Tuesday, August 9, 2011

Hay que ir hacia el "cómo me duele lo de los demás".



Aquella mirada fue como fumarse de golpe un paquete entero de Gauloises Blondes Cigarettes, porque me dejó la boca espesa y una sensación de mareo anonadante que me hacía no sentir más que mi cabeza y sus disfunciones... me miraba a mí, que ya oigo mal y veo peor, que no salgo de una lumbalgia y me meto en un pinzamiento o en una cistitis picona... a mí, que ya no me llego con las manos a los tobillos sin doblar las corvas... pero acababa de oír la última canción de Ariel Rot, “Manos expertas”, y me pareció hasta que podía estar a la altura... me dije: todo responde a una lógica y a una física, viejo, absolutamente todo [a pesar de que los hombres acostumbremos a vestirlo todo de pompa por ese tonto prurito Ralph Lauren que nos llena de un ‘ser algo’ totalmente absurdo]... y la vida es esto y esto y esto... que lo he dicho y escrito millones de veces... y nadie es más que nadie, ni menos... ser cirujano es un oficio de carpintero que se acerca un poquito al de bordadora... pericia y basta, nada más que pericia es lo que se necesita junto a la lógica y a la comprensión física de lo que se te enfrenta... y desde la lógica se puede entender todo, hasta la muerte, coño... y hasta esa mirada Gauloises de hace un ratito... y así visto, el cirujano vuelve a ser aquel apestado medieval que desquebraba quebrando y tenía que salir huyendo de los poblados que visitaba, el banquero es el sucio avaro que se pierde la vida en pura acumulación, la mareadita es la mujer que de pronto lo vio todo nítido y sintió vértigo, el farmaceútico es un jodido tendero y nada más... todos sujetos a una lógica que no quieren ver y vestidos siempre con esos uniformes que les ponen el “don” y el “señor” donde solo hay un miserable... ¿y el dentista?... perdón... ¿y el médico estomatólogo?, un especialista en 32 piezas dentales, todas y cada una con su corona, cuello y raíz... si el tipo no es más que un minifontanero que, además, necesita enfermera asistente y un mecánico dental que le haga el trabajo tedioso de la talla... toda una puta vida para reparar o destruir 32 modelos similares de cuchillitos humanos con una parafernalia que huye de la precisa lógica... y a cobrar a lo bestia por extraer, por matar terminaciones nerviosas, por pulir, por descarear con un tornito de juguete o simplemente por hacer una miserable limpieza... un tipo que solo juega con esos mimbres no puede cobrar como cobra ni debe henchirse de doctor... que su tramo de curro no es comparable en un uñero con el de la señora que cuida a un anciano enfermo o a una persona disminuida [esos trabajos ‘basura’ que ahora dejamos para mujeres sin papeles y para inmigrantes con dificultades]... el éxito de la lógica de cuatro mimbres físicos comparado con la miseria socialmente buscada de quien le procura una sonrisa al que la necesita... y es aquí donde se retuerce la cosa, justo donde el valor de lo que no tiene valor es mucho más que el verdadero valor humano... una mierda, una verdadera mierda que tiene más que ver con cierta matemática básica de la vida que con el temple social del ‘todos a mejor’... y es que somos en función de lo que se paga por nuestra pericia y nunca por lo que supone nuestra impronta hacia los demás.
Pasados los cincuenta, un tipo con suerte empieza a ver claro a pesar de la vista cansada, empieza a comprender que hay lo que hay y que a cada proceso de verdad se le suman caminos paralelos hechos para el dinero y el estatu, caminos apisonados de engaño y parafernalia... en farmacia y medicina hay cuatro bloques preclaros de medicamentos con los que jugar... los de prevención, los de alivio, los de mejora y los de modificación de estado fisiológico... y en cada uno de los grupos hay tres o cuatro principios activos que funcionan para casi todo, con lo que la labor chamánica de la medicina general la podría hacer cualquiera con una pequeña dosis de lógica [y si la cosa se te va de las manos o del conocimiento, pues como se hace siempre, un volante al especialista]... pero el mercado, vil y atentísimo a la pela, lo multiplica todo para enredarlo y de cada uno de esos principios activos hace gotas, jarabes, tisanas, elixires, suspensiones, viales, comprimidos, cápsulas, granulados, sellos, píldoras, tabletas, trociscos, liofilizados, colutorios... inyectables intravenosos, intraarteriales, intramusculares, subcutáneos... supositorios, cápsulas rectales, soluciones, pomadas, baños, lociones, pinturas, linimentos, polvos, pastas, ungüentos, emulsiones, champús, colirios, parches, inhalaciones... y todo ello multiplicado por marcas, sabores, mezclas en composición y todo lo que se les ocurra a las jodidas farmacéuticas multimillonarias y fascistas para mercadear con la salud ajena y dar valor social y porcentaje a quienes saben pronunciar y escribir todos esos nombres en recetas ilegibles... así está el jodido mundo, haciendo complejísima cualquier cosa sencilla para sacarle partido a base de patentes y fórmulas mágicas, a base de apropiarse de lo que por humanismo nos pertenece a todos [y siempre bien protegidos por las mafiosas agencias de medicamentos]... una maraña capaz de justificar muertes por lo que dicen o dejan de decir unos papeles... el mercado, amigos, eso es el mercado, el jodido mercado que trata con frialdad gélida al hombre y con calor de hogar al dinero.
Me he parado en el mundo del medicamento como me podría haber detenido en cualquier otro, pues todo responde al mismo proceso y a la misma avaricia... y esto es lo que empiezas a comprender cuando pasas de los cincuenta y te atizan en el centro de los ojos con una mirada Gauloises... esto, esto y esto, amigo.... como el trazo místico, la tontuna espiritual y la memez religiosa... otro maldito juego, el juego del miedo, el del temor a la muerte... un juego en el que unos pocos tienen muchísimo que ganar gracias a ese ‘todos ponen’ que exigen siempre quienes trafican con la vida eterna y los paraísos postmortem...
Y te das cuenta de pronto de que vives en una sociedad de tontos del culo a los que sigues el juego por inercia... cuando la realidad exacta es que pierdes visión y oído, que te duele la espalda y te pinzas cada nada, que sientes un molesto hormigueo en la rodilla y que ya no duermes como antes... y que los críos del cuerno de África mueren a puñaos diarios y hay hambre y sed, falta de medicamentos básicos, falta de solidaridad y el mayor egoísmo de toda la historia del hombre.
Mientras el “cómo me duele lo mío” esté por delante del “cómo me duele lo de los demás”, lo llevamos jodido.

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