¿Una endoscopia?... mal comienzo para una buena relación médico/paciente... que te pongan mirando a La Meca y el plástico penetre como un bárbaro por donde se supone que anida la vergüenza y se pierde el orgullo... no es la mejor solución para una nada, y menos para un todo.
Yo siempre pienso en parámetros de hombre en extensión, con sus signos tranquilos de vejez y sus percentiles... la esperanza de vida digna, el final de la posibilidad reproductiva, el descenso físico notorio, la baja de las capacidades [visual, auditiva, sensitiva...]... hasta el punto de que he llegado a la conclusión de que cada día que pasa, desde que cumplí cincuenta tacos, es un hermoso regalo que debo disfrutar y no sufrir... por eso no entiendo esa manía de endoscopizarnos y colonoscopizarnos que tienen los galenos, ni esas preguntas que dejan caer a lo tonto, con las gafas columpiándose en la nariz... “¿tiene usted algún pariente que haya padecido cáncer?”... “pues claro, hijo de puta, como casi todo el mundo... y tengo cientos de miles de parientes que han muerto, algunos hasta sin padecer enfermedad alguna... ¿o las armas de fuego son una enfermedad?”... y el tipo te mira perplejo, se siente insultado y pone carita de estar molesto... “yo no le he dicho...”, contesta... “no me ha dicho, pero ha sembrado dudas, que es peor”. Y uno, que pasa de esa galenitis crónica que es un verdadero drama de nuestro tiempo humano, le contesta al fulano con bata que recete específico a voleo, como se ha hecho siempre, y que pase de mingadas que hacen que a uno se le apriete el culo... “deme algo que me ponga aceptable en unos días, y olvídese, por favor, de mi futuro... y sonría, coño, sonríame y hágame salir de aquí con la ilusión de que lo que tengo es despreciable, que esa es labor ancestral de chamanes y de médicos de cabecera...”.
¿Que te vas a morir?... pues claro, coño... aquí te vas a quedar, no te digo... que la muerte es norma, y norma inexorable, y que lo que a mí me interesa es pasar el tiempo con las menos molestias posibles y sin estar todo el puto día atento a mi salud... ya digo... de los cincuenta hasta aquí, cada día un regalo hermoso... y, encima, con esa cosita chula de que cada jornada me importa un poco menos la economía, el mercado, la política, los funcionarios y los agentes de seguros... que sé que no pasa nada si a mí no me pasa nada y que el mundo se acaba solamente si yo me acabo... y que es mejor un buen polvo que una jodida endoscopia... y que uno pilla enfermedades sobre todo porque cumple años... y que hay que dejar que el cuerpo modere o se acabe sin ponerle demasiados impedimentos para lo uno y para lo otro... que cuando toque, pues que toque, coño, y ya está... qué le vamos a hacer... pero que nadie se empeñe en amargar días pendientes que no deben ser amargos, y menos metiendo mieditis galénico... que para eso ya están los curas, para ponerlo todo negro y hablar constantemente de sacrificio, martirio y muerte... que el más allá es justo el minuto que viene, y lo mejor es bebérselo.
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