Saturday, June 30, 2007

La imaginación necesita visionarios. Pagaría bien.

Es curioso cómo nuestra imaginación resulta ser siempre mucho más pacata y corta que la realidad que nos espera. Tendemos a marcar el tiempo imaginativo con la calidad real de nuestra corta existencia y sumarle un poco más, sólo un poquito más… No tenemos en cuenta el maremagnum de generaciones y locuras que nos han ‘hecho’ hombres modernos y dominadores del escaso medio que pisamos, la cantidad de muertes y vidas pasadas en un multicolor tragicómico, las enconadas ideas absurdas llevadas a su máximo, la estupidez de grupo y la preclara inteligencia de contados individuos. El hombre mata al hombre, viola al hombre, engaña al hombre, sojuzga al hombre, juega con el hombre… y de ello va resultando un avance increíble que aclara a pocos y aliena a casi todos.
Y seremos otra vez la gloria, y volveremos a ser decadentes, y volveremos a pasar miseria, y cercenaremos otra vez cada uno de nuestros miembros, y oleremos la sangre y la carne quemada otra vez, y haremos algo mágico de nuevo, y sabremos de la revolución en la calle otra vez, y lo perderemos todo y ganaremos más, y haremos el mejor arte otra vez… y el peor, y destruiremos nuestra civilización y nacerán otras… y no habrá pasado nada, porque respondemos a ciclos y somos una especie capaz de lo mejor y de lo peor.
Nuestra imaginación peca de escasez pues solo imagina multiplicar, sumar o restar, como mucho, lo que ya tenemos… y hay otras posibilidades, muchas otras que nos negamos a imaginar por ‘imposibles’.
Amigos, si es posible la vida, la imaginación debe contar con márgenes infinitos… y hay que andarlos.
(12:49 horas) Me preocupa lo no dicho, lo que no he dicho o escrito por olvido, temor, vergüenza o tiempo. Es mi fundamental razón de ser esa falta expresiva que considero colmatadora. Y mi problema mayor es de orden. Olvido ‘decir’ porque no sé moverme de una forma ordenada en todos los aspectos de mi vida y quisiera ser como el músico que escribe sobre una pauta rígida todo lo necesario para componer su mundo de sensaciones, pero tal uso no me ha sido dado y tengo que conformarme con un caótico picoteo que se deja silencios [palabras no dichas] en el camino.
Debo escribir [decir] de lo que vivo de manera sensible [este aspecto es el más generoso conmigo y en el que me dejo menos palabras olvidadas], de lo que observo con frialdad de notario [aquí acumulo olvidos que siempre son debidos a mi endémica falta de memoria, olvidos que me joden hasta el punto de tenerme apretando durante horas para recuperar una impresión que tuve hace minutos], debo escribir de lo que supongo y de lo que quiero [a veces me silencio en este aspecto, pues tengo bien probado que me equivoco tanto, que el tiempo quita razón a mis palabras y yo me quedo al pairo, un pairo que me duele y me tortura], debo escribir de lo que sé de otros [circunstancia difícil y en sumo grado delicada, aunque muy necesaria si ese conocimiento afecta a mucha gente, como suele ser el caso].
El oficio autoimpuesto me lleva muchas horas, demasiadas, si se miran desde la óptica familiar, pues robo tiempo a mis hijos y a mi mujer para anotar mi paso, pero a mí me completa y en esto soy altamente egoísta [yo sé que me comprenden y aguantan el tirón sin ponerme más límites que los que ponga yo], circunstancia que me jode un montón cuando tomo conciencia [consciencia] de que no lo hago bien ni con un orden claro.
Llevo también la cuenta de pequeños secretos que un día explicarán mucho de lo que ha sucedido en los últimos años y en múltiples aspectos literarios, sociales y económicos [también en los políticos], un listado completo de traiciones pequeñas y el añadido [‘addenda’] de tipos especiales que han hecho cosas grandes desde el anonimato [no quieren que se sepa].
Entiendo que en ‘decir’ está la clave del tiempo en que vivimos… pronunciarlo es preciso, y hacerlo como una oración civil y profana es obligación y meta.
De Tontopoemas ©...

Friday, June 29, 2007

Contraste con mariscos.

Gripado de mariscada [que yo no estoy hecho a estos lujos] celebré a Pedro Cubino por su cierre de cenobio molón [el colega lo deja porque hay que subir escalones o bajarlos, que nunca se sabe en la vida]. El caso es que se estiró de miedo el tipo en la celebración y reunió al más heterogéneo grupo jamás imaginado [casi todos gente de vino y rosas] alrededor de una mesa encharcada de buen vino y mejor cava, y alumbrada por toda esa fauna marina que es rara de ver y difícil de comer para los neófitos como el que suscribe.
Se inició el acto con franca misoginia, pues el mentado se excusó ante la santa de un asistente que había confundido la última comida con la Ùltima Cena y se quiso otorgar el rol de Magdalena que sugirió Da Vinci en su homónimo cuadro. La mandó para casa con mucha educación y comenzó el festejo [lástima de los rímmeles gastados, del ´rouge by lipstick’ y del rato con peine delante del espejo… En fin…].

El pregetsemaní contó con avezados vendedores de esos caldos que don Aznar degusta antes de conducir [algunos de barradetall y otros del bodegueo], con ricos hacendados del hierro [yerro] y la chatarra, con un prerrico en ciernes, con mi socio Ricardo, con el mejor ‘Abuelo’ y su entregado amigo de cuatro patas ciertas [es musulmán el perro, pues dice que no al cerdo], con el preclaro tiralíneas de moda en la comarca y su cuñado ‘Riego’, con el boxeador de más caché del pueblo [don Chía, peso pluma], con un inglés soltero [por horas y a la fuerza, que así mandó don Pedro], con el más regajero de blanco y bola roja, con Lupi y el sereno Jacinto Santaolalla, con Pavón, un taxista y el relleno que hace el que suscribe sentado en todo el medio.
El prerrico se puso de comer hasta el cielo y repitió de postre [que lo tiene prohibido por su galeno]. El yerrero a su bola… que si un Marlboro… que si ‘coño, hay un perro’… que si ‘yo soy la hostia’… que si ‘nada como en mis tiempos’. Los bodegueros –ébrios de catar y catarse– se enzarzaron en normas de educación medio riñendo y el de las líneas rectas se reía de todo, con todos [un acierto]. El Lupi pidió huevos con jamón y patatas [no le van los cangrejos]. El de Albión se reía de no sé qué consejos que le daba Carlitos [republicano y viejo]. Ricardo suspiraba con el vinillo recio y Jacinto expresaba su educación de mérito [ardides de la pesca, paseos sin jamelgo, marchetas por la playa].
El don de la ebriedad llegó con el receso de entregarle unas flores a la madre de Pedro: Hermosa, emocionada, con alegría y miedo.

Yo me escaqueé entonces porque me encuentro viejo para pasar la raya de alcohol y la de tiempo sin ver a mi familia.
Y todo estuvo bueno: la gente, la comida, el cava, el cafetito y hasta el duro contraste de tipos del extremo más raro que haya visto yo juntos en un duelo.
Y le escribí un soneto:

EPITAFIO PARA UN EJEMPLAR CENOBIO
(a Pedro Cubino con todo mi afecto)

Un lugar donde arder es suficiente
si a la piedra se suman emociones
y se guardan en todos sus rincones
afectos perdularios y calientes.

Si ardido lo recuerdas y lo sientes
como algo más de tu íntima memoria,
le habrás dado el impulso a aquella noria
que gira para hacernos alma y frente.

Si ese lugar fenece en el camino
y vives para verlo, caminante,
no olvides que allí fueron, fuiste, fuimos

por todo lo que él dio y lo que le dimos
el espacio mejor de nuestros antes.
Eres ya bella historia, buen Cubino.

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Thursday, June 28, 2007

Minlongas cambioclimáticas.

Me asombra la permeabilidad humana a la manipulación mediática, que domina al individuo hasta tal punto, que consigue elevar a la calidad de realidad cada uno de sus inventos, creando corrientes de opinión que pasan de un segundo al siguiente, como si nada, del pánico a la euforia y de la euforia al pánico.
Escribía hace unos días sobre la nueva falacia mediática que supone el cambio climático, falacia que ya ha calado con tal profundidad en el sistema que hasta los más reputados gobiernos del primer mundo andan en la cosa de arbitrar medidas globales para ir calmando a las masas que ellos mismos, con sus medios, han soliviantado.

