Thursday, September 28, 2006

Tove Jansson


El efecto de la libertad es siempre doloroso, y por ello califico a la libertad dentro del capítulo de tragedias, y con nota alta. Y es que la libertad en sí no puede contemplarse sin sus efectos y sin las carencias que nos llevan a buscarla.
Quizás en la soledad del pensamiento pueda llegarse a encontrar algo parecido a una libertad feliz, aunque me parece harto difícil.
Lo correcto sería definir en cada ser humano, desde bien pequeñito, el concepto de libertad y el de utopía, enseñarle que la soledad es imprescindible para acercarse a la idea de libertad y que el otro –sólamente un único otro– supone ya la impracticabilidad del concepto.
Si la libertad llega por lucha personal, acotarás tu territorio libre para que no sea agredido –¿es eso libertad?–, si llega por el trabajo de otros, te sentirás atado a su idea de libertad y eso mismo te robará la tuya; si llega por azar, sinceramente, eso no es libertad, porque no la apreciarás como tal.
La libertad sólo se aprecia en su patente carencia o en la dificultad del camino que nos lleve hacia ella. Y es curioso que en ese proceso nuca existe.

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