Tuesday, January 23, 2007

¿Me quiero o me inquiero?

Primero me pregunto: ¿Qué podría hacer? Cualquier cosa, Felipe, que eres un tipo despierto –aunque ya algo mayor–. Tú puedes hacer lo que te venga en gana, al igual que los demás hombres... diseñar aviones, pintar, cantar, tocar el piano, robar, jugar al póker, hacer un tren o una manta eléctrica...
Después llega otra pregunta: ¿Qué me apetece hacer? Y eso lo tengo bien claro, quiero decir en mi vida todo lo que necesito decir... y como postre... pues tener tiempo tranquilo en soledad, ver crecer a mis hijos con ganas –suyas y mías–, tocar blues, pintar como veo los cuadros en mi cabeza, amar sin prisa...
Y otra pregunta: ¿Qué debo hacer? Ja, ja, ja... lo que no está escrito, Felipe, lo que no está escrito. Debes aguantar a aunténticos hijos de la gran puta a diario, reírles las gracias y pillar sus asquerosos «donativos» para sobrevivir; perder el tiempo –tan valioso para ti– con historias prosaicas, luchar por el pan de a setenta céntimos la tirada para que tus hijos unten en la yema del huevo frito y vayan creciendo con más o menos suerte; escribir a tientas para no herir las sensibilidades de quienes pueden quitarte piedras en el camino o las ganas de vivir; sobrevivir para soltarle la guita mensual a la rata CD para que sus ejecutivos/ejecutantes sigan lamiendo sus corbatas de usura... y respirar fresquito de vez en cuando porque ya casi todos tienen asumido que soy la loca mientras sonríen cuando les llamo cabrones o hijos de una puta bizca.
Y por fin: ¿Para qué te haces preguntas, Felipe?
¡¡¡Imbécil!!!

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