde toda su miseris. Los africanos son felices entre toda su miseria. Los niños visten uniformes sorprendentes: (...) jerseys en color azulón –un índigo casi insultante… y faldas o pantalones grises. Es totalmente plástico verlos recorrer las calles con toda la prisa del mundo para dirigirse a sus centros escolares. Me ha emocionado particularmente una imagen bellísima. Una de las niñas que corría apresurada al colegio –podría tener unos 8 años– pisó uno de los charcos que había dejado la lluvia de la noche y se manchó los zapatos –que iban brillantísimos–, se paró en seco, cogió un papel de la calle y se limpió los zapatos con gran empeño.
Arusha es jacarandás y caos, color y miseria. En un descampado –un solar con señales de antiguas construcciones– que se encuentra frente al balcón de mi habitación, se reunen varios mendigos a primera hora de la mañana, se lavan con agua de los charcos, se secan con trapos sucísimos, se cambian de harapos y hacen fuego. Luego comparten la comida y ríen con estridencia. A un par de ellos se los ve realmente enfermos. [mancha roja] Es sangre. Tengo hemorragias frecuentes.

DESCRIPCIÓN 1
LA CASA DE C. K. MVUNTA
–Médico de Mairowa–

Dentro del enclave de Mairowa, uno de los mayores status es el de médico o el de maestro. En el caso de C. K. M. concurren las dos situaciones, pues él es el médico de ese asentamiento masaai y su esposa es la maestra. Tienen dos hijos y hasta que estén entregadas las viviendas MPDL habitan los cuatro de familia en una choza de madera de aproximadamente 4x2 mt. que tienen dividida por una cortina; en una de las «habitaciones» está la cama del matrimonio y en la otra hay una pequeña mesa llena de material desordenado, un anaquel con diversos libros y una cama menor donde duermen los dos niños. Su status se ve en el patio, que cuenta con una brillante bicicleta y un par de gallinas –y un gato blanco–. En una zona del pequeño patio está la cocina, realizada con palos y adobe. Se hace la lumbre sobre el suelo de arena. Otra de las ventajas de la casa a [de] C. K. es que está elevada del suelo por una plataforma de piedras y cemento, lo que la protege de inundaciones en época de lluvias.
C. K. está totalmente feliz de poder trasladarse pronto a una casa (MPDL) bien ventilada, con ducha y letrina, con varias ventanas –su casa actual no tiene– y al lado del hospital.
–––––––––––
Esta mañana, mientras José Luis ha ido a hacer unos pagos de material, Juan y yo nos hemos dedicado a pasear por la zona turística de Arusha. El monte Meru se muestra impresionante esta mañana, decorado con unas leves nubes algodonosas que lo acarician. El paseo no es fácil, asolados por los chavalillos que quieren vendernos de todo –nosotros decimos que no, porque vamos a dejar las compras par el último día–; hay multitud de puestos de golosinas tradicionales, otros de golosinas occidentales y tabaco, y las mejores tiendas de souvenirs están regentadas por indios y judíos. Una curiosidad es que existen muchos puestos para la limpieza de zapatos –el polvo tanzano es ocre y muy fino, y se mete por todos lados…; el personal se descalza y le dejan unas chanclas mientras les limpian los zapatos con betún por fuera y con un producto que no he podido reconocer por dentro; no son limpiabotas al uso y hay muchos puestos de este tipo. También hay pequeños puestos en los que arreglan relojes y paisanos sentados junto a una máquina de coser «Singer» antigua. Quedamos con José Luis en un café muy europeo del centro, el Café BAMBOO, donde degustamos un excelente café mientras Juan lee la historia de Tanzania y yo tomo estas notas.
• Contar la diferencia de ritmo de trabajo de la ONG americana (?) y MPDL –ellos llevan más de un año con la construcción de una edificación y MPDL ha resuelto en 2 meses.
• Contar lo de la niña que tiró la leña en el camino y salió huyendo despavorida ante nuestra presencia.
• Se tiran en cualquier sitio que haya sombra (contar la estructura familiar masaai).
• Contar lo de los controles policiales de carretera.
• Contar lo del negocio del agua.
• Contar lo de las risas con la punda y describir al animal y la caída de Juanito y la curación de C. K.
• Contar la relación de los blancos con los nativos –historia de Yuma.
• Contar la entrada en aduanas.
• Contar la comida de Yuma –un musulmán que comió cerdo.
• Contar lo de las zapatillas de los masaai’s
• Contar tema orejas masaai’s.
• Contar lo de los nidos en las acacias de pinchos, lo de las termitas y lo de las hormigas en simbiosis con los arbustos.
• Taxis: Daladalas
• Empanadas: Sambusa (carne y vegetales).
[flecha y letra de difícil legibilidad]
Antes de salir para Mangola Chini pasamos un par de horas esperando a José Luis, que fue a buscar su billete para España; durante la espera, Yuma nos enseña un poco de SWAHILI con su media lengua de inglés y un montón de señas. Juan se divierte con el aprendizaje, y como la espera se hace larga, le cantamos algunas canciones a yuma.
[asterisco y aparte en otro color de tinta]
* Imposible escribir en el coche.

• MTO WA MBU - El Río de los Mosquitos
• WALI ROSTI - plato que comimos (habas + arroz + carne + salsa)
• Karatu: porterías [texto recuadrado] vemos niños masaai en ritual de circuncisión.

El viaje hasta Mangola Chini (Mangola de Abajo) consta de tres tramos muy diferenciados, primero se recorren 80 Km. de una carretera bastante bien conservada [nota al margen y encuadrada] –2 masaai nos vende un huevo de avestruz– (es una de las mejores carreteras de Tanzania y equivale a una comarcal mala española); el segundo tramo, de una tierra roja casi impertinente, nos lleva hasta una joya de la naturaleza, MTO WA MBU (El Río de los Mosquitos), con gran movimiento de personas, mucho colorido, mercados vistosísimos. MTO WA MBU es puerta al parque natural de Manyara, por lo que concita bastante turismo extranjero por la riqueza de fauna y flora que rodean al lago salado Manyara. En «El Río de los Mosquitos» comemos a la africana NEW WANCHI (nuevo paisano), Wali Rosti (arroz con asado), que es un arroz blanco con carne asada, unas habas y una salsa roja. Acompañamos la comida con una botella de jenjibre y con un calor abrasador –el ambiente de MTO WA MBU es ciertamente insano y asfixiante (los africanos nunca se quedan a dormir allí).
José Luis ordena a Yuma que vigile bien el coche durante la comida, pues en MTO se producen bastantes robos.
Una vez comidos, salimos inmediatamente de camino. Paramos en un puesto para comprar unos deliciosos plátanos rojos y unas papayas, y tomamos la salida de MTO por una cuesta de pura selva llena de babuinos (los intentamos fotografiar). Iniciamos una subida dura y pedregosa alrededor del Manyara. Durante la subida llegamos a ver elefantes en el valle –unos 12.