Yo me pregunto… ¿Dónde está la trampa?, ¿qué buscan ahora los grandes capitales para seguir en su progresión geométrica de acumular dinero y bienes?… si hasta mi cuñao Antonio, que es un tipo sumamente inteligente, ha caído en esa red ‘cambioclimática’ con sus cositas de que cada día somos más [en mi pueblo empezamos hace unos decenios con 19.000 habitantes y ya andamos por los 14.800 y descendiendo], de que cada día contaminamos más [obligación de catalizadores en los coches, con el aumento de coste consiguiente y la ganancia sumada para el fabricante; la milonga de la gasolina sin plomo, que es más cara, con el consiguiente beneficio para las petroleras; las normas para industrias peligrosas con residuos contaminantes –que me pregunten a mí el costo de adecuación a la norma que ha tenido que sufrir mi empresa–, con el consiguiente beneficio para las empresas instaladoras de los medios no contaminantes; La depuración de aguas en cabecera y salida de los cauces que alimentan poblaciones, con el consiguiente beneficio para las empresas instaladoras de materiales de depuración… y así, hasta el infinito y uno más].
Cualquier normativa vestida de protección al medio supone un gasto considerable que acaba siempre en los bolsillos de las grandes multinacionales… vamos, que crean la norma para justificar el gasto, cuando lo más fácil sería armar la prohibición de uso de ciertos materiales y técnicas de forma taxativa e inmediata y volcarse sin más en la promoción y adecuación de las pretendidas energía limpias.
Aún así, contaminando a tope, manteniendo el uno en los derivados del petroleo y en la madera como fuente de celulosa para, entre otras cosas, podernos limpiar nuestros enormes culos, no hay un ápice de probabilidad de que el hombre sea capaz de acabar con la biosfera en lo que se denomina tiempo biológico, que no son los años medidos en tiempo humano, sino los años medidos en tiempo natural.
¿De qué nos preocupamos como especie si hemos conseguido superar y casi triplicar las expectativas de vida, superando a cualquier otra especie en tiempo de uso [la norma biológica radica en que cuando un individuo de cualquier especie no es apto para la reproducción, muera], hemos contravenido la norma de selección natural [propiciando que los hombres no competitivos en el plano natural puedan seguir existiendo e incluso participando en el tejido social], hemos vencido de forma abrumadora a los millones de enfermedades que nos acechan, eliminando algunas de la faz de la Tierra?… ¿De qué cojones nos preocupamos todos los que, por suerte y por trabajo de investigación de nuestros congéreres, hemos pasado de largo el tiempo establecido y vivimos de puta madre?
El mal radica en no saber concretar dónde podemos hacer y deshacer y dónde empieza lo inexorable. ¿Defendernos de la Naturaleza? Je, je… Lo que tenemos que hacer es defendernos de nosotros mismos a la vez que convencernos de que el futuro perfecto radica en igualar a ‘todos’ los hombres por arriba mientras administramos con consciencia nuestros recursos.
Cada problema que crea el hombre es sólo un problema para sí mismo, no para el medio, que tiene sus mecanismos de recuperación y son más largos y seguros que la existencia de toda la humanidad.
Debemos dejar de intervenir, como pequeños dioses, en los asuntos de franca inexorabilidad y decidirnos por trabajar de forma decisiva en los asuntos de calidad humana: medicinas para todos, agua para todos, alimentos para todos, casa para todos, dignidad para todos… hasta que consigamos igualarnos.
Ja, pero eso no le interesa al capital, que la igualdad siempre fue jodida para el que tiene más.
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Wednesday, June 27, 2007

El perturbador imaginario de Javier quizás esté en mí.


Me perturba enormemente mirar el blog de mi amigo Javier [http://jgriobo.blogspot.com], porque intuyo en él una fuerte carga de dolor y de tristeza… esas imágenes a pelo que contienen frío y soledad allá por donde se las mire, como un mundo en ruina que alumbra fantasmas sin esperanza.
Javier siempre tuvo algo de eso en la mirada, ya desde niño, algo perturbador y trágico que ha sedimentado en mi memoria de forma clara y que ahora vuelvo a ver en esas imágenes sin texto como en sus ojos y en los de su hija.
Recuerdo sus manos también, expertas en tocar la bola basketera con una magia extraña, sudorosas y blandas, amigas siempre… y su sonrisa impenetrable e inteligentísima.

Ahora, después de tantos años de distancia, no me gustaría conocer de nuevo a Javier, sino reconocerle tal y como está en mi imaginario, con su fobias y sus miedos, con aquel respeto al padre que siempre me tenía entre asustado y admirado, con su calidad de hermano para lo que fuese, con su espíritu crítico y esa ilusión que siempre acababa tornándose en desilusión.
Sé que ambos fracasamos porque nuestros proyectos primeros fracasaron, pero también sé que ambos hemos peleado la vida por su lado más bello, el de andarla sin desesperación, pero con ansia.

Javier, he de decirlo, fue mi mejor amigo, el que recuerdo siempre que retomo el pasado para sentirme lleno. Con él hice proyectos utópicos y grises, con él jugué mil veces hasta el agotamiento, con él abrí la caja de las chicas [la que nos llevó al sexo entre risas y lágrimas], con él compartí mis alegrías y mis penas porque era el mejor confidente, con él intenté la literatura [hoy la tengo también gracias a él] y la ciencia, con él supe del fracaso y la distancia…
La vida nos ha puesto en similar tristeza para volver a entendernos sin miradas después de tantos años.

Yo te leo a diario, Javier, en esas imágenes que tanto me perturban, y miro tu retrato como buscando… y miro a tu mujer y a tu hija para inventarte aquí, de nuevo, como a mí me apetece, como me apeteció siempre.
Somos viejos, hermano, y el tiempo nos acerca otra vez… quizás paseemos nuestro parque de nuevo un día de verano para sentir que no ha pasado nada, que todo sigue igual, que fue un paréntesis y hay que ir hasta tu casa a pillar el balón para gastarlo.
Un abrazo, colega.
(16:34 horas) Acuso hermoso recibo del poemario “La conspiración del dolor”, de Máximo Hernández, uno de los más potentes poetas castellanos del momento y, además, sin ínfulas. Gracias, Maxi. [“La noche es el latido de este mundo de enfermos, / el dolor es su sístole y el miedo su diástole; / la luz que lo mantiene es la luz de emergencia, / mortecina, difusa, amante de la sombra.”].
•••
• ‘Ser’ es suficiente si aprendemos que ‘hacer’ es una consecuencia residual de la existencia.
• Lo realmente vulgar es que alguien vea en mí eternidad.
• Siempre he aprendido más de las relaciones individuales que de las colectivas.
• ¿De qué sirve sacrificarse por algo si nadie se entera?
• Lo que no es importante jamás debe hacerte desgraciado.
• El término ‘disculpa’ no existe para la curia católica.
• Todo delito en condiciones debe cometerse por curiosidad.
(22:34 horas) En la sala de estudios “Dr. Madruga” del ‘Bartolo’ [Colegio Mayor San Bartolomé de Salamanca] siempre había un pirado repasando los apuntes del día o estudiando un examen urgente. Los demás éramos dados al juego de pasar sobre la universidad como por un extraño sarampión de libertad. Allí montamos ‘la leonera’, una habitación triple en la que Manolo Cuesta aprendió a hacer dibujos con leche condensada sobre una mesa de formica [una suerte de complicadas espirales que dejaba secar y luego despegaba con cuidado] y en la que yo cuidé culebras en el lavabo, una familia de hamsters en el maletero del armario [el líder del cubículo se llamaba “como tú”] y un zorro pequeñito que nos prestó Juan Delibes por una temporada, al que bautizamos con el lógico nombre de “hijoputa”, y que dormía acurrucado en uno de mis botos camperos.
Nos llamaron la atención en público varias veces por guarros, ya que nos pasábamos semanas sin dejar que las limpiadoras entrasen en aquella habitación.
Mi libertad se hizo allí… y también se deshizo, ya que la confundí enseguida con esa cosa llamada libertinaje que tan buenos momentos propicia y tan malas resacas deja.
Fue un tiempo de mudanzas totales, adentro y afuera, un tiempo convulso para un chaval de dieciséis años lanzado al mundo… Allí dejé de brillar porque entendí que el brillo aliena… y de qué forma. Otros, que iban con su cosa de responsabilidad y forja, andan hoy dando clases o vendiendo colonias, que al fin y al cabo es casi lo mismo que este fragor de máquinas imprimiendo folletos.
Yo, al fin y al cabo, terminé en lo que quería [y no sé aún si esto acabará conmigo] y como quería, y me lo monté solo a pesar de que mis padres se empeñaron en otros mil caminos que para ellos eran más productivos.
Mi resumen es que el tiempo de estudio reglado me sirvió para conocer mundo y que el verdadero estudio ha venido después, sin dar la lata, a visitarme a diario como un valor autónomo que yo decido darme.
Tengo suerte, quizás más que los tipos que lo aprobaban todo con nota y con esfuerzo.
No me arrepiento ahora de nada de lo que hice, pues me trajo a este espacio de derrota entrañable, buscada, conquistada.
Ya llegó el plazo fijo de las extraordinarias y he de esmerarme un poco, pues tengo siete de ellas pendientes de abonarse. Mis empleados saben que cobrarán seguro… bendita sabiduría la de los ‘por cuenta ajena’.
En fin, la noche es joven…

