Monday, December 29, 2008

Mi hija rebonita.


Mi Mariángeles cumple 21 y es el primer año de su vida que no estamos juntos.
Felicidades, hija, y un abrazote gordo de todos los que habitamos la casa que vas dejando vacía.
•••
Recuerdo ahora un poemita infantil que le escribí a mi hija cuando cumplió cuatro añitos y que lo mantiene enmarcado desde aquel día sobre su mesilla [empezaba así: “Mariángeles, chichitas blancas, / de la luz chispita alegre...”... no lo continúo porque es algo íntimo y suyo] y la estoy viendo con su vocecita divina hablando sin parar, que aprendió pronto y con mucha corrección, sentada sobre la alfombra del salón, rodeada de juguetes y mirando embobada el vídeo de anuncios de juguetes que le grabamos la Navidad anterior [le encantaba mirar ese vídeo y se lo pedía siempre todo]. También recuerdo, y sonrío solo, sus días de ballet, que fueron muchos, y cómo fueron conformando su cuerpo y sus gestos con esa pose hermosa que lleva en su periplo de mujer... y sus constantes caídas por haber heredado mis tibias giradas [siempre se hacía los chichones en el mismo punto de la frente]. La recuerdo en mi cama a primera hora, con su pijamita y los pelillos revueltos, o unos años antes, tomando el bibe de mi mano mientras veíamos la tele del dormitorio, o riendo a carcajadas ella sola mientras seguía las cómicas historias de Los Aurones con aquel tontorrón que se descuajeringaba siempre [creo que se llamaba Gallofa].
Mi hija, mi tesoro, la que es exactamente igual que yo en todo, todo, todo... mi niña de nata... la que hoy no está aquí para embromarme y hacerme esas cosquillonas que tanto me mosquean mientras me dice con voz socarrona: “parrooo, que vas mayoooor”.
Te quiero, hija. Te queremos.

Sunday, December 28, 2008

Cromatografía de la luz.


28 de diciembre de 2008
Después de 14 días trabajando sobre una lámina irregular de cartulina verjurada crema de 69 x 24,5 centímetros [aprox.] y dos bolis “STABILO point 88 fine 0,4” vacíos, con las muñecas agotadas de tanto trazo y con la cabeza medio limpia de los mil malos rollos pequeños que me acucian, he terminado por fin mi “Cromatografía de la luz”, una representación de nueve mujeres desnudas sobre un jodido fondo de escritura [es lo que más me cuesta rematar, ese tipo de fondos realizados con grafías pequeñas y mezcladas] de las que una está dando a luz una lámpara de filamento incandescente. He vuelto a mis dibujos de línea marcada [ya empecé con ellos en mi nuevo diario gráfico hace unas semanas bajo el título de “Busca mi olor”, del que llevo rematadas 19 páginas], entre otras cosas, porque quiero retrotraerme a esos años en los que intentaba cierta poesía social y en los que siempre hacía este tipo de dibujos, empezando por dibujar mujeres en posiciones lascivas y terminando inexorablemente con el dibujo de monstruos irritados que devoraban todo y por ahorcados orinando tulipas encendidas o enredaderas llenas de flores con cinco pétalos. Nunca he sabido por qué realizaba aquellos dibujos, aunque sí fui siempre consciente de que cuando remataba mis dibujos más oscuros era justo cuando emanaban los poemas más intensos. El caso es que he entrado en ese frenesí de nuevo para buscarme “Los 400 golpes” que necesito, y he entrado por la luz de siempre, por el dibujo simple que empiece a estimular el cambio mental que necesito, pues aún sigo en la vena de los “Dientes de leche” y las palabras se van a ellos como un imán, sin que mi voluntad pueda hacer demasiado al respecto.
¿Hacia dónde quiero ir? Veamos:
Sé que la poesía social siempre ha tenido un fuerte componente narrativo y cierta épica [tampoco hay que ocultar su jodida salsa de doctrina]; es por ello que se aleja de la poesía lírica, que juega con las emociones y los símbolos, con esa llamada ‘emotividad subjetiva’ creada para definir la mismita nada del poeta, o por lo menos eso es lo que vienen diciendo desde hace años los estudiosos de culos planos que viven de estas tonterías con magros sueldos universitarios [aunque, si lo pensamos bien, ¿qué puede resultar más emotivo y simbólico que la denuncia de, por ejemplo, la cara de un niño muriendo de hambre en Biafra, con todo lo narrativo, doctrinal y épico que se nos quiera poner el poema?].
El caso de la cosa es que quiero llegar a conseguir poemas sociales que contengan la voluptuosidad poética de mi idioma, es decir, aunar mi planteamiento moral y mi pensamiento ético con la postura más lírica que he aprendido a volcar sobre el papel.
Mi duda radica en si seré capaz de armar poemas claros [la poesía social debe ser una poesía clara –entendible por el receptor al primer golpe–, lo que no quiere decir que tenga que ser una poesía mala] en los que exista altura lírica.
En ello estoy... y es jodido.

