Thursday, August 31, 2006

Wang Yi-Ch'eng

Apuros de final de mes con una asesinato local, un aniversario de muerte, mingadas festivas, sensación de out–verano, vuelta ciclista, caos de tráfico y máquinas en pie de guerra. Estas son las fechas que peor llevo del calendario junto con las navideñas... todo es un fragor lleno de acabamiento que trae consigo unas enormes ganas de comerse el mundo molestando al otro.
Mierda.

Monday, August 28, 2006

Bai Juyi

Me gustaría creer en el mundo como creo en la palabra, pero resulta bastante difícil dejarse caer sobre un mar de hombres y esperar a que su reacción sea igual que la de un verso aceptable. Muchas veces me pregunto por qué apenas salgo, por qué rehúyo comunicarme y me aíslo, si soy un tipo jovial, de conversación fácil y animada... El caso es que cuando estoy con los demás noto a flor de piel mi superficialidad y no me gusta esa sensación, sobre todo si, como ocurre con muchísima frecuencia, percibo netamente que estoy rozándome otras superficialidades.
En fin, que cada día me gusta más lo intenso y lo sincero, pero quitándole a estos términos todo su contenido rosa y flou... y es difícil encontrar estos valores en las relaciones diarias en las que todo se arbitra como teatro en el que parecer lo que se quisiera ser y ni siquiera dejar un resquicio a lo que se es.
(13:01 horas) No llega la poesía, aunque tengo ganas de usarla, y he vuelto a pintar mujeres con trazos rotos y manchas de tinta. Me encanta encontra en las manchas la línea de un rostro y marcarla con velocidad para conseguir resultados rápidos e incontenidos.

Saturday, August 26, 2006

Tie Ning


Anoche llegarón Esther Muntanyola y una colega suya cordobesa. Nos encontramos en El Castañar y tomamos unas copillas mientras nos poníamos al día de cómo nos ha ido en este tiempo de distancia. Encontré a Esther muy delgada, sumamente feliz –ya es fucionaria y con destino donde ella quería– y con la misma mirada dulcísima del primer día que coincidimos hace ya unos seis años en Rivas Vaciamadrid por esas cosas de mi Morante. Me regaló un cuadro muy Sicilia de homenaje a Baudelaire y quedamos para vernos hoy y visitar Béjar con charleta chula. Echo de menos otra vez a mi Morante, pues cada amigo que viene a verme tiene siempre palabras para él y todas buenas. Es un tipo que convoca y contiene la mejor generosidad. ¡Ven pronto, colega!
(12:03 horas) Los hermosos vecindos pasean por las calles con la mirada baja. No esperan nada, pero sostienen una belleza inigualable que produce destellos. Cuando los veo caminar hacia una plaza, quisiera ser como ellos, conocer con exactitud lo que no es mío y hacerme una dimensión de nada en la que flotar al pairo de las cosas.
Tomar la decisión de no tomarla es un modo de vida que presiento.

(12:18 horas) Nuestros africanitos sufren ciertos problemas de adaptación últimamente, y quizás sea culpa del entorno que les hemos creado lo que les está sucediendo. Les hemos dado protección, casa, comida, ropa y les hemos enseñado la mejor cara de Occidente sin pararnos a pensar en el choque que ese mostradorcito de primer mundo les podría suponer. Su idea de España/Europa se ha asentado ya como el paraíso seguro en sus cabezas y no han sentido la tensión de tener que buscar su comida para mañana... Tenemos que poner solución como sea. Y será difícil. No se dan cuenta de su precariedad y es nuestra obligación –muy dura, por cierto– procurarles esa experiencia para que pongan de nuevo los pies en el suelo... por su dignidad y por su mejor futuro. Ya veremos.

Friday, August 25, 2006

Xu Fancheng

Cansado otra vez y con un catarro traído y pillado por ir a escuchar al colega Juanito Caldera –se lo pienso pegar a todo el mundo, coño–. Mocarrera, astenia, ganas de nada, dolor nebuloso de casi todo el cuerpo... Y encima con visita, que llega Esther Muntanyola y tendré que hacer los paripeses correspondientes... Menos mal que es buena gente y me entenderá si caigo derrotado.
¡Bah!