• FOTO CARTEL BAR: «YO TE PUEDO SERVIR, PERO ME DA MIEDO PRESTARTE».

Y fotografiamos desde altura (...) los cortes del terreno del Parque Nal. Manyara. Seguimos camino hasta Karatu, donde José Luis hace una parada de trabajo para contratar la elaboración de material deportivo con un herrero. Hasta Karatu todo era tierra roja y finísima, a partir de Karatu, la arenilla se vuelve ocre y gris ceniciento, y se pega a los árboles, a las piedras, a los hombres, a los animales, mostrándonos un espectáculo bello y desolador, casi fantasmal.
Llegamos al cruce de Mangola y dejamos a la derecha la carretera del Ngoro–Ngoro. Entonces el camino se llena de dificultad y tardamos tres horas en transitarlo (45 Km.), unas veces por el camino marcado –un auténtico pedregal–, y otras veces campo a través. Por el camino vemos un grupo de cinco jirafas a lo lejos y se nos cruzan varios diki-diki’s, que son gacelas enanas del tamaño de un perrillo. Como huyen deprisa, se nos hace imposible hacerles fotos. También nos encontramos con unos críos de unos 5–6 años que cuidan rebaños de cabras y que al ver nuestros coches huyen despavoridos con sus enormes machetes en la mano. Al acercarnos al entorno de Mangola nos topamos de frente con la Montaña del Leopardo y empiezan a puntear los baobás (encontramos uno florecido), los árboles salchicha, los árboles candelabro, los árboles botella –un auténtico espectáculo.
Llegamos a Mangola con la noche puesta y cenamos queso y chorizo que hemos traído de España.
Por la noche nos sentamos a la fresca con unas sodas y la botella de ron que nos regaló Miguel [Alquitara] y charlamos hasta las 2,30 de la madrugada de todo lo divino y lo humano –también llamamos por teléfono a casa– [gracias al teléfono por satélite del MPDL].
De la noche queda el recuerdo de las cucarachas más grandes que he visto en mi vida –viven de lujo en la letrina, hacen su trabajo de zapa y no molestan.
La dormida es terrible debido al monzón seco que sopla toda la noche y te hace sudar mucho más de lo imaginable. Nos dimos repelente de insectos, pues la luz de la casa los convocaba.
Despertamos a eso de las seis treinta de la mañana, un lavado de cara y de cabeza con el agua escasa de una palangana para tres y desayunamos plátanos rojos y un café con leche. Seguidamente visitamos las obras del MPDL (escuela, casa, letrinas, pozos, duchas), luego buscamos altura para poder divisar el valle en toda su magnitud (hacemos muchas fotos de ese valle fértil). Después viajamos a GORFAN, donde nos reunimos con el presidente de la Tarafa (provincia) ABDUL BARIE, que me parece inteligente, con instinto político y con capacidad de gestión –quedo sorprendido por la impresión que me deja este individuo. Mantenemos una larga conversación muy beneficiosa para las dos partes.
Antes habíamos tomado un café en un bar regido por una «mama» de bellos rasgos somalíes y con una sonrisa indescriptible –le hice un par de fotos que le agradaron.
Vuelta a Mangola Chini y comida en un hoteli: arroz, verduras, patatas con carne –muy parecidas al calderillo– y soda –tres comidas… 500 pesetas.
• En Mangola Chini habita la tribu de los iraqw (agricultores), tatooga (ganaderos nómadas), HADZABE (cazadores recolectores bosquimanos) y varios emigrantes de origen bantú.
Descansamos después de comer, nos hace Juanito un café y cargamos en el camión un montón de material para entregar a los participantes en un seminario sobre deporte. Con todo el material vamos al colegio A de Barasani, donde se encuentra el grupo participante en dicho seminario.
Asistimos al discurso de los distintos profesores y Juan termina repartiendo los obsequios a los distintos participantes, que constan de camisetas, balones, redes y todo tipo de equipamiento. Al terminar, descubro que dos de los profesores hablan castellano: Vicente y Charles. Vicente me explica que estudió educación física y deporte en Cuba en el año 81 y pasamos un rato magnífico. Mientras habla Vicente, se acerca Charles y entra en conversación, y descubro que es un auténtico cachondo; me dice que le llame Carlitos y me cuenta que estuvo un mes en Madrid intentando ligar, pero que no le salió corte. Se vienen estos dos profesores con nosotros hasta la casa MPDL (les acompañan otros dos que sólo hablan swahili).
Les invitamos a sodas y queso –teníamos las sodas justas– y después de una agradable conversación, quedamos para charlar en un hoteli de Mangola al atardecer.

UNA COSTUMBRE AFRICANA
En África se suele hacer sólo una comida fuerte a eso de las doce del mediodía, y hasta esa hora se aguanta con un té negro. La comida es a base de arroz, carne, alguna verdura y una salsa. Nunca se bebe durante las comidas y los platos son tan abundantes que yo no logro comerme mucho más de la mitad de su contenido.

EL AGUA
No hay agua corriente, y hay que desplazarse unos kilómetros para llenar bidones en un manantial. De esos bidones sale el agua para el consumo humano, que ha de filtrarse con un filtro de piedra caliza, pues está llena de bacterias, y con el resto del agua –siempre muy poca– hay que hacer el aseo personal y lavar la ropa.
• Tratar el tema de agarrarse de la mano para negociar.