Tuesday, June 26, 2007

Recuperar la utopia.

Yo conozco el tempo político porque lo viví con intensidad ya hace unos años y sé que es un tempo cabrón y voluble, traicionero y contradictorio… un tempo que no tiene nada que ver con el tempo real en el que nos movemos los hombres de paisano.
El tempo político se mide en unidades de riesgo a veces y en unidades de oportunidad casi siempre. Su calidad es el “ya, como sea” y su consecuencia está totalmente abrazada al no y al sí, nunca al quizás.
En ese tempo se vive fundamentalmente mal, pues su desarrollo combina la inexorabilidad con la falta de aire presupuestario y, a mayores, con la decisiva emoción de no defraudar a los que ya parten con el presupuesto de ser defraudados.
La única medicina que conozco contra el mal del tempo político es contar con un proyecto sólido y bien estructurado en plazos rígidos, un proyecto que llevar a cabo a pesar de los pesares y sin despistarse ni un ápice de la línea marcada.
(12:15 horas) Siempre he pensado en el progreso como en una trampa selectiva que elimina a los que no se adaptan a él [me refiero, por supuesto, al progreso técnico], creando un mundo de pequeñas élites capaces de dominar el mundo por apropiación y uso insolidario de esos conocimientos. El estado de las cosas en función de ese progreso es el de grandes masas embebidas por la virtualidad y por una suerte de fe en unas tecnologías que no pueden comprender, pero en las que creen a pies juntillas.
Otro aspecto preocupante del progreso en nuestra sociedad es el de los valores morales [apártese el componente religioso], que discurren por caminos extraños en los que la tolerancia y la intolerancia se han fundido en sus marcas más negativas para producir una sociedad ‘calmada’ [sedada] como grupo de presión y reivindicación, pero absolutamente fiera en lo individual.
Es el capitalismo como norma, el Gran Hermano como fin y el progresismo como mentira asentada en una supuesta sociedad del ocio.
Que se entienda como progresista un sistema que incentiva la competencia sobre la solidaridad [aunque se ponga para hablar esa máscara solidaria], que aparta a sus individuos inútiles para la causa y propicia el poder ejecutivo de la juventud sobre el de la experiencia, que entiende la justicia como globalización de medios y cosas, y aboga por la mediatización tecnológica [mediatizar es alienar] como signo de modernidad… es ir muy mal hacia un futuro racional y humanista.
La solución se averigua difícil, muy difícil, pues ya somos incapaces de darle contenidos a la palabra ‘utopía’ [los chavales no han oído ese vocablo en su vida], esa suerte de entelequia que nos animaba a unirnos y avanzar en otro tiempo en el que la ilusión de los cambios radicales estaba a flor de piel.
Es urgente, primero, definir el necesario contrapoder y, luego, armar poco a poco esa guerrilla pequeña que alumbre la capacidad de minar el sistema desde dentro.
No sé.
•••

Cuando Riobó y yo inventamos el “Golcan” [gol cansancio, del que ya di extensa noticia en una entrada de este diario] y le pusimos reglas, el pórtico de los salesianos era un auténtico paraíso en el que curtirnos en mil juegos físicos, en el que descansar de las jodidas clases en las que la tortura de bajo tono era norma y en el que hacer aquellos recreos en silencio que nos obligaban a soportar los curas para meditar durante la semana de ‘Ejercicios Espirituales’, que andaba siempre alrededor de la Semana Santa [300 niños caminando en silencio durante media hora por el patio].
Del recuerdo de aquel pórtico con sus juegos, del relax de las duras clases y de los silencios forzados… me ha quedado cierta historia tragicómica que ha ido marcando con fuerza cada una de mis situaciones conceptuales y vitales posteriores. La primera situación marcada fue la de mi concepto de libertad, pues accedí a él desde la percepción de falta que se resumía en aquel patio porticado del que teníamos prohibido salir, convocando la definición de libertad vigilida como el máximo con valor de ‘verdad’, de tal forma que los chavales nos moríamos por dejar los juegos de calle y que nos permitiesen entrar en horas no lectivas a aquel recinto, lo que suponía buscar amparo en una rígida normativa para sentirse libre.
Otro valor venido de aquellos vientos fue el de medir antes de actuar, guardar silencio antes de cada decisión para buscar en él un solucionario, casi siempre pícaro, con el que evadirse de la realidad reseca [esto entronca con los recreos de silencio, en los que cualquier susurro daba pie a un cachete sonoro que retumbaba con el eco de las bóvedas]. Y, por fin, el recurso del tuerto en el país de los ciegos, el conformarse con lo malo porque siempre, en el baremo de la vida, existe algo peor.
Y no es que yo me queje de haber llegado aquí y de esta manera, de haberme instalado en un proceso a todas luces defensivo, de pensar siempre en lo malo que me puede llegar de cada decisión tomada, de sopesar el beneficio hasta perderlo, de preguntar y preguntarme constantemente qué es lo que hago mal y no preguntarme qué es lo que hago bien.
Los curas salesianos me hicieron un cobarde, pero también me enseñaron cómo se forjan los audaces y cuánto deben valorarse las propias capacidades sobre las ajenas; me enseñaron a mentir sin vergüenza, pero a saber a ciencia cierta cuál es la verdad; me enseñaron a respetar las ansias de venganza y a odiar con la medida puesta en cada consecuencia, me enseñaron que el trazo es más importante que la ortografía [pero yo equivoqué el concepto de ‘trazo’ con el de ‘contenido’], me enseñaron que el que da primero sabe ya que debe defenderse y está preparado para hacerlo [los golpes esperados duelen menos], me enseñaron que el ‘uno’ es un gran número y el ‘cero’ es la razón inexorable de todo lo que acaba [el resto de los números son mediocres guarismos que te restan de hombre lo que suman de haber y resultados], me enseñaron que Dios es la exacta potencia del uno [elévalo a infinito y verás el resultado], me enseñaron que lo mío es solo mío y que el resto se comparte [luego le di un lavado de conciencia a esta enseñanza], me enseñaron, en fin, que el punto de partida debe ser de una alerta mantenida y de un resquemor firme hacia los otros [vestido de sonrisas y de manos cruzadas, por supuesto].
(23:41 horas)Llega un tiempo en el que anida en ti, sin saberlo, un atractivo sin solución, un atractivo que se ha ido gestando a base de años y usos, de perder las poses y ganar sinceridad en los gestos y en las miradas. Ese tiempo es impertinente, entre otras cosas, porque tu disposición ya apenas contiene potencia y porque lo que ven en ti no es más que el fruto de lo vivido y no algo que admita posibilidad de vida, intensidad y descubrimiento.
Encontrarte de pronto con esa fruslería de que resultas atractivo [cuando jamás se te pasó por la cabeza tal circunstancia, aunque sí el deseo de la misma] te deja helado, desarmado y sin recursos.
Cierto aroma de oportunidad perdida se te posa entre las cejas y entras en la disquisición valorativa de todo el tiempo intentado con un cuerpo joven sin más éxito que el nunca calculado y la graciosa circunstancia de que en el descenso has convocado una mirada golosa. ¡Qué mala suerte, coño!
Ahora llega el deseo ajeno, cuando el centro fracasó y el cetro humilla, cuando la jodida lumbalgia ataca por tres frentes [y ya es difícil], cuando el único verde resquicio sólo anida en la mirada y cuando la vida está tan hecha y tan bien hecha que no la cambiaría por nada. ¿Qué mala suerte?
En todo caso, y en esta edad, se agradece un pequeño baño almizclado para insuflarle al ego ese puntito picante que te hace andar como a saltitos y mirar hacia atrás de vez en cuando… porque el espejo es enemigo firme y pone realidad donde haya un ojo propio que se atreva a mirar este desnudo extraño de canillas de alambre y mofletes lumbares, de canas hasta abajo y algún que otro mordisco que es señal de los años escritos en la piel.
Atractivo y sin ganas, y sin tiempo, y sin alas capaces de volar hacia otro nido que no sea mi casa, mis Ángeles, mis niños.
No está mal a mis años.
Ja.
De Tontopoemas ©...

