Monday, November 20, 2006

Ángel Crespo


Hoy hace la hostia de años que la vida le dio finiquito al General, y, por fin, me olvidé de salir de casa con mi pajarita roja en el cuello –como he venido haciendo cada año desde que finó el asesino–. Sí que he tenido un recuerdo para mi abuelo Felipe, para sus tres rosas de sangre en el pecho, para la terrible soledad que dejó en casa, para mi abuela Antonia y para mi madre.
Todo pasa, hasta las pajaritas de alegre luto. Y me da la sensación de que me voy reconciliando un poquito con el pasado en la medida en que entro en conflicto con el presente. Olvidé mi pajarita, abuelo, pero nunca se irá de mi cabeza tu recuerdo inventado hecho de un par de antiguas fotografías, tu chaleco de asesinado –que guarda mi madre como un tesoro en su armario– y todas las historias sobre ti que me contaron abuela y mamá.
Soy para intentar serte, abuelo.

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