Wednesday, February 28, 2007

Soy de cuando exista un fado alegre.

Alberto, cuando me detengo en el cuadro negro y espiral que cuelga en el salón de mi casa, soy consciente de que tu espíritu está en él, lo percibo con nitidez y te siento cerca de mí. Algunas veces te he hablado de ello, de lo que esa obra produce en mí, de cómo me lleva al desasosiego e incluso al temor... pero no es de eso de lo que quiero hablarte hoy; a lo que quiero llegar es a esa prolongación [presencia] del espíritu de un autor en la obra que reposa lejos de él, incluso cuando ya ha desaparecido. ¿Es eso parte de la inmortalidad del hombre? Pienso a veces que quizás me equivoque y lo que sucede es que me veo a mí mismo en la obra de otros, me penetro... pero hay algo netamente perceptible que está fuera de mí, algo que es del creador y que se mete por mis ojos, por mis oídos... y me incendia o me relaja. ¿Qué tipo de comunicación es ésa?
Cuando esto sucede y soy consciente de ello, es también cuando percibo mi desorden, mi falta de método para procesar las ideas y darles forma. Entonces me dejo llevar, pero siempre me queda una especie de remordimiento de no poder expresar o definir el proceso en el que estoy y en el que gozo o sufro gracias a un hilo conductor que no emana de mí, sino que llega de la obra que admiro... quizás del alma que la propició más que de la obra misma.
(15:37 horas) Recibí llamada de Ramón desde Lisboa, estaba con la coleguilla Mar dando tiempo a un contacto que puede ser importante en nuestras vidas sensibles.
Lisboa es un paraíso que debo desear como deseo París.
Luego se acercaron a verme un par de profes del IES Ramón Olleros [Mila era una de ellas] para proponerme un trabajo creativo con los chavales. Les dije que estoy a su entera disposición y quedé contento de saber que aún hay esperanza. Este tipo de historias con profes comprometidos me encantan por lo que propician. Gracias.
Luego descubrí el blog de Alberto Gadea y lo leí de cabo a rabo. El tipo me cae bien, aunque le siento en un proceso duro muy parecido al que yo pasé durante un tiempo largo y agotador. Ve la miseria de su entorno y siente la imperiosa necesidad de denunciarla... Yo, amigo Alberto, un día me di cuenta de mi calidad de cero a la izquierda de la izquierda y decidí vivir para mí y por mí, me puse a buscar mi opción individual y a disfrutar de la palabra y sus dobleces. Desde entonces soy más feliz. Sé que no puedo sumar ni restar nada, sé lo que no me interesa y busco lo que puede hacerme sonreír o poner cara de sorpresa, disfruto de mis amigos y de mis cercanos y digo lo que me sale de los cojones cuando me apetece. Estoy llegando ya a esa libertad del bufón que tanto ansío, lo que me hace sobrellevar con una sonrisa todas mis miserias, que son muchas, y todos mis fracasos, que son más.
Te deseo una buena evolución de pensamiento y un futuro que no sea capaz de hacerte daño. Me da la impresión de que te lo mereces.

(15:52 horas) Juego siempre a que las cosas me muestren su misterio, ahí soy feliz. Disfruto de entender dos frases de Kandisky o de reírme de Kant, como disfruto de encontrar el alma de una piedra o la sonrisa de una calle vacía. Me quedo extasiado ante un papel roto sobre una acera o viendo caminar a una mujer madura a veinte metros. Pruebo a cruzar miradas intentando conectar y hago juegos de palabras para sopesar la atención de mis interlocutores. Busco sensibilidad en una moneda, bebo agua buscando un sabor olvidado, miro a mis hijos con incredulidad, busco bocas para recortar en las revistas, juego con mi lengua para inventar la orografía de mi boca, hago muecas frente al espejo del ascensor, me muerdo las uñas y busco perfiles conocidos en sus cortes irregulares, escribo frases inconexas y las mezclo, pienso en pasteles de nata con formas femeninas, leo volúmenes de filosofía abriendo páginas al azar, copio poemas de amigos y los deformo hasta que son irreconocibles, apago el teléfono móvil durante semanas, guardo silencio una hora y la gente que me rodea se asombra, río a carcajadas cuando estoy a solas, canto blues a grito pelado por las noches, pinto como un poseso en tramos muy breves de tiempo, recuerdo a cada uno de mis amigos cada día y los echo de menos, miro mis manos con asombro, no leo prensa...
(17:54 horas) Está la realidad tangible sentada, esperándome. Una putada, porque la realidad desnuda es inexcusable [voy a decir mejor la realidad de mi desnudo]. Estoy atado a ella por un lazo indestructible, un lazo que en algún momento pudiera servirme de horca. Y yo intento olvidarme, evadirme de tal «verdad», y lo hago en caminos irreales, es decir, en caminos que yo armo y desarmo con cierta esperanza de que se conviertan en otra imposible realidad. Lo que no sé es si el material de mi evasión, el pensamiento, extiste de alguna forma inmaterial que no comprendo. Ahora me pregunto... ¿tienen capacidad los caminos irreales de modificar la exacta realidad? A mí me gusta pensar que sí, pero el trasunto diario se empeña en demostrarme un segundo tras otro que no es así.
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Tuesday, February 27, 2007

Todo lo preelectoral es perverso.


Vuelvo al asunto del dado que ayer lancé al aire para buscarle otras caras.
El hombre reacciona ante el arte, ante la literatura o ante los medios de masas [cine, televisión...] de la misma forma que ante el lanzamiento del dado. Así, ante una misma obra, ante una misma proposición, cada hombre extrae una percepción individual que apenas coincide con la de otro hombre que observa a su lado. Así, mientras que el primer hombre percibe con asombro una calidad plástica o cromática, el segundo hombre es capaz de trascender la imagen y montarse una historia con principio, desarrollo y final.
Ninguna de las reacciones ante la presentación son exclusivas, sino que abren un sumatorio perceptivo que terminará relativizando el interés de la presentación.
De esta forma, bajo esta premisa, nada puede ser definido de forma objetiva; pero en la suma de subjetividades podemos acercarnos bastante a la calidad objetiva de cualquier propuesta... y más cuando se presenta en medios de masas.
¿Por qué, entonces, tenemos que fiar nuestro gusto estético al dirigismo de una élite [la conformada por los críticos o por los filósofos]? ¿No sería de pura lógica que lo que resulte aceptado en su interpretación por más individuos deba erigirse como canon? [dejo aquí mi temor a las masas y a su interpretación burda de lo democrático].
Quizás esta idea esté mal trabada, pues no se me ocultan las enormes dificultades que contiene, pero arde en cierta propuesta que alumbró Walter Benjamin cuando habló de «distanciamiento crítico» y de la «atención dividida e intermitente» que produce en las masas el cine, a lo que sumaba un beneficio que conduce a que la opinión de las masas vaya coincidiendo poco a poco con la de los críticos y no que la opinión de los críticos sea dirigista de facto. Es decir, todos modulan la reacción de uno... y no al contrario.
Oye, y no me parece mala idea... aunque sí peligrosa.
(11:37 horas) Es tiempo de listas electorales y en el ambiente nada cierta incertidumbre. Pocos son los que quieren entrar a formar parte de las nuevas políticas pequeñas y algunos de los que lo hacen ponen por delante asuntos personales y buscan soluciones para su ámbito familiar sin detenerse a pensar que tan alta representación exige entrega a los demás y renuncia de lo propio.
Errores se están cometiendo ya aunque la llanura del pueblo no los sepa.
Y mira que es fácil establecer un protocolo decente para hacer las listas... se me ocurren algunas normas para un protocolo de estas características:
• Ciudadanos con capacidad de gestión demostrada que hayan desarrollado actividades de índole social con ímpetu y hasta con empecinamiento [no entenderé que alguno de éstos se quede fuera de los primeros puestos].
• Ciudadanos limpios que hayan demostrado que sus intereses particulares están muy por debajo de los intereses de la comunidad [tampoco entenderé que uno de estos individuos se quede fuera de los primeros puestos]
• Ciudadanos que por su popularidad y por su trabajo sean capaces de arrastrar voto [este punto está lleno de pragmatismo, claro, y tampoco entenderé que quien tenga menos capacidad de arrastrar voto figure por delante de los de mejor proyección. Es de cajón, ¿no?].
• Eliminar de raíz a los que exigen contrapartidas de índole personal. Esos no sirven más que para destruir [figúrense que algún proyecto de concejal estuviera exigiendo ser liberado como contrapartida a su presentación o que algún familiar suyo obtenga el beneficio de un empleo o de algunas prebendas... que de todo hay en la viña del señor].
• Llevar a los puestos postreros de la lista a los ya han fracasado antes en otros proyectos personales o colectivos... pueden estar, por supuesto, pero con cierta desconfianza.
• Llevar a los puestos postreros a los que aún no han tenido la oportunidad de demostrar nada [así irán aprendiendo a manejarse y acabará llegando su día si trabajan con efectividad]
...
Podría hacer un rol infinito de propuestas para ese necesario protocolo, pero sé que no se cumpliría ni en un 2%, con lo que el trabajar en ello me parece una pérdida de tiempo personal.
Que el dios de las listas electorales nos coja a todos confesados, pues en ellas se está masticando ya el futuro próximo de nuestro espacio cercano.
A ver si este año los partidos políticos son capaces de apartar el trigo de la paja. Permítanme que dude un poquito de su capacidad... soy así de negativo.
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(22:14 horas) Querido amigo Alberto, ¿cuántos miserables refinados tendrán una obra tuya colgada en su casa? ¿La mirarán de soslayo y pensarán en lo poco que han pagado por ella? A mí me encanta pensar en los hijos de puta que han podido leer un verso mío escandalizándose, quizás, por mi forma de ordenar el mundo. Esos tipos sin escrúpulos que acceden con disgusto estético a nuestro trabajo y se jactan de su superioridad amoral y de que nos roban lo más íntimo. Me encantaría poder observarlos desde un agujerito y escuchar sus pensamientos.
Así suelen ser las élites: miserables y aprovechadas.

