Saturday, December 30, 2006

Ya soy yo, pero aún no me he enterado.


Conseguí salir de la vorágine a eso de las cuatro y media de la madrugada (habíamos librado cena de empresa en el campo de batalla más Cubino y la cosa se demoró hasta media hora después de que unos sicarietes con capucha ahorcaran a Sadam y a algunos de sus familiares y se olvidaran de poner a orear también a Bush y sus triperos). Me aburrí, claro, como siempre que salgo, y además comí más de la cuenta y bebí bastante más de lo que me permite mi lucidez.
De la noche piporra me quedaron los flashes de ese observador peliagudo en el que me he convertido con la jodida edad. Veamos:
• Loco cojo, al que ya daba por muerto, aireando su libertad invigilada entre un «dame un cigarro» y un «hijoputa que eres un hijoputa y te voy a rajar».
• Pijos viejos P. de T. a gran reserva la tirada, mamaos como perrillos gordos de mirada maricona y con sus hembras reproductoras hablando fino y devorando perrunillas gartis como con hambruna (me gustaría verlas follar por un agujerito... deben dar suelta a sus mil perversiones para luego ir a misa y confesarse con las piernas apretadas).
[Nota: el ofico de camarero/a es jodidamente cabrón... queda lo de poner veneno en las copas].
• Santi con su gente de tranqui... Cada día me cae mejor este tipo, de verdad, aunque entre juanes y sanjuanes me lo están dejando hecho un triste... otro más, que ya somos legión.
• Lo lúbrico se me vino de pronto a la mirada: Vestales entraditas en años buscando el roce con contoneos y ojitos de entrepierna a puro goteo... coño, que dejan a un hombre y ya están necesitando refregarse en otro como auténticas máquinas de humedad y humores (las prefiero a las pijas viejas, claro, coño, claro). Dan pavor... y vergüenza ajena.
• Y ron y tabaco y un canuto mal liado y ron y ron y ron y ron.
• Y el remate: pijos otra vez, ahora verdes y perfumados/as, oliendo a derecho navarro o a económicas Deusto, con sus nenas de misa y deseo para frustrarse –monas hasta la muerte / de la muerte–, auténtico teatro infantil a las cuatro de la madrugada con el único fin flotando de conseguir un roce de pecho virgen y casto con el que manchar la cama.
Un perico al que creía normal –de verlo a diario en horas lectivas– me mandó a la cama haciendo una suerte de kunfú etílico que me hizo sentir pena y ridículo. Lo dejé morir tranquilo mientras Sadam expiraba.
Vomité a las 5:45 a.m. y me quedé dormido como un angelito.
Una pena.
(11:13 horas) ¿Por qué hay que demostrar siempre la verdad mientras que la mentira se acepta clara en el imaginario de la gente?
Viene esta pregunta hecha y lanzada al aire con el fin de abrir una serie de consideraciones sobre la actividad en Béjar de las distintas sociedades encabezadas por Francisco Montero Moral –Paco Montero–, al que cuento entre mis amigos y con el que a veces tengo refriegas, coincidencias, divergencias, cabreos y risas. Y me jode un punto esa milonga agresiva que está creciendo contra su persona y sus cosas, favorecida por unos cuantos tipos sin reaños para poner sus nombres debajo de las palabras que acusan (a los que firman, mis mayores respetos en la coincidencia o en la discrepancia). En todo caso, por amistad y por cabreo quiero incluir estas palabras en mi diario no sin antes indicar que Paco es Paco y yo soy yo, cada uno en su individualidad y le pese a quien le pese.
Veamos pues:
1. Francisco Montero llega a Béjar en 2002 con un impresionante y brillante bagaje como abogado urbanista, gestor y promotor de obras, y lo hace apostando como inversor por el proyecto de la estación de esquí “Sierra de Béjar La Covatilla”, convirtiendo lo que llevaba casi todos los billetes del «fracaso» en una esperanza para la ciudad y su comarca, arrimando buenas cantidades económicas personales cuando la gestora acometía dificultades crediticias y de activo y mejorando a buen paso cada una de las dotaciones de ese espacio deportivo y de ocio (cada uno es muy libre de pensar sobre La Covatilla lo que mejor le perezca desde puntos ecológicos, económicos, turísticos y su puta madre, pero nadie puede negar que este proyecto partió del ayuntamiento de Béjar apoyado por una amplia mayoría de bejaranos y Paco salvó con su aportación económica lo que hoy es una realidad con futuro que emplea de forma directa a unas 90 personas).
2. En una de las reuniones de la gestora (Gecobesa), un miembro de la junta directiva propuso la compra por dicha sociedad de la finca “La Condesa” con el fin de construir en ella un camping que diera nuevas posibilidades al turismo en la zona, propuesta que cayó en saco roto, pero que Francisco Montero guardó con cuidado en su cartera de futuro.
En un breve plazo, Francisco Montero vio con claridad una opción de futuro y de negocio muy interesante y con muchos visos de realidad para nuestra comarca. Encargó un preproyecto y con él sondeó las diversas posibilidades de realización del mismo.
Vista la posibilidad que se abría ante sus ojos, comenzó un completo trabajo de consultas a todos los agentes económicos, políticos y sociales de la ciudad y su entorno –que llega hasta nuestros días–, decidiendo que su proyecto era posible y que iba a realizarlo con claridad y con todas los argumentos legales precisos –norma que siempre ha sido parte indispensable de su marca por lo que yo conozco y de lo que he sido testigo hasta la fecha–. Dio a conocer su proyecto en exposición pública, lo presentó a partidos, agrupaciones vecinales, empresarios y entidades financieras con el afán de recoger sugerencias, estudiarlas y adaptar el proyecto definitivo a las necesidades propias y a las ajenas.