(19:20 horas) Ayer tuve la oportunidad de despedirme, aunque muy de pasada, de Ramón, me apetecía. Andábamos ambos por El Castañar para escuchar al mentado Juanito y cruzamos unas palabras de despedida y buena suerte durante un ratito.
Me gusta que la salida de Ramón haya sido digna, pues le ha tocado vivir momentos políticos muy duros junto a un tiempo desolador que seguro le ha modificado su forma de hacer y de pensar.
Yo espero que su periplo luso le haga tomar distancia y ver el mundo con ojos anchos, fuera ya de la estrechez enconada que hay que soportar en esta tierra.
Su salida, por otra parte, abre un camino esperanzador ante las próximas elecciones municipales, dejándonos un sabroso olor a cambio que apetece tanto como el olor de las primeras lluvias de septiembre.
Sólo hace falta que el PSOE bejarano esté vivo y no cometa errores en su elección de alcaldable. A mí me gustaría que no sólo se pensase en populismo a la hora de escoger, ni que marcase para nada el absurdo de la cuota femenina. Béjar necesita ahora a un gestor asentado, reflexivo, cultivado y con los pies en la tierra –joder, qué difícil lo pongo–. Hay muchas posibilidades de crecimiento positivo, pero también se van a dejar muchas trampas puestas en el camino. Cierto es que hay pocos nombres a los que darles vueltas, pocos mimbres, y que entrar a este toro debe ser casi como para ganar el Príncipe de Asturias, pero no importa, porque por pequeño que sea el cambio, estaremos mejor de lo que estamos ahora.
También es tiempo de empezar a elaborar un proyecto serio y realista, sin promesas, pero con solidez, y crear un equipo que sea capaz de asumir riesgos y a la vez controlar a quien lo dirija para que no desbarre nunca.
Yo ya sé lo que no voy a votar, pero aún tengo dudas de cómo y por qué votaré.
(22:06 horas) Mi trancazo se agrava hasta taponarme la nariz al completo y obligarme a respirar por la boca.
Siento unas ganas enormes de encerrarme a escribir poemas.
Creo que nunca he mencionado en mi diario a José Manuel, el director de la oficina de Caja Duero donde suelo hacer mis transacciones y saldar mis pellas –a la vez que dejarlas–. Un tipo extraordinario con 12 ó 13 valores que me gustan mucho y que no voy a definir. Da gusto invitarle a un café, charlar con él de cualquier cosa e incluso pedirle crédito –debiera formar la banca a todos sus bancarios como a José Manuel–. En todo caso, un tipo que sumar a otros vecinos flotantes de la Plaza Mayor... que están consiguiendo entre todos y poco a poco que se vaya configurando un espacio habitable en el que cada día me apetece más vivir.

Monday, August 21, 2006

Wang Shifu


Otra vez la madre puesta a secar al sol de agosto en una habitación de hospital, esta vez al lado de casa, que ya es suerte.
Me voy haciendo mayor y el indicador lo llevan los padres en la mirada, en sus despistes, en sus enconos, en sus enfermedades, en sus rarezas... Me voy haciendo mayor sin madurar y con una pesada sensación de «lo que se me viene encima» que aún no sé procesar con otro aliño que no sea vinagre.
Mi problema es que no me entiendo con los demás, que no comprenden que uno busque su rodar sin hacer sangre, pero rodando. Claro, cada uno ve sólo sus problemas y ordena el calendario como le place, y todo sin pensar en que los demás posiblemente tengamos otro ritmo y otros solucionarios. El caso es que entre los «ojos que no ven, corazón que no siente» y el «muertita en vida» hay términos intermedios que dejan vivir a todo el mundo sin tener que hacer aspavientos de amor u odio, y sin hacer sangre de lo que debe ser amor y elaboración de un buen recuerdo.
Oye, y nada de culto a la edad, y nada de entrega hasta la muerte, que no somos legionarios... Yo, por lo menos, no quiero eso para mí. A mí, si no muero de síncope o suicidio, me gustaría soledad tranquila sin distorsionar a mi gente, apartarme del mundo en un lugar discreto y económico donde no me faltase tabaco, papel y pluma –y libertad de expresión, claro–, y que mis hijos me viniesen a ver sólo cuando realmente les apeteciera, un par de minutos, un beso y una sonrisa. Que a los hijos los traemos con o sin voluntad y son nuestra carga obligatoria, pero los padres somos imposición. Es duro lo que digo, lo sé, y lo digo porque yo amo a mis padres con una fuerza viva que jamás me permitiría dejarlos a su suerte, pero odio el conflicto familiar y la falta de claridad cuando hay que tomar determinaciones que pondrán peso en la vida de cada uno. Y sí, hay cosas que se arreglan con dinero, y ese money será el mejor gastado de nuestras vidas si es capaz de darnos pausa, de aportar armonía y de prestarnos tiempo personal y familiar.
Yo, que en este justo momento estoy creciendo, haciendo el nido sólido para los míos, apostando a doble o nada para dejar campo abierto desde el que lanzar a mis críos, que ando sin tiempo y sin pausa... necesito que las dos horas cortas de hogar sean intensas, querer a mi mujer con un amor maduro y no ver ni una sombra de tristeza en sus ojos que no hayamos buscado... necesito percibir cómo se van mis hijos un poquito cada día, estar detrás de ellos sin que lo sepan, apoyarlos cuando lo necesiten y no dejarlos solos cuando llega la hora de estar juntos –esa hora que se extingue deprisa–. Odiaría a mis padres, a mis hermanos, a cualquier cercano que me hurtase este tiempo cuando existen soluciones reales y absolutamente positivas que nos pondrían en bandeja una vida colmada para todos.
Cuando mi mujer llora y no soy yo quien ha llamado a sus lágrimas, cuando ella cae agotada y se siente una mierda, cuando otros toman por ella las decisiones importantes que le afectan –y por tanto me afectan– y se hunde y no sabe salir... me dan ganas de ser el mal y hacerlo, de convertirme en Maldoror para ver en cada una de sus lágrimas un puñal que se clava en los corazones de quienes le hacen daño queriendo o sin quererlo.
Yo quiero ser dueño de mi felicidad y gestionarla. Aunque me cueste la ruina.