Monday, June 25, 2007

Paquito... tan de nosotros siempre...


Estuvo mi Paco Ortega, ‘tan de nosotros’, paseando con su sonrisa la perla roja.
Vino el colega a verme desde el merengue que lleva siendo Madrid desde hace días y comimos rechulo en el Cubino con la corrobla cipriana y mi Ricardo fiestero.
Hablamos de la ciudad, de su futuro, de la fuerza que viene… tan necesaria, de sembrar con razones raíces largas y del afecto exacto que nos reúne.
Tocamos sin querer a Jesús Márquez, cartero eventual que canta a ratos; hablamos de Sabina y de Wyoming, de Jeager y del buen Amancio Prada… Trotamos la ciudad sin estridencias, con sonrisas abiertas al futuro, y vimos que en el centro de la nada hay algo que nos une aunque sea tarde.
Se fue y me prometió volver ya mismo con su jopo de fiesta y sus canciones, que siempre se resuelven en delicias.
Fue perfecto el encuentro, entre otras cosas, porque Paco es experto en ser amigo.


De Tontopoemas ©...

Sunday, June 24, 2007

Aquellas crías de fascista...


Durante los veranos del primer quinquenio de los setenta hacíamos excursión andando hasta Candelario para pasar allí las tardes con un bocata y cruzar miradas con los veraneantes, que entonces [casi como ahora] provenían de Madrid y Extremadura y pertenecían a esa clase franquista de funcionarios del Movimiento Nacional [nacional]. El pueblo estaba entonces tomado por la OJE [Organización Juvenil Española], que tenía/mantenía ‘cuartel’ y campamento estables. Cualquier propuesta de subida a Candelario venía siempre dada por la siguiente frase de cualquiera de los colegas de mi pandilla: “¿Subimos a ver a las crías de fascista?”.
Los niños OJE eran todos de un rubio oxigenado, con el pelo liso en su mayoría y siempre iban repeinados al uso alemán, con la nuca afeitada y la raya marcadísima a la izquierda de sus cocorotas [paradojas de la vida, con la raya a la izquierda]. Siempre sonrientes, con su impecable uniforme lleno de signos bordados e insignias, echaban larguísimos partidos de fútbol en el campo de tierra del parque de Candelario. Si alguno se lesionaba o les faltaba un jugador para completar un equipo, nos miraban con desprecio y nos decían: “¿Alguno de vosotros juega bien al fútbol?”. Todos decíamos que no, que éramos de baloncesto, porque no queríamos jugar con aquellos símbolos de lo que se masticaba en casa, pero ellos insistían y alguna vez obligaban a alguno a jugar y se liaban con él a patadas ‘sin querer’ en las espinillas.
Ahora, cuando subo en los veranos a Candelario, me encuentro con algunos de aquellos muchachos y nos saludamos e incluso tomamos una cañita para recordar los viejos tiempos y ponernos al día de nuestras vidas. La mayoría de los que conozco están en la banca, como mediocres esclavos, ocupando puestos de interventores o directores de sucursales pequeñas gracias a esas recomendaciones nacidas de la militancia fascista [aún permanece tal costumbre de forma residual]. Han perdido esa mirada superior que nos lanzaban con ánimo de sojuzgar y algunos hasta dicen en alto que se hicieron socialistas en la época de Felipe González porque era una opción adecuada para permanecer… pero están deshechos en una confusión decadente, gordos algunos y otros con la mirada empapada de un alcohol de diario consumido en los bares anejos a sus oficinas.
Ya no llevan insignias ni bordados en sus camisas de verano y el pelo apenas deja ya marcar aquella raya tan minuciosamente trazada en sus cabezas.
Son, como poco, infelices, aunque la paga les da para pasar quince días rememorando sus días de centuria y corneta.
Me dan lástima donde antes me producían rabia.

(15:48 horas) …Y los premios al bachiller superior de los setenta, que los había de dos modelos específicos: científicos y literarios. Yo me llevé tres de ellos [dos científicos y uno literario], de los que conservo aún los diplomas en algún lugar perdido de mi casa. El que mejores recuerdos me trae es un trabajo que realicé sobre el origen de la vida a partir de un libro de Aleksandr Ivanovich Oparin que llevaba por título “El origen de la vida”, al que añadí párrafos de una enciclopedia de biología que había en la antigua biblioteca municipal y textos mezclados de Konrad Lorenz y de Karl von Frisch que hablaban de etología… Me salió un batiburrillo extraordinario de más de cien folios en los que se mezclaban textos copiados a mano, otros trabajados en la Olivetti verde de mi padre y un montón de dibujos sobre la evolución de las especies que copié de la enciclopedia ya mentada y de una de Salvat que tenía en casa.
Recuerdo que al principio me ayudaron algunas tardes Javier Riobó y Amable, pero acabaron agotándose y pasando del tema.
De aquel esfuerzo me gané una pasta que me sirvió para invitar a mis amigos a unas cocacolas con berberechos en ‘La Pajarera’ y para comprarme un comediscos portátil de color crema en el que escuchaba sin parar los singles de Fundador que me traía mi padre… de aquello también nació mi apetencia por la biología, circunstancia que me trajo hasta este fracaso de tintas y alzados porque nunca entendí que una disciplina de fundamento experimental sólo tuviese cabida en las cerradas aulas salmantinas.
Pero no todo fue malo, no, pues el periplo universitario me permitió conocer al profesor Galán, ver pasar a Aníbal Núñez entre los arcos de la Plaza Mayor, reír con un tal Fiz que ya se me está borrando de la memoria, hacer locuras con Riobó o con un tal ‘Forges’ [Carlos] de Pucela que se dedicaba al alpinismo, admirarme de la voluntad Manolo Cuesta o beber manchada con un riojano que llevaba por apellidos de la Torre Tosantos, salir de cañas con Juan Delibes, abrazar a Mercedes Sosa o a Rosa León y conocer de cerca a Aute, convivir con Muriel y con Iche Montero, disfrutar de los últimos años de Juanito M. desnudando mujeres con la mirada desde mayo hasta junio, sentir envidia de Manolo Díaz Luis y su pericia con las damas, embelesarme mirando a Caroli y a Isabel, ver cómo Paulino Matas conquistaba un Olimpo de carrera nueva para cinco [te deseo salud, hermano, que sé que andas pasándolas mal]… y volver a Béjar cada fin de semana para encontrarme con toda mi gente y disfrutar como un niño en Chapeau y en Vetonia o en La otra casa.
Todo gracias a aquel enredado trabajo que empezaba con una suerte de Big-Bang y terminaba como el mejor rosario de la aurora.