El proyecto fue tomando forma y se fue adaptando a cada una de las consideraciones que marcaban las instituciones, hasta el punto de ser aprobado en su día con todos los parabienes por la Junta de Castilla y León, encontrándose a esta fecha en su primera fase de construcción.
Huelga decir que la compra de parcelas se hizo con el conocimiento de causa de los vendedores a precios bastante superiores a los establecidos por el mercado.
3. Paralelamente a este proyecto, Francisco Montero crea junto a Juan José Hontiveros (Pepe Hontiveros para los amigos) la sociedad Valdepalacios, S.L. con el fin de dotar a la comarca y a la ciudad de nuevos servicios hosteleros a la vez que realizar construcciones para viviendas de calidad en el centro de Béjar (para hacer negocio, por supuesto, claro, coño... igual que el tendero de la esquina o el aparejador de al lado). Dicha empresa ya ha rematado y abierto al día de hoy una cafetería restaurante en la Plaza de la Piedad –Piel de Toro– con nueve puestos fijos de trabajo, ha construido y apoyado la financiación de la nueva ubicación de una imprenta (la mía... y nadie piense mal, que yo pago cada una de mis deudas y si no lo hago me embargará Caja Duero, y a mucha honra) y está a punto de terminar un grupo de apartamentos de lujo en el mismo edificio, una construcción realizada en materiales de primera calidad y adaptada perfectamente al entorno en el que se ubica –Esta construcción reta la comparación cualitativa con cualquiera otra realizada en Béjar durante los últimos 100 años–. En la misma tónica, se han realizado unos apartamentos en Bohoyo y se está rematando un hotel de cinco estrellas en la misma población; se está remodelando un hotel en El Barco de Ávila –conformarán la ya denominada “Cadena Real” con los establecimientos Real de Bohoyo, Real de Barco y Real de Béjar–, y se acometerá en breve la construcción de viviendas de Rincón de Olivillas, en la que se construirá con las mejores calidades y diseños–. Este proyecto se ha presentado a las diversas instituciones y se adapta a la legalidad requerida según las opiniones de los técnicos institucionales –la culpa será de ellos si se equivocan, no del colega Paco–, pues es norma de Francisco Montero cumplir la ley sin consideraciones de economía o de adaptaciones normativas (hagan la prueba quienes quieran o puedan y comprobarán que Paco mandará adaptar siempre sus proyectos a la norma).
4. Paralelamente a su actividad como empresario, Francisco Montero toma parte activa en diversos foros ciudadanos, en fundaciones como Premysa y en diversos proyectos culturales y sociales del entorno, tanto en calidad de socio económico como de mecenas.
5. Al amor de su actividad empresarial ya se han creado en la zona más de 100 empleos directos en los apartados de construcción y servicios, manteniendo unas nóminas sobre el nivel general de la ciudad –compárense los sueldos de sus empleados en hostelería con los del resto de nuestro ámbito territorial–, y mantiene una alta proporción de puestos de trabajo indirectos en diversos campos en los que realiza subcontratas con empresas de la zona o requiere los servicios de otras, dándose la circunstancia de que es uno de los más importantes clientes de empresas bejaranas y de la comarca en las especialidades más dispares –materiales de construcción, piedra, madera, arquitectura, gestión, artes gráficas, electricidad… y un largo etc.–. Y hay que tener en cuenta que al amor de su impulso, y por sinergia, están surgiendo nuevas pequeñas empresas en distintos campos.
6. El resumen es que desde que la mano empresaria de Francisco Montero ha acariciado nuestra ciudad, un montón de personas han encontrado trabajo estable, un buen número de empresas han visto incrementadas sus cuentas de resultados y se han consolidado nuevas propuestas empresariales en la ciudad. A ello hay que sumar un nuevo estilo de hacer las cosas basado en la calidad –no se entra en este punto a valorar el subjetivismo estético del que mira, pero se afirma taxativamente que nunca se ha trabajado en Béjar con materiales de tan alta calidad.
Y todo se ha realizado con claridad meridiana, intentando convocar voluntades y cumpliendo la ley rigurosamente.
Se puede afirmar, por tanto, que la entrada en Béjar de las empresas de Francisco Montero ha traído posibilidades de riqueza, un optimismo de valor real y unas perspectivas de futuro muy importantes e interesantes.
También está claro que en cualquier actividad del calado de la que se está comentando tendrán que existir descontentos y personas con recelos, pero a ellos es a los que Francisco Montero busca “siempre” para conversar, para escuchar sus dudas y propuestas y para buscar, desde planteamientos de razón y siempre con criterios de legalidad, puntos intermedios de acuerdo a los que adaptarse para no crear tensiones.
¿Qué es lo que está mal?
[Nota de libros recibidos: «Las últimas palabras del soldado Crombez» de Laberinto del Viento, un precioso proyecto minimalista del colega Jesús Zomeño. «Fotografía, humor y Andalucía» de la Asociación Itimad. «Palabras de amor» de la colección Rumayquiya en su número 3. El nº 1 de la revista «Aldaba» de Itimad (estos tres últimos títulos vienen del colega sevillano Agustín Pérez González) y «Subhuti (fragmentos de una vida)» de Jesús Aller en una magnífica edición de Llibros del pexe].

