Noche del 6 de mayo.
Salí a la noche solo... y llovía, mientras el cielo se ‘rayaba’ de una tormenta eléctrica impactante. Caminé bajo la lluvia sabiéndome feliz de ese trazar la noche otra vez, como hace años, y me dio por pensar en esa suerte de misión que me marqué hace tiempo, la de ‘hacer’ sin precisar más que de mí, la de intentar un mundo distinto y mejor para algunos desconocidos lejanos sin tener que andar papeleando, diseñando estrategias o argumentando acciones... una misión individual para sentirme hecho y no dejar el rastro de mi vida absolutamente inútil. La vida practicable es posible y hay que dejar ejemplos –me decía– para que esto acabe produciendo una cadena... pero hacerlo sin endiosarse ni sentirse especial, sin creerse mejor ni peor que los demás... simplemente intentando ‘utilidad positiva’ en una vida, utilidad para sí y para otros.
Me calé hasta los huesos con uno de los chaparrones repentinos que eran como prontuarios de todo lo que me queda por hacer... sí, hay que mojarse –me decía–, mojarse constantemente y reconocer que se hace por egoísmo, ese egoísmo que logra que te sientas bien, que te sientas colmado...
Seguí más de una hora bajo la lluvia hermosa de la noche bejarana... y fue lindo.
[Hice algunas fotos con mi móvil... os dejo algunas de ellas].
Mañana del 7 de mayo.
Me he levantado temprano para preparar los materiales con los que asistir al mercadillo solidario de libros y estoy pletórico y solo... la lluvia de anoche me sentó de maravilla y quiero comerme el mundo. Voy a meter los libros en las cajas para trasegarlos. Me espera un día duro en lo físico.
Noche del 7 de mayo.
No nos acompañó el tiempo, pero le aguantamos el tipo al viento, al frío y a la lluvia para hacer una recaudación algo escasa para el trabajo desarrollado... pero todo sirve, todo lo que podamos obtener, por poco que sea, es mucho para quienes lo reciben.
Durante el día recibí el apoyo de varias personas, a las que estoy profundamente agradecido, pero a la hora de cierre me encontré bastante desangelado [solo You y Guille me echaron una mano al duro trabajo de desmontar, y acabamos verdaderamente agotados]... también es cierto que es así como me gusta hacer las cosas, sin pedir ayudas que obliguen.
Ahora mismo estoy físicamente deshecho, con un dolor de riñones que avisa de la probabilidad de nuevos días doblados, pero me siento profundamente feliz porque he hecho exactamente lo que deseaba hacer y como deseaba hacerlo. Sé que este trabajo traerá la sonrisa a algunas familias peruanas muy necesitadas y eso es un pago magnífico a este ay puñetero que tengo ahora. Aún me queda descargar los libros de la furgoneta y volverlos a colocar en sus estantes, pero lo dejo para mañana, que ahora el cuerpo pide cama a gritos.
Gracias a todos los que habéis colaborado con vuestro euro y a los que habéis echado una mano hermosa durante la jornada. Aún hay esperanza.
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