De aquel trabajo… las queimadas en las orillas Tormes, las excurisiones botánicas a los Picos de Europa, las salidas nocturnas para tirar panfletos, los cafés ‘Rojo y Negro’, los besos ‘La Latina’, las manifestaciones, el encierro de un mes en el aula magna de Ciencias, el alcohol en ‘El Judío’, las noches de extranjeras libidinosas con la baba cayendo por las comisuras, las fiestas fin de curso con chaqueta y corbata, el amor entre rejas justo en el Montellano, don Torrente en Novelty, las tardes del Botánico, un helado entre los arcos de la plaza, los VICTOR que pasaron frente a mis ojos y el sonido redondo de un “Gaudeamus Igitur” entonado a capela por todos los muchachos del San Bartolomé.
Y todo gracias a Oparin , a K. Lorenz y a Frishc.
Una cinta de Víctor Jara lo supo todo y quizás lo recuerde siempre.

(22:59 horas) La tarde se convirtió sin querer en la primera de piscina del verano, pues me llegué con Ángeles y los críos hasta Palomares [tierra santiaga y nieta] para que se dieran el primer chapuzón de la temporada en la piscina de Julia mientras yo me dediqué a pintar mi libro interminable con una pequeña anécdota: Mi suegro, que también andaba por allí, al ver el librote que estoy tuneando, me preguntó con cierta mala cara: “¿No estarás pintando sobre una biblia?”. Yo le contesté: “No, Ángel, pero me acabas de dar una idea magnífica para el próximo tuneo.”. Pilló el libro que estaba leyendo y desapareció como por arte de magia.

Y la verdad es que su idea es magnífica, supera a la mía en curso de tunear “Los cipreses creen en Dios”. Así pues, ya me ha dado trabajo el colega familiar, y para largo tiempo.
Los críos nadaron y temblaron de frío a la salida, pues corría una brisa fresquilla. Los cerdos chillaban en el matadero y un olor nauseabundo subió de pronto para echarnos de allí a toda pastilla.
Lo pasé bien y hubo relax del que me gusta.
Tuneé 12 páginas.
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Saturday, June 23, 2007

Todo juega a ser permanencia.

La noche fue de Valpurgis cachondo, con la grata compañía inesperada de mi amigote José Servando Sánchez y las esperadas de Gerardo, Josema, Ricardo y Jacinto… Truchas jacintas molonas del Tormes y del día, huevos fritos de granja con patatitas y pimentón, vinillo, postre compartido, risas, charleta y partidita bruja hasta las tantas y a dormir con un día más gastado.
Y por la mañana a las labores premysas con su asamblea general [la cuarta] de asentimiento y brindis, con la expectante novedad [de tono bajo] de conocer a los nuevos dirigentes [cantados, por otra parte]: Antoñito Caldera, Enrique Sánchez Guijo y Ángel de Prado [a ver qué cojones se inventa ahora la COPE para seguir jodiendo… y a ver qué escupe Lanzamierdas, que escupirá de seguro].

Entre las novedades, cuatro nuevos talleres de empleo con diversidad y extensión en el territorio, proyectos a centenares y un solventable déficit económico, personal de tropa algo nervioso [hace falta alguien que ponga relax y estipule buen rollo por orden gubernativa en las cosas menores y de diario, ya que el buen rollo lleva a mejores resultados y a una sana tranquilidad en el curro].

En fin… que sonrisas Denticlor, continuidad lógica (?) de gestión, imagen trabada hacia fuera, felicitaciones, todos buenos, J. M. Martín Patino asegurando que “dar cultura abre puertas a que la gente se marche a las ciudades” [imagino que tal afirmación venía con el peso de pensar en cómo ofrecer esa cultura para que suponga el efecto contratrio], don Francisco resalao de la muerte y pletórico con no sé qué denuncia admitida a trámite, Manolo Bruno brillante con su cultura histórica, de Prado magistral haciendo el contrapunto y Santi descansando de la tensión absurda que arruga su trabajo… y mientras, sin dejarme fumar.
(22:37 horas) Esta tarde me visitó Antonio G. Turrión para charlar un ratito [costumbre semanal que le agradezco en grado sumo] y enseguida enmarcó el tema alrededor del cambio climático, esa moda mediática que tiene acojonado a medio planeta y semipreocupado al otro medio.
Me dio en el justo centro, pues el tema en cuestión es de mis favoritos, sobre lo que más he leído en los últimos años y, además, con el concreto interés de hacerme con un criterio sólido.
Mi conclusión al día de hoy es tan simple como que se trata de una materia en estudio en la que apenas hay certezas, sobre todo si, planteándolo como problema humano, determinamos su valor por comparación con otros grandes problemas de nuestra especie.
Después de leer a tipos tan interesantes como Manuel Vázquez Abeledo o Manuel Toharia, me afirmo [todo es subjetivo, por supuesto] en mi idea de que tal movimiento mediático es importante en lo referido a la posible preocupación que el hombre del ‘primer mundo’ debe sentir por sí mismo [ese jodido y complicado antropocentrismo]; pero si hacemos un repaso a la vida en la Tierra, comprenderemos enseguida que sólo nadamos en el charco de la anécdota como especie, y que nuestras preocupaciones particulares son una antinatural defensa contra la natural selección. Sí, el hombre es una jodida anécdota ante el devenir de la Naturaleza y no puede nada contra ella, pues apenas sabe controlar esas pequeñas catástrofes previstas que destruyen en un minuto lo que el hombre ha conseguido en siglos.
Tan preocupantes y más que ese supuesto cambio climático de origen humano sería el calentamiento o el enfriamiento leve del Sol, la caída azarosa de algún gran meteorito, los imprevistos e inexorables movimientos de las placas tectónicas con sus tsunamis, terremotos y volcanes… circunstancias, entre otras incontables, que superan sin paliativos la capacidad de defensa humana.
Me produce una risa triste que el hombre del primer mundo, rechoncho y acomodado en sus lujos, se preocupe de la forma en que lo hace por una posibilidad remota de sufrimiento cuando tiene en su mano como posibilidad tangible el solucionar vivísimos y flagrantes problemas que afectan cada minuto a millones de hermanos de especie, problemas como el hambre, la sed, el sufrimiento por enfermedades de erradicación demostrada en Occidente… en resumen, la preocupación por una dignidad humanista global.
Que le den bien por el culo al cambio climático de los cojones mientras exista un niño que muere por falta de alimento, por falta de agua clorada o por falta de medicamentos que el primer mundo se niega a globalizar por puro interés crematístico y de poder.
Desde que el mundo es habitable [por cualquier especie], la capacidad cíclica de regeneración de la biosfera ha caminado con absoluta puntualidad, tomando la decisión [eso sí] de prescindir de las especies que no saben adaptarse a su proceso regenerativo.
Dejo un par de respuestas de los divulgadores científicos antes mencionados que quizás sumen algún dato más a esa opinión [formada o deformada] que nos ha metido por el culo como un supositorio la sociedad de la información del, repito, ‘primer mundo’ [si los grandes periódicos y revistas estuvieran sometidos a la selección y al filtro de hombres de Somalia, Congo, Indostán o Chiapas, seguro que las noticias del cambio climático serían consideradas como no publicables por especulativas y por no merecer la importancia suficiente por comparación con los problemas diarios y tristemente reales de sus zonas territoriales.

De Manuel Toharia dejo un par de respuestas de una interesante entrevista publicada en el suplemento ‘El Cultural’ de ‘El Mundo’:

“– ¿Cómo visualiza el planeta en unos 50 años?”
“– Seguirá dando vueltas alrededor del sol sin preocuparse de nada. Los países ricos seguirán siendo ricos y los pobres seguirán pobres. Eso, no te engañes, es lo que va a seguir ocurriendo. Los que vamos a tener problemas somos nosotros, algunos humanos. Ni siquiera los ricos tenemos solución para casi todo. Seguiremos siendo ricos e insolidarios. Ese es el problema básico del mundo. A los pobres de ahora no les hables de que en 50 años van a estar muy mal, si ya están muy mal, si ya se mueren de hambre. El problema de estar muy mal en el futuro nos preocupa a los que tenemos demasiadas cosas, que somos unos irritantes ricos que nos morimos por exceso de colesterol y no por hambre, como ellos. Esto es lo ridículo. El problema básico no es el cambio climático, sino el que hay una enorme desigualdad en la Tierra entre países ricos y pobres y hay 1.500 millones de humanos muriéndose literalmente de hambre y de sed. Y yo esto lo veo igual en 50 años. La amenaza principal no es el futuro, la amenaza principal está ya aquí con nosotros hoy.”.

