No andamos por aquí como para ‘escherichias colis’ venidas del occidente de Occidente, y menos para desenfocar con su menudeo patógeno los temas de verdadero sufrimiento en el resto del mundo [es sabido que un muerto de acá vale para la prensa como mil muertos de allá, y a sí nos luce el pelo]. El caso es que la crisis pepinera ha conseguido poner a comer pepinos en público a todos los ‘media’ [que ahora resulta que nuestra piel de toro es el no va más en el mundo mundial cucurbitáceo y hace pupita que los cabezas cuadradas no quieran consumirlo] y ya se le ha dado carpetazo al mayo de Sol, a las muertes infantiles por fuego amigo de la OTAN, al lío del coltán, al yuyu alcaedino y, cómo no, al ingente padecimiento por hambre, sed, enfermedad, injusticia y miseria de media humanidad... todo olvidado por unos cuantos muertos por diarrea coli [por comer, claro... que nunca tienen interés las muertes por no comer].
Con ese trazo, salí tempranito con mis dos hijos varones a montar un nuevo mercadillo solidario SBQ y nuestro madrugón nos compensó con el mejor sitio de la Plaza Mayor bejarana... tedioso trasiego de materiales [burrillas, tableros, cajas llenotas de libros...] y a vender como campeones durante toda una jornada completita de doce horas en el tajo con un hermoso resultado de más de quinientos euros que en Perú se multiplicarán por cuatro en su valor de ayuda. Y que el día dio para cantar –que canté–, bailar –que bailé–, hacer el ganso –que lo hice– y hasta para tener alguna que otra conversación interesante.
Y a las nueve de la noche recogimos el garito [esta vez hubo muchos colegas para el desmonte, lo que agradecí y agradezco con emoción y hasta con carita de carnero degollao] y a otro cantar que llegó por boca de mi hija... “Papucho, que han convocado por Fbk una manifestación en el parque a las doce de la noche y habrá allí asamblea...”... y allá que nos fuimos mi niña y yo con el cuerpo agotaíno y con ganas de bronca revolucionaria... pero no llegó nadie, que solo había pequeños grupos de botellón gritando gansadas infantiles y unos cuantos muchachos feromonados por las medias negras de fin de semana que ahora se ponen las crías de catorce años... una pena y a dormir.
Y que en la cama volví a sentirme bien por mantener el tono de mi proyecto personal a pesar de las bobadas E. Coli y las mingadas mediáticas, a pesar del jodido dolor de riñones que está otra vez ahí, latiendo... y a pesar de que nadie entiende nada de nada y yo lo percibo netamente en estos días de contacto con la gleba intentando vender libros a un euro con el fin de arreglarle un poquito la vida a alguien... pero ya me he convencido de que da igual que no se enteren, que lo importante es que pongan su euro y se larguen con la sensación de haber hecho la compra del milenio... pobres.
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