Sunday, August 20, 2006

Mencio


Me llamó José Luis Morante y lo agradecí un montón, pues andaba con muchas ganas de volver a conectar con mi amigo del alma -yo le había llamado varias veces a su casa, pero andaba de vacaciones y fue imposible el contacto–. Le percibí con ganas, con muchas ganas, pero con el jodido peso de un montón de «demás» a cuestas. hablamos de la vida –de nuestras vidas–, del comienzo del curso, de la responsabilidad del enseñante y de cómo una decisión en los cursos menores puede truncar la vida de un chaval o cambiarla en un giro de 180 grados, de la cuesta familiar que son los hijos y los padres, del tiempo que nos queda, de los «amigos» que sólo resultan ser conocidos accidentales con un puñal en la mano, de buscar un día para vernos y charlar. También me recordó a Lara Cantizani, del que no sé nada desde hace un montón de tiempo a pesar de que tengo un libro de su colección listo para entrar en máquinas desde hace meses sin recibir el visto bueno –es un libro de Miguel D’Ors, un diario de corte literario, «Virutas de taller», que ya va por la enésima corrección–. No sé qué sucede en Lucena, sólo sé que hay un silencio largo y extraño del que no me dejan preocuparme mis continuos quehaceres y problemas –espero que el tiempo me traiga noticias como suele hacerlo siempre.
También me contó José Luis que anda en una antología de los textos poéticos de Luis Pastor –lo que me trajo a la memoria que llevo inacabando su biografía desde hace dos años, ¡perdón, perdón!– y que cuenta conmigo siempre y para todo –circunstancia que hago recíproca.

(17:06 horas) A veces los conocidos que te llaman «amigo» se tornan en fantasmas y se transforman en un cero a la izquierda de la izquierda. No sólo no existen, sino que te perturban con jodidas energías negativas que tú no has buscado y que ellos se montan por noticias de ti que ni siquiera se aproximan a lo que eres ni al lugar que ocupas. Se apagan igual que crecieron y quieren llevarte consigo en su fracaso o en su miseria. No miden, porque no lo saben, cuál es tu escala de valores ni entienden que no son necesarios, y menos con su carga de ricino.
No entenderán jamás que intento hacerme un mundo autogestinado que alimente mi hambre y mi libido –ya casi estoy en él–, que mi energía llega tan sólo de mismo y ya ha aprendido a retroalimentarse hasta el punto de no necesitarme más que a mí y a quien yo decida en cada paso que me invento. Sólo son necesarios si yo los estipulo como tales. Sé sus tristes miserias, pero no me interesan; sé bien de sus valores y los anoto en su cuenta sin pensarlo; sé cómo funcionan sus dobleces y las paso por alto... No me afectan sus cuitas ni sus odios, nunca les pedí nada que no fuera alegría y buenos rollos... No saben que no existen si no me hacen reír o pensar un ratito. Les jode mi locura, que logre lo que quiero cuando quiero, que hable en justa plata o cuente la lujuria de mi farsa, que es la suya, sin más. Les duele en los riñones que no le dé importancia a lo que hacen, porque yo lo hago igual, mejor y peor, pero sin ínfulas. Les duele que me integre unos minutos y logre lo que a ellos les cuesta lametones de culos importantes... y al rato me descuelgue y cuente la saliva, el sorbo, el lametazo...
No entenderán jamás que estamos en un juego que no tiene importancia y el valor es el roce, la risa, el tierno abrazo... no el galardón del asco, no el mísero clarín puesto en un nombre, no el ser más ni el ser menos.
Si vienen, los abrazo; si se van, los despido; si no quieren volver, me olvido lentamente; si me envidian, sonrío; si triunfan, yo me alegro y sigo en mi charada.
¿Qué importa no ser algo, si estás donde decides?
Yo disfruto.
Ellos tiemblan.

Saturday, August 19, 2006

Zhao Jingshen


Ayer, a última hora, vinieron a visitarme Mari Sol, Urceloy y su hija Julia –encantadores, como siempre–, como los Reyes Magos, cargados con un delicioso queso de Cabrales y con una botellota de tequila reposado «Mayorazgo» que Mari Sol me ha traído de su periplo mejicano... también traían un recorte de prensa graciosísismo en el que mi libro «El gato sólo quería a Harry» figuraba como el cuarto más vendido en el apartado de poesía durante el mes de agosto –ja, ja, ja....–, nada menos que por delante de Edmond Jabes, Valente y el colega de Cuenca... Para partirse el culo o para darse cuenta de que uno tiene colegas por ahí que le cuelan de mentirijilla en estas listas.
Salimos de marcheta corta –estábamos todos derrotaditos– y pillamos cama a la primera excusa. Me acordé un montón de mi Morante –cómo le echo de menos últimamente.

(11:30 horas) Murió Hilario Camacho y en mi casa hay otro vacío pequeñito en el que aguardarle. Su recuerdo permanece vivo en mi discoteca breve y en mi álbum de fotos, en aquellas canciones de los años setenta que emborrachaban de sensibilidad, en su imagen –ya algo rechonchete– poniéndose ciego a helado en el privado de La Alquitara, en sus visitas a mi local de Colón y en las charletas encantadoramente interminables y bejaranas –le gustaba Béjar hasta el punto de que venía a cantar un par de noches y se quedaba veinte días... teníamos que echarle–, en los constantes correos electrónicos –había días de ocho y diez correos seguidos–... Me quedó pendiente escribirle la letra para una canción que le prometí hace nueve meses y que por desidia y curro no llegué a enviarle nunca a pesar de su insistencia.
Hoy le veo enredando entre los libros de mi biblioteca con esa curiosidad que tenía para todo, riendo como un chavalillo y contándome sus aventuras musicales, su declive temporal y la lucha por salir otra vez adelante en lo que él más amaba, que era la música.
Hilario ha dejado un trabajo original, sensible y dignísimo; un trabajo que habrá de ser reconocido con la pátina del tiempo por otras generaciones menos enredadas en el consumismo feroz y en la música enlatada. Su mensaje vive y vivirá mientras los que supimos recibirlo tengamos un hálito de aire en los pulmones.
Hasta pronto, colega. Hasta pronto.