“– ¿Hay motivo de alarma ante fenómenos como la sequía o el deshielo polar?”
“– M.T. En España, climatológicamente hablando, no hay sequía, diga lo que diga el Ministerio de Medio Ambiente. Es cierto que el año pasado fue sequísimo, de los más; pero los años anteriores fueron bastante más lluviosos de lo normal. Y este año se inició con un otoño muy lluvioso (muchísimo) en toda España excepto el extremo oriental y suroriental, y luego ha seguido con dos meses secos. Veremos qué pasa en lo que queda de invierno y en primavera... En todo caso, climatológicamente hablando el promedio es que en los últimos decenios en España ha llovido más o menos lo de siempre, o quizá un poco más. Otra cosa es que ahora gastemos –y malgastemos– muchísima más agua que antes. Y que nos falte agua, haya o no sequía. Para tener tanta agua como la que gastamos (sobre todo en agricultura, y no siempre razonablemente) necesitaríamos que lloviese todo los años más del doble de lo que llueve en promedio. Y eso no es razonable. En cuanto al deshielo polar, en la época en que los vikingos descubrieron y colonizaron Groenlandia la llamaron Tierra Verde; no debía haber hielo en el polo norte en verano. En cuanto a la Antártida, disminuye el hielo flotante de los bordes, pero aumenta el del interior.”.

Y de Manuel Vázquez Abeledo:
“La historia de la Tierra está llena de cambios en el clima caracterizados por diferentes amplitudes, períodos de variación y causas. La asociación de variaciones en la concentración de gases invernadero y cambios climáticos ha sido una constante de dicha historia. El calentamiento actual tiene su principal raíz en la emisión de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera procedente de la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural). Este proceso tiene lugar a tal ritmo que la absorción de este gas por las plantas y los océanos no puede proceder con la misma rapidez y por lo tanto la concentración del CO2 en la atmósfera aumenta y con ello la temperatura. En unos pocos años se está devolviendo a la atmósfera el carbono que tardó muchos millones de años en acumularse en los sedimentos terrestres. El ciclo climático será severo para nuestra civilización y muchas especies biológicas, pero nada definitivo para el planeta ni su biosfera global. En unos cuantos centenares de años la Tierra retomará el equilibrio.”.

En fin, que el tema es para pensar, informarse con criterio valorativo y comparativo y formarse una opinión tranquila y, sobre todo, ‘decente’.

¡Jodida prensa!
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Exponerse al otro.

Habla mi amigo Diego F. Magdaleno –en la entrada de ayer en su blog– sobre la necesidad de exponerse permanentemente ante los otros [http://laspalabrasdelagua.blogspot.com/2007/06/debera-estar-practicando.html], y lo hace a partir de sus certezas vocacionales y de sus obsesiones de búsqueda.
Siempre tomo nota de sus comentarios acertadísimos e intento seguir cada una de sus propuestas de lectura, vida y comportamiento social y humanista [gracias por la impronta, amigo], y hoy me apetece hablarle de esa exposición a los otros que a él le produce tantas dudas [a pesar de que persevera en ella para mi suerte y la de muchos que le seguimos y no tenemos otra forma de tenerle cerca].
Existimos, Diego, si –y solo si– el otro existe; somos por comparación, por enfrentamiento, por apetencia, por roce, por intercambio de humores, por miradas, por amor y por odio, por decepción, por afinidad, por ausencia… y de ese ‘ser’ conseguimos hacernos y deshacernos, estar y dejar de estar, crecer o agotarnos… Así las cosas, hemos de compartir, aunque sea por exposición, lo que pueda ser susceptible de tornarse ‘indicio’ en el otro –da igual que tal indicio sirva para crecer o mermarse.
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Thursday, June 21, 2007

El masoquismo de Dios.


La breve y preclara demostración del masoquismo de Dios que escribió Cesare Pavese es extraordinaria y abrumadora. Dice el colega: “Puesto que Dios podía crear una libertad que no consintiese el mal, se concluye que el mal lo ha querido él. Pero el mal le ofende. Es por consiguiente un trivial caso de masoquismo.”.
Debo escribir que don Cesare lleva ya muchos años siendo norte para este gañán, que me acompaña en la soledad, que me lleva a la sonrisa, que me hace ver claro, que me pone triste… pero, sobre todo, que me hace entender de una forma hermosa y me obliga a pensar buscando mi criterio.
Qué hacéis que no estáis corriendo ya a buscar en vuestra librería favorita “El oficio de vivir”. Sería perderse una parte importante de las cosas que nos ofrece la vida.
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Wednesday, June 20, 2007

¿Quién necesita más, el que mira o el que recibe la mirada?


Hay una carne trémula que despierta todos los principios de verano, una carne que alumbra sinsentidos y riza disparates, que se lanza a los ojos como una flecha hacia la nada, infligiendo una herida turbadora en quien la recibe.
Esa carne bien hecha resultaría sabrosa si el comensal no fuera ya por los postres o por el exacto café de sobremesa.
En fin… que los abrigos ya cuelgan de las perchas, ahorcados [que diría la más poética Rosa Chacel], junto a las prendas de lana de cuello alto y los pantalones cheviot… y vuelven los vaporosos blancos para mostrar esos cuellos que tienen las corzas y los pechos urgentes [turgentes] que dan nota de la temperatura igual que los frailones de calendario. Ya reposan tranquilas las bragorrias orejeras, porque es tiempo de tangas, y las camisetinas interiores son bien sustituidas por esos top’s de lycra que enseñan más que esconden y hasta quizás por nada… Tiempo para sufrir como varones el mal de la mirada que busca raudo el centro, la lentitud golosa de esas curvas que rematan los muslos, el movimiento lúbrico de esos senos hermosos que pasan al galope camino de otro sitio, ese juego centrípeto al que juegan las cinturas [paréntesis opuestos –“) (“–], el proyectil atento dispuesto a las dianas que enmarcan las caderas [paréntesis vacíos –“( )”–], y el descenso melífero de las espaldas [“T”] suaves nombrado un alfabeto estival y fantástico.
Hay una carne trémula que vibra a contraluz en las ventanas de las cafeterías, que se mueve y lo mueve todo, que tiene su distancia y su punto focal, su dimensión concreta y un aroma que expele y es imposible asirlo.
Hay una arquitectura para esa carne que nombra su aparejo, el cimiento preciso, la fatiga posible y hasta la resistencia… una arquitectura que no puede estudiarse ni habitar los talleres de escuetos tiralíneas… se aprende con miradas y proyecta su sombra en superficies húmedas.
Llega el verano para poner sudor y subir el porcentaje paracohital de los muchachos, para meterse en morbos y en extraños picores, para dejar la triste sensación de vejez en los que ya no pueden más que mirar y verse.
Llega el verano, azul, como una coctelera de feromonas ávidas… y la mujer que lee el último periódico en la cafetería se echa el pelo hacia atrás, cruza las piernas, hace un mohín discreto y mira sin querer al corralón de hombres que sorben su café mientras la diseccionan.
¿Quién necesita más, el que mira o el que recibe la mirada?
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Tuesday, June 19, 2007

Busco una unidad para medir el riesgo que me tomo cada hora.



