Thursday, January 4, 2007

Pasar desapercibido a veces es un grave error


Día intenso de verdad desde primera hora: Hablo con Paco Ortega después de un largo tiempo de silencio [«Cómo me alegro de escucharte, tío... El mercado de la música está jodido por culpa de... no lo cuentes, por favor... Pronto saldrá a la calle el disco de Jesús Márquez... Tenemos que hacer algo juntos, colega, que me apetece un güevo... Estoy rematando el disco de Ángel González, chulo, chulo... Ya tengo mi primera cosecha de vinito, te mandaré... Te quiero, tío, de verdad... Nos vemos pronto], hablo con Esther Muntanyola [Jo, qué bonito... ¿Tienes un libro sobre lectoras que salió hace unos meses?, te lo envío ya... Me acuerdo mucho de ti... Me han sacado en una antología, también te la mando... Un besote... Muaaaac], recibo a 29 negritos menores que están en acogida en Trujillo y los hemos traído a Béjar para que jueguen un partido con los juveniles del Béjar Industrial. Me llenan la imprenta y el alma entre risas y una vitalidad envidiable [Pasa... defiende... tira... coñooooo...]. Perdieron 11-1 y no pasó nada. Me hubiera gustado quedármelos a todos en casa.
Como cierre un encuentro frugal con Santiago Sevilla [meses sin vernos]. Me contó que tenía referencias de mí por un colega de su hijo que reside en los maristas helmánticos y yo no caigo en quién puede ser el chaval.

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