Monday, December 25, 2006

Dios resta al hombre... y lo divide


La cena de Nochebuena fue triste porque la casa de Magdalena y Ángel es ya triste desde la luz cenital como agotada hasta el color de las paredes y la pátina repasada de los cuadros. Cenaron con nosotros Youssouph y Malick y entre el caldo con queso y las gambas al ajillo pusimos a Dios como un trapo en el fondo sur de esa angustiosa sala-comedor, y entre los champiñones al ajo y la macedonia de cabreo turriónico nos toreamos al Sacyl y a su puta madre, y con los mazapanes y las guindas al marrasquino pusimos despedida y cierre a una nada que ya lo era aún antes de empezar a asomar.
Por un momento pensé en levantar la liebre de los truenos, pero acabé sintiendo conmiseración por los invitados y guardé un silencio lleno de palabras sin sentido.
La Nochebuena es para los cristianos viejos y para los críos ilusos, y yo ya voy mayor y he hecho voto de castigo contra los poderes de Dios en la Tierra y aledaños, así como contra esa corrida de acólitos con los ojos mirando constantemente al cielo.
(17:32 horas) La comida de Navidad fue en casa de mis padres y opípara, aunque apenas probé casí nada, pues la mala hostia me quita el hambre y durante estos días acumulo demasiada. Lo siento, mamá, pues todo tenía una pinta sobresaliente y sé que te pasaste horas en la cocina intentando el banquete que no quise darme. Te quiero.

Sunday, December 24, 2006

Yo, en vez de sentidos tengo direcciones.