Friday, August 18, 2006

Dai Sijie

Hay cierta urgencia en las vacaciones que elimina su presupuesto de descanso y lo transforma en una alteración nerviosa insufrible para los demás y llena de distorsión para quien las disfruta (?). Digo esto porque cada verano, cada puente, cada día festivo... me toca aguantar a los engendros vacacionales que lo ocupan todo con prisa y descabalan las vidas normales y ordenadas de los que no queremos disfrutarlas nunca –las vacaciones– si no es en clave de sosiego y calma.
Béjar es particularmente complicada en este tema, pues cualquier día que se preste para joder a los demás es punto de mira de una enorme cantidad de pijoapartes que te chamuscan la hora del café, que hacen interminables las colas de supermercado, que no dejan un puto aparcamiento a los tipos de diario o que te mandan a casa sin comer el día de tu aniversario, aunque hayas hecho reserva de mesa.
A mí me joden especialmente los madrileños, generalmente asilvestrados en los días de vino y rosas, maleducados como ninguno y llenos de ínfulas y añagazas con las que joder al paisanín primario que sólo quiere armonía y buen rollito.

(16:16 horas) Me asombra cómo Nietzsche invoca a los «valores eternos», como si hubiera algo eterno y, a más, con categoría de «valor» –F. N. lo hace contra la democracia–. Si su historia va por el campo de la moral –que va–, no hay nada más fuera de la moralidad que la invocación de una esfera superior y exclusiva, una conciencia de clase, como base de descalificación taxativa de los movimientos espirituales.
Si ha de ensalzarse un «valor» en la historia de la humanidad, ése ha de ser el de integración de cada uno de los individuos en una voluntad de igualdad, aunque ello lleve a una sociedad mediocre –destino, por otra parte, insoslayable, dado que el común de los humanos mortales somos materia recesiva y, por tanto, el rasero deberá ir siempre por lo bajo–. Sí, F. N., sólo reconociendo que nuestro percentil raya la estupidez y que no podemos guiarnos por una Ley Natural de corte fascista que elimina a los que no están en el plano evolutivo correcto, lograremos un camino común en el que crecer sin esas jodidas ínfulas de los «valores eternos» y estupideces parecidas que siempre aparecen en las sucias bocas de los que toman para sí la calificación de «nobleza» o «superioridad».
Sólo entendiendo que somos unidad vital y que el verdadero valor está en dotar de garantías a nuestras células más débiles, llegaremos a conformar un cuerpo armónico con el que avanzar –más despacio, claro–, pero avanzar todos a la vez... Ahí radica el valor de la democracia –sistema, por otra parte, lleno de incoherencias y fallos galácticos–, pero uno de los pocos que da «valor», respuesta y voz a los que nunca la tendrían en otros planteamientos sistemáticos sociales.
¿Qué ganamos con ello?: Sobre todo dignidad y calidad moral –no moralina. Y mejoras en la ponderación de la «diferencia», avances en la igualdad y dignidad para todos.
¿Qué perdemos?: Grandes avances científicos en pequeños márgenes temporales y una evolución mucho más elaborada del pensamiento y sus ramas múltiples... ¿Y qué?
¿Qué implica esa pérdida cualitativa?: Nada que no sea tiempo, y ese tiempo nunca se podría considerar como perdido, pues haría que los avances del tipo que fueran se asumieran con tranquilidad sin crear choques tecnológicos entre generaciones.

Thursday, August 17, 2006

Mu Shiying


Ya tengo mi Korando y me encanta... Por fin un auto que sustituye estéticamente a mi fallecido Jeep y en el que me siento un minicapitalista de izquierdas venido a más, el hombre Lacoste que siempre he sido a pesar de que mi cabeza me dictase otra cosa –los prepijos seremos siempre prepijos, es así de triste.
Del día, salvo el asombro que me ha causado el que mi colega Jacinto me contase que en el albergue de Llanoalto está alojado un grupo de más de 100 chavales de la OJE... ¡La OJE!... ¿No es mundial de la muerte? Si yo creí que esas siglas habían sido enterrradas con El General, pero parece que la cosa sigue y que han adoptado la bandera constitucional española en sustitución de aquellos yugos y aquellas flechas... Es un flash que me ha dejado ciego.
Y también que me han llamado Urceloy y Belén Artuñedo para sacarme una sonrisa fresca, que no todo ha sido perplejidad anonadante.
Para celebrarlo, me he repatingado en mi sillón a disfrutar una horita larga del libro molón «Marilyn. © André de Dienes», de la Taschen, otra pasada de estos alemanes locos que editan como los ángeles [con músiquita de Violeta Parra... «Tonada por ponderación»].
Besos.

Wednesday, August 16, 2006

Luo Guanzhong


Las borrascas de verano son como esas jóvenes lúbricas que te insultan directamente a la edad mientras caminan frente al asombro de tus ojos... me hacen sentir vivo con su aviso fresquísimo y llaman a las ganas como una fiebre, a las ganas de todo, de todo.
Hoy ha llegado por fin mi borrasca de verano, y a eso de las siete me he ido a la calle a mojarme, en chanclas y camiseta, por todo el centro... y empapado he vuelto a sentir aquella sensación de los dicisiete años, cuando en las tormentas arropaba a la chica que me gustaba bajo mi gabardina.
Estoy vivo, coño.