–––––

A eso de las 8 de la tarde, ya bien anochecido, Juan y yo –pues José Luis tiene trabajo– nos acercamos a tomar unas cervezas con Vicente y Carlitos, atendiendo a su invitación de la tarde. El hoteli donde hemos quedado resulta ser un puticlub y cuando llegamos, notamos cierta tensión. Primero por parte de nuestros anfitriones –que eran doce–, que estaban probándonos; y segundo por parte de la clientela del garito, para los que resultábamos un componente altamente extraño en su territorio.
Nos sentamos en una terraza al aire libre, y aguantamos la tensión unos 20 minutos. Juan se había sentado al lado de Carlitos y yo lo hice al lado de Vicente. Nos pidieron unas cervezas (que estaban calientes como caldo) y hablaban animadamente entre ellos en swahili (sólo respondían en castellano Carlitos y Vicente a nuestras preguntas). Durante todo este tiempo, y con una rapidez pasmosa, no hacían más que entrar y salir hombres de un cuartucho sin luz. Entraban en silencio y salían a los 2 ó 3 minutos seguidos de una chica muy joven que siempre llevaba en sus manos una palangana. Frente a mí, en una especie de escalón que rodeaba a la terraza, se sentaba el chulo, un negro muy bien formado y vestido como el mejor rapero americano: gafas de sol doradas, gorra de lujo, cazadora tejana... Se apoyaba contra la pared del garito, bajo una ventana. Cada cliente que salía, pagaba a la chica de la barra, y ésta le entregaba el dinero al chulo por la ventana, que lo contaba a la vista de todos y se lo guardaba en un bolsillo de su cazadora.
La conversación seguía su curso tenso y baladí hasta que se me ocurrió contarle a Vicente algunos sistemas de organización educativa que podrían ser aplicados en Tanzania. Vicente se animó bastante con este tema de conversación y de vez en cuando me cortaba para traducir mis palabras a sus compañeros, que se iban mostrando cada vez más interesados. Juan, por su parte, también había abierto un frente importante con Carlitos, que comentaba entusiasmado y en voz alta las palabras de Juan. De estos temas específicos de la educación fuimos pasando a otros temas de más interés para nosotros, y dimos el meeting con tanto entusiasmo que llegó un momento en que los clientes que venía(n) a echar su polvo se quedaban alrededor de nuestra mesa (sumando cada vez más gente a la tertulia) y hasta el chulo, desde su posición más alta y dominante, empezó a asentir con las manos y la cabeza, apoyando entusiasmado nuestras palabras. Fue una noche realmente mágica en la que todos salimos con ganas de hacer la revolución necesaria –hasta el chulo del hoteli de putas–. La noche era cerrada y no se veía nada –no había luna–. Carlitos se levantó y dijo en alto: «Vamos a acompañal a los helmanos españoles hasta su casa», y todos se vinieron hasta la casa MPDL hablando a viva voz de todo lo que falta por hacer en el mundo. Vicente reía a carcajadas mientras me decía: «Dios os bendiga, helmanos, que nos habéis hecho vel la lus». Cuando ya llevábamos un cuarto de hora en casa, se oía el bullicio del grupo a lo lejos dando voces. Creo que todos fuimos muy felices, y por ello brindamos con ron esa noche, antes de acostarnos y después de ver todas las constelaciones con la claridad más inimaginable. El temor se había convertido en júbilo. Juanito y yo le habíamos echado dos cojones al asunto y la habíamos montado –otra vez– en un puticlub del culo del mundo.
Todavía hay esperanza.

[Nota autógrafa del Gobernador de Karatu]
John S.M. Lussingu
District Administrative
Secretary Karatu
District
U wish you all the beste and good journey home
6/11/99 [firmado]

6 DE NOVIEMBRE

Esta noche he dormido desnudo del calor que hacía. Ya no tengo ese temor a los mosquitos con el que llegué. He dormido realmente bien, me he despertado a eso de las 6,30 con el canto de los gallos –que son muchos– y he tenido dos apretones tremendos –no he podido anegar la letrina–. El desayuno ha sido frugal: un plátano rojo y una taza de café con leche condensada. Luego he salido a hacer mis abluciones con una pequeña palangana: Me lavo la cara, la boca y la cabeza y hacemos unos minutos de charla relajada en el salón de la casa –me siguen dando muchos retortijones–. Después colocamos un poco el almacén y hacemos tiempo para ir a inaugurar la escuela MPDL. Llegan todas las autoridades de la zona y salimos con los coches a tope hacia el lugar donde está situada la escuela. Revisamos la zona acompañados de todas las autoridades y comienza un acto extensísimo en el que hablan todos los representantes de las diversas tribus y venga a echarnos flores (aunque yo no entendí nada de nada) -aquí tendrá que hacer un resumen José Luis, al que aquí los nativos llaman «Peña».
Cuando termina el acto, el jefe de los ancianos nos nombra a Juanito y a mí ancianos de la tribu IRAQW, y a José Luis le nombran guerrero. Nos reímos un montón vestidos con la tela de cuadros y con el bastón. Al terminar nos reunimos con las autoridades más importantes en la casa MPDL. También nos nombran «Hombres Honorables».

Ya en la casa, reunidos alrededor de unas sodas, cambiamos impresiones con el gobernador, con el jefe de la Tarafa y con el pastor luterano. Ellos nos reiteran su agradecimiento y su admiración y nosotros les damos nuestra impresión general sobre Tanzania, les decimos que apenas hay guías sobre este país y les recomendamos que hagan una un esfuerzo desde el gobierno para hacer una guía seria del país con rutas y multitud de detalles.
Después de una larga conversación hacemos una despedida formal. Ellos se van –o dicen que se van, porque cuando vamos a comprar sodas José Luis y yo, están todos en el hoteli de putas.

• INCISO PARA UN RECUERDO: en «El Río de los Mosquitos» vimos a un negro albino impresionante, iba en bicicleta con todo el cuerpo tapado y con un sombrero de ala muy ancha. Los dientes eran enormes y le daban mucho dramatismo a su cara color canela. Los ojos eran como irreales.

Peña y yo nos tomamos un par de sodas en el hoteli mientras nos llenan la bolsa nevera con bebidas y charlamos sobre un proyecto fallido de ISF, sobre los misioneros –auténticos caciques del valle– y sobre los proyectos en Mangola de Médicos del Mundo.
En la mesa de al lado un hombre deforme se toma dos vasos de leche agria apenas sin respirar. El dueño del hoteli conserva la leche en una nevera de queroseno.
Volvemos a la casa y Juan, que se había echado un ratito, acaba de levantarse.

• INCISO POR UN OLVIDO: Cuando se marcharon de casa las autoridades nos preparamos una buena fabada acompañada de lomo, chorizo y paleta de cerdo.