La parada técnica de la red de redes le ha traído también silencio a este diario, aunque a mí no me ha traído descanso –ya se sabe, Navidad es un tiempo de consumistas y en las empresas hay que trabajar más–. Le he dado fin a la edición personal de cinco ejemplares de este diario –desde 2002 hasta nuestros días– y me ha dado tiempo a leer algunas cosillas que tenía pendientes.
Cabe destarcar de este tiempo de silencio que la administración autonómica y su azar sanitario están como una puta cabra, y lo digo en base a que Malick ha recibido hace un par de semanas una notificación del Sacyl por vía de urgencia en la que se le reclaman cinco millones ochocientasmil pesetas [5.800.000 pts.] por la atención hospitalaria que se le prestó para curarle de su enfermedad (hay que explicar que Malick llegó a Béjar por un programa de dispersión de inmigrantes sin papeles arbitrado por el gobierno español, y que dentro del protocolo de dicho programa se incluía la realización de un reconocimiento médico para determinar el estado de cada uno de los inmigrantes. Malick llegó con hepatitis B y con tuberculosis en un estado avanzado, por lo que el médico de urgencias determinó su ingreso en régimen de aislamiento, dado que su enfermedad era contagiosa). La carta indica que si en el plazo de quince días no se abona la cantidad requerida, se tramitará expediente administrativo. ¿No es la hostia? El coleguita llega desde Gambia porque en ese país no tiene dónde caerse muerto, el Estado español le declara “sin papeles” y lo deja al pairo [ser un “sin papeles” significa que no puedes trabajar y que no te mereces ni la tierra que pisas porque “no existes”... le curamos, porque somos un país avanzado y solidario, y viene la Junta de Castilla y León y le pasa factura “leonina” y se la envía a «su» dirección postal con «su» nombre y apellidos... ¿Pero no quedamos en que Malick no existe a todos los efectos?, ¿o es que no existe para poder trabajar, como él está deseando, y sí para tener que pagar unos servcios que él no ha demandado, sino que se los hemos dado nostros por la vena de la ayuda humanitaria y se le ha ingresado en un hospital contra su voluntad [él quería irse a Barcelona con el resto de sus compañeros de viaje]? No entiendo nada, de verdad.
Y en el entrecabreo recibo el nuevo poemario de mi Diego F. Magdaleno, «Libro del miedo», al que vuelvo a llamar “cabronazo” por escribir tan deliciosamente como lo hace, y encima me dedica su poema XIII, una pasada: «El dolor de los otros / se amontona en tu puerta. / Ordenas / el amor por colores, / y tus palabras crecen / en los huecos del tiempo, / sin preguntar / por la luz olvidada / que no deja de herirte.». Para matarle y para comérselo a besos a la vez. Gracias, tío.
Y de regalo de Navidad molón y curioso, la felicitación oficial del colega Jesús Mágala, desde la Subdelegación del Gobierno en Salamanca, con un aforismo de mi «Aráñame» que ya me ha traído diversas llamadas y algún que otro pedido de mi librito frasero. Gracias, Jesús, muchas gracias.
También dejo acuse de recibo de una carpeta curiosísisma de la Escuela de Arte de Mérida con un trabajo a medias entre mi queridísimo Antonio Gómez y el fotógrafo Ceferino López. Esta vez mi Antonio vuelve a lo versal en una historia que titula «Agua, pan y cama»... «Nuestro presente // una consecuencia / de sueños ajenos.». Y se queda tan fresco en la sentencia.
Tengo suerte, una suerte enorme de amigos sensibles que buscan y encuentran a veces, que son gloria porque pisan la calle y saben dejar un rastro sobresaliente por el que pisar con indicio. Antonio es un tipo especial y yo me siento orgulloso de tener su afecto en mi cuenta corriente, y me avergüenzo un poquito de no haber respondido aún a su petición tranquila de colaboración en el proyecto «Robos y hurtos. Archivo de confesiones», pues ya he perdido dos de sus fichas (una de ellas, que me entregó en Morille, ya realizada) y ahora recibo la tercera junta a su carpeta creativa. Me voy a poner ahora mismo a currar en ella para enviársela rápido, que estoy en falta.
(12:33 horas) Quisiera olvidarme de esta parte del año, que todo el jodido consumo pasara en un segundo y me encontrase en la misma situación que antes de ayer, en un pueblo vacío y habitable, con su paisaje semirroto en lo urbanístico, pero manteniendo aún esa cosita de soledad y espacio entre personas que tanto me gusta. En fin, será imposible, aunque el calendario se ha encargado este año de ponérselo difícil a los foráneos haciendo coincidir los festivos con el fin de semana. Y quisiera olvidarme también de los ingratos, de los clientelistas, de los negociantes, de los necios y de los borrachos de temporada... pero tendré que soportarlos. En fin...
(13:05 horas) A veces lucho con un rostro que se me ha quedado prendido en la memoria con alfileres, sin más datos que un par de gestos y cierta sensación de agrado. Me paro e intento indagar en esas líneas nítidas que no son nada ni nadie y me desespero por no poder llegar a concretar más sobre esa imagen nítida. Rebusco... y en mi cabeza encuentro millones de gestos sin nombre, sin historia clínica cerebral, gestos que me han dicho algo o me lo han querido decir, rostros que me han agradado o desagradado sin saber por qué. Y no entiendo nada, no domino el proceso, no sé los trámites ni los protocolos que utiliza mi cabeza. Y luego me aburro, me aburro mansamente.

Sunday, December 17, 2006

No me funciona internet, coño

Entrada telegráfica para aprovechar que internet se abre por fin en estos últimos días y para dejar anotadas algunas cosillas que no quisiera olvidar.
Recibo libro del colega Juan López–Carrillo –«Los muertos no van al cine»– justo cuando conozco la noticia de que Ramón García Mateos se ha alzado con el premio de poesía Ciudad de Salamanca, lo que me sirve de enorme satisfacción y viene a indicarme que la nave va –enhorabuena, hermano.
Asamblea general de Premysa con cambio en la dirección –mis mejores deseos para la salud y el futuro del amigo Cipriano y para el camino que le queda a Manolo Bruno– (Ya realizaré con más calma mi resumen asambleario).
Catarro de familia y mil gilipolleces que solventar por un no sé qué de que lo tonto es importante.
Llamada chula de José Luis Morante.
Poemario en capilla, esta vez en Cuenca, en la casa editorial del genial Segundo Santos.
Mil mensajes por responder y unos cuantos por leer.
Mi correo anda lleno de anuncios de Viagra.... ¡¡¡Voto a bríos!!!
... Llega la Navidad y es todo puta mierda.
Bah.