Sunday, February 25, 2007

Un vértigo sin abismo nunca es un buen vértigo.

Kant, que era un cachondo con patas, odiaba la música porque hubo de vivir y escribir durante muchos años bajo los molestos cánticos de los presos que habitaban, por obligación, una carcel aneja a su casa prusiana. Tal circunstancia le llevó a instalar la música dentro de un apartado al que calificó como de entretenimiento y falta de urbanidad. ¡¡¡Kant!!!, Alberto, el tipo que desarrolló la idea de «estética» que está vigente hasta nuestros días, esa idea pronunciada por Baumgarten a mediados del siglo dieciocho y tan finamente puesta en papel en la «Crítica del juicio» kantiana. ¡Hostia!... decir que la música no es arte porque me molesta [y luego argumentar el asunto con esa dialéctica filosófica tan brillante del perico] es como para quemar todos sus libros... pero no, Alberto, que el arte está en el juego de convencer al otro de lo que tiene calidad estética... toda una guerra librándose a diario entre hombres que pelean, fundamentalmente, por singularizarse como élite de pensamiento para obtener poder [absurdo poder que acaba convirtiéndose en dólares... ya no es tan absurdo, ¿verdad?].
En qué nos movemos, entonces, cuando pintamos o escribimos; qué buscamos con ello y hasta dónde pretendemos llegar... No lo sé, hermano, no lo sé. El caso es que hay cierta necesidad interior que crece y obliga a manifestarse con el trazo o la escritura, una necesidad que, en principio, no tiene nada que ver con el narcisismo o con la idea de enriquecimiento económico [quizás sí tenga algo que ver con otro tipo de enriquecimiento más cercano a la bioquímica que al dinero]. Vamos, que es muy distinta la impronta que lleva al acto creativo que la que lo procesa, lo socializa y le busca valor exterior. Somos mientras creamos y dejamos de ser cuando decidimos mostrar lo creado.
(18:37 horas) Alberto, lee lo que acabo de pillar en un texto de John Dewey, uno de los más reputados teóricos norteamericanos sobre estética: «Cuando la estructura del objeto es tal que su fuerza interactúa felizmente (pero no con demasiada facilidad) con las energías que surgen de la experiencia misma; cuando sus afinidades y antagonismos mutuos colaboran para producir una sustancia que se desarrolla acumulativa y certeramente (pero no con demasiada regularidad) hacia la plenitud de los impulsos y las tensiones, entonces, sin lugar a dudas, estamos ante una obra de arte». ¿Qué te parece, amigo?, ¿el señor Dewey sabía de lo que hablaba?. ¿Cómo se puede definir desde tal reputación con esos paréntesis de «(pero no con demasiada facilidad)» y «(pero no con demasiada regularidad)»? El tipo viene a decirnos que el arte está en cierta dificultad de la creación y en no abusar de esa vena creativa. ¿Es que el que descubre una hermosa vena del arte y la explota con facilidad y con frecuencia no merece el apellido de artista?
No entiendo nada.
¿Era fácil y repetitivo Picasso? Yo creo que sí... y ¿era artista?... yo creo que también
Y como al tal Picasso te puedo citar poetas, narradores, músicos, pintores...
Jo, no demasiado facil y no con demasiada regularidad... vamos bien.
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Saturday, February 24, 2007

La amistad de verdad es como un regreso.

Amanecí tan nublado como el día, y demasiado temprano para ser sábado con el agravante de haberme pasado el viernes al raso rotulando un camión [llovía]. Quizás el gusanito de esperar esta mañana a Morante, que viene a verme después de un ni se sabe, me haya robado del siempre esperado sueño sabatino.
Salí temprano de casa con el ardor guerrero de encender el primer cigarro, fiando en que PdeT tuviera abiertas sus puertas para hacer el acopio del tabaco necesario. ¡No!, el jodido PdeT estaba cerrado y el mono nicotinero empezó a hacer mella en forma de ansiedad. Solución urgente: pillé una colilla larga de anoche para hacer tiempo o para engañar al tiempo, que es y no es lo mismo.
Salí a fumarme mi colillita a la puerta de la imprenta y miré mi coche con admiración: «¡Qué carro, Felipe, qué carro, el que querías...». Le di una vuelta mientras le echaba el humo y me percaté de que algún hijo de puta le había rayado el morro con inquina. Cosas de Béjar y cosas de todos los sitios. No me importa demasiado, que es un objeto... pero el tipo cagón que lo hizo es un hijo de la gran puta. Jo, a estas alturas preocupándome por los objetos y sin un jodido cigarro entero que echarme a los pulmones. Que le den a todo por el culo.
Bajé despacito, respirando hondo, hasta la Plaza Mayor y me detuve a mirar la megalomanía municipal representada en un espacio frío y desolador... todo granito, esa piedra de nuevos ricos que semipulida toma el tinte de hortera y pretenciosa. No me gusta el cambio que han hecho en mi plaza, no me gusta que estropeen el viejo encanto de la ciudad en busca de votos... pero me da lo mismo, que la plaza es como mi coche y también le han hecho unos cuantos arañazos que quizás se puedan quitar con cien años y varios cambios de gobierno.
Allí pensé en mi hijo Felipe, cada día más rebelde de mí y más fiel a sí mismo, creciendo como en una carrera de obstáculos que se pone él a sí mismo y que le ponen algunos de los profesores que no atinan a aguantarle [a pesar de que yo sí les aguanto a ellos]. Él se construye a la contra y el mundo da pasitos pequeños en aras de su destrucción [también pequeña].
Algún día diré con pelos y señales todo lo que pienso de cómo se trabaja en este tiempo con el más delicado de los materiales humanos, y cobrando, que es lo peor.
(16:19 horas) Acabo de despedirme de José Luis y me parece que se ha ido encantado con su nuevo libro en la maleta. El colega ha estado en el tono de siempre, entrañable, amigo de verdad, vaciándose en todo... me ha dejado un libro muy curioso de Jhon Carey, «¿Para qué sirve el arte?», al que pienso meter mano ya mismo, y una preciosa edición de «Los hermanos Karamazov» realizada por Aguilar en 1959... también me ha dejado feliz de verle activo y vital, con ganas todavía de seguir en esta batalla sorda que es la literatura de la vida.
Tengo que volverle a dar gracias al azar por haberme procurado su amistad y su confianza.
(17:08 horas) Amigo Alberto, mi madre, siempre con la economía justita, como la de Jeanette Winterson, nunca compró objetos, compraba símbolos... horrorosos artefactos que colocaba por la casa con sumo cuidado buscando los mejores lugares para ello... un cuadro enorme con un paisaje y dos ciervos que ocupaba media pared del salón, un reloj con pretensiones de bronce bañado en un dorado brillante que representaba una suerte de diosa subida a un carro, un voluminoso jarrón chino, un portarretratos repujado y vestido de pan de oro en el que encerró una foto de los cuatro de familia, un soporte palillero de madera con seis tenedorcitos de colores vivísimos... Mi madre mostraba/muestra todo eso en su casa robándole el valor de materia de producción de masas y encerrándolo en cierta calidad de símbolo que es impronta de un arte que está aún por entender para los tipos «cultos» y «sensibles».
Yo, además de reírme con ello, que lo hago y no lo niego, muestro un profundo respeto a esa suerte de santuario que representa el amor al arte en uno de sus escalones más vivos y límpios, el de la pobreza que busca una estética en la que sentirse cómodo y singular... humano sobre todas las cosas.
Todos esos objetos componen mi memoria estética y, por qué no, mi raíz crítica. En ellos me reconozco y por ellos calibro el valor de todo lo que me rodea.
Algún día, que será tarde, haré acopio de esos objetos para montarme un santuario absolutamente mío, un santuario en el que sahumaré con amor vivo el recuerdo precioso de mi madre, el de su estética de vida y el de su enorme calidad humana.
Se llega al arte también [o solamente] desde la casa antigua donde crecimos juntos, Alberto.
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(22:40 horas) Cuando Gustavo Flaubert aseveró que «la igualdad es sinónimo de esclavitud», quizás pensara en una igualdad por abajo [la igualdad más fácil], una igualdad engañosa definida en sus términos más estrictos. Sí, esa igualdad sería una jodida esclavitud.
No medía Gustavo que hay otra igualdad superior que, además de no hacer esclavos, propicia los valores humanos y tiende a acabar rindiendo a los poderosos. Es una igualdad peligrosa, pues lleva a los enfrentamientos más crueles de los que se resisten a perder sus espacios de poder regalado por genética o por simple y dura herencia material. Esta forma de igualdad es utópica, por supuesto, y se basa en procurar a cada uno de los seres humanos las mismas oportunidades que al resto, los mismos puntos de partida y las mismas coberturas finales. Y de esa igualdad nace con naturalidad la «diferencia», una circunstancia que a pesar de parecer contradictoria si hablamos de igualdad, es perfectamente complementaria [y profundamente necesaria] con una buena praxis.