Saturday, December 27, 2008

Mingaslacias Telefónica.


27 de diciembre de 2008
Que cambié hace unas semanas el equipo informático de mi domicilio por uno molón y wifero de la marca Macintosh, y que al ir a conectarme a internet [que tengo un contrato de ADSL con Telefónica desde hace más de seis años], el ordenata reconoce con su Wi-Fi hasta nueve líneas exteriores, pero es incapaz de encontrar la mía. Bien, calma, no pasa nada, coño, que se llama al 1004 y todo te lo arreglan en un palante, que lo dicen por la tele.
Y marqué el 1004, y comenzó esa perorata del “si desea hablar con atención al cliente pulse...”, y di con el robot de las preguntas, ese que dice con voz femenina que expreses alto y claro tu pregunta, y la expresé: “buenas tardes, que mire, señorita robot, pues que tengo una línea ADSL con ustedes y que, por circunstancias que no vienen a cuento, he cambiado el equipo informático de mi casa. Y, verá usted, el ADSL no funciona con el nuevo equipo, por lo que quería, si ustedes son tan amables, que me dieran solución a este asunto que me trae de cabeza, más que nada por los críos, ¿sabe?, me están machacando por no poder entrar en el messenger para hablar con sus coleguillas... son niños, ya sabe, y estamos en fiestas...”. Sonó de nuevo la voz del robot: “no hemos entendido su consulta, le rogamos que la repita alto y claro, indicando con exactitud lo que desea”. Bien, vale, no pasa nada, que yo repito la consulta las veces que haga falta. Y la repetí.
El robot me dio las gracias y me dijo que en unos segundos me atendería una persona especializada. Música disco durante tres minutos, un pipipí y salió por fin una voz humana y también femenina. Le conté mi problema y me explicó que en atención al cliente no podían resolverme el asunto, que debía llamar al 902357022. Le di las gracias a la periquita y me dispuse a marcar el número indicado.
Marqué.
Justo al comenzar la llamada, salió de nuevo la puñetera voz del robot para indicarme que dicha llamada tenía un coste de siete céntimos por minuto consumido y que, al finalizar mi consulta, debería contestar un test sobre la atención recibida por el operador que me atendiese. Música otra vez, ahora solo unos 30 segundos, y la voz amabilísima y dulce de una chica me pregunta que qué es lo que deseo. Me explico y me pregunta mi número de teléfono, mi nombre completo y mi número fiscal. Se los digo todos de carrerilla para no tardar, coño, que son siete céntimos/minuto, y me dice que me conecte... “¡joder!, pues no le digo que no tengo línea, para eso llamo”. Y ella insiste, sin hacerme caso, con su perorata aprendida de memoria: “entre usted en la página www.telefonicaonline.com, vaya al apartado ‘Hogar’ y, dentro de ‘Hogar’, a ‘Internet Dúo’, y allí, a la izquierda, pique ‘ADSL servicios’, y a la derecha verá ‘Soporte Técnico’, y dentro de soporte técnico presione en ‘Manuales y Descargas’, donde encontrará los drivers del modelo de modem que usted tiene”. Yo, aun no teniendo línea, lo apunté todo en un papelín, por si las moscas, y le dije de nuevo que no tenía línea, a lo que la moza me contestó que me haría ella la búsqueda si le decía el modelo de mi modem. Pillé el modem y no ponía el modelo por ningún lado, así que la periquita me indicó que se lo describiera: “mire, es azul transparente, con tres lucecitas en la parte inferior y pone...”