Monday, December 11, 2006

John Keats


Llamada de Morante con promesa de visita en las fechas navideñas –¡¡¡Albricias!!!– y con el comentario de que Miguel d’Ors anda molesto conmigo porque no ha salido su libro «Virutas de taller», que era una edición de la colección «4 Estaciones» dirigida por Lara Cantizani y perteneciente al ayuntamiento de Lucena.
Por dejar aclarado el asunto, apunto en estas páginas mi visión de la jugada:
1. Se me encarga como impresor –por llamada directa de Lara– la edición de ese libro hace aproximadamente un año y medio, circunstancia que le comunico a Antonio Garrido con el fin de que atienda a la maquetación hasta arte final del mismo –yo apenas estoy en el asunto, pues mis labores en la imprenta son otras.
2. El libro se maqueta a partir de un original enviado directamente por Miguel d’Ors a Lara en un documento word que no resulta compatible con el sistema operativo de Mac, que es el que utilizamos en la imprenta, perdiéndose en el tratamiento tipográfico realizado por el autor todas las cursivas y algunos signos específicos. Se anota que no se nos envía prueba de papel, por lo que nos resulta imposible cotejar con un original.
3. Se le envían primeras pruebas a Lara comentándole la incidencia y Lara se las pasa a Miguel.
Ya en esa fecha Lara me comenta que probablemente no haya fondos a corto plazo para ese libro, a lo que yo le respondo que no hay problema, que me puedo adaptar a sus condiciones, que realizamos la tirada de edición y ya se arbitrará la forma de pago como sea.
4. Se reciben primeras correcciones de Miguel con comentarios algo fuera de tono al margen de algunas páginas –sí comentamos en la imprenta al leer sus notas que el tipo es un maleducado–, sugiriendo que Antonio le ha cambiado con intención palabras de su texto original y adjuntando unos dibujos en línea para sumar a la maqueta, lo que trastoca el trabajo ya realizado y hay que comenzar de nuevo.
5. Se envían varias pruebas más con correcciones y cambios indicados por Miguel, recibiendo siempre sus nuevas correcciones con palabras contra el maquetador –quizás suponía que era yo y que mi voluntad andaba por los caminos de que su libro saliera mal, pero repito que no he tocado jamás la maqueta, pues era un trabajo de Antonio Garrido.
6. Después de un montón de meses con el trabajo realizado y con un montón de pruebas enviadas al autor, recibo una llamada de Lara para indicarme que se retira el título de edición por razones que debe explicar él, que yo no las conozco. A partir de esta situación nueva, sólo puedo decir que el perjuicio fundamental lo sufre mi empresa, que no puede realizar un trabajo en el que ya se han echado un montón de horas, y todo sin haber hecho más que lo que se nos indicaba por el cliente –dejo claro que no mezclo mi trabajo con mis aficiones, con mis filias y con mis fobias.

Y ahora me cuenta José Luis que Miguel está cabreadísimo conmigo(?) y que me pone a parir por una carta que le remite –a mí nunca me ha escrito ni me ha llamado Miguel con referencia a este asunto–, cargando sobre mis hombros el que no salga su libro en «4 Estaciones».

Yo, sinceramente, a Miguel le he respetado siempre como poeta y como crítico, es más, he llegado a sentir admiración por él. Su ideario político me la trae floja y su forma de ver la vida y vivirla, pues también. Lo que sí me preocupa es que me utilice como culpable absurdo de un asunto en el que no tengo nada que ver. Su problema será, en todo caso, con el ayuntamiento de Lucena y con Lara Cantizani, editor y director de la colección en la que iba a salir su texto editado.
Mi relación en este asunto ha sido directa con Lara, y también cordial, como siempre y como corresponde a dos personas que se consideran atadas por la amistad.
Los problemas entre autor y editor deben resolverlos entre ellos de forma amistosa o en los tribunales, y los problemas entre la imprenta y el editor deben seguir el mismo cauce –en este caso han bastado unas palabras para saldarlo todo con un «no pasa nada, colega».
Así las cosas, sólo me queda decirle a Miguel que me olvide, que me borre de sus listas y que haga que sus amigos literarios también me borren, coño, que yo voy por libre y a mi bola... y que se deje de alucinaciones, de fantasmas y de monstruos/menstruos, que yo estoy en mi empresa para trabajar y ganar dinero con mi trabajo y no para aguantar payasadas absurdas de tipos con fijaciones extrañas.
¡Ah!, y prometo comprar el jodido libro cuando lo edite alguien, aunque sea para no leerlo.
(22:09 horas) Llevo tres semanas con internet jodido y me siento tecnológicamente herido de gravedad, como ahogándome en un silencio muy distinto al que estoy acostumbrado. Tal circunstancia me ha hecho perder la comunicación con mis colegas y la conexión con las cosas que suceden en el mundo. Lo bueno es que este silencio me ha dejado tiempo de escritura y de lectura, por lo que, si no dura mucho la avería, podré decir que no ha estado mal.