Tuesday, August 15, 2006

Wang Anshi


La capacidad de imaginar es lo que nos hace distintos, que no superiores, y de ella nos llega la suposición o el adelanto mental de los diversos desenlaces, que nos sirve de puta madre para valorar el paso siguiente que hemos de dar. Todo perfecto, pero el problema se nos plantea cuando, olvidado el instinto, caemos en la duda que no nos permite determinar con velocidad. Mientras el animal procesa en clave de instinto y resuelve generalmente en función de parámetros físicos y químicos, el hombre itroduce una variable que da lentitud al proceso por valorar opciones de tiempo que a veces no son muy determinantes para un éxito mantenido... pero sí para un estrepitoso fracaso. Yo, en todo caso, prefiero imaginar, aunque con ello alcance consecuencias de insatisfacción en lo tangible. La ventaja del hombre es que en el imaginario personal puede armarse un mundo ficticio que actúe como láudano del mundo real, consiguiendo en el proceso cierta armonía que nunca podría llegar por una serie encadenada de fracasos.
El problema llega cuando el imaginario se torna negativo, cuando el proceso mental exterior a la realidad se empeña en poner nubarrones que hacen que todo camine hacia la frustración.
Es fundamental, por tanto, implicarse en conformar un proceso mental sano, educar tu cabeza en planteamientos de tono optimista y trabajar la euforia como método de apoyo a la vivencia para banalizarla y poder así conseguir un alto procentaje de estados de ánimo positivos.
Ante un suceso inexorable se puede responder de formas diversas sin que exista posibilidad de variación en sus resultados reales, pero sí que se puede intervenir en las respuestas anímicas. Si se toma el camino de la desesperación, la derrota, el hundimiento... multiplicaremos el suceso de forma negativa en nuestro entorno y nos resultará muy dificultoso superarlo y entrar en el camino de la recuperación. Sin embargo, si aceptamos el hecho en su dimensión real y tomamos una actitud positiva/paliativa, el poder de recuperación se torna de enorme potencia y puede llegar a extenderse de forma exponencial entre quienes nos rodean. Este valor es el que se le debe exigir a un líder –da igual el medio y el entorno que lidere–, pues este tipo de reacciones de ánimo consiguen un sentimiento común que lleva a la recuperación urgente del optimismo y, por tanto, a reencontrarse con la normalidad en un breve plazo de tiempo.
Enfrentarse al temor con ironía termina bajando el nivel del miedo y, por tanto, haciendo de él un enemigo menor y susceptible de ser derrotado.

Monday, August 14, 2006

Gao Xingjian

Después de un montón de días llenos de trabajo y tensión, hoy hago puente y me siento como vacío. Al salir de casa me he dado una vuelta tranquila por Béjar para ver cómo actúa el nuevo plan circulatorio municipal y sólo me salen quejas que indican una tremenda falta de previsión y de diseño por parte de los munícipes. Lo peor es que han puesto en marcha su jodido experimento cuando más movimiento de personas y automóviles hay en la ciudad estrechísima, sin pensar en ningún momento en que las molestias que le procuran al autóctono y al foráneo son de cabreo absoluto.
Sólo se me ocurre que ante la previsión de una debacle electoral en la ciudad, el alcalde y su equipo están entonando un dramático canto de cisne que, para más inri, además de molesto, dejará las arcas vacías a los que vengan.

(11:07 horas) Veo en internet que David Torres se acuerda de mí en un artículo sobre la mano izquierda de la empresa Yanko para despedir a sus curritos que ha publicado «El Mundo». «Agradecido... y emocionado...» le envío un saludo al colega de la vega, al que prometo regalarle una edición antigua del diccionario VOX escolar cuando crucemos las miradas. Zenk.

(13:11 horas) Mañana celebraré con mi mujer y con mis hijos la friolera de 24 años de matrimonio, unos años magníficos, llenos de intensidad y de libertad, con tristezas y alegrías, pero siempre en una piña tranquila.
Y tengo claro que toda la armonía que he disfrutado durante estos años proviene de mi Mª Ángeles, tanquila y clara, sabiendo siempre dejarme espacio en el crecer individualmente y sonriendo ante cada una de mis boutades. Si de algo tengo por lo que felicitarme en la vida, es por haber encontrado los lazos con una mujer que desde el silencio sabe respetar la libertad sin gestos altisonantes. ¡Gracias por todo tu tiempo compartido conmigo, reina!
(22:34 horas) Hoy, cuando subía a Palomares a recoger a mi familia, me he encontrado con mi amigo Pepe Servando, su mujer y sus hijos. Encantadores. El día está colmado cuando se recupera una amistad de las buenas, de las de juventud, y se aprecia que todo va bien.

La tarde la he pasado pintando un homenaje a Alfred Hitchcock y he disfrutado como un enano manchándome de tinta china y viendo nacer lo que tenía en la cabezota metido como una espina. No me ha quedado mal del todo, coño.