... enseguida me contestó que era el modelo VITELCOM, que se reconoce de inmediato por ese azul transparente. Me rogó que aguardase mientras me buscaba los drivers. Un minuto y medio [es decir, 10,5 céntimos más]. “¿Señor Comendador?... sí, mire, ese modem es muy antiguo y en nuestros archivos no hay drivers para él. Si lo desea le doy el teléfono de comercial y allí solicita usted la compra de otro modem más moderno o, si no, se acerca usted a la tienda donde contrató y les plantea el problema”. Me cisqué en la puta madre de los conguitos y mandé a la mierda a la moza, que me colgó mientras sonaba la voz del robot indicándome que no colgase sin completar el test sobre la atención recibida... colgué.
Por la mañana de hoy, tempranito, me acerqué a mi tienda de Telefónica, que la dirige un buen colega mío, y me atendió una chiquita muy mona. Cuando le expliqué el asunto, me miró con cara de no tener ni puta idea y se quedó callada clavándome sus ojos en la boca. Yo no reaccionaba, porque me estaba cabreando bastante, pero llegó mi amigo Santiago para poner relajo en el asunto. “A ver, Felipe, ¿qué te pasa?”... y se lo expliqué punto por punto. Y Santiago se me puso en plan Nuevo Testamento, tirando de parábolas diversas para explicarme a mí, que no soy tonto, como el de Media Markt, lo que ya tenía entendido: “Verás, Felipe, si tu contratas una línea telefónica y tienes la suerte de pillar una oferta con móvil gratis y a los dos meses rompes el móvil, pues tienes que comprarlo tú, que telefónica no te lo repone... ¿lo ves claro?... pues con los modem’s sucede lo mismo, que te lo regalan con la oferta de alta y, si lo rompes, tienes que comprarte uno nuevo, ¿entiendes?”. Claro que lo entiendo, coño; pero es que yo no he roto el modem, es telefónica la que no sabe darme servicio para un producto que me vendió en su día y que me cobra cada mes sin falta.
Discutimos un ratillo en buen tono y Santi quedó en que el lunes se pondrá en contacto conmigo su hermano, que es el que entiende de estas cosas, para intentar darme solución.
Visto todo y sumado el cabreo, me vine a mi estudio e indagué en los nuevos contratos de ADSL de Telefónica, y me quedé alucinado, pues yo pago cada mes 39,0658 euros más IVA por mi línea ADSL con un modem viejo que no funciona [ello en un contrato Dúo que incluye también una línea de telefonía fija por la que me cobran 23,4317 euros adicionales de cuota fija más el consumo de llamadas y su IVA correspondiente] y en la página de telefónica online se me ofrece lo que sigue: Alta de línea y router Wi-Fi gratis con una línea telefónica por 13,97 euros y el Dúo Kit ADSL de 10 Mb por 9,90 euros, regalándome, además, un MP4 con auriculares, el PIXBOX de música sin límite gratis, un asistente de PC y dos meses a mitad de precio.
Así que el mismo lunes me daré de baja en Telefónica a la vez que me doy de alta otra vez, de tal forma que solucionaré el problema que ellos no me solucionan cobrándome un montante de 63 euros fijos al mes, y pasaré a pagar 44,90 euros, con dos meses a mitad de precio y todos los regalos antedichos... y mis chicos tendrán su ADSL de 10 Mb para charlar virtualmente con sus coleguillas.
¿Dónde estaba el problema?... en mi falta de información, claro, que soy imbécil.

Friday, December 26, 2008

Como "La musa del arroyo".