Hoy me dijo Agustín Hernández, el padre de mi amigo Alberto, que el mundo es de los que corren riesgos y se la juegan a todo o nada, y me lo decía con cierta sonrisa pícara entrenada en los naipes jubilados que ponen paz donde arden los finales.
Me fijé en que sus ojos y su mirada son exactamente iguales que los de Alberto, unos ojos y una mirada que encierran pasión por las cosas y una inteligencia fuera de toda duda.
“De los que corren riesgos, Felipe… Todo lo que he conseguido en mi vida lo he hecho a base de arriesgar lo que tenía y lo que no tenía… y eso llena la vida…”. Le pregunté que qué quería tomar y me contestó: “Gracias, sólo he venido a jugarme el café, como todos los días”.
Y, claro, es que la vida es un juego… Era un juego cuando salía del cine de los Salesianos con aquel síndrome Maciste, cuando me la jugaba a estudiar sólo cinco temas de los diez que entraban en el examen de ciencias, cuando ponía énfasis en los roces con la chica de flequillo Jane Birkin, cuando sólo vocalizaba en las horas de coro jugándome una hostia sin consagrar de don Sabino… Era un juego cuando inteté los primeros escarceos en el sexo, cuando escribí mi primer poema, cuando grité entusiasmado que Franco era un fascista en el faro de Ribadesella, cuando suspendí por cuarta vez Botánica con el profesor Casaseca, cuando me enfrenté a un sargento en el cuartel de Menacho y me arrestó a punta de pistola, cuando vi ‘Delicias turcas’ en el Taramona [gracias, amigo Norio, por poner exacto lugar a esa ocasión irremplazable], cuando perdí el conocimiento durante cinco horas después de un partido de basket… Todo fue un juego en Tanzania [un juego en el que recuperé mis particulares minas del rey Salomón], un juego llamar imbécil con un megáfono a una concejala de cultura salmantina desde el mismo centro de la plaza Churriguera, un juego publicar mi primer poemario [y los que le siguieron], un juego este amor que me llega hasta hoy y me espera en casa, un juego ver nacer a cada uno de mis hijos [asomar sus cabecitas para ser sólo suyos a la par que dejaban de ser míos], un juego llevar a mi primer amigo muerto en el ascensor de la residencia Rodríguez Risueño, un juego todo el justo deseo que me dura hasta este exacto instante… Fue un juego armar un negocio y destruirlo, ser representante político de mi pueblo y arrepentirme de ello, no arder cuando la oportunidad se puso en mi mano, decir lo justo que quise decir, gestar y matar a mi ‘Béjar Información’, comer con Pepe Hierro un cocido madrileño para celebrar su Cervantes, beber con un Claudio acabado, leer mis poemas junto a Ángel González… Es un juego esta vida que llevo de tabaco y absurdas maquetaciones, esa cosa bancaria del te doy mientras te quito, la casa y sus dobleces, la absurda supervivencia de Magdalena, el fervor de Ángel, la sonrisa triste de Malick, el descerebrado sobrevivir de mi Felipe chico…
La vida es un eterno y corto suspiro, y uno se extiende o se merma en la medida de los riesgos que decida correr.
Yo bebo los vientos por vivir y por ver cómo viven los que me rodean, y me río de lo importante porque me tomo muy en serio todo lo despreciable.

…. Ah!, y también tengo una lluvia con Isabel Huete y su García Smith, una lluvia tranquila e intensa a la vez, una de esas interminables en las que los hombres se ponen verdes, una lluvia Macondo en la que ser aunque medie distancia.
Riesgo y lluvia y riesgo…
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Monday, June 18, 2007

Días de cine.


Cuando conocí a Jon Finch, yo calzaba chirucas y él unos Sebago negros, yo lucía una barba menuda y rubia y él iba perfectamente afeitado, yo bebía manchada y él se ponía tibio a coñac de marca. Fue en Salamanca durante el año 1976. John protagonizaba una película de José María Forqué [“El hombre de la cruz verde”] y yo hacía de figurante con tres papeles de paso [soldado, picapedrero y mendigo].
Los actores, entre los que figuraba Fernando Rey, ponían una rígida distancia con los mindundis de a mil pelas el día [las 24 horas], pero yo me las arreglé para comer junto a Jon un par de aquellos sanjacobos que ponían los del remolque de cocina. El hombre ya andaba bastante metido en alcohol a aquella hora y se rebajó a chapurrear conmigo en un castellano que yo no entedía y en un inglés que entendía bastante menos. No nos caímos mal y continuamos la comida hasta el final en una de aquellas mesitas provisionales manteniendo un diálogo de sordos a viva voz y una conversación de gestos y continuos brindis.

Después de mi café aguado y de su carajillo, nos separamos hasta la hora de rodaje, que estaba previsto en la trasera de la catedral vieja de Salamanca, en la que apareció con tal estado de embriaguez que, después de más de 16 tomas, José María Forqué decidió filmar esa escena con un doble de Jon que había fichado entre los estudiantes salmantinos.
Hubo voces, insultos, risotadas y un par de vómitos.
Mientras se llevabamos a Jon absolutamente ebrio hasta su caravana/camerino [yo iba ataviado de soldado de Flandes, con leotardos verdes y bombachas], me miró, sonrió y me dijo: “Zenk… Philiph… my Lazarillo”.
Fernando Rey, a esa hora, ya le andaba a la zaga, pero lo llevaba como un señor.

Sunday, June 17, 2007

Ser agua a mares.


Agua a mares durante toda la noche y yo metidito bajo mi edredón disfrutando del golpear del agua en el tejado y en las ventanas, resistiéndome a dormir para extender el gozo que siento siempre en estas circunstancias.
¿Por qué esa pasión por el agua, esa necesidad de nublados, de viento y de chubascos?
Mi primer recuerdo con los aguaceros son los recreos salesianos, refugiado bajo los enormes arcos del patio porticado, mirando anonadado cómo caía el agua junto a los goterones y los chorros que escupía el tejado de la iglesia… y aquel volver a casa sin paraguas pisando todos los charcos con mis botas Katiuskas verdes y duchándome bajo los balcones, sobre la acera, o golpeando las acacias de la calle Colón para que soltasen de golpe el agua que retenían…
Luego me llegan los días de chicas y lluvia [tenía entonces una gabardina marrón y un Piuma d’Oro de cuadritos azul marino]. Los grupos de muchachos y muchachas nos refugiábamos en el recién estrenado templete del parque y nos apretábamos para quitarnos los golpes de viento entre risas y voces. El agua trajo muchas veces a mi lado a la chica que me gustaba y propició conversaciones que no habrían llegado nunca en otras circunstancias. A la lluvia, en otoño, se sumaban la alfombra de hojas amarillas de xantofila de los castaños indios, las castañas indias silbando como balas y golpeando en el suelo como un granizo vegetal [hacíamos guerras con ellas y más de uno recordará preciosos chichones de aquellas refriegas].
Después llegaron los días helmánticos de lluvia, con la catedral chorreando entre gris y siena, refugiado con mi chica entre los columnarios de Anaya, queriéndonos con pasión… o las noches de vietnamita y panfletos mojados, huyendo de una policía nacional que los días de aguacero no existía más que en nuestra imaginación y en nuestro miedo… o las excursiones para recoger plantas que llenasen nuestro herbario, con sus noches mojadas de tienda de campaña y risas… o las tardes en el puente romano, viendo a la lluvia regando el Tormes… o los cafés en Las Torres poniendo en orden los apuntes de Citología o de Botánica… o las noches de El Judío, calado hasta los huesos y buscando el calor en la ‘manchada’ mientras me metía para el cuerpo un par de bartolillos, que siempre pillaba en la panadería de La Casa de las Conchas.
Y aquella lluvia del Felipe tendero, la que hacía pensar a los clientes que acababa un ciclo y había que reponer vestuario… llenaban mi tienda y la caja se tornaba pletórica junto a mi estado de ánimo.

Luego conocí una lluvia distinta en Karatu y Mangola Chini, en Arusha, mientras cruzaba la falla del Riff, en Kambi a Simba… la vi venir desde el horizonte que marcaba el Ngoro-ngoro precedida por un viento tórrido y oloroso que se llevó de golpe todos los mosquitos… una lluvia salvífica, creadora, capaz de convertir en un paisaje verde lo que el día anterior era tierra roja y polvo, una lluvia maná… y la noche refugiados en el Club Inglés de Arusha, jugando al billar entre birras y cortes constantes de luz, entre los truenos más impresionantes que se puedan imaginar y el aguacero más copioso que he visto en mi vida… y luego la alfombra de pétalos de flores de jacarandás y bugambilleas cubriendo las calles… y el monte Meru al fondo, con sus gorilas encamados entre la hojarasca de sus dos bocas volcánicas aguantando esa humedad que propiciaría frutos deliciosos en unos días… o el anciano masaai desnudo con el que me tomé un te caliente en un hoteli perdido mientras todo nuestro alrededor era una interminable laguna de barro rojo [la lluvia africana con Juanito].