Sunday, August 13, 2006

Zang Kejia


Las constantes ausencias de casa por atender a los padres –cada día más largas y en las horas que más apetece estar todos juntos– van minando poco a poco nuestro estado de ánimo y están creando distorsiones que probablemente tengamos que pagar con los años –me refiero a los hijos–. Yo creo que estamos aún en tiempo de pillar la razón y acomodar la vida –nuestra vida– con cierta lógica que no nos lleve al aborrecimiento.
No sé cómo poner solución, aunque percibo que no debo ser yo quien intervenga en este asunto, pero se acerca el final del verano y todo puede complicarse hasta las lágrimas con la vuelta al trabajo y con los críos otra vez en el colegio y con todos los horarios cambiados. Mi solución –la que veo más viable– pasa por contratar a alguien y cambiar tiempo personal y tranquilidad por dinero, pero no sé si esta posibilidad convocaría la volutad de todos... En todo caso creo que es tiempo de hablar con calma para preparar el invierno, y hablar en términos prácticos y no de a ver quién ama más –malentendiendo el amor por tiempo sacrificado sin lógica–. La logística de una familia con enfermo requiere planteamientos especiales que pasan por buscar la armonía y un solucionario viable para cada casa que no lleve a que los hijos se asilvestren y las parejas se malogren, que no se dé pie a que unos digan que ponen más que otros sin saber cómo funciona cada casa y que se creen problemas graves para solucionar otros que tendrían arreglo fácilmente.

(19:14 horas) No sé si morir duele, y esa es la única circunstancia que me preocupa de la muerte –bueno, también «la falta» referida a mis hijos y a mi esposa–, y me gustaría saber con certeza que mi muerte no me va a producir dolor físico para seguir en el pensamiento que tengo de la desaparición como algo natural que no debe ser tratado desde parámetros de temor, sino todo lo contrario, con gozo por lo acabado y con satisfacción por haber intentado aprovechar el tiempo con antojo personal y con intensidad positiva. La muerte no me da miedo, ningún miedo. El miedo lo dejo para el dolor y los hijos. Y morir es descanso casi siempre, para el que se va y para los que se quedan.Ahora voy a irme a casa y me tumbaré en mi sofá con Guillermo a ver dibujos animados en la tele, le utilizaré de mantita –todos mis hijos han sido mi mantita de sofa durante una época de sus vidas– y sentiré con profundidad cómo los quiero a él y a sus hermanos... quizás me tome una cerveza y me quede en calzoncillos toda la tarde que resta, a la mejor manera del realismo italiano, sudando y queriendo, gritando y pillando el sueño un par de minutos de vez en cuando.

Saturday, August 12, 2006

Camilo Sun


Hoy echo mucho de menos a José Luis Morante y si no supiera que está en la costa con el ombligo puesto al sol, me atrevería a llamarle para obligarle a venirse a Béjar un fin de semana. Y le echo de menos porque el contacto con la muerte lenta me pide amigos de verdad con los que charlar de largo de cuestiones que sólo se plantean en estas circunstancias vitales que hoy me tocan.
Magdalena es ya sólo un objeto con la única capacidad de producir ternura y con la potencia de armar la de San Quintín entre los que la rodeamos. Su peso distorsiona en extremo y nos lleva a conocer si los lazos son firmes o hacen agua, saca lo peor de nosotros mismo y también lo mejor... y agota, agota hasta la desesperación y la derrota.
Verla mirando a la nada es muy triste y muy duro, y pensarla en aquel constante ajetreo que era su norma de madre eterna me hace meditar en lo absurdo de la vida de entrega y en la hipocresía que se ha hecho dueña de nuestro mundo pequeño.
Cuando ella estaba viva (vivaz) era la solución de todos nosotros, el lugar común al que acudir para una comida a destiempo, para dejar colocados a los críos, para arreglar los bajos de los pantalones o para cuidarnos si enfermaba cualquiera de nosotros. Su vida fue de una esclavitud primaria, siempre rendida al peso de una mirada o de un gesto, sin disfrutar de otra cosa que no fueran sus hijas y sus nietos, y enredada siempre en un concepto de matriarca sin mando en plaza con todo por hacer. Una vida triste si se mira por el lado egoísta de cada uno de nosotros, y una vida colmada si se toma la jodida lente de «la familia es todo». Su final es injusto por donde se mire.

(17:32 horas) Estoy pintando de nuevo, como una fiebre, como una necesidad de dar salida a la mierda acumulada. En tres días he rematado tres cuadros –advierto que nunca he sabido empezar un cuadro sin ponerle la hora de cierre en la misma jornada. Me he metido en tamaños aproximados de 100 x 70, que es el soporte que tengo en mi imprenta. Uno lo he hecho sobre la madera de un «palé» y los otros dos sobre cartón gris. Esta vez me he obsesionado con la caligrafía, escribiendo textos en mayúsculas y jugando luego a tapar algunos ojos de las letras para conseguir unas imágenes de sombras y luces muy extrañas que realmente dicen algo de mi estado actual.
Pintar me calma y me hace digerir los malos rollos con mucho mejor resultado que la escritura. Mi problema es que no domino técnica alguna y mi mano corre libre sin saber ajustarse con fidelidad a lo que tengo en mi cabeza, por lo que el resultado no sale de lo naïff. El caso es que cuando miro los cuadros terminados me siento muy bien, los quiero en su total imperfección y los miro constantemente como quien mira su enfermedad desde afuera. Me gustaría saber pintar de verdad, tener claros los conceptos de volumen y forma, y poder así conseguir resultados más cercanos a lo que me sucede, aunque lo mismo serían más fallidos y menos laudánicos.
(22:19 horas) Cuando llegaba de la piscina con la familia y los suegros, me he encontrado en mi portal con Juan, un vecino del bloque del al lado que anda, como yo, en los asuntos comunitarios. Me ha contado que el ayuntamiento ha ocupado parte de la vía privada de nuestra mancomunidad para poner tres aparcamientos de zona azul y ha colocado los contenedores usuales dentro de nuestro vial –esos contenedores estaban antes donde ahora han puesto la zona azul–. Explicaré que el señor alcalde es vecino de esa finca y ha ordenado dicha ocupación –lo que le faltaba al colega, tirar las colillas en la cocina de su casa–. No sé por qué me da que este hombre no va a acabar bien entre los vecinos, aunque me han dicho que ya tiene casa rural pacense para cuando pierda las próximas elecciones y así evitarse desagradables encuentros en el ascensor... Y sigo preguntándome qué tendrá hablado con Dorna para hacer estas ampliaciones tan chusqueras. Esta entrada la hago porque me da la gana y, además, porque me la han pedido varios vecinos.