Friday, December 8, 2006

Federico Garcia Lorca


Otro año más. Ya. Pasó.
Nos invitaron a comer mis padres en su casa y fuimos los cinco con hambre y ganas de estar juntos. Paella de mamá –que es una pasada–, Chuletillas de cordero, salmón, flanes caseros y tarta de chocolate blanco. Me encantó la reunión y que me llamara mi hermana durante la comida.
Mientras se retiraban los platos de la mesa me preguntó mi padre delante de mi madre: «¿Hijo, cómo la ves?». Yo le contesté que guapa de morirse. Y mi padre: «Es que yo se lo digo y se ríe de mí, no me deja decirle esas cosas y se anda quejando todo el día de que está mayor... que se compare con esas amigas que tiene, que se compare...». Y mi madre: «Calla ya, que estás tonto. Si no hay más que verme...». Me encanta verlos así, discutiendo entre sonrisas por amor.
Y es que papá las ha pasado putas con la enfermedad de mamá. Emocionalmente lo ha llevado mucho peor él que ella, pues se ha visto solo en situaciones realmente jodidas, y su carácter y su sensibilidad sufren enormemente con estas cosas. Y ahora que la ve rebosante de alegría, con la salud recuperada, se vuelve todo mohínes y tiene constantes detalles con ella –mi padre, que nunca fue un hombre de detalles–, y yo creo que mamá está entre perpleja y feliz, y juega con él entre el gusto y el disgusto... En fin, encantadores, unos cielos, hermosos de verdad.

Blanca Varela


Después de no saber nada de Belén durante un montón de tiempo, hoy me llega un paquetito suyo con un precioso regalo de cumple, un disco de Malicorn, «Marie», que me sabe a gloria bendita. Es estupendo que los amigos estén siempre, aunque sea en silencio, y Belén es una amiga a la que no querría perder nunca. Gracias por ser y por estar siempre. Un beso.
(22:42 horas) También es imposible ser libre en los mundos imaginarios, en los caminos pararlelos y en la suposición de la vida de los demás. Y es jodido darse cuenta de ello, sobre todo cuando has apostado toda la fortuna a esa baza. Yo aviso a los caminantes para que no se lleven desilusiones: Colegas, nunca podréis ser libres, en nada.
Ajo y agua.

También hoy me han llegado noticias por terceros de Luis Alberto de Cuenca y de Alicia Mariño. Me cuentan que están fabulosos y que siguen en su tono. Yo me alegro mucho a la vez que cierro los ojos fuerte, fuerte para que se convoquen los astros y propicien un temprano y gozoso encuentro, pues son unos colegas a los que quiero de verdad y a los que defiendo en cualquier circunstancia, y sobre todo de la mala idea que tienen sobre ellos algunos chavalines del mundillo literario en pañales. Luis Alberto es un poeta de una vez, clásico y moderno, intelectual y cercano, divertidamente ocurrente y profundamente lírico... Y Alicia, ay, Alicia... la mujer perfecta de poeta en carretera. Os quiero, colegas, os quiero de verdad. A ver si hay suerte y nos vemos pronto.

Wednesday, December 6, 2006

Carmen Martín Gaite


Llegó el jodido frío atacándome fuerte a los bajos. Otra vez la cistitis crónica vuelve a traerme una incomodidad de la que ya me había olvidado.
Mi hija se ha ido a pasar el puente en Salamanca con las amigos y confieso que me cuesta un poco procesar esta circunstancia –cosas de ser padre–. Sé a lo que va y confío en ella, pero me queda un no sé qué protector que me hace permanecer constantemente alerta y pendiente de sus llamadas. Imagino que esto se irá diluyendo con el tiempo, como todo. En el fondo no quiero que se vaya nunca de casa.
Para pasar mejor el agobio, me he puesto a maquetar este diario con el fin de sacar unas copias de todo el material que conservo. Me falta la segunda etapa, que la perdí en un estallido del sistema informático, y la primera, que está publicada en «Béjar Información» y habría que hacer el trabajo de picarla –para tal empresa ando ahora sin ganas–. Me apetece imprimir un ejemplar para cada uno de mis hijos y encuadernarlos con el fin de que si un día quieren saber algo de este minga lacia, puedan hurgar en estas páginas y verme de otra forma.

