Saturday, October 9, 2010

Recordando con emoción a nuestros muertos comunes.

Foto de la inauguración del monolito dedicado a los
masacrados bejaranos durante la guerra incivil española.

Ya acabó la presentación del libro sobre Pedro Mirón y debo confesar que hacía mucho tiempo que no me sentía tan sensible en un acto público y que no me temblaban tanto la piernas como hoy me ha sucedido. Estar entre personas que comparten la falta dura de un familiar por causa de injusticia, el ver a mi madre y a mi tía Antonia entre el público y sentir que algo extraño y profundamente emotivo flotaba en el ambiente... me dejó sin tablas posibles, titubeante y absorto, con un constante nudo en la garganta y mis ojos llenos de lágrimas. Pido disculpas a los asistentes por mi falta de entereza y les agradezco su atención y su respetuoso silencio.
Dejo aquí una copia de mi intervención y mi agradecimiento a Higinio y a su familia por haberme hecho partícipe de este acto.

TEXTO DE PRESENTACIÓN DEL LIBRO SOBRE PEDRO MIRÓN

Cuando Higinio Mirón, desde el afecto y desde la generosidad, me invitó a participar en este acto de reivindicación de la figura de Pedro Mirón, su padre, dije inmediatamente que sí por dos razones fundamentales:

1ª Me parecía un alto honor el poder formar parte de esta mesa, sintiendo por ello la consideración de mi amigo Higinio al ofrecerme tribuna y voz para el acto público más importante de su vida.

2ª Sentí inmediatamente que, al reivindicar la figura extraordinaria de Pedro Mirón, estaría reivindicando también la figura de mi querido abuelo materno, Felipe Sánchez Barbero, vilmente asesinado por la chusma fascista en los campos de Candelario y dejado su cadáver en el camino de entrada al pueblecito salmantino de Los Santos… un cadáver ya localizado extramuros del cementerio de dicha población, pero del que, en esta fecha, no podemos disponer por absurda orden judicial, lo que conlleva a que mi madre y su hermana Antonia no encuentren el descanso deseado de honrar dignamente los restos de su padre, mi abuelo Felipe.

