Una de las páginas que me tienen decaído
14 de junio, noche.
Decía Kierkegaard ‘que otros se lamenten de que los tiempos son malos; yo me quejo de su mediocridad, puesto que ya no se tienen pasiones...’ y desea que los hombres se odien y se amen de veras, que se mate a los enemigos y se maldiga a su descendencia por todas las generaciones, que se peque... y es que apasionarse es resistir con los puños cerrados y la intención puesta hasta en lo incoherente, es creer con ceguera en lo que haces y en lo que deseas, en lo que vas a conseguir... sin que valga derrota alguna, sin que el desaliento sea capaz de sacarte del camino... resistir a los contratiempos y los triunfos pasajeros, resistir sobre cualquier fracaso, pequeño o grande, y perseverar hasta el agotamiento mismo...
Pregúntate si haces algo con pasión o sientes algo con verdadera pasión y sabrás de lo que te estoy hablando... da igual que sea pasión por el fútbol o por una mujer, por un cantante de blues o por la pintura abstracta, por el jamón o por la poesía... sabrás de lo que te hablo, y entenderás perfectamente que ante la pasión nada se agota y que por ella eres capaz de multiplicarte y crecer como nunca hubieras imaginado o de autodestruirte hasta ser aún menos que nada...
Y, sí, es descaradamente humano sentir pasión y tramitarla, sufrir por ella o gozar hasta el justo éxtasis, sentir que te penetra y nubla tu razón para hacerte mucho mejor o mucho peor... y eso es ser un ‘hombre’ en toda su calidad y su miseria... yo no soporto nada bien a un individuo sin pasiones, a un ser absolutamente racional que todo lo tramita en silogismos y tautologías, que todo lo automatiza por sus notas de agenda y su calculadora... ese hombre es la máquina que lo destroza todo, el que jamás estará abierto a la novedad y a la fugacidad, a la sorpresa y al desastre.
•••
15 de junio, 7 de la tarde.
Estoy hundido a esta hora... después del panorama general de mi curro, después de que por fin estamos atravesando una buena racha de trabajo y todo se acumula con fecha fija y urgencia sobre urgencia, hoy, a las siete menos veinte, cuando ya habíamos tirado en máquinas la revista de blues 2010, cuando ya habíamos alzado más de setecientos ejemplares y habíamos encuadernado unos cuatrocientos [todo el curro de más de una semana de cuatro personas], caigo en la cuenta de que he cometido un error en los días del festival, poniendo el uno y el dos de julio donde debiera haber puesto los días 16 y 17. Se ven afectadas la cubierta y seis páginas de la revista con sus correspondientes retiradas... me vengo abajo... se han hecho diversas correcciones y nadie [ni yo, claro] ha caído en que estaban mal puestas las fechas, que era lo más obvio, lo más patente. Ahora hay que solucionar con urgencia, pues las revistas debieran haberse entregado hoy... y no sé qué hacer... no sé cómo arreglarlo... decido ir a ver a Miguelón y contarle lo que sucede para que me ofrezca alguna posibilidad de solución [sobre todo que me dé algo de tiempo para hacer lo imposible], y Miguelón, que es un tío estupendo, pone cara de preocupado [no es para menos] y me pide que ponga unas pegatinas a los ejemplares ya encuadernados y se los entregue ya, lo que me dará tiempo para hacer una nueva tirada urgente y solventar el asunto... claro, Miguelón no sabe que tengo ocupadas las máquinas con trabajos urgentísimos y que hacer un hueco resulta prácticamente inviable... y yo me siento culpable porque le he complicado la vida a Juan, a Ricardito, a Pablo, a Miguel y, sobre todo, a Paco, que ahora deberá multiplicarse y sacar tiempo de donde no lo tiene... y todo por esta puta falta de concentración a la que estoy sometido últimamente, al exceso de trabajo [me tiré el sábado y el domingo trabajando unas doce horas para un cliente de packaging] y a esta falta de pelas en el bolsillo que me atenaza... me siento fatal, coño, fatal.
La pegatina que estoy pegando para solucionar
No comments:
Post a Comment