Friday, August 11, 2006

Zhang Chengzhi


Vivo en Tontobéjar Ville, coño.
Con la gongorina cruzada de ganar las enésimas elecciones, el grupo que desgobierna en mi puto pueblo de mierda se ha puesto a cambiar las cosas de lugar para crear esa sensación tan chula de apariencia que te da algo que vender a los ciudadanos estúpidos, y no se les ha ocurrido otra cosa que pringar las calles de asfalto en puro julio –cuando viene la gente de fuera a pasar unos días de asueto– borrando todas las señalizaciones de tráfico y, para más inri, cambiar la doble dirección en las dos arterias principales de mi ciudad (por ínfulas de sus habitantes) de mierda.
Pues bien, los accesos a la Plaza Mayor, que antes eran directos por una vía franca –la calle Colón–, ahora son todo un laberinto que ni los habitantes del lugar sabemos desentrañar. Si partimos de la Plaza de España, tenemos tres soluciones de llegada a la plaza de la Piedad y a la Plaza Mayor (centro histórico):
1ª. Meternos por Puerta de Ávila (prepeatonal) y subir hacia San Juan a contracorriente, pues su vía natural está abierta de cabo a rabo por obras –lleva un par de meses así–, torcer hacia el mercado de abastos –ya que la calle que llevaría de la forma más directa, tiene obras en viviendas con acumulación de escombros hasta media vía– y sortear los ocho vehículos estacionados sobre el acerado del mercado con sus consiguientes choques de espejos. De allí, por la estrechísima calle del Teatro Cervantes –que han estrechado más por un vallado infecto que avisa de nuevas obras municipales–, desembocamos en San Gil –donde han colocado unos «deliciosos» obstáculos en forma de enormes maceteros de hierro fundido salteados con unos pirindolos de estética «Aceros de Llodio» [¿haceros de Llodio?]. Y de ahí a la jodida plaza de La Piedad con tres megaobras, dos grúas y unos tipos que siempre te miran con ojitos de carnero degollao para explicarte que ellos están trabajando y no puedes detenerte allí (tú no trabajas nunca, claro). La opción que te queda es rodear la placita y bajar por la Calle Mayor hasta la Plaza Mayor... pero siempre hay un camión de tipos que «están trabajando» que impide ese acceso.
Solución: como en Tontobéjar Ville han decidido cambiar el doble sentido de las calles, para poder llegar a la Plaza Mayor tienes que bajarte por Colón hasta Olivillas y subir por Padre Roca –toda la vuelta a la ciudad por fuera–. Para más inri, lo han pintado todo de azul porque deben tener un conchaveo agarragüevos con los zonazules de turno. Un lujo.
2ª. Ir por Ronda de Navarra (este recorrido es especial para camiones) con el peligro de encontrarte un autobús o un camión grande en la salida de las Salesianas en sentido contrario a la dirección única –esto sucede porque no tienen otra opción dada la estrechez de las callejuelas de salida–... paso, coño, paso...

El caso es que estoy que ardo de rabia y cabreo, porque para entregar hoy un par de trabajos de mi empresa a nuestros clientes he tenido que dar dos vueltas completas al circuito más gilipollas jamás imaginado, un recorrido que me ha costado 48 minutos que le he robado a mi trabajo, y eso sin contar el gasto extra de gasolina –que debiera pagar de su bolsillo el iluminado gobernante al que se le ha ocurrido este caos preelectoral.
Una ciudad que quiere cambiar, periquito gobernante, debe ser sometida antes a un proyecto global serio y cabal en el que se estudien los perjuicios y los beneficios que irán a parar a la cabeza de turco del ciudadano. No se puede cambiar el decorado sin contar con un fondo urbanístico en el que reine la lógica y la razón... y si se cambian las señales de dirección, habrá que quitar las antiguas para que el sufridor no se confunda, coño, que después de un prohibido hay un ceda el paso, o un peligro por el ancho de vía, o un paso preferente a la dirección de entrada a vía. Como putas cabras están estos tipos, y me han cabreado tanto, que me parece que este año lo voy a dedicar a hacer una colección pública de imágenes de todos sus desmanes urbanísticos y circulatorios, no sé, un blog abierto a quienes quieran publicar fotos diarias de lo que está sucediendo. Ya veré.

