Wednesday, July 18, 2007

Te esconderé...

Sentir dolor no es una debilidad, pero sufrirlo sí…Y es que no acabo de entender al hombre como ser extraordinario que tuvo la pericia de salirse del orden natural por no sé qué azar. No acabo de entender que a cada circunstancia física le acompañe otra mental que lo complica y lo enreda todo.
Sentir dolor pertenece a la categoría del ‘hecho’, mientras que sufrirlo es particularidad del ‘valor’. No tenemos suficiente con la sensación física y nos ponemos un marco mental [siempre más amplio] que hace todo más intenso y, también, más difícil… hasta tal punto de que hemos conseguido llegar al estado mental de sufrimiento sin que medie un suceso de carácter físico que lo propicie… ¡La rehostia!
Hay personas que ordenan su vida en parámetros de sufrimiento, de tal forma que son capaces de pillar ese estado a partir de cualquier nadería [una tortilla mal hecha, un suelo mal barrido, un olvido insignificante, una manchita en la camisa…] y crear así un continuo en el vivir (?) con el ceño fruncido y los ojillos apretados.
No puedo comprenderlo.

(22:05 horas) La vida es un hermoso cúmulo de casualidades y tropiezos, y por ello me encanta. Ayer me pasé el día entero leyendo la poesía de Bélen Artuñedo [cayeron sus ‘Cartas de navegación y olvido’, ‘Teselas’, ‘Como se acuesta la noche en una rama’ y el inédito “Orden de alejamiento’] mientras escuchaba con frenesía a Carita Boronska. Leí con sabor a nostalgia y descubrí que muchos de los versos los recordaba de memoria, especialmente los de falta y los de búsqueda… pues ahora, hace un ratito, abro mi correo y me encuentro a mi amiga especial hecha palabras después de tanto silencio [dedicó el último año a prepararse una suerte de oposiciones o algo parecido y decidí hacerme nada para no molestar]. Y da la sensación de que lo presentía y busqué sus versos de piedras familiares y seres imperfectos, de soledad y lenta rabia, de belleza y encuentro.
Ayer la recuperé con hambre y hoy me llega de nuevo rediviva, con sus cosas en orden y dispuesta a reanudar esa dulce empatía que nos reúne siempre.
¡Bienvenida a la vida normal, Belén!
Nos vemos.
[Te esconderé / No pienses ahora en caminos rectos ni sinuosos / Ni en el terrible momento de echar a andar sigiloso / O a correr / Tengo fuerzas para cerrar la puerta tras de ti / Y escudriñar las oquedades de mi casa en que alojarte. // Deja las cenizas donde quieras / Ya quemaré mañana su razón de ser / Y tus ropas. // No tienes más remedio que confiar / En esta extraña / Que apenas acarrea un gramo de tu peso / Pero ha leído la historia de quienes te precedieron. // Y tienes que quedarte. / No temas a mis vecinos pues, como yo, recuerdan / Que no hubo país que no sobreviviera / escondido / Y no permitiremos que te arrojen fuera. // Descansa ahora, ya has llegado / Y habrá gotas de sol / que calienten tu cuerpo.*]
[* ‘Resistencia’, de Belén Artuñedo]
Hay poemas que son verdad y también premonición si se les intenta cambiar el principio significativo.
De Tontopoemas ©...

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