Thursday, February 22, 2007

Cuenta tus días por palabras y tus palabras terminarán siendo los días de otros.

Visto con lógica, el tiempo es para comérselo. Comerse con gula el tiempo de los hijos, deglutir despacio el tiempo de los padres, tapear con el tiempo de los colegas y vomitar el tiempo de los enemigos.
También tomarse el tiempo de soledad como un café a las tres o una copa tranquilo antes de que el sueño se ponga a la mesa.
Hoy he leído por cuarta vez [con afán corrector, claro, que estoy a punto de meter en máquinas ese ahijado nuevo] el «Navajo Brigde» de Juanjo Barral y me gusta a rabiar. El tipo es de prosa fácil y alcanza un alto y novedoso nivel metafórico en su jerga by road. Estoy seguro que este pequeño diario de viaje va a encantar por el tono y por la velocidad, por su cosita single y por mostrar una hermosa forma de pasear la vida. Barral es un monstruo de minorías étnicas que se pierden los tontolculos, los boboloscojones y los cándidos literarios, vamos, los zorolos de culo pegado a una silla.
Estoy muy feliz con poder ser el mago de esta edición, y ya no digo si la juntamos a la casi editada de José Luis Morante [«Reencuentros»]. Mes de diarios chulos que darán guerra, aunque sea de guerrillas.


Tuesday, February 20, 2007

El peor veneno es el que se pronuncia.


Me llega el triste comentario de que un político local ha declarado en su fiebre preelectoral algo parecido a lo que sigue: «El señor Caldera nos prometió el oro y el moro... el oro no lo hemos visto, pero al moro nos lo encontramos todos los días por la calle...». Si tan desafortunado comentario es cierto, permítanme que entre en estado de cólera y le diga al paridor de tal exabrupto que se merece, como mínimo, el más jodido de los destierros.
Me toca los cojones que estos tipos se destrocen con memeces, con interpretaciones y manipulaciones absurdas de datos tan maleables como la población, el paro o el «yo lo hice antes que tú»... me resbala que utilicen rencillas familiares para esgrimir un apellido como arma blanca y absurda con el fin rechoncho de machacar al contrario... me la refanfinfla que se pongan afónicos de vomitar odios pequeños y particulares...
Lo que no tolero es el ramalazo de corte fascista/racista que lleva a ironizar sobre «seres humanos» que en unos casos lo están pasando fatal y en otros casos son un jugoso alimento para peces y otras criaturas marinas. No se pueden utilizar desde una política pretendidamente democrática sarcasmos de tan alta crueldad y de tanta bajeza moral.

Cuando escribo estas palabras acabo de dejar a mi amigo Youssouph preocupado por la pérdida de su pasaporte y animado por el cobijo que le hemos sabido dar un buen puñado de bejaranos a los que el tal político va a pedir el voto con sus majaderías. Y junto a Youssouph están Malick [recién salido de un duro trago de la mezcla en su cuerpo delgado de la hepatitis B y la tuberculosis] y Abdalá [con papeles, trabajando más horas de las permitidas por ley y aguantando la explotación y la intimidación de los que nunca vamos a ser «moros»]. Ellos son un bravo ejemplo de tenacidad y de lucha por la vida, un ejemplo que les hace merecedores de nuestro respeto... y colaboran con la sociedad española como muchos de nosotros no lo haremos nunca, y lo hacen desde el voluntariado en programas de formación de nuestros chavales en valores.
Claro que vemos a los «moros» por la calle, claro... exactamente el día de Reyes tuvimos la oportunidad de verlos tirando caramelos a nuestros críos y saludando al mundo con una sonrisa amplia y limpísima: eran Baltasar y su paje, Malick y Youssouph, dos tipos venidos hasta aquí en patera para intentar buscar un futuro para su gente africana... Hablando tres idiomas y cinco dialectos, Youssouph colabora con varias instituciones españolas en labores solidarias de traducción para las que no se encuentran políglotas hispanos... Ojalá veamos más «moros» como ellos por nuestras calles para que a algunos les crezca un orzuelo en cada ojo.
A ver si empezamos a cuidar las expresiones, sobre todo las de corte racista, y respetar al ciudadano al que se va a pedir el voto ofreciéndole propuestas reflexivas y proyectos positivos y realizables. Insultar al contrario es ya signo de cierta mala baba, pero atacar al contrario insultando y vejando a personas ajenas a esa lid, a personas que apenas pueden defenderse, es absolutamente inmoral.
Que no tengan que emigrar un día los hijos del político nefasto como probablemente tuvieron que hacerlo sus ancestros. No se lo deseo a pesar de que se lo merece.
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Sunday, February 18, 2007

Mido las desventajas del yo plural.


Vivimos entusiasmados por la singularidad, vamos, que nos encanta diferenciarnos de nuestros cercanos y que esa diferencia se haga notoria como señal inequívoca de autoafirmación. Es por esta circunstancia que nos jode un punto que los tipos de al lado tengan inciativas similares a las nuestras [que pueden ser hasta la forma de vestir, andar o gesticular]. Es por esta razón que el idividuo tiende a buscar complementarios para que no haya perturbaciones de relación ni roces que lleven a la ruptura.
Y es que la singularidad se toma como marchamo con posibilidad de encanto, pues la actitud singular no admite comparación y, por tanto, puede ser medida en términos de asombro [para mal o para bien, que no importa].
Analizando hechos que conozco relativos a la circunstancia relatada, debo decir que es magnífico el poder literario que de ellos emana.
Pienso ahora en la enconada competencia entre los curas poetas que conozco, no se toleran, no se tragan, no se soprotan [en lo poético, por supuesto, que en otros campos no quiero entrar o no sabría entrar]... pero se leen unos a otros con lupa para intentar destrozarse, analizan con fiereza los versos del otro y tiran por tierra cada una de las palabras que los conforman. Sin embargo, sólo dos circunstancias genéricas de singularidad los enfrentan: que son «curas» y que son «poetas», y aún en esas singularidades son cada uno de ellos más singulares, pues son curas distintos de raíz y de rama, y son poetas distintos de forma, base y contenido. Quizás el gozo individual resida en el proceso de esa lucha por ser el más original cura poeta, por ser el más singular.
En esa lucha se dan golpes a ciegas y se corre el peligro de traspasar una frontera que puede llevar de la digna gloria al vergonzoso patetismo.
Sin embargo, yo, como espectador de esa lucha de circo romano, no soy capaz de escoger a un vencedor y sólo acabo quedándome con lo entrañable: Hombres peleando a muerte por un absurdo de universalidad imposible por pacata.
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(17:12 horas) Amigo Alberto, es curioso cómo los valores estéticos pueblan la vida del hombre, pues todo se adjetiva o se podría adjetivar... y no sólo eso, sino que junto a esos valores estéticos se abrazan los juicios de valor.
De esos valores estéticos, y de los juicios de valor que sobre ellos se hacen, van naciendo lo modelos útiles [cuando digo «útiles» me refiero a los que prestan un servicio tangible al hombre], no siendo nunca estos valores un fin en sí mismos, pero sirviendo como modelos sobre los que elaborar los fines que nos llevan a la dimensión de lo práctico.
¿Es, pues, útil un poema, un cuadro, una escultura? Sí, si le sirve al hombre como referente estético para conformar un modelo de proporciones prácticas. Y, ¿cómo sabemos cuándo una obra de carácter plástico o literario reúne las cualidades estéticas suficientes como para erigirse en modelo, en canon? Aquí entramos en un campo lleno de dificultad en el que es muy complicado separar la novedad estética o la singularidad de una propuesta artística de lo que supone redundancia en algo ya descubierto.
¿Mejorar el sentido estético de una propuesta artística o literaria se puede considerar como una nueva proposición estética? No lo sé. A mí a veces me parece que sí, y cuando digo esto pienso en Picasso o en Eduardo Arroyo, dos artistas capaces de involucrarse en propuestas ajenas y darles varias vueltas de tuerca.
Si esto sucede, ¿se incurre en plagio, copia o emulación? Tampoco lo sé.
Yo, Alberto, quisiera saber con certeza si el arte consiste sólo en la capacidad de innovar y de proponer ideas originales o si la consideración de trabajar en la evolución de una idea ya definida y practicada pisa también el sublime camino de lo artístico. Sería, pongamos por caso, como si el hombre que ideó la rueda ya hubiese cortado el camino al que se le ocurrió ponerle un neumático. El primero abrió el camino estético [el artista], y el segundo lo llevó a sus consecuencias prácticas [el técnico]. Así, ¿si yo le pongo neumáticos a un poema de Catulo o tú le das tono y contraste a un cuadro de Munch... somos ambos artistas o técnicos? Es todo un batiburrillo en el que habría que poner orden, definir si hay técnicos estéticos y si trabajar sobre una idea ya elaborada por otro y mejorarla sólo en su aspecto de valor estético [no en el práctico] puede denominarse como «camino de arte».
Quizás todo esto no tenga demasiada importancia, pero a mí me produce una extraña curiosidad que, de saciarla, me haría conocer el fin por el que trabajo con la palabra, algo que me apetece mucho saber.
La pena de todo esto es que la posibilidad es objetiva y necesita caminos tangibles que poder descartar. Nosotros, amigo, por suerte o por desgracia, nos hemos quedado a vivir en un azar tan amplio que apenas nos permite elaborar preguntas, pero que nos niega cada una de las respuestas.
Sigamos así, primarios, brutos, pero nunca grises.

