Thursday, June 15, 2006

Izen


Malos rollos por todos los rincones: Estrategias de empresa, justificación de subvenciones, trabajos a mil por hora... y un paquete de Leni –Mérida– con carta y libros jugando a la recriminación y a la disculpa. Y me gustaría contarle a Leni mis sensaciones y mis rarezas. Lo haré algún día en privado con detalle.
En todo caso, sí dejaré nota de mi primer paso por Mérida para recoger el premio de poesía de esa ciudad –y lo haré porque Leni deja caer en su carta que cuando me trataron bien en Mérida no dejé nota escrita–. Fue una Leni encantadora y cercana la que me recibió aquel día y me llevó de la mano por las estancias municipales y ante los políticos –yo creo que respondí con educación en todo momento y ensalcé el premio y el trabajo de la concejalía de cultura ante la prensa y la televisión local–. Me invitaron a comer –de puta madre, por cierto– y crucé un montón de palabras con su concejal durante la comida, en la que el tema monográfico fue la política local y sus relaciones con la Junta de Extremadura. Y me sentí aceptado y bien acogido. En resumen, un viaje positivo que me dejó una impresión muy grata de la gente de allí.
A lo que se ve, todo lo contrario que en mi siguiente viaje para presentar el libro premiado en la Feria del Libro de Mérida –del que ya hablé en una entrada anterior.
Para solventar aquello, sólo hubiera bastado una llamada personal del concejal de cultura esa misma noche para explicarme sus problemas –yo habría aceptado las explicaciones sin más comentarios.
Hoy me llegan de manos de Leni 25 ejemplares del libro con la nota de que no me corresponden porque en las bases no lo decía –circunstancia que acepto sin pararme a comprobarlo y que solventaré con el pago de los mismos a vuelta de factura–, que se me indicó que si quería alojarme, podría hacerlo con cargo al ayuntamiento –es cierto y yo decliné esa invitación– y que nunca se pagan los desplazamientos de los premiados para la entrega del premio y la presentación del libro –no lo sabía, pero paso por ello sin problemas–. Se acepta por parte de Leni que las cosas no salieron bien porque Ussía destrozó el programa y se me piden disculpas por ello –me las pide Leni, que no tiene de qué disculparse, pues ella fue quien intentó quitarle hierro al asunto desde el primer instante buscando soluciones de urgencia que no llegaron–, y yo a Leni nada más le debo agradecimiento por su trato cercano y su atención.
En resumen, que estoy muy satisfecho con la edición de Sergio Gaspar, que me encanta representar a la ciudad de Mérida llevando el título de su galardón literario, que tengo por amiga a Leni –espero que ella lo siga aceptando– y que ya se me ha pasado el mosqueo por aquella luz de gas que se me hizo el día 4 de junio –hay que entender que uno tiene su orgullo y su edad, y estás cosas joden un puntito–. Ah, y que mantengo mis palabrasya escritas, pues responden a mi estado de ánimo del justo momento en que las escribí.
(22:27 horas) Me encanta la falta de pudor de gente simple que se arrodilla ante el Cristo que pasa o te dice de frente que no eres más que un tonto vestido de palabras.
La libertad tiene algo de eso, y por ello se hace incómoda y molesta, y por eso tanta gente –casi toda– siente un miedo atroz a la libertad. Yo también.

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