Béjar se desflora con ese falso olor a tomillo de los córpuses, que es serpol, y pone su cara de ‘purísima’ para dejar las ideas bien claras de lo que hay (y no ha dejado de haber), un estado confesional no declarado (y también el reino de los ancianos puestos a orear al sol en las aceras) y un paro que ha pasado de 1.140 personas desempleadas en el año 2008 a algo más de 2000 en este nefasto 2011... casi mil nuevos desempleados en tres años y en una ciudad que no llega a los 15.000 habitantes... ¿se puede cabrear uno por menos que esto?... y la fiesta ha estado mejor atendida que nunca [en fastos, decoraciones, asistencia y pasta], que había que celebrar algunos triunfos exponiéndose a las miradas del gentío... cuando lo que debiéramos estar haciendo es salir en procesión para pedir trabajo, para pedir que no se vuelva a llegar al umbral de pobreza en esta plaza [y en las demás], para rogar que no le den más a la trama financiera responsable de este desastre, para reclamar que se cepillen a todos y cada uno de los políticos corruptos que campan por sus fueros en esta piel de toro, para que haya responsabilidad y se escuche a los ciudadanos, para que cada hombre sea importante y objeto de todos los cuidados por el Estado... ¿saldrían los mismos que han salido hoy –con sus americanas y sus corbatas, con sus vestiditos de última moda– a pedir por esto y por otras cosas justas por donde se las mire?... NO... claro que no... porque ellos cobran a fin de mes con regularidad y no saben lo que es sentirse ahogado por el sistema... y porque no se sienten solidarios con los demás -a los que llaman perroflautas, papanatas y hasta guerrilleros urbanos... y otros insultos muy de su jaez y de su prosa-...
Sí, olía a tomillo, que es serpol, esta mañana... pero también olía a muertes próximas entre el gentío católico integrista [van ya muy mayores, que lo he visto con mis ojos], y olía a sudor, a falta de trabajo, a sueldos miserables y a pérdida de valores ciudadanos (siempre en favor de esos otros ‘valores’ de índole religiosa que suelen cambiarle el nombre a la ‘justicia’ para llamarla ‘caridad’)... y a incienso, coño, que olía a incienso (ese ‘quemativo’ especializado en ocultar otros olores molestos).
Sudé como un vulcanólogo en prácticas y casi me mareo del calor y del olor... también quizás de la decepción.
Luego bebí agua como un poseso y pensé en lo de siempre... ¿por qué hay hombres que se creen por encima de los hombres?, ¿por qué no pueden cambiar las cosas con los cambios de generaciones?... ¿quién manda? (porque ya sabemos quiénes obedecen)... ¿cómo salir de toda esta basura?
Busquemos el poder de la razón todos a una, que de la razón del poder ya hemos tomado demasiadas dosis.
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