Collige, virgo, rosas... despéñalas del álamo, niña, calamidad, arranca rosas y despetálalas, no esperes a mañana. Córtalas a destajo, crotálalas, tálalas desaforadamente, horca, sin pararte a pensar, collige, virgo, si son malas o buenas, que no duela ni una, que no quede ni una. Púlele, pulúlale, planta los rosales que encuentres a tu paso, en tu vaso, y deja, vieja, veja las espinas para tus compañeras de prostíbulo, colegio, caja, moja. Disfruta de la luz, azud, alud, talmud, y del oro del coro y la corola mientras puedas, no debas, no bebas, y rinde y bellefea, me dejas de una pieza, y a ese dios rechoncho, poncho, concho, lonchea y melancólico, melódico, que va por los jardines, alumbra con la tea, instilando veneno, qué bueno. Goza labios y lengua, mengua, machácate de gusto, busto, susto, con quien se deje, teje, y no permitas, nunca, que el otoño, madroño y hasta el mismito coño, te pille con la piel, qué hiel, reseca, piel de teca, y sin un hombre, ¡hombre!, (por lo menos), comiéndote, lamiéndote, exprimiéndote las hechuras del alma... ¡calmaaaaaaa.! Y que la negra muerte, suerte, te quite, sin remite, lo bailao. Collige, rosas, virgo, niña de álamo, calamidad sin rosas de mañana. Corta sin pensar, tala, aun siendo buena o mala, una a una y aúna tal virgo con tal rosa. Púlete cada vaso y deja en compañeras tu fracaso. Disfruta del rechoncho dios que rinde, melódico, su son por los jardines, instílate el veneno de unos labios o el susto de una lengua que llegué como zumo a los ovarios y que nunca un otoño de piel reseca pille esas hechuras vírgenes y, muerta, debas arrepentirte tras la puerta.
Collige, rosas, virgo... atragántate toda de presente, que el futuro tan solo es un latente estado indiferente, agota cada miembro que se altere al ponerse frente a tus mil poderes, desnata a lo que caiga, descabala, destartálate un poco si te sientes cansada y sigue, virgo, sigue hasta donde el mismo cuerpo quiere y pide, que no te encuentres en un mal mañana sin haber agotado a la manada que brama en tus hormonas... y, si mueres, que no hayas de decir en un suspiro: ‘Ni caté, ni cataron lo que es ido’. Collige, virgo, rosas... que te lleve el latido.
Y de los fuertes y las fronteras de LA de C me pasé de golpe al ruso blanco de The Dude, con su alfombra meada y el run-run del casette en la bañera... cómo me identifico con ese tipo, coño.
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