Llamaron con insistencia a la puerta de la imprenta y salí a abrir... era una pareja de Madrid a la que no conocía, pero el tipo me trataba con mucha deferencia, con excesiva admiración y con bastante familiaridad... me dijo que era amigo de un conocido mío y fuimos a tomar una caña para charlar un rato.
Ya en el bar, me dijo: “Cómo me agrada conocerte, no te puedes imaginar... un tipo al que he seguido desde hace más de tres años, con el que he sentido fuerte y que me ha dado duro en las entrañas, con el que me he reído hasta casi perder la respiración, que me ha hecho llorar y entender, sobre todo entender... dame un abrazo, anda, que quiero sentir tu fuerza”... y le di un abrazo con bastante vergüenza... “eres grande, ¿sabes?, pero grande de verdad, ¿eh?... no como esos tipos que ocupan las páginas de cultura de los diarios nacionales... incomparable, eso es lo que eres”. Yo, la verdad, ya estaba sintiéndome bastante incómodo, pues el tipo hablaba alto y había gente alrededor que nos miraba [hasta su chica parecía apurada]... “tienes en mí un amigo para lo que haga falta, Felipe, para lo que haga falta... pídeme lo que sea y cuando sea, por favor... ¡Joder!, cuando le diga a mi gente que he estado con Comendador no me van a creer... menos mal que tengo a ésta de testigo”.
Le dije: “Muchas gracias, coño, pero me abruma que pienses así de mí, que te juro que de cerca decepciono... mira, se me ocurre que podrías echarme una mano financiando una beca solidaria de SBQ, ya sabes, la asociación que dirijo... son solo 180 euros que puedes pagarlos en plazos de 15 euros al mes... sería una bonita forma de...”... me cortó... “no lo tomes a mal, pero, verás, yo no creo en las ONG’s, me parece un universo lleno de falsedades y mentiras, de robos a mano armada... no es que quiera decir con esto que tus proyectos sean así, es cuestión de confianza, yo no tengo confianza en esas cosas... está todo lleno de sinvergüenzas... pero no te parezca mal, ¿eh?...”. Y le daba sorbitos a su vaso de cerveza mientras me sonreía ... “de verdad, Felipe, qué grande eres... en todos los sentidos, ¿eh?... y siempre diciendo verdades como puños, esas verdades que pocos se atreven a decirlas...”.
Pagué su caña, la Coke 0 de su pareja y mi mosto... y le mandé a tomar por el culo... mientras salía del bar le oí decir... “pero, Felipe, no te pongas así, por Dios...”.
Una mierda.
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