Tuesday, December 5, 2006

Maite Iglesias


Recibo emocionado mi primer regalo de cumpleaños. Mi coleguilla Maite, la divina chelista intranquila que ya me descubrió a la Du Pré, que me arregló una semana con el «Swinging Bach» o con las hermosas sorpresas Maitana, me ha hecho llegar un tesoro de los de verdad junto a una antigua edición Grijalbo de «La isla de las tres sirenas», de Irving Wallace –prometo leerlo con mis gafas viejas–. El tesoro es hermoso de abrir... [me falta la música de fondo en este punto, que debe ser algún tramo Yann Tiersen... por ejemplo «Si tu n’etais pas là»]... una caja de lata con un pañuelo de gasa rojo perfumado, cuentas y conchas, anillos, iconos, recortes, postales, planos, papel de fumar, monedas, chismes... que en conjunto conforman algo mágico, delicado y delicioso. Abrir la caja me ha llevado a un mundo especial y paralelo del que no quisiera salir nunca... ¡¡¡Qué bonito, Maite!!!
Pongo a cero mi marcador y entro en deuda.
(21:15 horas) Mi Barça va ganando por dos goles a cero al Werder Bremen y me autoimpongo el castigo de no verlo para no caer en esos estados de euforia que me hacen dar saltos –ando aún a la greña con mi jodida lumbalgia.
Se tarda en aprender cuál es nuestro lugar en el mundo –la mayoría muere sin haberlo averiguado–, y eso es fundamental para desaparecer bien, para irse de aquí con una sensación de cadáver exquisito. Yo estoy en ello, y no sé si me queda grande el traje o si ha mermado tanto que ya nunca podré embutirme en él.
Varias cosas me interesan en este sentido y en ellas y con ellas enredo a diario. La primera es la verdad, conocerla, procesarla, tratarla, indagarla... y debo confesar que la verdad es dura por cualquier lado que se la mire. Trabajando en parámetros de verdad, mi lugar en el mundo es una mentira amable para con los demás y jodidamente dolorosa para mí mismo. Sé lo que sucede a mi alrededor, cómo son los que me rozan y cómo soy yo, en qué tonos vibran y en qué sinrazones me sujeto. En todo caso, aún me falta alcanzar el descaro de la verdad.
Otro punto en el que trabajo constantemente para encontrar mi sitio es en la razón, intentando con ella llegar a comprender el proceso que me tiene y me mantiene anclado a una cosa social que no va para nada con mi planteamiento del mundo, conformando poco a poco un ideario balbuceante que quiere acabar siendo algo así como un manual del mundo practicable para Felipe.
Y, por fin, la justicia, esa nada que debiera ser obligatoriamente genética en vez de legítima. Desde este parámetro es quizás desde el que mejor puedo ubicarme en el mundo.
En todo caso, es tan difícil.

Sunday, December 3, 2006

Lawrence Ferlinghetti


Se acerca mi cumpleaños y ya ando enredado en ese sentimiento repetido del mal de edad. Visualizo las nuevas cifras y me acojono. Me miro al espejo y me acojono aún más. El disfraz no sirve, pues aparecen los cuarenta y nueve tacos encendiendo unas canas que quieren esconderse entre una melena que se me hace ridícula para mi edad, la barba se nieva más que la jodida Sierra de Béjar –o de Candelario, que es la misma– y el descenso se señala en las cicatrices que marcan toda la piel y que ya no desaparecerán sino con la putrefacción.
¿He sabido crecer?... No lo sé, aunque para mi bien he mantenido siempre un espacio aparte en el que desenvolverme fuera de los rigores del cuerpo.
En lo físico, este año lo he saldado con una pérdida ostensible de peso que no sé a qué se debe, pues no he puesto nada de mi parte en tal circunstancia; no he visitado ni una vez a mi médico de la Seguridad Social, he pasado una gripe severa, dos o tres catarros, varios ataques de cistitis y una lumbalgia cabrona que me producía una risa floja de dolor.
En el curro, he asumido más riesgos este año que en toda mi vida, pero no me preocupa en absoluto, pues ya he comprendido que el dinero es una mierda de uso y que el que venga detrás que pelle con lo que haya. Nueva local de imprenta, nuevas máquinas, nuevo refugio para escribir y pintar... y cierta angustia por dejar a mis hijos algo tangible que les ponga un poquito de solución de futuro.
En lo creativo, fatal. No he podido darle fin a la biografía de Luis Pastor, tengo mi eterna novela a medias y le he dado fin a mi poemario «Esa intensa luz que no se ve», el poemario en el que más tiempo he puesto de todos los que he escrito hasta la fecha. También he seguido alimentando mi mundo savonarolia, que es el que me ha salvado un poco del naufragio total.
Los sentimientos, bien... muy bien... inmejorables. El amor tranquilo ya se ha asentado y me encanta la vida en pareja que tengo –Mª Ángeles tiene mucha culpa de ello y se lo debo a muerte–. No me quejo de mi vida sentimental.
La familia, chunga. Magdalena a su bola, Ángel complicándolo todo y las hermanas de Ángeles sin entender cómo se debe armar un universo viable de familia con enfermo –habrá que aguantarse o joderse, que es lo mismo–. Mis padres francamente bien, aunque con la cosita de mi madre siempre pendiente de un hilo extraño.
Y los hijos... ¡Ay!, los hijos. Mariángeles, preciosa, poniendo en orden su vida e intentando entender el camino –a ver si este año me da más y mejores gastos–; Felipe sigue siendo la revolución, una hermosa revolución que me cabrea unas veces y otras me entusiasma, pero que siempre me muestra un cariño que necesito como el oxígeno.
Guillermo... divino, absolutamente divino, el hijo que desearía cualquiera... Ayer me contaba Mª Ángeles que el crío le dijo muy en secreto: «Hay que comprarle a papá un abrigo para su cumpleaños, que me ha dicho que hay uno que le gusta mucho.». Mª Ángeles me lo contó para que le explicase qué tipo de abrigo era, y yo quedé sorprendido, pues no me gustan los abrigos y no recordaba haberle dicho tal cosa a Guillermo... hasta que caí en la cuenta... Cuando el niño sale del cole y le recojo, siempre le pido que me cuente lo que ha hecho en clase, si se lo ha pasado bien... esas cosas de padres e hijos. El caso es que cuando Guille acaba de contarme su jornada escolar yo le beso muy fuerte y digo en alto: «Éste es el que va a comprarme a mí el abrigo de visón con su primer sueldo». Ja, ja, ja... Guillermo procesó esa frase tan repetida y se ha empeñado en que tenga el abrigo de visón antes de su primer sueldo. Así es mi Guille, un cielote para el que no tengo palabras, un amor entero.

