Sunday, May 14, 2006

Onitsura


Oigo como embobado el «Let it rain» de Patricia Barber mientras degusto el regalo que generosamente me hizo ayer Alberto Hernández, un libro de Pippa Hurd, titulado «Erotische Kunst», que contiene –en una edición cuidadísima de Prestel– una selección de imágenes eróticas de la historia del arte. En él me reencuentro con el mejor Balthus, ése de las adolescentes sentadas en posiciones absolutamente relajadas y sugerentes; con Tamara de Lempicka y sus desnudos contrastados, precubistas y absoltamente modernistas; con el más explícito Jean Cocteau de trazo firme y seguro o con el Tom Wesselmann que más me llega. El libro es muy similar en contenidos al «Erotica Universalis» que editó hace unos años Taschen y que reposa en los anaqueles de mi biblioteca como uno de los libros más manoseados de mi estudio.

Le agardezco a Alberto el detalle, con la consideración de que ha dado de lleno en el centro de mi gusto –¡gracias, amigo!–, pues no es demasiado conocido que llevo años coleccionando todo tipo de literatura erótica, postales, láminas y libros de artista.La pena es que mientras recogíamos unos paquetes de catálogos en la imprenta, un vecino le denunció y le pusieron una multa por mal aparcamiento que me tuvo descojonadito de risa toda la tarde, y me explico: mis historias con Alberto siempre están plagadas de una pesada manta de mala fortuna que empezó hace unos años, cuando fuimos juntos a mostar una exposición de su obra al centro cultural Federico García Lorca de Rivas Vaciamadrid –el resumen de aquello puede definirse en que el tríptico de la exposición quedó cagón de la muerte y con erratas, Alberto abolló su furgoneta y la llenó de gasolina cuando debía llenarla de gasoil, una de las mejores obras de la exposición se rompió a causa de una tormenta y, para remate, el ayuntamiento de Rivas no le pagó lo que le había asegurado–.

La siguiente exposición en la que estuve por medio, esta última que hoy se expone en Colonia (Alemania), en el Museum für Angewandte Kunst, mi imprenta se encargó de la realización del catálogo con la mala suerte de que íbamos con el tiempo pegadito a los talones y el gabinete de diseño valenciano que maquetó el catálogo tuvo un grave fallo con las imágenes, lo que retrasó cinco días la tirada. A mayores –un término que me encanta–, la empresa de transportes que debía llevar los catálogos hasta Colonia nos había asegurado que los entregaría en 96 horas y la realidad fue de casi 190 horas para la entrega, lo que hizo que todo el mundo se pusiera muy nervioso... Los catálogos llegaron justo unas horas antes de la inauguración.... y todo se remata con que cuando Alberto viene relajadito a buscar sus catálogos a la imprenta, un sábado por la tarde, sin gente por la calle, sin tráfico... un payasín le denuncia y la poli –que en Béjar no multa casi nunca a nadie– le pone un multazo por estar cargando unas cajas en su coche... para llorar... o para reírse como yo lo hago.

En fin, que terminamos viendo juntos –estaba con nosotros Luisito Hernández– el DVD que se ha realizado para la exposición, que bajo el título «Malen im Feuer/Pintando con fuego» presenta el proceso de creación y la técnica que utiliza Alberto Hernández para realizar sus hermosas cerámicas murales. Francamente me gustó, y me emocionó que ese DVD aunara a la obra de Alberto la música de mi gran hermano Diego Fernández Magdaleno y mi propia palabra... un gustito, de verdad.
(12:28 horas) Me gustaría deshacerme de un montón de aspectos de mi carácter que no me gustan, matar un poco a mi yo, como un pequeño suicidio... pero eliminar esos aspectos no supone que crezcan en mí sus contrarios, que son los que necesito... pero si dejo de dudar, de sentir conmiseración por los demás y por mí mismo, si aprendo a decir ese «no» taxativo que tanto echo de menos... ¿seré yo?

(13:31 horas) Me encanta que otros le den su vida a la patria o a Dios mientras yo descanso, pero quiero precisar que me refiero a los que le dan su vida a la patria o a Dios por convencimiento y por doblada voluntad... ellos me hacen descansar por su errada mirada al mundo... Otra cosa son los los que hierven en su egoísmo y no se sacan de la boca ni a la patria ni a Dios... a esos los temo y son los que me nublan el descanso... Y hay tantos... quieren tener la muerte también, y como bien dijo Borges, «tenerla toda».

•• RECOMENDACIÓN ••

«Así habló Zaratustra»
Friedrich Wilhelm Nietzsche
No está mal la edición de Edimit libros
Colección Obras Selectas
pero hay muchas ediciones de este título

Nietzsche toma la voz de Zaratustra (Zoroastro) para hablar de una nueva moral y de la creación de valores nuevos y distintos. No te comerás ni una sola palabra, seguro, pues todas son deliciosamente importantes

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