Saturday, February 17, 2007

Errar mientras das lecciones es un jodido marco para tu retrato.

Volver a la estética de la resistencia como quien vuelve cada mañana al trabajo, como quien recoge su cosecha desolado por el granizo o como aquél que ya no le ve sentido a la norma.
Resistir también es vivir, pero sobre todo es sobrevivir.
La guerra sabe mucho de esto... o lo hace saber, pues muestra la importancia de la propia vida sobre la de todo lo demás. En ella, en la guerra, la justicia es otra, la moral es otra y las necesidades se resumen en otras [muy pocas]. De eso debieran saber un poquito tipos tan fríos y suciamente interesados como Bush o José María Aznar [debieran saberlo en sus piernas, en sus brazos, en el arco de sus cejas y en cada una de sus jodidas vísceras].
El resistente tiene la opción de la muerte sobre la estupidez de una vida sin posibilidades de tono positivo. Sobre la propia muerte y sobre la muerte ajena.
Al resistente no le importa lo circunstancial, pues ve lo práctico en los límites y vive en ellos.
Mi ventaja es que sé vivir la resistencia sólo en clave de estética, y me gusta.
(16:20 horas) Eliminado el contenido de esta entrada en la red, que no quiero historias tontas, que voy mayor.
Y gracias al moderador de «to-bejar» por su invitación.
El problema es que copian mis contenidos y los debaten fuera de esta página [yo doy mi cara y muchos de los que debaten no dan la suya... por eso paso de foros desde hace mucho tiempo]. Suerte a todos... y sinceras.
De Retratos impe...

(17:40 horas) Asistí a la presentación de Cipriano González como candidato por el PSOE a la alcaldía de Béjar. La sensación fue extraordinaria y se respiraba victoria. Me gustó el tono comedido del candidato y me encantó abrazar fuerte a Jesús Málaga y saludar a Ramón Hernández Garrido.
Esta vez parece que sí...
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Thursday, February 15, 2007

Escribe lo justo para nombrar lo injusto.

Veo en to-béjar que se me «copiaypega», y me parece bien, como me parece bien también que se diga, se denuncie, se comente... Mejor, me parece muy bien. No me parece mal que la gente escriba incorrectamente si soy capaz de entender, que la lengua está hecha para entenderse, y si cumple esa función, pues miel sobre hojuelas. No iba de eso el asunto, no... o sí, porque si un periodista no escribe con corrección... es un mal profesional [oye, y a todos se nos deslizan un montón de erratas; a mí el primero... no se habla aquí de erratas, sino de iteración constante del mismo fallo], y si además mezcla la información con la opinión y va de objetivo... pues bastante peor... Mucho peor, coño.
La movida viene porque, por un lado, los gratuitos deforman al lector ya no sólo ideológicamente, sino que le hacen tomar por correctas las expresiones más peregrinas y, por tanto, convertirlas en norma de uso para mayor podredumbre del idioma [esto sí me jode]... y por otro lado me cansa ver la misma denuncia repetida y «petida» de mil formas ortográficas distintas.
¿No sería mejor hacer una lista cibernética de denuncias bien expresadas [claras y concisas] a las que se puedan sumar adjetivos por parte de los participantes sin tener que hacer remakes de «Las mil y una noches» en versión gore?
Ejemplo:
DENUNCIA UNO:
• Fulano es un ladrón porque roba.

A. BIENES ROBADOS [ESCUETO FORO ABIERTO]
• Sacacorchos [Bar la Rima] [posted by Choluka]
• Jabón de manos [Hotel Ritz de Somosaguas] [posted by Mingote]
• Un piso de 120 metros cuadrados [Las Rozas] [posted by Colilla]

B. ADJETIVE AL PAISANO [ESCUETO FORO ABIERTO]
• Pisaverde [posted by Laloli]
• Cacho carne [posted by Tolete]
• Mamón [posted by Coconut]
...
Así nos quitamos las comas, los usos incorrectos de tiempos verbales, bastantes tildes y un montón de malos rollos venidos de la errónea comprensión de los textos largos y elaborados.
Y no había intención de herir a casi nadie, aunque sí de medio matar a alguno.
Besos, colegas.
De Tontopoemas ©...

Wednesday, February 14, 2007

Lava tus trapos sucios en una plaza llena y notarás cómo se vacía.

La historia contemporánea de mi pueblito estrecho cada día se parece más a una película de romanos, pero de romanos de la Roma decadente y de serie B, coño. Y siendo asunto de largo serio, viene haciendo sonreír a todo hijo de vecino que mire con cierta distancia y sin involucrarse [qué término... «invo-lucrarse»]. Corren ya por las calles anónimos de un sospechoso izquierdismo verdezuelo [éstos pegados en paredes y pisados por el suelo], y otros repartidos por repartidor a domicilio con cierto olor a derecha consuetudinaria y distinta de esa otra vieja derecha de ricos... y aún de esa otra esperpéntica de obreros de derechas con mando en plaza. Corren papeles gratuitos a «fondo perdido» y metidos por cojones a fuerza de mancillar los buzones particulares y comunitarios [éstos, todos del mismito jaez y con olor a subvención CE y a apoyo PP]... la derecha es de papeles hoy [que para eso maneja la pasta] y la izquierda de virtualidad mediática internetera y de tarifa plana... Todo un batiburrillo de medios [de medio pelo] liderados por tipos que [casi siempre] antes fueron de otra idea y se cabrearon porque no les hacían caso o porque no les hicieron ricos... Lo casi peor es que los que ponen letra a toda esta piara de panfletos no escriben ni «patrás», pues unos no asistieron a clase el día en que se explicaba cómo colocar las comas [o ponen miles o se las comen todas], otros se pasaron por el forro de sus cojones la semana de los tiempos verbales, otros tuvieron graves padecimientos de anginas y vegetaciones cuando lo de las tildes... en fin, que a la morralla de contenidos hay que sumar el horror de las malas formas sintácticas, ortográficas y expresivas.
Hay que romper una lanza [pequeña, eso sí] por los panfletos de corte rojete, pues parece que en ellos la gente se expresa con más corrección, aunque no con menos inquina.
En fin... que me hartan ya los papeles sucios y me jode un punto el porrón de árboles sacrificados en tan mentecata labor [rompo otra lanza por los rojetes, que han cambiado el papel por lo cíber]. Y todo por y para una mala peli de romanos en la que ni el cartón piedra sabe estar en su sitio.
¿Y la realidad pacata?... El Béjar de diario, el prosaico, es de desanimarse o, como diría un familiar cercano y querido, para mear y no echar gota: el urbanismo a su puta bola bolera y rocambolera, la conciencia social... sólo si me dan algo, el gobierno munícipe en un quedamos pa merendar [y algunas veces las meriendas son de negros], la oposición de espera... que ya nos toca, las representaciones de comerciantes y fabricantes con corbata nueva y gorra de chocho a lo chusquero, los de Madrí empeñados en no dejarnos tomar el café tranquilo los findes... y cada uno a su puta bola en ese jodido «yo soy el mejor... si yo fuera el alcalde... habría que matarlos... ay, si me dejaran...». Y todo se resume en pequeños odios y en inquinas personales, en tevasaenterarcabróndemierda [de boquilla siempre], cuando la miserable realidad es que hay un porcentaje de salidos extraordinario mirando los culos de las camareras de PdeT [un abrazote para esas niñas tiernas y preciosas] que se morirían por ponerle los cuernos a sus prójimas si la ocasión pintase calva y monda... pero no pueden porque no saben... y los que lo intentan van a lo «vox populi» de cabeza y de culo.
Bonita y de novela sería la historia pequeña de este pueblo para un mal «Los gozos y las sombras»: mucho sexo, bastantes malos/malos y un par de desafortunados pillados en pelota sin haber podido llegar al clin que te hace temblar y poner cara de imbécil.
Un pueblo complejo con personajes simples [sustantivícese el «simples», porfa]. Un pueblo como tantos otros, con sus curas, sus coimas, sus damas de hoyo seco, sus prohombres de nada, sus yonquis, sus guripas, sus políticos tuertos, sus funcionarios de itinerancia diaria, sus bancarios cagones, sus locos sin remedio, sus meapilas, sus castas, sus nobles sin un duro, sus nuevos ricos analfabetos, sus periodistas ebrios, sus músicos faltones, sus taberneros viejos, sus emigrantes ricos y sus paisanos muertos.
Un pueblo, amigos, un puto y triste pueblo.
De Tontopoemas ©...