El día es especialmente caluroso y nos quedamos en casa hasta el atardecer bebiendo continuamente con la intención de estar bien hidratados.
Cuando el sol empieza a caer, damos un paseo hasta el lago Eyasi, que en este tiempo está muy reducido por la sequía. El espectáculo es magnífico: un palmeral en un llano de costra de sal, ibis que pasan volando con sus sonidos bulliciosos, monos de cola larga huyendo a nuestro paso, varios chacales, conejos... El espectáculo de la puesta de sol es increíble y el paisaje es de auténtico lujo.
Pasamos por una zona volcánica y recogemos diversas rocas, unas parecidas a la piedra pómez, muy porosas y poco pesadas, otras de un color negro intenso y de apariencia metálica, otras de un color verde oscuro en las que supongo azufre. Volvemos a casa con la anochecida y nos pasa a toda velocidad el camión de las sodas cargado de gente. Llegamos a casa, nos ponemos cómodos y notamos que el aire huele mucho a humedad. Debe estar lloviendo en las tierras altas del Goron-goro. La humedad que empieza a tomar el ambiente se confirma con la llegada de muchos insectos. Por primera vez oímos el zumbido de los mosquitos, que es igual que el llanto de un bebé.
Ya bien entrada la noche nos sentamos a la fresca y José Luis nos cuenta historias de Tanzania. La historia de los Mangati (enemigo feroz), la de los Masaai, la de los Iraqw y la de los desaparecidos Zimba, que eran caníbales que se comían a las demás tribus, llevando a sus presos como ganado (y) sacrificándolos poco a poco.
Por la noche nos dormimos entre risas porque desde ahora somos «Yayo Juan» y «Yayo Felipe». Tiene cojones que uno tenga que irse de su tierra para que lo llamen «yayo».

[Matamos un alacrán dentro de la casa]

Sunday, July 23, 2006

Guo Moruo


Ayer celebramos en familia el cumpleaños de Magdalena con cierto mal rollo de acabamiento. No estuvo la familia de María Adela, aunque ella se acercó unos minutos por la tarde para ver a su madre.
Magdalena pasó sobre el día sin enterarse de lo que vale un peine, empecinada en irse de allí y mirando al infinito con esa cara interrogativa que se le ha quedado desde que el alzheimer le ha atacado con dureza.
Del día, salvo una conversación con Antonio sobre el valor del receptor en literatura, las risas generales de los niños, la emoción de Nena cuando le cantábamos a su madre el «Cumpleaños feliz», un montón de fotos chulas con vocación de «quizás no haya más».
Y el resumen... pues una tristeza alegre por las faltas absurdas y una alegre tristeza por el tranquilo afecto de los que acudimos a celebrar la familia de una forma civil y ética.

(17:03 horas) El acabamiento lento de los padres tiene un no sé qué de jodida madurez que agota, ver cómo se destruye una persona a la que quieres y a la que admiras con aquella lentitud de los bueyes tan Llamazares, y cómo al lado se van dejando cosas importantes del ahora para no sentirse mal nunca por lo que se dejó de hacer.
Cuando se entra en esta dinámica, y se hace de comparsa, lo mejor es amar tranquilamente y esperar a que todo suceda en términos de inexorabilidad, guardarse las miserias en el bolsillo y aguantar los embites absurdos de la candidez junto a los de la mala hostia. Y es difícil en algunos momentos, muy difícil, pero absolutamente necesario para alcanzar cierta dimensión humana en esta cosa injusta y tan difícilmente valorable.
Una madre que olvida a sus hijos, a sus hermanos, a sus nietos... que ha desaprendido en cuatro días todo el proceso de los hombres y las cosas, de los nombres y los sentimientos... es un dolor terrible para los que asisten al proceso desde el afecto más íntimo. Y entonces te preguntas por el hijo de puta de Dios, porque en estas circunstancias y en otras tantas, la figura de Dios –para el que lo tenga como existencia máxima– es la de un hijo de la gran puta. Y Magdalena creía en Dios a pies juntillas por educación y, cómo no, por emparejamiento y roce; creía hasta el punto de que lo poco que recuerda en esa cabeza perdida son iconos religiosos a los que se aferra con candidez y dulzura.

Y Dios, ahora, son sus hijas haciendo de madres eternas, faltando de la cama cuando despiertas, dejando vacío su lugar en la mesa mientras comes, derramando lágrimas y echando fuerza ante la profundidad del respeto hacia un recuerdo que ya es sólo carne de absurdo, aguantando la presión de quienes las echamos de menos sin hacer reproches y soportando el duro tirón de un físico que apenas funciona y de una mente que es ya sólo un soplo imperceptible.
Y el único perdón es el que yo pido desde lo más profundo de mis vísceras si es que alguna vez me desquicio y soy inoportuno sumando tensión donde no se necesita. Hago todo lo posible por llevarlo bien, intento comprender y analizar cada decisión y cada hecho que me afecta, muerdo mi lengua cada cinco segundos y apago mi rabia con sonrisas y besos... Hasta que ese Dios tan cabrón quiera, justo hasta que a él, el magnánimo (?), el justo (?), el sabio (?)... le salga de sus divinos cojones sorprendernos con otra de sus mágicas movidas.
Sólo sé decir que hoy amo profundamente a Mª Ángeles, quiero mucho a Nena y a Julia y adoro a Magdalena, sobre todo cuando consigo hacerla reír, bailar, cantar o enfadarse por un segundo tornándose en la mujer y saliendo por unos instantes de su cosificación dolorosa.
No sé decir más... o no quiero.
NOTA del día 22 a las 17:37 horas: ... y quiero un güevo a Carmen y a Francisco, al Guti y a la angelical y sufrida Adela (los olvidos, a veces, toman dimensiones extrañas y literales que no tienen nada que ver con el devenir diarístico rápido y fugaz –o fugitivo–). Y mi expresión no es otra –en este caso– que la que me produjo el rodar de unas lágrimas y las naricillas rojas de Julia y Nena... un sentimiento, en fin, que habitó en un instante.

Wednesday, July 19, 2006

Ba Jin

Es curioso cómo vamos huyendo de nuestra independencia personal para buascar en los demás los apoyos para lo que consideramos nuestras carencias. Pasamos del hombre individual al colectivo con la estupendísima idea de buscar el beneficio de la fuerza común, y no nos damos cuenta de que en ese viaje hemos de pasar por la dureza de la sumisión al otro, a ese otro que tiene la capacidad de dominarnos precisamente porque le mostramos nuestra debilidad.
Toda solución posible contra este mal endémico pasa por trabajar en la autoafirmación y hacerse fuerte en ella. De aquí que me parezca muy interesante faltar de vez en cuando a las leyes que nos resulten absurdas por más que sean aceptadas por el común de la gente o porque estén creadas con parámetros de percentiles sociales.