Y la lluvia en Madrid después de un inolvidable acto literario, y la lluvia paseando por Zamora con Claudio, y la lluvia en Fuenteheridos charlando con Manolo Moya, y la lluvia en Barcelona charlando sobre José Agustín Goytisolo en un bar del Raval, y la lluvia abulense con Pepe Hierro, y la lluvia moguereña con Antonio Gómez y Antonio Orihuela, y la lluvia bejarana con Morante, y la lluvia pucelana con Belén o con Diego, y la lluvia de Punta con Uberto o con Juanjo Barral y Braulio, o la lluvia de Lisboa, o la lluvia leyendo a Ángel González, o la lluvia en El Escorial con Ada, o la lluvia en Chueca con Esther y con Jesús Márquez, o la lluvia en El Castañar con Urceloy y Marisol, y la lluvia en Leganés con Paco Ortega y Santi, y la lluvia en Morille con Abraham Gragera, y la lluvia con Fabio y Fernando, y la lluvia con Joan Margarit, Y la lluvia con Luis Alberto y Alicia, y la lluvia en Cambrils con Ramón, Angel García López y Gamoneda; y la lluvia con David González, y la lluvia pensada con Karmelo Iribarren o con Roger Wolf, y la lluvia corita con Herme, y la lluvia con Alberto Hernández, y la lluvia con Jaime Siles y con Jesús Hilario, y la lluvia con David Torres.
Y siempre los días de lluvia con Mª Ángeles, mirándonos.
(16:44 horas) Todo está absolutamente sujeto al mercado, incluso los sentimientos. Doy para recibir y al recibir proceso la obligación de volver a dar. Establecida esta base como certeza, solo queda hablar de la disposición con la que habremos de entrar en el mercado… sonriendo o con cara de pesar, intentando engañar al otro o echándonoslo a la cara con franqueza, con intención simbiótica o con cierto regusto saprofítico… Y todo está, también, sujeto al milagro de la transformación, incluidos los sentimientos [otra vez].
Siempre es un buen punto de partida el contar con este conocimiento, que implica, fundamentalmente, que la caridad es una mentira tramada por el propio egoísmo y que la bondad flota en el juego de dar y darse el primero… quizás para recibir más y antes.
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Saturday, June 16, 2007

Otro día de lluvia en los cristales...

Otro día de lluvia en los cristales para evocar tu boca, una boca concreta que dice y besa; otro día para que vuelvas a ser mi ‘garota de Ipanema’ en un rincón del parque, ¿recuerdas?, guarecidos del temporal que nos apretaba, abrazados por una fuerza interior que lanzaba bombas atómicas al mundo, bombas que estallaban en un ‘somos dos y uno a la vez’. Ahora escucho, para verte así, a Sergio Mendes, a Peggy Lee, a Najwa Nimri, a Marina Lima… todos con ese ‘… ¡ay!, ¿por qué estoy tan solo?… ¡ay!, ¿por qué me siento triste?… ¡ay, la belleza que existe!’… Un día total para bailar juntos ‘Take a walk on the wild side’, sin los críos pidiendo la comida o la ropa, sin ellos, que son aquellas justas bombas que lanzamos juntos contra el mundo.
Nos hemos dado siempre razones para el amor, y lo hemos hecho sabiendo que la libertad no existe y que la mejor opción radicaba en escoger nuestras propias cadenas.
Otro día de lluvia en los cristales para saber a ciencia cierta que hemos fracaso deliciosamente juntos… con aquellas ‘paraules d’amor’ que nos han resumido en tres seres concretos lanzados a la nada, tres seres con nuestros ojos mezclados, con nuestras bocas trenzadas, tres seres sencillos y capaces de sonreír y llorar.
¿Qué hemos hecho bien?… ¿Qué hemos hecho mal?… No importa.
Somos relativamente felices, lo hemos sido siempre… relativamente felices con intensidad, casi como una bachata Grace Jones inspirada por Astor Piazzola o como aquel bolero de Ravel… todo se repite constantemente.
Fuiste Angie y una canción de Boris Vian [el ‘Charleston des déménageurs de piano’], la mujer del ‘Chan-chan’ Compay, ‘Les jours tristes’ de Yann Tiersen y la mirada más Amélie Poulain, la ‘boina azul y el corazón en calma’…
Otro día de lluvia para pasar contigo como si no pasara nada, como si el mundo no estuviera ahí afuera esperando con sus puñales.



* Editado por Santiago Nieto [gracias, colega]

MIRADA PARCIALMENTE PECULIAR A UNA TOMA DE POSESIÓN SOCIALISTA

Todo comenzó con una mirada al hombre Beefeater...
[Sólo un concejal del PP guardaba las formas recibiendo al nuevo equipo de gobierno en la antesala de la alcaldía en los previos a la toma de posesión. Lo normal hubiera sido que el alcalde saliente recibiera al equipo entrante e hiciera los honores hasta su entrada en el salón de plenos. En fin... se acaba como se vivió.]

... con calcetines variceros rojos de media caña...

...que antesdeayer fue hombre de musgo y hoy macero de rojo.
[Había buen rollo entre los funcionarios presentes con las nuevas perspectivas, aunque todos comentaban el gran problema que se va a heredar... pero con confianza en que el nuevo equipo ponga soluciones].

Maceó al Ministro de Trabajo ante la incontenible sonrisa JASP.
[La entrada de Jesús Caldera al salón de plenos fue aclamada con gritos de "Ministro, Ministro", que no es más que el aplazamiento de lo que debió ser en su día].

Un grito solitario dejó sonrisas y rabia: "¡Abrid la ventanas, que entre aire nuevo!" (frase repetida mil veces por Riñones en sus mandatos). Solo podía venir de la garganta de Pedro Tejado.
[Muchos esperamos que la palabra "caridad" sea sustituida por el término "justicia", que seguro dará mejor en nuestra común fachada]

Y Riñones salió como uno más y con tres menos, no sin antes decir que hay que cambiar la ley electoral [¿para que él gane siempre?...]. Miraba JASP muy serio.

Mi madre fue feliz lavando su memoria.

Y Riñones rizaba su última boutade.

Se consumó el retrato y esa calidad mágica de nuestra perla roja.

Salud y suerte a todos... Gobernad con decencia.











(17:51 horas) Asistí a la toma de posesión del nuevo gobierno bejarano y no hubo sitio para mí en la sala, pues estaba llena de personal con ganas de darse un baño de orgullo y de quitarse los doce años pasados de puertas cerradas a cal y canto. Me gustó ver a la gente que aprecio unida y feliz.
La cosa dio para saludar a José Antonio Sánchez Paso, reírme con Juan Tomás, bromear con Cipri, saludar a Jesús Caldera, besar en los mofletes a Fabián, señora e hijo; mirar a mi madre, besuquear a la madre Caldera [“a ver si esto termina y mis hijos salen ya de aquí, que estoy muy nerviosa”. Se refería a los hijos con representación política de colores distintos y distantes… qué difícil debe ser para ella], abrazar a Paulino, estrechar la mano de Ramón [coño, que apenas nos dio para saludarnos], fotear a Alba con todos los políticos habidos y por haber, abrazar a mi César Yuste y a su preconsorte, fumarme un par de pitillos con José Manuel, charlar con Juli, departir con Germán, reír con Mateín y, sobre todo, cabrearme con Alejo Riñones por no saber estar ni en el final: No recibió al equipo entrante en los prolegómenos, no llevó a la banda municipal para que interpretase el himno a Béjar, no sé que pasó con el bastón de mando [una funcionaria me conto algo que debo cotejar] y en su discurso solo supo hablar de que hay que cambiar la ley electoral y, por enésima vez, de las miles de cosas que ha hecho en sus tres legislaturas [por lo menos felicitó de palabra a los entrantes].
Hubo algunos abucheos durante su intervención [él los provocó].
Raúl estuvo muy bien en su discurso y Cipriano bordó un acto demasiado largo por generosidad del nuevo alcalde.
Ahora, a trabajar para consolidar una voluntad nueva.
[Quede mi recuerdo cariñoso para Ramón].


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