Tuesday, February 13, 2007

Eres por lo que buscas... no por lo que encuentras.

A veces la vida sorprende con castigos que no son consecuencia más que de un raro azar, pero por norma uno acaba padeciendo siempre por lo que se ha buscado.
La mayoría de las veces se acaba sufriendo por haber querido ser lo que no se puede ser o por haber aparentado ser lo que no se es. Estos sufrimientos pueden ser pequeños si se quedan en lo íntimo y, como mucho, tocan el orgullo cercano.
Otra cosa es cuando se defiende la causa del error a voz en grito y se suma necedad a lo que en principio fue equivocación... El mal, entonces, no está en el error cometido, sino en el empecinamiento en mantenerse en él, y de ahí se llega a la arbitrariedad, y de ahí se llega a la destrucción por el otro, y de ahí se llega a la autodestrucción.
Vivimos tiempos de globos en el aire, con líderes ridículos en lo grande y en lo pequeño, en el salón y en la calle... gente sin formación humanística que domina por el engaño y alcanza las pequeñas y las grandes salas de mandos de esta sociedad loca. No hay remedio, no, ningún remedio... quizás sólo esperar a ver pasar sus cadáveres y hacerlo sin sonrisas [esperar y verlos pasar, ambas cosas], incluso con lástima, porque en el fondo todos, digo todos, pudieron ser buenas personas, pero escogieron mal.
Son tiempos de cueva y café a solas, de pensar y apenas decir. Son tiempos extraños en los que los lúcidos se mueren en una esquina –cuánta gente de mi generación muerta ya en vida y en la misma muerte– y los ávidos aprovechan los restos de las víctimas en un festín que huele y sabe a carroña.
Todo esto me pone triste, muy triste.
De Tontopoemas ©...

Monday, February 12, 2007

Grave tarea la de desexistir.


Hoy, a la hora de la comida, me dice mi Guillermo [comenos los dos solos todos los días de diario y somos compañeritos]: «Papa, ¿de dónde salen los raviolis estos que nos comemos?» [él llama raviolis a los tortellini]. Y yo le digo que se hacen con trigo, con harina de trigo... « y el trigo, papá... ¿quién lo inventó?»... y yo dudo y le respondo que no lo inventó nadie, que lo siembran los agricultores... «No mientas, papá... el trigo lo inventó Dios, que me lo han dicho en el cole». Y yo me cabreo porque no sé explicarle de una forma infantil quién cojones inventó el trigo, ni decirle que yo no creo en Dios aunque aguante a sus mesnadas... «Jo, papá, Dios debe ser más poderoso que Dark Weider y que el emperador de los Toa juntos, ¿verdad?».
Comí en silencio los puñeteros tortellini y el niño no dejaba de mirarme esperando asentimiento a su pregunta. Al rato, sin más, le espeté: «Dios no existe, Guillermo». Se quedó estupefacto, pensó, tomó un par de bocados de su plato y me dijo: «Entonces... ¿tú tampoco existes, papá?»... Y le puse los dibujinos japoneses para que no me jodiera el día... Los miró con atención y en silencio hasta que terminó el episodio, y justo en el tiempo de publicidad me miró de nuevo muy pensativo y farfulló: «Yo de mayor tampoco voy a existir, como tú y Dios».
Y lo escrito es tan veraz como mi jodido dolor de riñones. ¡Manda güevos!
De Tontopoemas ©...

Sunday, February 11, 2007

Soy independientemente de que tú quieras ser.


La idea del individualismo que alumbró Hobbes ponía a la sociedad en un lugar que me gusta: «La sociedad es simplemente un instrumento que nos ayuda a proteger ciertos derechos y a producir algunos bienes en mayor cantidad». Sé que la proposición peca de simplista y, por tanto, admitiría millones de argumentos en contra, pero me gusta a rabiar. El individuo como responsable íntegro de su moral y su ética, generador de derechos y usos, y generador de una secuencia de libertad [o hacia la libertad] que muy bien podría entroncar con la idea de «hombre» como posibilidad única y lanzado a la vida. Hombre para escojer y decidir, para avanzar o retroceder... y nunca «hombre» en función de lo social, sino en función de lo individual.
Desde esta persepectiva –bastante más trabada, por supuesto– deben desaparecer los valores preestablecidos y fijados por el pasado social y ser enunciados de nuevo con la magnífica capacidad de ser susceptibles de los cambios –por razón demostrada– que les apliquen los individuos. Es decir, llegar a definiciones flexibles en cualquiera de los valores que se tomen, tales como, por ejemplo, la moral, la política, la ley... consiguiendo eliminar la rigidez conservadora que lleva inexorablemente al anquilosamiento de lo social por la justa parálisis del individuo sometido a ella.
No servirían entonces las absurdas decisiones basadas en los percentiles, en las medias y las modas, con lo que se caerían de raíz bastantes «paraciencias» –léase la psicología, por ejemplo– y se daría vía libre a la conformación de nuevos parámetros en cualquier estadio del conocimiento humano y de la interrelación entre individuos [tú y yo, individuos afectados por un problema, somos capaces de arbitrar las normas a las que queremos someternos sin considerar el acuerdo genérico social... y lo hacemos libremente sabiendo que no perjudicamos a otros individuos que desean regirse por esa norma... y lo hacemos sin temor porque el individuo está por encima de la sociedad siempre que no interfiera de forma negativa en otra individualidad].
Joder, sé que me pongo pesadito, pero necesito argumentos que vayan poniéndole luz a este viaje.
(18:24 horas) Ahora que los políticos que se duermen en las cortes parece ser que van a poder dormir en casa, se confirma la elección de la Agrupación Socialista Bejarana de su alcaldable, el colega Cipriano González. Sólo nos queda saber con quién irá en este viaje, si formará equipo sólido o tendrá que ceñirse a la bicha personalista por falta de mercadería humana con ganas de joderse la vida en política.
Creo que la elección es la correcta, pues Cipriano tiene un tirón muy interesante entre la gente, pero también es muy importante saber escoger el segundo en la sombra, un segundo que sepa poner solidez a la alta representación que Cipriano seguro hará como futurible alcalde de Béjar. Los palos del sombrajo son pocos para esta tirada, pero no importa, porque habrá masa detrás.
Lo fundamental es que se prepare un programa sólido, de futuro, sin mirada electoralista, que se tome con seriedad el planeamiento de ciudad y se lleve a cabo con sensatez y buen juicio.
Les deseo suerte... una hermosa suerte de izquierdas, que ya se viene necesitando.
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Saturday, February 10, 2007

El círculo se cierra sólo si tú lo decides.

Mañana chuli con regalón de mi sobrino Javier [el jodío me ha traído una máscara veneciana de la Venecia misma. Regalo carnavalero para imaginar. Gracias, tío].
La tarde, perdularia por azar: Café con Alberto tranquilo y segundo café con el mismo Alberto y con la salada suma de Vicente Manso y Mariano Cela [cuántos años sin echar un parlaíllo con esta gente]. Hablamos de los hijos, de la vida y del pasado [el barrio, las pandillas de Los Praos, el rascacielos y la plaza; de Javi Tapia y Angelito Bueno, del jodido perro Jano (encarnación fallecida del Diablo) y de otros asuntos tan baladiseros como entrañables.
Pasé un buen ratillo.

(23:28 horas) Cuando el pocholo Baudelaire andaba a la greña simbolista metiéndole misterio a lo suyo, no sabía que un tal Moréas iba a definirlo como «Ennemie de l'enseignement, la déclamation, la fausse sensibilité, la description objective» en una suerte de manifiesto grandilocuente que poco tenía que ver con la justa realidad y tendía a separar a las gentes de pluma o/y pincel en apartados estanco que nos traen a un mondongo día de hoy en el que nadie sabe dónde está, de dónde viene o hacia dónde camina con sus pasos pictóricos o literarios.
Sí, bien, de acuerdo... eran tipos interesantes [todos, coño, todos... los simbolistas, los materialistas y sus consiguientes putas madres... todos]... y el pocholo Baudelaire se quedó como pasmado, con una cara de zangolotino que se nos ha quedado puesta para siempre a los que, después de leerlos y disfrutarlos con la vista, nos ha dado por andarnos la vida con estos remilgos creativos.
El arte y la literatura son eso: arte y literatura, sin más pollas en vinagre, sin más milongas estatutarias que sólo sirven para hacerle la minga un lío a los que estudian y subirles las crasas nóminas a los que enseñan.
Voy a tener que hacer un «manifiesto» por la universalidad de lo individual en las artes y las letras, que cada uno es cada uno y seis son media docena.
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Friday, February 9, 2007

Una escalera a veces es más que un hombre.