Tuesday, July 18, 2006

Tu Fu


«Dieciochodejulio». No me da la puñetera gana de olvidarme de esta fecha, coño, porque sigue siendo el símbolo (ahora en voz baja) de los perversos unidos bajo unas siglas tan poco acertadas como «PP» (Partido Popular). Me gustaría que el partido que giobierna actualmente nuestro país consiguiese una buena desaparición de ETA para poder ver con mis ojos cómo se troncha esa fiambrera atómica que es la unidad de la derecha/ultraderecha española.
Ya estoy viendo una guerra a muerte entre católicos radicales, ultraconservadores integristas, frentes diversos de mano tiesa y boina con borleta, caballeritos de Cristo Rey, racistas del pulcro sepulcro y otras lindezas ultrapolíticorreligiosas. Lo adivino en el horizonte como un sol tranquilo como adivino mi sonrisa para ese entonces.
No me da la puñetera gana de olvidarme de esta fecha porque no puedo olvidarme de mi abuelo Felipe, ni de mi abuela Antonia, ni de mi madre, ni de tantos olvidados que sufrieron los caprichos guerreros de tantos fascistas asesinos.
(21:12 horas) Todo lo fundamental ya estaba aquí cuando llegué, y aquí seguirá cuando me marche. Y no sé si me esperaban como soy o fui pura sorpresa, pero sé que saben que me iré y que algunos se alegran esperando y que al resto le resbala. A mí no me importa, pues sé que fui y soy, y sobrevivo en un seré que no es excitante, pero que me sirve. ¿Qué dejaré?...

(22:19 horas) Ayer, sin querer, escuché que alguien me llamaba «subnormal» sin darse cuenta de que la normalidad hace a los hombres anodinos. En fin, aguantar la normalidad de los demás todos los días hace que me sienta un subnormal infeliz y que en mi percepción de esa subnormalidad sea en el único lugar en el que encuentre un resquicio de luz.
Ser normal, como quien me tilda de minusválido psíquico, sería para mí bastante triste.
¡Aire!

Monday, July 17, 2006

Taigui


Hace un calor Faulkner y me pican las canillas cuando pasa la media tarde. El cuerpo pide ducha y el alma miradas desde una sombra dulce, miradas lascivas sin otro fin que el de sentir cómo una estética corre por dentro. En días como éste me encanta escuchar la música de Jack Johnson e imaginarme el protagonista masculino de «La gata sobre el tejado de zinc caliente», con una copa en la mano y un conflicto sin resolver... Sin más, soy consciente de que ya sólo soy para la mirada y que con ella gozo y en ella me sublimo.

Sunday, July 16, 2006

Kaoru


Turismo cultural a todo trapo, reencuentro con colegas entrañables, estómago revuelto, hartura de coche y gasolina, razón para dormir y unos cigarros.
El jueves viajé a Segovia gracias a Juanito, pues mi Tacuma anda en trance de muerte por un no sé qué de su árbol de levas. Viaje de los de antes, charlando, imaginando proyectos tan cuerdos como locos, subiéndonos los grados de moral al lugar que se debe.
Segovia es deliciosa, un lujo que me llevo perdiendo desde hace la friolera de 36 años, que es justo el tiempo que hacía que no viajaba allí. Una ciudad de lumbre para respirar y transportarse, bien trazada y bien guardada en general –mejor que la Salamanca del zoquete Lanzarote–, respetando hasta las panzas de las viejas casas sometidas a la cirujía de lo nuevo.

Allí estaba Ignacio Sanz, con su cara de siempre, con su afecto de siempre, con esa voz hermosa y embrujatrice que podría llevar a la mujer más difícil hasta el catre más fiero –qué envidia de voz, Ignacio–. Estaba en su taller de cerámica, entre barros cocidos y sin cocer que se iban convirtiendo en palabras según pasaban los tragos. Ignacio es un tipo de pueblito pequeño y castellano que no encaja de forma alguna entre rotondas y avenidas, yo le siento entre el trigo restaurando la vida con palabras, con olor a cocido recién hecho y paseando entre matas de jara o tomillos salseros, buscando el eco en alguna barranca o bebiendo agua de un manantial perdido... Hablamos de poesía, de la poesía que a él le gusta y de la que a mí me pellizca; de poetas amigos y enemigos de otra cosa que no sea la poesía, de pasado y futuro, de razones y absurdos.

Me llevó hasta la casa museo de Antonio Machado y entre gatos cansados me enseñó cómo llueve, cómo se hace la paz, cómo se da un paseo sin saber de la prisa... Y allí pillé un buen lote de postales antiguas con mujeres leyendo –en la casa/museo hay una jugosa librería de viejo llena de «Ojos de Brujo»–. Y llovió hasta obligarnos a buscar un refugio donde leer mis versos –el sitio establecido era un raso con árboles que jugaba a ser patio–. Leí y gocé con un grupo de gente pequeño y muy hermoso.
Disfruté como un crío en Segovia, con Juanito e Ignacio, como cuando viajé con los padres salesianos en una de mis primeras salidas del hogar protector que tenían mis padres. Juro volver sin prisa.

Y el viernes a Morille, de ensalada PAN bien aliñada, con Fabio, Manuel Ambrosio en alcalde de los de verdad –uno de esos pocos con un proyecto hermoso atravesado en la cabeza y en las vísceras–, con Fernando R. de la Flor, con Antonio Gómez y la hermosa pareja Málaga –este tipo cada vez me cae mejor–, con Juan Luis Calbarro, Victorino y un montón de colegas nuevos y majetes.
El viaje lo hice con mi hija, con Abraham Gragera y con Youssouph. Fue hermoso, porque pillé el hilo de la conversación con mi Abraham, un hilo que dejamos desatado hace la friolera de tres años. Y vi a Abraham más maduro –me parecía imposible que un maduro sempiterno como él hubiera podido subir en su escala de madurez–, tan sensible como siempre y con su potencial creativo impecable.
Cayeron cañas, palabras, risas... leímos poesía a lo rural –con araña incluida en mi camiseta– y nos animamos a empezar un trabajo común para el que no nos hemos puesto ningún plazo –mal rollo– y hablamos de cómo hay que trazar la vida para esa nada que es ya. Fue delicioso.
Y el sábado, tormenta.
Vuelta al viaje hasta Morille –esta vez con Malick, con Juanito, Youssouph y Abraham– para un día mejor en todos los sentidos.