Como “La musa del arroyo”, del gran Emilio Carrere [“... Y en la encrucijada umbría de la suerte impenetrable, la Miseria, la implacable, se reía, se reía.”], ha pasado hoy a mi lado todo el contraste entero de mi sociedad moderna y avanzada: los esquiadores bajándose de audis y bemeuves cuatro por cuatro y corriendo a pedir sus riberasdeduero con alitas de pollo o morcilla de Burgos... y el borrahillo solo, de esquina a esquina siempre, charlando con la silla plegable de la viejina que se sienta a tomar el sol, cuando calienta, en la Plaza Mayor. Los beharahuis rancios de magro monedero paseando a sus santas con abrigos de pieles y bolsos de charol [¿Chabrol?]... y el tuerto harto de vino sentado sobre un charco con la cabeza sucia y un vómito marrón a su derecha. La madrileña espesa y su perropeluche con una bandejita de pasteles y unas botas naranja y unas mallas de esquí y un anorak de marca y un sombrero de piel con acné y una pluma... y la rumana oscura pidiendo la moneda de los carritos del súper a los hombres felices.
Tengo ya que empezar a trabar mi nuevo poemario, y este es buen momento, pues esa diferencia que lo llama a golpes de aldabón está en cualquier esquina de mis calles como un affiche móvil que siempre está delante de mis ojos.
“La musa del arroyo” quizás sea el mejor punto de partida para “Los 400 golpes” que esperan a mis manos... lo mismo saco algunos versos del magnífico Emilio para darme a mí mismo la orden de salida.

Sugerir en vez de dar.


26 de diciembre de 2008
Leyendo los últimos mensajes de Adu sobre literatura y creación, me planteo recapitular sobre mi opción creativa, especialmente a partir del comentario que dice:

“Tu prosa es muy lírica, llena de simbolismos y de más cosas que ¿no quieren ser sino sonar bien? (no estoy segura), yo a veces no te entiendo pero da lo mismo, eres diferente aquí que en tus novelas, aquí eres más como tu poesía, que a veces es algo barroca y a veces directa, yo prefiero esta última.
A mí no me gusta utilizar palabras poco coloquiales (no se me da bien, no estoy natural), necesito cuadrar todo y ahora -en los últimos meses, años, no sé bien- hasta dejarlo abierto, inconcluso, interpretable.”

Veamos... trabajo en los símbolos con voluntad de síntesis y busco que quien decida recibirme, consiga emocionarse, implicándole en lo que procede de mí para que lo haga suyo... y para ello debo saltar sobre la lógica o traspasarla, debo buscar la música y el ritmo... y sugerir siempre en vez de dar, estimulando con mi creación la creación ajena. Siempre busco [apenas lo consigo] huir de todo lo que aparezca discursivo para intentar adentrarme en ideas nítidas, puras... y a ello me motiva esa sensación hermosa que nace cuando percibo que mis textos son capaces de atraer al receptor sin que sepa explicarlo... ese “hay algo, pero no sé qué es, que me lleva por el poema y me deja tocado, y todo a pesar de que tengo la sensación clara de no haber entendido”... ahí es donde realmente me puedo sentir satisfecho porque he conseguido lo que pretendía, lo que siempre busco.
Sé que es tan complicado de explicar como de entender, y no soy yo un tipo acertado en definir con exactitud lo que busco y hacia dónde pretendo caminar, siempre me faltan palabras y también me sobran.
Sugestión, temblor, exaltación, pureza, indicio, atracción... he aquí los lugares de búsqueda... y por ellos, desde ellos y en ellos, encontrar una “estética” por la que dejarse llevar, en la que fluir.
Así entiendo mi posición en la poesía hoy, y también en la prosa poética... y casi también en la opción de vida en la que quiero vibrar y no me dejan [las circunstancias, claro].
Quien me busque en mis poemas para entenderme, jamás podrá conseguirlo... pero quien nade en ellos para entenderse a sí mismo, es muy probable que acabe entendiéndome mejor que yo me entiendo.
En fin, todo un jaleo.
•••
Y que vino mi Mª Ángeles como una de esas tormentitas de verano, y nos dejó a Geles y a mí esa lluvia salvífica que calma, y también a sus rebonitos hermanos, pero que encierra truenos que acojonan, y que nos sentimos muy bien todos juntos durante un ratito [mientras olvidamos que tenía que marcharse de nuevo, rapidito, urgente, a la jodida Helmántica], y que se nos saltaron las lagrimillas en un abrazo común e intensote, aunque yo me hago el durillo en presencia e intento quitar hierro, pero que a mi Geles le tiene el corazoncito rotete y se pone mimosa, y que eso nos une y nos reúne y nos hace piñita... y que vuelvo a estar jodido, y sé que sin demasiada razón si me comparo con el resto del mundo, porque nuestra hija está creciendo y volando al mismo tiempo, y vuelve al nido siempre con su sonrisa cierta y hermosísima y lo revoluciona todo, y nos enfada a todos, y nos hace abrazarnos y reír, y nos hace gastar los pañuelos de papel –con lo que han subido de precio–, y nos hace sentir que somos uno, un uno diverso y absolutamente maravilloso. Y que yo no sé qué hacer a veces, pero debe ser así esto de hacerse viejito despacio, despacio, despacio...