No estoy hecho para subir escaleras; nunca participé de esa genética del riesgo y ahora me llega un jodido «a la vejez, viruelas». Hoy salí a hacer un trabajo de calle con Ricardo para el que tenía que subir a siete metros de altura con el fin de hacer una rotulación y me resultó imposible. Sentí pánico a esa altura pobre y miserable mientras él, Ricardo, hacía todo tipo de monerías en la cúspide de la puta escalera de tres tramos que se cimbreaba como su puta madre. Dejé el trabajo y me escondí en la imprenta, pero Ricardo no lo entendió [no lo entiende]. Cada uno está trazado en una genética que le marca profundamente y los usos de ella no pertenecen al mundo de la pericia, sino al de la posibilidad o la imposiblidad. A mí me resulta imposible subir a siete metros de altura en una escalera, y me gustaría hacerle entender a Ricardo que lo que para él nada en la facilidad, para mí es un jodido abismo. Supongo que si le propusiera asuntos para los que yo sí estoy genéticamente dotado y él no, entendería perfectamente mi pavor... Pero no merece la pena hacer el gesto de la explicación cuando quizás el problema radique en que no se está en el plano [genético] de recibirla. Yo me asombro ante su pericia y, por supuesto, la temo... temo verle usar la facilidad en el riesgo y sé que no nací para titiritero, o sí, pero de la palabra.
Quizás la armonía entre personas radique en saber entender las dificultades del otro y no forzar las situaciones... porque sería jodido que cada uno machacara a los demás abusando de las propias pericias. Y que conste que a este tipo le aprecio un montón, pero no sé si es que yo no sé llevarle o él no sabe recibirme.
Prometo trabajarme con interés este asunto para que vuelva el nivel a su lugar, el de descanso. Sé mis límites físicos y psíquicos y no quiero traspasarlos. Sólo eso.

(22:25 horas) He leído a trompicones, pero apasionadamente, los cuatro volúmenes de «Investigaciones lógicas», de Edmund Husserl, en los que se desarrolla toda la teoría de la reducción fenomenológica para llegar a la esencia. Y es de una complejidad simple [no entran los dos términos en contradicción porque no me da la gana] el llegar a la conclusión de la «epokhé» [guardo lo conocido –mejor lo ya sabido– entre paréntesis mentales y me quedo con la esencia]. El problema surge cuando un tipo como yo intenta poner en práctica lo que «el palabro» enuncia... No sé hacerlo, no sé poner entre paréntesis lo que ya sé para intentar llegar a la esencia... y me quedo frustrado.
Entiendo el proceso, comprendo la teoría de la reducción fenomenológica, pero no sé utilizarla ni aún llegando a un grave estado de extreñimiento de tanto darle vueltas.
¡Bah! Admito que admiro a Husserl, pero siento que necesito filósofos que hagan fáciles mis procesos interpretativos.
Me fumo un cigarro y pienso.

Thursday, February 8, 2007

Las aves son pensamientos sin vuelta.


No fui dado nunca a los signos ni a las premoniciones. Advierto y sigo.
Hoy cumple ocho años mi niño Guillermo, ocho años que hace ahora de la noche bellísima y terrible en que su madre lo puso en el mundo. Guillermo se deslizó aquel día entre las piernas de su madre mientras paseábamos por los pasillos del pabellón de Ginecología/Obstetricia del Hospital Clínico de Salamanca obligados por la comadrona de turno para propiciar el parto. Guillermo cayó de pronto y sólo mis manos y las de Mª Ángeles evitaron que su cabecita se golpeara con el suelo. Todo fue mágico y trágico, pues mientras su madre se desangraba en una sala de partos que semejaba la escena de una película gore, yo me quedé una hora a solas con mi niño desnudo alumbrado por una lámpara azul que le daba calor y envuelto aún en el sebo amarillo que traía de abrigo. Nos miramos los dos durante una hora eterna. Él ajustándose a los rigores del mundo y yo temeroso por la vida de su madre.

Hoy salí a las seis de la madrugada camino de Mérida para realizar un trabajo urgente que nos había requerido un cliente. No sabía cuántos días podría faltar de casa, pues no tenía valoración temporal para realizar ese curro, pero contaba con un mínimo de dos días. Iba a perderme por primera vez en mi vida el cumpleaños de Guillermo, y eso me jodía un punto [a él también, que echó unas lagrimillas cuando se enteró de mi viaje urgente]. Lo tomé con resignación, pues no andan las cosas para ir dejando trabajos sin hacer, y me fui con Ricardo hasta la capital extremeña.
Ya allí, se empezó a producir la bella coincidencia de la que quiero dejar palabras.

Cuando llevábamos aproximadamente una hora de trabajo, nuestro cliente cambió sus planes de forma sorpresiva, indicándonos que el trabajo que debíamos realizar se dividía por tres [había contratado con nosotros el mateado de veintisiete grandes lunas y lo redujo a sólo nueve, eso sin detraer un euro del presupuesto que nos había aceptado, pues entendió que era su voluntad y no debíamos padecerla nosotros (¡)] Todo se ponía de perlas para mí y para Guillermo. Sonreí desde ese instante y aún sigo con la sonrisa puesta.
Trabajamos con eficacia y a la una de la tarde ya estábamos camino de Béjar. Reí, fumé, llamé a mi Guillermo para darle la noticia de mi pronta llegada y conseguí que el camino se me hiciera más corto que nunca.

Al llegar a las estribaciones de Hervás, justo subiendo hacia Puerto de Béjar, aproveché que la lluvia había parado para abrir la ventana de la furgoneta y juguetear con mi mano a cortar el aire –íbamos muy cargados y la velocidad no pasaba de 80 km/h. De pronto sentí un golpe punzante en mi mano y la metí rápidamente para mirarla. Tenía una pequeña mancha de sangre en ella, pero no era mía. Ricardo vio perfectamente cómo un pajarillo chocaba con mi mano y caía inerte al asfalto.
No fue un signo, que nunca creí en ellos, pero la muerte se convocó de nuevo en mi memoria como hacía ocho años, la muerte y la vida en un mismo sentimiento, la alegría y el temor...
Ya en casa, besé muy fuerte a Guillermo y le saqué de compras para que escogiera el regalo que más le apeteciera.
Se decidió por un par de juegos para la PS. Se los compré mientras sentía que la muerte del pajarillo por el azar de mi mano era un trágico tributo a no sé qué.
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Wednesday, February 7, 2007

Lo peor es que uno existe aunque no quiera.

Me llamó Juanjo Barral algo preocupado por mi silencio [le tranquilicé enseguida]. El hombre no sabe que ando huido de todo y de todos desde hace unos meses, que no me apetece comunicarme con nadie porque no quiero trasladar el mal rollo que llevo encima a mis buenos colegas. Seguro que lo entiende, como seguro que lo entederán también Jesús Urceloy, Marisol, Maite Iglesias, Morante y todos y cada uno de mis amigochos. Cuando tengo mal rollo particular me escondo, eso es todo.

Tuesday, February 6, 2007

El hombre libre es un hombre solo.

Sólo me cabe la «posibilidad», pues estoy vivo en la medida en que encuentro abiertos sus caminos para hacerme [no para deshacerme], porque morir es estar hecho. Y vivo con intensidad porque soy consciente de que puedo elegir, es decir, porque me siento libre de poder elegir.
¿Cómo puede imaginarse un hombre que no sea proyecto hasta la muerte misma, un hombre sin posibilidad de elección? A mí me resulta imposible imaginarlo. Hasta el hombre privado de todo puede escoger entre reír o gritar, entre morir o sobrevivir... Hasta el hombre condenado a muerte tiene su mente para valorar posibilidades y escoger entre ellas.
Y es de ahí de donde emana la libertad, que no es otra cosa que saber que cuentas con una baraja de posibilidades y puedes elegir entre ellas. Claro, esta valoración de la libertad no concuerda, si la miras bien, con ese ideal grandilocuente con el que todos gritamos la palabra «libertad». No existe así, no. Y luchar por lo que no puede existir es darse de narices con un muro indestructible. La verdadera libertad está en lo pequeño, en la opción de la posibilidad y en cada una de las decisiones individuales que tomamos sobre ella.
Ser libre es estar en el camino, sólo eso.
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Monday, February 5, 2007

Envejecer es esperar cada día un poco menos.


Llamada de José Luis Morante con el proyecto de acercarnos a los encuentros de Punta Umbría en Abril [¡¡¡Guay!!!], respuesta hermosa de Ramón H. Garrido [mil gracias, colega], invitación chuli de Isabelita Huete para verla en el Ateneo de Madrid y cierre de la exposición que coordina Marcela Lieblich para el CESIC [«Ciencia y Literatura» en el Espacio Sins Entido, que está en la calle Válgame Dios, nº 6, justo al ladito de Chueca], en la que participo cono autor junto a colegas como Luis Alberto de Cuenca, Santos Jiménez o Lara Cantizani.
El resto del día, para olvidar.

