Sobresalir en algo contiene siempre cierto asunto patológico, y eso es bueno, porque la ‘enfermedad’ [ojo, que he puesto el término entre comillas] supone la salida de los límites de la normalidad [puede ser por arriba o por abajo]. Son enfermos tanto el eufórico como el triste, y por eso sobresalen.
Para que el mundo avance se necesitan enfermos de atar… y que nadie se plantee sanarlos.
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