Y todo con el dinero ajeno, como lo del cambio de matadero por orden judicial. En justicia, si el político se equivoca por cabezón, debiera poner el valor de los daños de su magro bolsillo.
Que estoy hasta los güevos como ciudadano, como conductor, como contribuyente, como empresario que ha apostado –arriesgando– por esta ciudad para hacerla crecer un poquito más y como indio cabreao.
Para gobernar debieran exigir el graduado escolar como poco y pasar un dictado sin faltas de ortografía.
En resumen, que me gustaría saber quién me pagará las horas perdidas en las vías públicas, el gasto insano de aparcar en zona azul fuera del ámbito de trabajo –necesito el coche para transportar material–, la gasolina desperdiciada en las vueltas París/Dakar para llegar de un punto del centro a otro punto que está a 250 metros... y ... ¿cómo coños llegarán los camiones a descargar en mi empresa –y las aledañas– si son incapaces de entrar por el nudo con espejo de la calle de Las Armas?
La hostia, de verdad, la hostia.

Monday, August 7, 2006

Tongxiang


Me llegó esta mañana «La Aldaba» del amigo Marciano y me encuentro –después de varios años sin colaborar en prensa– con que el artículo que le envié sobre el festival de blues aparece sin los guiones que llevaba el original, por lo que algunas ideas se descontextualizan y otras no se entienden, lo que me indica que el tema de colaborar en prensa es igual en todos los tiempos. Lo dejé, entre otras razones, fundamentalmente por eso. Y ahora no sé qué hacer, me había animado a lanzarme de nuevo a ese ruedo de palabras, pero esto me va a hacer pensármelo dos veces.
En todo caso, estoy muy agradecido a Marciano por el espacio prestado y por el ofrecimiento generoso de las páginas del periódico que dirige.
(23:01 horas) Ya voy comprendiendo que soy un virtuoso de lo inacabado y me voy a instalar definitivamente en esa casa común habitada por tantos tipos raros. Lo haré dándome una fiesta a mí mismo y comiéndome un helado de nata con chocolate para engañar al calor.

Saturday, August 5, 2006

Bei Dao


Mucho que contar de estos días de silencio y salidas nocturnas, como que han venido en visita de ver y no ver Antonio Orihuela con su Mar y su Ángela, derrotaditos de viaje y con ganas de posar sus cuerpos en Salamanca –dejaron botellita de vinillo de naranja moguereño–, que la furgoneta ha quedado herida de muerte en el puerto de Vallejera, que Marcos Díaz ha reseñado de vicio mi visita a Hervás en «La Crónica del Ambroz» –gracias, colega–, que acabé con la pesadilla del libro de fiestas de Guijuelo sin demasiadas heridas, que me cisco en todos los muertos de las encuadernadoras «Horizon» y que estoy de blues, que es como estar de vacaciones chulas.

Y del «estar de blues» me van quedando estampitas que guardar en plastiquitos para verlas con tiempo y con espacio: Un Alberto Hernández chulo haciendo de padre y esposo y amigo nocturno –no se puede ser noctívago con tanta compañía, pero sí feliz– y jugando a una cosa Requena –el abuelo–, pero de mucho mejor rollo y sin peligro alguno de muerte; Miguel, feliz; Juanito, «ensulugardescansen» de pollo y pimientos, de bacon y queso, de tortilla y buen rollo ejemplar y moderno; Gerardo y Elena, con swing perdulario –sin perder las formas–; Javi Fuentes en clase de tropa –como siempre–, con chaleco grave y portaacreditaciones de subjefe máximo –de aquí para allá luciendo el palmito de profe EDF–; Luisito y Toneti, con culo en barrera toda la corrida; Isi, dios de barra –debiera el supremo hacedor del «Blues/Béjar» hacer un llavero con este perico, un icono fijo bien reconocible–; Malick y Youssouph, haciendo sus danzas tribales de festivos negros; Mi niña y sus «grupis», luciendo el palmito de la edad más gansa –qué envidia–...

Jacinto con Charito y Ríchar –el trío calavera–, la estirpe Rodríguez Antúnez cumpliendo al completo con su rajatabla de «que la muerte me pille bailando», El grupo de «jipis» foráneo de todos los años a su bola eterna de porros y gestos tranquilos –qué envidia de gente–, niñas en perneta, viejos con turbantes y barbas de risa, padres de familia con pase pernocta, solteros de siempre con vaso en la mano, casadas de teta postiza moviendo el trasero, viudas alegres, progres a medida de Yanko y Lacoste –me incluyo, por cierto–, algún fascistilla con disfraz rockero, nuevos ricos chulos de BMW y churri, bejarahuis viejos, antiguos bajistas de grupos perdidos, tres grunges, seis con cuatro «ciegos», el mamao de turno bailando a su bola, la niña de Mahou luciendo su cuerpo –¡qué cuerpo!–, la niña de Justo –ya madre y esposa– vendiendo boletos en la zona noble de los «merchandaisin», Albertito junior de precamarero, Luisito Rodríguez vestido de negro, Javi con sonrisa de pulmones nuevos, la Fus con su novio –va a haber buen arreglo si la cosa sigue: monopolio en muertos–, bancarios orondos vestidos de gente –se les nota un güevo–, vestales Donosti ligando a rockeros, chicas de provincias, políticos, siervos, periodistas –malos y muy buenos–... y música a tope para el esqueleto que me duele ahora porque ya voy viejo
Hostia, que se me olvidaba... y Joseeltorero.

Tuesday, August 1, 2006

Zhang Kangkang

Derrotado y cautivo, mi cuerpo hoy no tiene ni un puñetero aliento para escribir.