Abrió boca Kaoru con su acción artística «Tecnocharro», que había conseguido el premio ARCO en su última edición, una pasada en la que intervino el grupo folcklórico «El Castañar», de Béjar. Sobre una base de música «tecno», el grupo debía bailar con todos los pasos de baile tradicionales en la plaza mayor de Morille. Y así se hizo, hasta el punto de que se fue sumando personal y Youssouph hizo las delicias de los paisanos poniendo la nota étnica en aquella locura nipona –yo también salí a bailar un ratito.... de pena, claro–... Y solucionamos unos cuantos asuntos importantes para cada uno de nosotros. Comimos paella entre risas y en el receso siestero nos acercamos a ver la exposición del colega Jesús Portal. Chula la muestra y perfecto el lugar.
Allí me quedé con Jesús y con Victorino y se abrió el cielo... ¡¡¡Llovió a mares!!! Refugiados del agua, charlamos de técnicas pictóricas, de ganas de hacer, de miedos... y tengo que decir que ambos tipos me cayeron de puta madre; la sensibilidad de Jesús y la pasión de Victorino –que nos hizo mil fotos mientras charlábamos– fue lo más especial del día.
Luego, cafés, espera a que escampase en el bar de Morille, con sus goteras y todo, un poema para la blanca Sara, risas y viaje de vuelta a casa con despedida hermosa –por fin besé a Mamen Somar, un cielo de niña–. Había que recoger a Jesús Márquez, que llegaba a Béjar en bus para actuar en el camping de El Pinajarro.

Tuesday, July 11, 2006

SEPPUKU (hara-kiri)


Otro día once que sumar a la mierda mundial. Bombay vuelve a recordarnos que habría que borrar la palabra «Dios» de todos los diccionarios para que desaparezcan los hombres terribles que lo adoran –léase «Dios» en todas las acepciones imaginadas, incluyendo las del poder, el dinero, el petróleo o la propiedad del resto de recursos naturales–. Es asesino el que inflinge la herida... y el que le apoya, el que le induce, el injusto, el indiferente, el opresor, el ambicioso, el necio, el que no tiene escrúpulos, el mercader indecente, el hambriento de poder, el intolerante, el que guarda silencio, el que esgrime dinero contra otro, el que despilfarra, el deshonesto, el que contemporiza, el que hace caridad, el que se humilla, el que sólo piensa en sí mismo, el que compite por todo, el que se niega a pensar aún siendo el muerto.
Por cierto... ¿Hay vascos en la India?
Pues eso, mísero Aznar, pues eso.

Saturday, July 8, 2006

Etsujin


El que todo termine repitiéndose en la vida me resulta bastante inquietante, entre otras cosas, porque el pasado contiene una dimensión terrible y porque los medios humanos hacen que cualquier repetición sea mucho más perniciosa por la enorme capacidad de mal que maneja el hombre. Sí, también se repiten las cosas buenas y agardables, pero lo catastrófico anula cualquier sonrisa por amplia que sea. En este asunto resulta sorprendente el desarrollo tecnológico y de conocimientos que ha hecho la humanidad en los últimos ciento cincuenta años: hace poco menos de un siglo apenas se conocía la naturaleza de montones de animales superiores, se creía desde la ciencia en seres míticos como el unicornio, no se había explorado el 80% del continente africano, se conocía algo de la costa de Oceanía y los polos eran asunto de un par de pirados. Si hablamos de armas, las blancas y las de fuego más simples eran el no va más. Sólo la filosofía, el arte y la literatura daban tipos importantes para el desarrollo reflexivo del ser humano, siendo mucho más destacadas estas atenciones que las científicas. Ahora, sin embargo, la ciencia ha tomado el cuchillo por el mango, sobre todo después del descubrimiento asombroso de las ciencias aplicadas. Cualquier artista, escritor o filósofo se queda en nada ante la progresión geométrica de científicos inteligentes asociados a la industria y al consumismo feroz.
Aquel «Shock del futuro» que pregonó Alvin Toffler hace unos 25 años es ya una realidad tangible que me llena de temor. Industriales poderosísimos controlan y frenan los avances científicos en aras de su enriquecimiento infinito, privan a sectores del tercer mundo de bienes que debieran ser de la humanidad –cualquier avance del tipo que sea pertenece a la humanidad– para sacar tajada de todo el proceso, de cada paso del proceso. No se elaboran productos definitivos con las más avanzadas tecnologías, sino que se van sumando pequeños avances a los resultados primarios para que sean objeto del consumo feroz y repetido que ellos han diseñado.
Este maridaje entre ciencia e industria a veces resulta de lesa humanidad, muchas veces, y quizás habría que trabajar en una revolución que destruyese sus armas de capital y propiciase el acceso normal de todo ser humano a esas tecnologías que nos niegan por pura usura.
Esto acabará mal cualquier día. O peor.

(17:59 horas) Tenía una carta en el coche que no había abierto por despiste. Era de Manuel Moya y contenía una carta entrañable –me alegra saber del colega– y una de sus ediciones Tabula Rosa/Rasa divertidísma, una selección de poemas al mejor estilo Catulo firmados por Ásdrulo de Ferdus al cuidado de Buenaventura Fernández. «de Libro Tercero (llamado de los pijos)» se titula esta breve y verde delicia. Lo he pasado de puta madre leyéndolo. Gracias, Manolillo.

Thursday, July 6, 2006

Okanishi Ichuu


El precio que se paga siempre por separarse de la norma es el aislamiento y la soledad, y esto sucede en cualquier estadio vital en el que nos centremos. En el mundo de la poesía también sucede, por supuesto. Son aceptados los poetas de la remembraza –porque juegan con el elogio–, los que con más o menos conocimiento hacen una poesía recurrente adornándola con algunas flores de modernidad, los que trabajan al dictado de los críticos poderosos y los que cultivan la amistad de los «capaces» –entiéndase en este término a los grandes editores–. Quien estudia, trabaja y experimenta sin pararse en un prediseño de consumo en su poesía, apenas tiene una tronera por la que asomar su nariz al mundo.
Ahora habría que analizar si el aislamiento y la soledad actúan como castigo o son, paradójicamente, un regalo del cielo para los que no quieren pasar por los jodidos aros sociales. Yo estoy convencido de que son un regalo, pero son un regalo cuando caen sobre un espíritu fuerte que es capaz de soportar el silencio y la sensación de inexistencia literaria.

Decir lo que quieres decir y hacerlo como te apetece, como te lo pide el cuerpo, sin tener que someterte a influencias o encajes sociales, sin tener que ser testado por esa censura soterrada y devoradora que encierra el consumismo... El problema surge cuando este tipo de escritor, de poeta, pertenece al gran grupo de los mediocres y se hace un mundo y una soledad para nada, o mejor/peor, un mundo y una soledad para el engreimiento vacuo.
No hace mucho me contaba mi amigo Sergio cómo era la estrategia de agencias literarias como la de Carmen Balcells, e incidía en que muchas obras, con una alta calificación de los lectores profesionales de la agencia, no tenían salida porque no pasaban el tamiz de poder ser colocadas con éxito en grandes centros comerciales.
La calidad, a lo que se ve, sólo interesa si va unida a las posibilidades comerciales y a las estrategias de mercado.