Al plantearme mi intervención ante ustedes, valoré primero la posibilidad de centrarme en el personaje Pedro Mirón, haciendo glosa de su humanismo demostrado y poniendo tildes diacríticas en todo el proceso de su detención y muerte… pero enseguida entendí que esa labor pertenece totalmente a quien, con voluntad de hierro, encono y vehemencia, lo ha vivido, perseguido y estudiado: Higinio Mirón.
Luego valoré centrarme en la figura de mi amigo y compañero, en sus largos desvelos y en su lucha constante por conseguir una meta que venía marcada a sangre y fuego en su fenotipo de hijo admirado por la figura de un padre robado por el capricho asesino del totalitarismo franquista… explicarles que fuimos compañeros políticos durante una legislatura en nuestro ayuntamiento y que allí le sentí como uno de mis maestros por su arrojo y su alta capacidad de gestión, por su intachable hacer y por su fortaleza ideológica… pero enseguida me di cuenta de que eso quedaba patente en mi presencia en este acto…
Así las cosas, encontré pertinente hablarles a ustedes del presente y del futuro, de esos campos en los que aún podemos hacer y deshacer, en los que podemos forjar un mañana distinto desde un ‘hoy’ serenamente comprometido.
Escribía George Orwell en su novela ‘1984’ el eslogan del Partido Único con las siguientes palabras: “Quien controla el pasado, controla el futuro; quien controla el presente, controla el pasado”… y el resultado de ficción fue un mundo de esclavos en el que “el arte de olvidar” se convirtió en el objetivo de la Historia sometida a la lógica de la memoria impuesta o decretada por el poder político. Se trataba de obligar a la gente a comprender que se puede modificar el pasado de un día a otro, o de una verdad a otra… y es en esto en lo que quisiera detenerme, en explicarles que debemos ser dueños de nuestros días individuales y sociales, que no debemos dejarnos llevar por el atractivo olor de las adormideras políticas y mediáticas, y que debemos tomar partido decidido y diario por un Humanismo real que nos lleve a dejar un futuro lleno de dignidad y justicia a quienes nos sustituyan en el devenir humano.
Lo que sucedió con Pedro Mirón y sus cinco compañeros de muerte, lo que sucedió con el padre del compañero Miguel Miñana o lo que sucedió con mi abuelo Felipe y los bejaranos que fueron asesinados junto a él… debe ser un pasado que, por dignidad, debe dejarnos una marca indeleble, pero que no puede oscurecer los caminos abiertos hacia el futuro, convirtiéndose en monotemas obsesivos de una vida, sino que deben ser un hermoso punto de partida para comenzar a configurar un futuro mejor y más justo.
Desde esta premisa, solo quiero que entiendan todos ustedes que en nuestra memoria hay hombres que sufrieron y murieron por sus ideas y por dejarnos un mañana más vivible [hoy se patentiza y se da homenaje al hombre Pedro Mirón como representante de todos ellos], pero que tambien hoy mismo, a esta exacta hora, hay miles de hombres y mujeres que están sufriendo y muriendo por situaciones tan injustas o más injustas que aquéllas que llevaron a nuestros cercanos genéticos a la muerte violenta… y debe ser nuestra responsabilidad dar fe diaria de la memoria de todos esos hombres y mujeres que hoy son víctimas de la injusticia más absurda… eso se lo debemos a nuestros muertos, a Pedro Mirón, al padre de Miguel Miñana, a Felipe Sánchez Barbero y a todos los bejaranos que dejaron su vida en aquel absurdo del odio [permítanme que en este punto deje también un emocionado recuerdo a los familiares asesinados de mi amigo Ramón Hernández Garrido]… y no hay que tener cierto statu ni pertenecer a organizaciones fuertes… simplemente hay que tener la voluntad individual y diaria de trabajar por mejorar nuestro entorno con energía y con responsabilidad.
Verán, gracias a la memoria de mi abuelo Felipe y a su impronta, he tenido la suerte de embarcarme en proyectos solidarios locos en África y en Latinoamérica, y he podido ver sobre el terreno el sufrimiento enorme de una cantidad ingente de personas en este siglo XXI, todo por causa de las más flagrantes faltas a los Derechos Humanos… comunidades enteras que no tienen agua clorada para beber mientras se dejan la vida buscando diamantes, coltán, tanzanitas, zafiros… para que se enriquezcan algunos magnates del primer mundo… niños comiendo de la basura en los kilométricos basureros peruanos… mujeres soportando familias de más de diez miembros, mientras son presa del Sida o la malaria… situaciones que tendrían un arreglo fácil con el compromiso diario de mantenerlos en nuestra memoria cercana y de tomar una actitud reivindicativa y de acción, en ‘hacer’ en vez de dejarnos ‘estar’ en ese adormecimiento que es regalo constante del sistema capitalista y que nos llega a todos los sentidos desde la máquina mediática.
Estoy seguro de que si Pedro Mirón estuviese hoy entre nosotros, avalaría punto por punto mis palabras y nos arengaría decididamente a ser militantes del Humanismo positivo, nos diría con claridad que ayudando a un solo hombre, estaríamos ayudando a toda la Humanidad… ésa debe ser nuestra opción y nuestro compromiso.

Yo siempre quise ver a mi abuelo Felipe en su lugar natural, entrando en la casa familiar después del trabajo y besando a su mujer y a sus hijos, sentándose a la mesa común para compartir la comida del día y sonreír con las ocurrencias de sus chiquillos, que eran como lagartijas… verlo en aquella casa en la que viví un montón de años junto a mi abuela Antonia como un esposo y un padre normal, como mis padres, como yo con mi familia… pero no fue posible, porque se cruzó una ráfaga de ira que pilló a demasiados hombres normales, a demasiados hombres justos en lo mejor de sus vidas… una terrible bocanada de odio que rompió vínculos preciosos y necesarios para aquellos chiquillos… y también para todos nosotros.

Hoy, emocionado, les presento el trabajo de un hombre que ha tenido el coraje de echarle un montón de años de su vida a conocer la verdad de su padre, que no ha cejado en su empeño de luz a pesar de las múltiples barreras que pretendían hacer mella en su voluntad de conocimiento. El resultado es francamente gozoso, pues no puede existir mayor gozo para un hijo que el de saber que su padre fue un hombre justo, un humanista impecable, un empeñado en conseguir un mundo mejor para todos y un socialista íntegro y capaz del sacrificio personal por sus ideas.

Mi abrazo fuerte a Higinio por haber conseguido esta meta tan alta en su vida y mi agradecimiento por la generosidad de ofrecernos la vida de Pedro Mirón en palabras exactas, un legado que dejará tocado de futuro y ganas de lucha a quien penetre en él.

Gracias.

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