Monday, October 18, 2010

Tan solo hay tiempo...

17 de octubre de 2010.
El termómetro digital de la puerta de Lamagrande marcaba 29 grados centígrados a las diez y veintisiete, aunque mi coche, algo mejor puesto al día, marcaba ocho grados... pero no importaba, porque la verdad es relativa en un mundo científico que basa sus parámetros en acuerdos unánimes... ¿qué más dará 29 que 8, si el cuerpo siente exactamente lo que siente?... y llegué hasta mi estudio con ganitas de hacer y las manos mojiconas [estoy preparando algo para exponer en NOTESALVES allá por diciembre]. La verdad es que no tengo trabajo elaborado presentable y me va a tocar darle un empujón de forma a lo que haya, y ese trabajo debe ser fruto de un juego largo de acierto/error enredando con técnicas distintas y mezclando procesos o descontextualizándolos. El caso es que me lo estoy pasando bien en este proceso enreda, y además tengo visitas frecuentes de Albertito [que me animan mucho]. Ya he decidido que, si se vende algo de obra, todo lo recaudado irá íntegramente a los fondos de SBQ, así que pondré precios baratitos y asequibles a cualquier bolsillo.
La verdad verdadera es que tengo bastante miedo escénico a medida que se acerca la fecha de exponer, pues sé quién soy y lo que hago, y ese saber me llena de pudor [que a ratitos se mezcla con gotitas de vergüenza] y eso me ha llevado a intentar en un par de ocasiones que la exposición se anule, con la respuesta constante de mis amigos notesalveros de que tengo que exponer y basta... en fin, ellos sabrán lo que hacen y por qué lo hacen.
El caso es que he vuelto como loco a las tintas aguadas y a los cuerpos femeninos desnudos, pero esta vez buscando tamaños mayores y presentaciones distintas sobre fondos lisos de cartón prensado... y juegos de grafías con o sin sentido, que me encanta emborronar lo que parece acabado... y junto a todo ello, la picadura cabrona de una araña en la espalda, cierta doblez de riñones por persistir en una posición complicada para trabajar, tos a ratos [restos del naufragio pequeñino de salud de hace un par de días] y tabaco a manta.
Y en el entremedias, una conversación sobre la palabra ‘blando’ unida al trabajo creativo [tan jodidamente redonda como ‘glande’ o ‘muslos’], las cuatro voces de Arturo para decirme que salió uno por la tele diciendo que hay que trabajar más y cobrar menos... y llevaba americana y gafas.
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18 de octubre de 2010.
Me desperté asustado por el sonido insistente del teléfono... era mi hija, que llamaba desde Helmántica con una voz de ultratumba para decirme que había pasado la noche fatal, vomitando constantemente, y que se sentía mal. Noté que estaba asustada e intenté animarla. Corrí a resolver mis cosas de primera hora y a dejar a Gui en el cole, volví a llamar a mi reinita para ver si evolucionaba a mejor y tomé la decisión de salir por pies a buscarla y a traérmela a casa. El viaje fue cabrón, porque cuando no estoy preparado para viajar, y tengo que hacerlo, lo paso fatal. Corrí como nunca por la autopista nueva y en un poquito más de media hora ya estaba abrazando a mi chica, que tenía mala carucha. Nos tomamos un café calentito y vinimos a Béjar, donde la sentí mejor, debe ser porque aquí se encuentra arropada y percibe seguridad. Le hice una sopa calentita para que comiera algo y se tumbó a dejar pasar la tarde en el sofá.... pero lo peor es que me enteré de pronto de la muerte de Emilia, la esposa de Polo, una mujer linda y encantadora que se nos ha ido con 47 años y dejando a dos hijas preciosas e inteligentísimas. Confieso que se me saltaron las lágrimas al conocer la noticia.
La vida a veces es verdaderamente cabrona y nos da golpes duros y nada soportables.
Mi abrazo más emocionado para Polo y sus hijas, y todo mi afecto envuelto en este sentimiento de rabia e impotencia que me nada ahora mismo por dentro.
No hay Dios... tan solo hay tiempo.

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