Y ya no quedan Arguedas para darse fin un viernes cualquiera dejando las cosas hechas y un orden escrito para los días postreros; no quedan, porque no es tiempo de revoluciones ni de carencias ciertas –ya se encarga el sistema de armarnos espejismos para no verlas– con las que vivir de verdad y morir de convicción. Ser es una posibilidad inexistente o virtual para los hombres sedados en que nos han convertido.
Antes se sufría y se escribía, y la escritura era látigo, detonante del estar. Ahora sólo se escribe por vanidad o por euros, por ocio o por snobismo... casi nunca por rabia o por necesidad. Y el escritor es un funcionario editorial con horas de entrada y salida, con fechas de cierre y galeradas, con número de páginas y cuerpos de letra cerrados, con temas recurrentes marcados por su jefe, con estilo de «libro de estilo» y con pagarés firmados a 23 plazos. Comenzar a escribir sólo lo propicia una firma contractual y unos tiempos de entrega –como las fases de las obras administrativas–... Ya no existen el desencanto, la desesperación, el desamor, la miseria del escritor... se ha sustituido todo por los estudios de mercado, el marqueting, la programación, los plazos... una pena, ¿no?

Wednesday, July 5, 2006

Kokinshuu


Mi dolor de riñones se ha convertido definitivamente en una lumbalgia de caballo que me tiene más tieso que un torero, pero apenas siento el dolor, porque mi cabeza se va constantemente a la última imagen que tengo en la cabeza de Javier Carretero, un chico que fue compañero de mi hija en el cole desde bien chiquitos y que hoy se pelea con la muerte en un hospital de Salamanca por el absurdo de una portería de fútbol que le cayó encima con muy graves consecuencias. Le visualizo enseguida en una obra de teatro escolar haciendo el papel de un alcalde gruñón y divertidísimo, o riendo por la calle con sus amigos... sólo le recuerdo riendo y jugueteando, con una inmensa bondad infantil y una actividad propia de los chicos felices... y con estas cosas vuelvo siempre a la idea de Dios, a la idea del Dios injusto que no existe y que muchos se empecinan en mantener como opción de poder para sojuzgar a los más pobres tipos de la Tierra.
Mis mejores deseos para Javier y su familia y la convicción de volverle a ver pronto por las calles de Béjar con su tropa de coleguillas haciéndole guiños a la vida.
Suerte, chaval.
(16:23 horas) No sentirme bien me hace estar más lúcido de lo normal, y últimamente la lucidez se transforma en temor, pero en un temor sobre las cosas, algo que nunca me ha gustado sentir. Tomo nota y busca un ratito de soledad mientras suenan las máquinas de la imprenta como un signo de patria pequeña y particular... si las máquinas suenan, todo marcha.

(22:28 horas) Como poco, se me ocurriría pedir a los líderes mundiales, esos locos de atar, que trabajasen por hacer las guerras más humanizadas, sólo con heridos de levedad por uñeros –joder, un arma de destrucción masiva que provocase uñeros en toda la tropa enemiga–, por empachos o por rozaduras en codos y rodillas. Como mucho, se podría permitir atacar para producir panadizos en los dedos gordos de los pies o desatados ataques de lujuria –árabes enseñándole el rabo a los jodidos norteamericanos para matarlos de envidia y mujeres de California, como las nueces, en primera línea a pecho descubierto para mayor éxtasis de las tropas binladinas... ¿Es que los asesores de los reaganes busheros de turno no pueden llegar a esos estupendos niveles de imaginación? ¡Que los cambien, coño, que los cambien!

Tuesday, July 4, 2006

Shingo Ogata


Ya en casa, después del rápido periplo portugués, persiste aún el dolor de riñones con el que partí de Béjar, pero con felicidad por un viaje estupendo con Juanito lleno de buenos ratos.
En la ida, como siempre, el olfato de Juanito nos llevó a coincidir en un bar de frontera con la expedición de estudiantes salmantinos encabezada por el bueno de Manuel Ambrosio, a la sazón director del curso de verano al que íbamos a asistir. Café con charla y a continuar viaje hasta Guarda.
Ya en Guarda, quedé vivamente impresionado por el crecimiento que ha tenido la ciudad desde mi última visita –puede hacer la friolera de 17 años–. Yo la esperaba en la línea de Béjar y me llevé una grata sorpresa –triste por lo que a Béjar se refiere–. Una brillante recuperación del casco antiguo, apuesta por la modernidad en sus polígonos industriales, mejoras muy bien adaptadas en sus calles, un comercio recoleto y pujante... vamos, que han sabido aprovechar muy bien el empujón europeo, cosa que en Béjar ha sucedido al contrario, con un urbanismo feroz, sin cuidar la imagen del casco antiguo de una forma decidida, con un comercio en franca decadencia y con la infraestructura industrial poco menos que destruida –a ver si aprendemos un poquito de los portugueses–. En la puerta del Ayuntamiento de Guarda me encontré con Jesús Málaga y su esposa. Nos saludamos y nos congratulamos por vernos igual que siempre, con las mismas ganas de hacer y deshacer y con muchos proyectos por delante... Saludos y presentaciones de rigor con la gente de Guarda y de la Universidad de Coimbra y derechos al tema central, el curso de verano organizado por la Universidad de Salamanca y el Centro de Estudios Ibéricos portugués... Acto de apertura del curso, presentaciones y conferencias con cierto trasunto tedioso –entre otras cosas porque eran en portugués y yo no entendía de la media la mitad–. Pasé el rato en un entresueño hasta que llegó la intervención de Jesús Málaga, que me gustó, entre otras cosas, porque Jesús resulta un magnífico orador. Jesús habló de su proyecto como alcalde de Salamanca –absolutamente brillante–, y me dejó un pensamiento que aún hoy ronda en mi cabeza, que no es otro que al proyectar una ciudad con brillantez, como lo hizo en su día Jesús, no tuvo en cuenta la resta que ello le supondría al resto de la provincia, creando así una capital de provincia muy pujante con un resto del territorio abandonado por el centralismo capitalino. Me hubiera gustado abrir un debate sobre este tema, pero la hora y mi cansancio me indicaron que no debía mover ni un pelo para que el final se precipitase en la comida necesaria.
La comida estuvo estupenda –siempre valorando que en esto de las comidas aún le queda mucho por hacer a los amigos portugueses– y la conversación entre platos, muy interesante. Logramos sacar temas de importancia que nos interesaban, como el asunto legal de nuestros negritos, la próxima visita a Morille, nuestras actividades con jóvenes... y de propina, Manuel Ambrosio sacó para nuestro gozo el asunto del centro logístico de Castilla y León.
Aparte de esas conversaciones tan importantes para nosotros, la comida dio para conocer un poco mejor a Jesús Málaga y a su esposa –dos cielos– y para sentir su proyecto político e ideológico como un proyecto de vida.
Los postres.... de chuparse los dedos.

