Cipriano y su equipo tienen ya lo suyo [de alegría por pasar a labores de gobierno, de dificultad por la herencia que van a recibir y de responsabilidad para gobernar de forma reflexiva, eficaz y para todos]. Y como tienen ya lo suyo, pues que yo prefiero dedicar hoy esta entrada a Ramón Hernández Garrido, al que imagino medio satisfecho en su dulce exilio lisboeta.
Resulta que ayer brindé por Ramón y por mi madre en la sede de la Agrupación Socialista Bejarana justo cuando conocí el resultado de la última mesa escrutada, una del barrio de La Antigua, y lo hice porque ambos contienen esa impronta de los hermosos vencidos que tan estéticamente marcó L. Cohen en su libro del mismo título, una impronta que me llena de sugerencia y de sensaciones agridulces, pero, sobre todo, que me encanta como modelo de resistencia.
El ‘valor’, a veces, es sobrepasado por los hechos, quedando de forma circunstancial en una sombra de dignidad que apenas alimenta otra cosa que la decepción y el cansancio. Cuando esto sucede, el único soporte posible reside en el tiempo, en saberlo gestionar y en cuidarlo como sala de espera de la que salir un día con la sonrisa puesta y vestidos de la tranquilidad que otorga la fidelidad a uno mismo.
Amigo Ramón, no vencen los hombres, jamás lo hacen, pues no depende de su valor intrínseco la victoria, sino que vencen las circunstancias [a las que no sabe dominar ni su puta madre]… ellas ubican o barren, elevan o silencian sin posibilidad de valoración lógica de méritos o deméritos [una circunstancia no contiene la capacidad de razonar]. Es algo así como el juego de los dioses que ha presidido, influyendo siempre, todos los más importantes capítulos de la Historia: todo dependía de que esos dioses fueran o no fueran propicios… El azar como variable definitiva y definitoria.
No es un buen día para estirar las palabras de largo [ando con graves problemas de concentración últimamente], por lo que me arrimo a la tirada corta y te dedico un breve florerito de pensamientos últimos, que van para ti igual que para mi madre. Son vuestros:
• La volubilidad es una capacidad de la culpa que aminora el dolor… pero también es una trampa.
• Sólo triunfa quien es capaz de sonreír ante sus propios fracasos.
• A la felicidad se llega por falta, no por abundancia.
• La coherencia admite errores, pero no claudicaciones.
• El mayor pecado social es el de connivencia.
• Nunca se está solo, aunque sientas la soledad… Mira al recuerdo de tus padres.
• El dolor es salvífico porque te indica que estás vivo.
• No te honrarán tus posesiones, lo harán sólo tus cercanos.
• No importa lo que digan… importa que puedan decirlo y tú lo facilites.
• Entusiasmarte es un signo de que estás siendo vencido.
• La mayor de las venganzas es, sin duda, el desprecio.
• La adulación hace despreciable a quien la practica.
• La agudeza es la aristocracia de la palabra.
• Esmérate en sufrir más por el dolor ajeno que por los triunfos de tu enemigo. Vivirás mejor.
• Un demócrata en el baño es un hombre solo.
• Siempre fue más dulce ser víctima que verdugo… pero a la larga [y si sobrevives].
• La disciplina crea conformistas… Sé indisciplinado.
• Un gran hombre puede ser cualquiera que se rodee de cientos de mediocres y les haga llorar o sonreír. Luego la grandeza sólo la otorga la mediocridad.
Saudade, hermano.
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