Thursday, December 25, 2008

Navidad.


25 de diciembre de 2008
Los fastos nochebueneros me dejaron bluf y me pasé la cena en familia como un doliente hasta que a eso de las cinco de la madrugada mi cuerpo dijo basta y me vacié en un vómito violento y curativo. Luego dormí como un niño hasta las diez de la mañanita de Navidad... y como un enfermo busqué un poema de Girondo que había leído hace tres semanas y que hoy me venía al pelo. Lo encontré:

ESCRÚPULO

Me parece que vivo,
que estoy entre los ruidos,
que miro las paredes,
que estas manos son mías,
pero quizás me engañe
y paredes y manos
solo sean recuerdos
de una vida pasada.

He dicho «me parece».
Yo no aseguro nada.

Y dibujé en mi cuadernito una silla rarísima, no sé por qué, pues he dedicado el cuadernito a dibujar olores en forma de mujer sobre un enredo extraño de grafismos.
Y me quedé quietito en mi sillón, pensando en esas dos facetas que me oxigenan y que siempre he intentado unir con intentos creativos: el cine y la poesía.
Todo arte debe alcanzar desde la vigilia un estado de ensoñación en el que la lógica y el sentimiento sean las variables con las que jugar, incluso saliéndose de ellas... y así pelear en la búsqueda de conseguir emocionar al otro desde la propia emoción [que debe ser pasión en el creador], de tal forma que quien recibe el objeto de arte no sea un individuo pasivo [circunstancia que aúna sin dudarlo a los verdaderos receptores del cine y la poesía]. El poeta y el cineasta tramitan silencios, miradas, pausas, imágenes, sentimientos que exceden a la palabra descriptiva o a la imagen patente... y en ellos hay siempre un juego delicioso con la ambigüedad que los hace realmente especiales y distinguidos por la magia de cómo puede multiplicarse en los demás lo ya creado. Ambos creadores son capaces de quitarle las bridas a la imaginación de, por ejemplo, el novelista, y dejarla correr a su entera libertad, aunando en la materia prima [la imagen o la palabra] valores tangibles de todos los sentidos [tacto, olor, sabor, vista...] y haciéndolos funcionar sin la necesidad del objeto que se enfrenta a ellos para estimularlos.
De ahí mi empeño por conseguir poemas cinematográficos que sean capaces de hacer una cartografía de la humedad, del aroma, del temblor [lo contrario, hacer filmes poéticos, no llega hasta mi capacidad por falta de conocimientos técnicos, aunque a veces lo he intentado con mis escasos medios y mis pobres potencias –algún experimento con cámara web he mostrado ya en estas páginas]...
El caso es que tengo la mañanita espesa y apenas acierto a expresar con luz todo lo que se balancea en mi cabeza [me pasa con harta frecuencia], y que sigo insistiendo en mi idea borrosa de ‘hacer’ sin saber hacia dónde me llevarán estos pasos vacilantes fruto de mi inconsistente empeño creativo.
A ver si se pasan las navidades sin más vómitos.
•••
Y comimos todos juntos por fin, celebrando que para las próximas fiestas seremos uno más gracias a Mercedes y Miguel Ángel, y a mi Guille se le puso la vena fotográfica entre las gafitas y el entrecejo, y nos dejó un montón de imágenes de recuerdo [el tío maneja con sus 9 años cualquier tecnología, y encima disfruta haciéndolo... él es el que me hace los mejores retratos].