Sin tiempo para descansar, pues las sesiones comenzaban –¡¡¡por Dios!!!– a las 2,30 p.m., aproveché para darme una ducha rápida en el hotel y unirme luego al sarao sin hacer mucho ruido. Llegué con algo de retraso, como se puede imaginar, y la conferencia de uno de los profesores de la Universidad de Coimbra ya había comenzado –mi lugar en la mesa estaba vacío y me dio algo de corte. Ruego que me perdonen por ello los organizadores, pero este bejarano necesita por norma hacer sus abluciones después de cada comida–. Esperé a que terminase la intervención del colega y me incorporé a la mesa justo cuando llegó mi turno de palabra. Comencé leyendo mi ponencia, pero enseguida me percaté de que aquello necesitaba cierta actividad –un tipo que se había dormido comenzó a roncar ante las sonrisas de los presentes– y me decidí por guardar los papeles e improvisar con un lenguaje cercano y con varios guiños a la grada. El cambio funcionó y me dio la agradable impresión de que el público agradeció mi decisión. Hablé, creo que divertí y no sé si fui capaz de enseñar algo –lo que puedo afirmar es que no fui tedioso.

Terminada la jornada de tarde, hicimos un par de amigos portugueses y nos tomamos unas cervecitas junto a Manuel Ambrosio. Charleta distendida, algunas llamadas telefónicas y un paseote con Juanito por el casco antiguo de Guarda. Durante el paseo compré algunas antiguedades –todas modernistas– a muy buen precio: un llamador de puertas en bronce con una cabeza adolescente enmarcado en una orla de vegetal, un juego de pluma y secante en plata de los años 20, un catálogo delicioso de fotos de los mismos años que bajo el título de «Camposanto di Genova» presenta en con una conservación sobresaliente una serie de imágenes y textos muy destacables, y un libro de estilo poético de 1884 escrito en portugués... Otras cañas con queso y huevos rebozados, una Coca-cola con hamburguesa y reencuentro con Manuel Ambrosio.

Manuel es un tipo extraordinario, generoso, creativo, lleno de amabilidad. Pasamos con él la tardenoche y cayeron vinos, copas y mucha conversación, lo que nos unió hasta el punto de las risas y la gratitud compartidas.
Dormida, amencida, desayuno, despedida del personal y para casa por las carreteras serranas llenas de nuevos ricos que han sabido encontrar bienestar en el remanso natural de la Sierra de Francia (envidia me dan).

Saturday, July 1, 2006

Kamo no Choomei


Viaje familiar a Helmántica con objetivos lúdicos y consumistas –lo odio, pero en fin...–. Salí de casa medio mosqueado porque cuando fui a echar gasolina aproveché para recoger en Correos unos libros que le había pedido al amigo Norio. Los abrí hambriento. Aparecieron ante mis ojos «Las aventuras del valeroso soldado Schwejk», de Jaroslav Hasek –un libro al que le tenía unas ganas especiales, pues lo había leído en mis días universitarios gracias a un préstamo de biblioteca y mantengo un vivísimo y grato recuerdo de aquella lectura–; «La amada invencible (80 poemas incurables)», de Fernando Beltrán –del que ya tenía hambre de leer sus nuevas maravillas poéticas– y «La atalaya del primo», de E.T.A. Hoffmann, en edición de Héctor Canal y presentación molona de de «KRK tras 3 letras»... Lo dicho, fue ver los libros y llegar a casa, donde mis chavales ya la tenían montada con el rollo «díagransuperficie». Bajé la cabeza como humillando y a viajar con esa cosilla de que era el primer día que me jugaba los puntos de mi carnet de conductor.

Accidente en una cuesta de los accesos a Guijuelo y madre acojonadita –«no corras, mi niño... fíjate, pobrecillo... ¿habrá muerto?»–, los niños de «gameboy» y «PSP» y la joven con un «¿qué me compro?» de setenta kilómetros.
La primera etapa fue un monográfico «centrocomercialtormes» con comida basura incluida y regalos de vasos Coke y un videojuego por menú infantil... Tejanos y camiseta para Felipe, videojuegos para Guille –por sacar el curso con brillo–, calzoncillos para el cabeza –que suscribe–, cosas para la madre, camisetas molonas para Youssouph y Malick y nada para la joven, que no se decidía...

Y a eso de las tres para la Salamanca histórico/artística... Helados, horchatas, granizadas, café en terraza y acuerdo de hacer dos grupos de trabajo: las mujeres a comprar y los hombres a dar de comer gusanitos a los patos de La Alamedilla –mi estrategia era buena, pues a los críos podría engañarlos para entrar a ver la exposición de la Plaza de San Boal sobre «El retrato español en el Prado».... ¡Mis cojones!–.

Llevé a los críos por la placita de camino a La Alamedilla y sin querer, los metí en la exposición con la trampa de que allí descansaríamos fresquitos unos minutos –el sol era de castigo, es la verdad–, pues nada más ubicarnos en el umbral de ese portón San Boal, Felipe, que acababa de comerse un helado y llevaba las manos pegajosas, se puso a hacerle caricias a una estatua antigua que servía de decoración fija del recinto... A tomar por el culo la exposición de la ida –la de la vuelta, también, pues tenía previsto meterlos en el Banco de España para degustar una exposición sobre el cabaret que se presenta allí en estos días... ¡Mierdaaaaa!...

Al final me harté de darle de comer gusanitos a palomas, gallos extraños, gorriones, gansos, patos y hasta a un jodido cisne negro.... y más helados, y más refrescos, y «cómprame un juguete», y «¿cuándo nos vamos?».... ¡¡¡¡Ya, coño, nos vamos ya!!!!
Hasta los mismísimos cojones, pero feliz de haber cumplido mi castigo familiar del mes.
«No nos une el amor, sino el espanto / será por eso que te quiero tanto...»