La felicidad se acerca más a quien es eficaz en lo suyo, pero también al que busca el vacío quitándole importancia a lo que no sea imprescindible para sobrevivir [en el fondo, este tipo también es eficaz en lo suyo]. Yo ahora me siento feliz despreciando al que considero que merece desprecio y queriendo con intensidad al que considero digno de aprecio. También soy feliz, profundamente, cuando intento pintar o cuando me enredo en un poema, aunque sea un poema doloroso o una pintura trágica.
No soy feliz cuando pienso en el futuro de mis hijos o cuando veo a los perros del PP dividiendo otra vez a la gente con la que comparto espacio y risas.
Pero ser feliz no es un fin que busque con vehemencia, pues me encanta dejarme llevar y que los segundos de felicidad lleguen por sorpresa.

Y ya voy poniéndome viejo, y por eso estoy solo o un poco más solo cada día... No puedo decir que no espero nada, porque mentiría. Espero mucho de mí y nada de los demás, que es justo lo contrario de lo que esperaba hace diez o quince años. Hoy me quiero más que antes y he reducido sensiblemente el número de personas a las que quiero de verdad.

Sunday, February 4, 2007

Cada hombre es un mundo por hacer que se va deshaciendo.


¿Cómo he llegado a ser profundamente ateo y gozosamente existencial?
Sinceramente, negar la existencia de un dios es fácil y, además, los hombres de dios te ponen el camino diáfano. Otra cosa es demostrar y demostrarse que no hay un ente anterior y creador y, a la vez, posterior y destructor. ¿Cómo demostrar lo que no existe si no hay parámetros a los que atarse? En este caso sólo se puede argumentar en la demostración la idea que el hombre se ha hecho del concepto «dios», y desde ese punto también es relativamente fácil llegar a la conclusión deseada, la que se quiera, por supuesto, que es cuestión de retórica y no de «verdad».
Ser ateo, en todo caso, es mucho más difícil que ser creyente, mucho más peligroso y mucho más incómodo.
Mi ateísmo niega la existencia de un dios y se preocupa de forma individual por los negativos efectos de esa creencia en las personas de mi alrededor que, por ella, pueden inducir variables en mi existencia que no quiero. Es decir, dios no existe, pero su idea y su creencia en él son capaces de afectarme y de modificar mi entorno.
Así pues, estoy en la lucha de no creer y en la de protegerme del creyente que toma su creencia como verdad tangible y la extrapola al medio con fuerza real llegando incluso a ser agresivo hacia el no creyente.
Además de ateo, me encasillo sin reservas en una suerte de gozo existencial [parecen términos contradictorios, pero aseguro que no lo son, pues puede gozarse del pesimismo existencial precisamente porque desde la seguridad de ser «un hombre lanzado al porvenir» todo se hace más intenso, cobrando cada acto un valor que no pueden degustar los que esperan «otra más alta vida», pues se goza lo que se agota sabiendo que no volverá y se goza lo que se comienza sabiendo de antemano que tendrá un final preciso]. En mi existencialismo lucho por la individualidad como raíz y norte, una individualidad que después del hallazgo se extienda a lo social para «compartir» sin el apellido de «propiedad»: Yo creo –de crear– en lo individual y echo al mundo lo creado con libertad de uso [no me parece que esta idea se pueda dar de cara con los conceptos socialistas o comunistas... sí que los tergiversa en su esencia, pero comparte sus fines y hace que se llegue a ellos con más brillantez y mejores posibilidades de éxito]. Por tanto, tengo claro que soy un hombre único, con existencia individual y con un definido principio y un seguro final; que estoy en un proyecto de vida que me trabajo a diario y que igual que tomo lo que considero positivo de otras individualidades, entrego sin preguntas lo que haya nacido y crecido en mí y pueda ser utilizado por otros, ya que considero que cualquier descubrimiento humano pasa a ser universal –por pequeño o vano que sea– y entra a formar parte de la genética de las generaciones posteriores sin esa mediación de corte capitalista que se llama «propiedad intelectual» y que no es más que intentar sacar un provecho material de lo que pertenece al humano como especie en evolución [en este punto es un ejemplo claro el asqueroso negocio que hacen las multinacionales farmacéuticas dejando morir a millones de hombres mientras tienen las fórmulas para la curación de sus males metidas en cajas fuertes esperando a que multipliquen sus ganancias]. Ésa es la justa inmoralidad del imperante sistema capitalista.
En mi individualidad, igual que tomo del otro, doy y comparto. Y el gozo llega de ambas direcciones del camino... igual que llegan la soledad, el temor, la sensación de acabamiento o la tristeza.
... También procuro ser hedonista cuando se tercia.

(17:21 horas) Ando engolfado, Alberto, en explicar lo combativo de mi poesía para dejarlo escrito y que no se hagan interpretaciones ajenas a mi intención, como más de una vez ya han hecho algunos críticos, hasta el punto de no reconocerme ni en los trazos de mi obra como base de sus argumentos peregrinos, ni en lo que terminan afirmando sin conocimiento alguno de causa.
Afirmo mi interés decidido por lo confesional enmarcado en una expresión simple y clara; lo confesional como hilo conductor de una experiencia personal de vida que deje un latido de mi mundo prosaico unido al devenir de una sociedad que me ha colocado justo donde estoy: Desde mi tacto directo intento mostrar el decorado de un sistema que corresponde a mi tiempo, un decorado en el que cada día y cada noche represento mi papel y que considero que debe ser esbozado poéticamente y éticamente como percepción directa e individual de un tipo que pisa la calle en estos días. Por ello apenas toco temas que me sobrepasan o se salen de mi círculo vital [excepto los relativos a los sentimientos más profundos], pero intento hacer un juego de alta dificultad, que no es otro que dejar indicios de lo universal desde lo absolutamente personal. Por eso desnudo mi vida, me desnudo, porque me considero un tipo mediocre que responde perfectamente a los percentiles aceptados en este tiempo, y al mostrarme desnudo pretendo desnudar también al hombre de mi tiempo. Así, para hablar del hombre de mi tiempo y de sus miserias, hablo de mí mismo y lo hago en primera persona, pero siempre con la intención de que ese «yo» sea siempre un enorme «nosotros».
Con lo antedicho afirmo mi decisión constante de aportar en mi obra una importante intención política que no sé qué dimensión tiene, pero que me parece preclara cuando los poemas se leen con distancia y se sabe ver en el individuo que los protagoniza todo un grupo social que hoy late y respira.
También es poesía de combate, también, porque desde el existencialismo que la hace nacer siempre se dan claves para la rebelión contra todo y contra todos, incluso contra uno mismo. Y no es una poesía de combate hecha al modo de los poetas de guerra, con la voz altisonante y una clara arenga cada tres versos, es una poesía de combate diario y callado, pero con la clara misión de hacer sangre y herida en órganos tan sensibles como la moral, la humillación, la solidaridad, la justicia y la aceptación de una vida anodina.
Para mi poesía siempre busco música, una música que sale del heptasílabo y del octosílabo [en los que me entreno casi a diario junto a la itálica forma del soneto, en el que me siento como pez en el agua a pesar de que apenas decida publicar algunos pocos de cuando en vez], e incluso fuerzo a veces esa música y la patentizo con rupturas estéticas de rima interna que resultan tan imperfectas como el tiempo en que vivimos, de tal forma que algunas veces busco el poema malo como expresión de un tiempo malo, de tal manera que hasta la forma sea combativa y rebelde: El poema es espejo del tiempo en que se escribe... hasta espejo formal.
Sé, amigo Alberto, que al hacer esto corro riesgos, pero lo hago con conocimiento de causa y pensando siempre en que la forma también es indicativa y vindicativa del contenido del poema.
Alguien podrá decir: «Este petulante escribe con la intención de permanecer»... y no se equivocará, porque en mi narcisismo estoy decidido a que alguien alguna vez se sirva de mis palabras para explicarse este tiempo de otra forma, y esa es una razón esencial en mi escritura, ésa y la de curarme en salud echando toda la mierda de la cabeza en pequeños o grandes vómitos.

Saturday, February 3, 2007

La razón a veces sobra.