Saturday, December 2, 2006

Corso


Hablo con mis amigos y todos andan enfrascados en nuevas ediciones, revistas, poemas... se agrupan y se desagrupan para formar otros grupos... y me hablan de los editores como del último partido de su equipo de fútbol... que si Chus Visor me dijo, que si he hablado con Sergio Gaspar, que si Munárriz me ha prometido... ¡¡¡Mierda!!!
Sé que todo es mentira, hasta la misma mentira lo es, y que son unos desgraciados mendigando papel para sus poemas, que todo es absolutamente falso, y me río por dentro porque yo estoy fuera de juego –de su juego– desde hace un par de años.
¿Valgo para algo? Pues sí, valgo para ir enterrándome con tranquilidad y sin demasiada prisa..
¿Y la poesía?, pues varada a la espera de que suba la marea.
(23:00 horas) La mujer que dibujaba corazones en su ventana no buscaba pájaros ni puentes... buscaba un cuerpo en el que quedarse a vivir sin darse cuenta.
(23:04 horas) Es cansado tener que seguir en esta historia si suena en mi cabeza el «Baby, let me followyou do...» cada vez que me siento indecente, si recuerdo el magnífico final del poema «Corona» de Paul Celan... «Es hora de que la piedra se apreste a florecer, / de que al desasosiego le lata un corazón. Es hora de que sea hora.»... cada vez que siento cómo una tranquila tristeza toma mi cuerpo, si se me aparece el nítido rostro de alguna mujer fantástica cuando miro mi desnudo en el espejo, «O que é, o que é», si imagino la pequeña república de mi abuelo mientras sangraba cuando busco seguridad, si dibujo tu cuerpo desnudo cuando caigo en la cuenta de que no lo he visto jamás... Llueve afuera y tarareo «Gli impermeabili» junto a Paolo Conte sin inmutarme, sin sobreactuar... porque también llueve adentro y no tiene pinta de escampar en unos meses.
En fin.

Friday, December 1, 2006

Truman Capote


Escribió el mejor Roger Wolfe que «Tienes derecho a decir todo lo que te esté permitido decir», luego se hizo más oscuro, más deudor de su tiempo de calle, más derrotado en todo. Pero me seguía gustando.
Más tarde se vino a hacer bastante parecido a mí, y ya no era un maldito, sino que se había convertido en un maldito poeta... y se hizo el triste que es hasta el día de hoy, un triste tan como yo que parece que ya no le queda oxígeno posible.
Y me alegro de haberle publicado sus «Poemas desde un quinto sin ascensor», y que no merezcan reseña alguna en su bibliografía, porque fue un capricho mío con respuesta descatalogada.
Quiero especialmente a este tipo, a lo que fue y a lo que es, a lo que era y a lo que ha venido a ser. Otros –casi todos– son bastante peores. Sí, tengo derecho a decir todo lo que me está permitido decir, pero además siento el irrefrenable deber de decir todo lo que no me está permitido decir.
(21:44 horas) ¿Para qué tener problemas que te compliquen la vida cuando empiezas a rozar el medio siglo?, ¿para qué callarse todo... o decirlo? Ya nada importa, pues he entendido que todo está sujeto un decurso en el que apenas soy capaz de intervenir.
Dejarse llevar y esperar la sorpresa que te depare el día sin hacer gestos altisonantes, comprender mejor que el idioma interviene de forma definitiva en tu forma de ser imbécil –lo anoté hace tiempo en uno de mis aforismos– y no consolarse con nada, porque el consuelo es asunto de mediocres hombres tranquilos... Y ser un tipo dinámico tampoco sirve para mucho, aunque es preferible sumar cierto gesto de dinamismo a lo más simple que te plantees para engañar a las vísceras.