Mirar el río hecho de tiempo y agua

PAUL TURNER SARGENT











" Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.

Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.

Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,
ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre.

La poesía

vuelve como la aurora y el ocaso.

A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.

Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Itaca
verde y humilde.

El arte es esa Itaca

de verde eternidad, no de prodigios.

También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable. "

Jorge Luis Borges
Arte Poética






Oskar Kokoschka



Henri Rousseau



Frédéric Bazille



Alfred Sisley



Thomas Eakins



George Pierre Seurat



Mondrian



Monet



Manuel del Río



Henri Rousseau



Jean-Baptiste Armand Guillaumin



Max Pechstein



Jean-Baptiste-Camille Corot



Joaquin Sorolla y Bastida



Marc Chagall



Pierre Auguste Renoir



Pierre-Albert Marquet




" - Escúchame - dijo el demonio apoyando la mano en mi cabeza -; la región de que hablo es una sombría región de Libia a orillas del río Zaire. Y allí no hay ni calma ni silencio.

Las aguas del río son de un tinte azafranado y enfermizo y no corren hacia el mar, sino que palpitan eternamente bajo la pupila roja del sol con un movimiento tumultuoso y convulsivo.

A lo largo de muchas millas, a ambos lados del legamoso lecho del río, se extiende un pálido desierto de gigantescos nenúfares. Suspiran entre sí en esa soledad y dirigen hacia el cielo sus largos cuellos espectrales, mientras inclinan a uno y otro lado sus cabezas sempiternas.

De ellos se levanta un rumor confuso que se parece al rugido de un torrente subterráneo.
Y entre sí, suspiran. Pero su reino tiene un límite, el límite de la oscura, densa, horrible selva.

Allí, como las olas en torno a las Hébridas, la maleza está en perpetua agitación. Pero ningún viento agita el cielo. "



Edgar Allan Poe Silencio (fragmento)




Piet Mondrian



Rockwell Kent



Santiago Rusiñol Prats



Vincent Van Gogh




" Sólo tu amor y el agua...
Octubre junto al río

bañaba los racimos dorados de la tarde
y aquella luna odiosa iba subiendo,
clara,


ahuyentando las negras violetas de la sombra.
Yo iba perdido, náufrago por mares de deseo,
cegado por la bruma suave de tu pelo.

De tu pelo que ahogaba la voz en mi garganta
cuando perdía mi boca en sus horas de niebla.
Sólo tu amor y el agua....
El río, dulcemente,

callaba sus rumores al pasar por nosotros,
y el aire estremecido apenas se atrevía
a mover en la orilla las hojas de los álamos.

Sólo se oía, dulce como el vuelo de un ángel
al rozar con sus alas una estrella dormida,
el choque fugitivo que quiere hacerse eterno,
de mis labios bebiendo en los tuyos la vida.

Lo puro de tus senos me mordía en el pecho
con la fragancia tímida de dos lirios silvestres,
de dos lirios mecidos por la inocente brisa
cuando el verano extiende su ardor por las colinas.

La noche se llenaba de olores de membrillo,
y mientras en mis manos tu corazón dormía,
perdido, acariciante, como un beso lejano,
el río suspiraba.....

Sólo tu amor y el agua... "


Pablo García Baena Sólo tu amor y el agua





Egon Schiele



Hopper



Claude Oscar Monet



Claude Joseph Vernet



Caspar Wolf



Canaletto



Berthe Morisot



Auguste Baud-Bovy



Annibale Carracci



Amedeo Modigliani



Winslow Homer



Alfred Sisley



Salvador Dalí



Paul Cezanne



Gustave Loiseau



Elisa Novo Ríos



Charles Laval



Caspar David Friedrich



Antonio Maya



André Louis Derain



Alexander Cozens




Beruete



Gauguin





Turner



Sisley



Alphonse Maureau



Monet



Hubert Robert





Munch



Ernst Ludwig Kirchner



Max Pechstein



Oscar Dominguez


Stanley Spencer


Childe Hassam


Jacek Yerka







Eugene Louis Boudin


William Sillin



Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros, medianos
y más chicos,
allegados son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.

Jorge Manrique 1440-1479








Zhang Jing Sheng