Si algo envidio de ti, amigo Alberto, es la magnífica gestión que haces de tu instinto cuando el azar tiene tanto que ver en los resultados.
Instinto y azar que sabes favorecer siempre con la reflexión precisa.
Yo siento que ahí hay algo alquímico para lo que hay que estar dotado y formado. Y luego el dominio del tiempo, el saber escoger el grado exacto de calor en un segundo, el lanzarse a la obra candente como un suicida para intervenir en ella con un juego enervante de triunfo o desastre.
Sí, Alberto, ya sé que el instinto es una mecánica incierta de la mente, un gesto de hormonas que apenas responde a pensamientos previos y elaborados, quizás hasta una suerte... pero su valor reside en que te dota de una calidad animal de la que el hombre ha desertado y te acerca a un orden bioquímico que para el hombre es caos. En el instinto es tu naturaleza química la que busca salidas posibles y viables, y en él eres profundamente idividual, porque el latido es tuyo y para ti, dado que el otro es una química distinta y distante. Con el instinto juegas en unos límites a los que la razón nunca sabría llegar, y en esos límites es donde se roza el descubrimiento y la innovación.
La razón siempre lleva a instalarse en la media y escalar desde ella hasta lo original, lo que predice caminos difíciles en los que, para brillar, debes jugar a desestructurar, a deshacer, a desmadejar... para poder ir descubriendo caminos nuevos y alternativos. Desde la razón siempre tendrás que valorar al otro y estimar su reacción y las consecuencias que ella te depare, encontrando con harta frecuencia barreras insalvables que no proceden de ti. El instinto no se viste con esas reglas ni con esos obstáculos, pues sólo mide los aspectos de gozo individual como acicate y los de dolor como prevención.
Como ves, Alberto, la mejor forma de saltarse al otro es no pensar en él y dejarse llevar por la intiución particular, por el latido, por la prisa de hacer y deshacer... de esta forma se precipita el proceso de acierto/error y se gana un tiempo precioso en el que el aprendizaje es rápido y sabe ofrecer resultados.
Yo, amigo, cada día fío más a mi instinto, aunque luego pongo la razón como apéndice postrero, lo que me ayuda a interpretar mis gestos y, por qué no, a dotarlos de literatura y máscara; es decir, a adaptarlos al mundo «normal» de los hombres para intentar sumarlos a esa «media» en la que está instalada la razón.
Y soy más feliz, y me siento más vivo.

(17:00 horas) Rematar la lectura de la obra de Francis Ponge me ha resultado arduo y trabajoso. He accedido a él desde una edición bilingüe de Miguel Casado [«La soñadora materia»], y debo decir que estoy agotado de color y de naturaleza... a la vez que decepcionado por una poesía que no soy capaz de entender, de la que dicen los «entendidos» que es creadora de espacios... Y tanto, coño.
Y ya vuelvo a estar harto de la literatura de la dificultad, del decir escondiendo, de la tensión sin resolución posible. Ahora necesito palabras claras y conceptos concretos que se me muestren diáfanos y no me enreden en un apretar que ni quiero ni busco.
El mal de la Literatura es el rodeo churrigueresco y el jodido retruécano.
La poesía de Francis Ponge no me ha gustado nada... Seguro que es mi culpa.
(18:25 horas) En un pasaje inteligentísimo de «El oficio de vivir», Pavese argumenta que «la única y exclusiva razón de la moralidad individual es que un día morimos y no se sabe lo que viene después». Tan vivo como siempre, el magnífico poeta y altísimo pensador lleva esto al terreno de la política para indicar lo que sigue: «La razón por la que en política se permite cualquier porquería y el criterio es astuto/necio, y no bueno/malo, parece ésta: el cuerpo político no muere y, en consecuencia, no responde ante ningún dios».
QuÉ bonita forma de llamar inmorales a los políticos. Se arman unas proposiciones al gusto, se silogismean y se escupen verdades sin paliativos bien armadas en la lógica.
Políticos inmorales para destruir lo que les hace permanecer y para permanecer por lo que destruyen.
Viene esto a que ando mirando las noticias sobre la manifestación convocada hoy en Madrid por el Foro de Ermua y veo con claridad la manipulación política de un Partido Popular que utiliza a las víctimas de ETA con fines espurios y partidistas. Ellos son el centro, la cabeza y el culo de una protesta que sólo existe para dar pábulo al terror y llevarse la carnaza en votos de mierda con los que jugar al ordeno y mando, con los que hacernos ser un país beligerante con el gobierno asesino norteamericano y con los que inflarse a ganar dineros con prebendas constructoras en un camino despejado de «rojos». El PP hace de la INMORALIDAD muy buena caja mientras logra que a los ciudadanos de paisano nos dé verdadero asco la política.
Yo no puedo hacer nada más que llamarlos a voces ¡¡¡INMORALES!!! mientras siento cómo el miedo me hace temblar ante estas nuevas falanges, más fascistas aún que el carnicero Caudillo, y más frías.
Me jode decir lo que voy a decir, pero estoy seguro de que se frotarían las manos si ETA volviese a matar. Quizás es lo que buscan.

¿Qué poesía me gusta? Siempre la que va acompañada de descubrimiento, la que me obliga a escribir, la que rompe algo adentro...
¿Qué poesía no me gusta? La decorativa, la que busca dificultad para expresar sentimientos vivos y sencillos, la del alarde, la que se abstiene del sentimiento y se queda en la estética del decir...

Siempre espero que mañana sea el día de acabar con este diario para volver a escribir de verdad, pero mañana siempre es mañana y este diario es lo único tangible que tengo en las manos en los últimos tiempos.

Mi escritura es un fin en sí mismo.

(22:17 horas) Hay un retrato femenino inacabado de Edward Burne-Jones, que lleva por título «Hope», en el que me detengo con frecuencia cuando miro un libro de arte que guardo en mi biblioteca sobre el pintor [tengo marcada la página con un separador antiguo para volver a él cada vez que puedo]. Expresa mi ideal de belleza de una forma inimaginada: pelo rizado y rojo, recogido sobre las orejas, perfecta simetría en el rostro, nariz pequeña, ojos entre tristes y agresivos mirando a otro lugar distinto a mis ojos y con un arco de cejas inigualable, labios carnosos sugiriendo amargura mezclada con algo dulce, mentón redondeando una cara cuadrada, un cuello de vasija delicada, de corza, largo, interminable, llamando al beso... y una mano apuntada aguantando una pieza de fruta.

El hecho de que el cuadro no fuera acabado por Burne–Jones le aporta un halo de misterio que lo hace mucho más interesante.
Me quedo siempre absorto ante esa visión de belleza tangible, ante la pregunta del pensamiento de la modelo, ante esa tristeza que se patentiza en uno de los cuadros más bellos que conozco.

Friday, February 2, 2007

Me da la sensación de que la delicadeza es autodestructiva.

Una inminente exposición en Madrid del colega Manuel García Blázquez me lo ha traído de pronto como caído de ese otro tiempo salesiano [expone en la galería Zúccaro, de la calle Hermosilla, desde el día 19 de febrero hasta el 10 de marzo]. Mi trabajo de impresor ha hecho la magia, pues ha tenido el detalle de encargarme el folleto para esa muestra.
Mi reencuentro ha sido fugaz, lo justo para realizar su encargo mientras yo le daba seguridad en el resultado y Manolo dejaba asomar su tranquila timidez y su pausa de corte romántico.
Hoy le acerqué el resultado de mi trabajo hasta su casa de El Castañar, una delicia de lugar que transporta a otro tiempo y a otra sensibilidad que me gustan [recordé entonces que hace tiempo envidiaba su gesto de llevar un botón antiquísimo sobre la solapa]. La visita fue breve porque Manuel es muy amable, pero emana distancia.
Al llegar a mi estudio examiné las láminas de sus cuadros con tranquilidad y me sugirieron poemas de Pessoa y canciones de Caetano Veloso, eso y cierta sensación de paz decadente que me encanta.
Sé que va a vender, porque su obra está bien trabada y domina la técnica con verdadera maestría.
Tengo que acercarme a Manuel para que me enseñe sus trabajos de cerca, que me apetece de verdad.
Suerte, hermano.

Thursday, February 1, 2007

La verdad siempre resulta triste.

Quizás el nivel de aislamiento dé la medida de la vejez particular, y no sea el tiempo en su decurso el que tome tal decisión. Uno envejece socialmente –lo social lleva a lo físico– en la medida en que va siendo aislado, no tenido en cuenta para la toma de decisiones.
Cuando alcanzamos la madurez (?) solemos ser centro de la mirada de nuestro núcleo cercano, ya sea social, familiar o profesional, buscando siempre la dirección a seguir. Ahí ocupamos la cumbre y marcamos el camino –mal o bien, que eso casi nunca se sabe–. El hijo se refugia en la seguridad del padre, el aprendiz en la del obrero experto y el político imberbe en la del político avezado y curtido en mil batallas. Entonces eres de alguna forma imprescindible... Después, cuando el hijo crece, el aprendiz aprende y el imberbe político se curte, empieza a llegar poco a poco el aislamiento, que se va notando por esa sonrisa amable que se posa en la cara de la gente, una sonrisa que alumbra su seguridad e indica taxativamente tu prescindibilidad.
Ya en la vejez particular, hay que tomar ciertas medidas para no limitarse a sobrevivir o a sobremorir. Comete grave error quien busca razones y modos con los que volver a hacerse necesario. El momento es crítico y lleno de belleza si se sabe gozar, pues en ese punto de no retorno es justo donde puede empezar a reinar la palabra dicha como verdad necesaria.
Saber que uno puede empezar de nuevo a nombrar las cosas y a adjetivar a los hombres y sus hechos como le salga de los mismísimos cojones. Morir habiendo dicho exactamente todo lo que querías decir es una de las mejores ventajas que trae el aislamiento de la vejez.
Lo malo es que los viejos terminan siendo miedosos en su mayoría y no se atreven a retar con palabras a ese más allá que sólo es vana esperanza.