Monday, April 19, 2010

Salir de viaje...



Salir de viaje me pone últimamente entre mimoso y medio roucovarela... tanto, que me corto el pelo y me arreglo la barba mientras me paso las noches próximas al viaje en un nodormir... la verdad es que desde niño ya fui un poco cagón para los viajes, me mareaba siempre y llevaba una bolsa a mano para el asunto de los vómitos, me salían granitos en el interior de los muslos y siempre volvía a casa con los calzoncillos llenos de frenazos y con algún regalo para mis padres y para mi abuela... luego aprendí a conducir [que no a aparcar] y parece que el síndrome viajero fue un poco a menos, aunque nunca soporté las grandes ciudades y aparcaba justo detrás del letrero de entrada de cada urbe... en esas condiciones puse distancia el viernes con mi querida ciudad estrecha, haciendo etapas en Madrid, Guadalajara, Zaragoza, Montblanc, Reus y Cambrils... diez horas de viaje tedioso lleno de paradas para reponer fuerzas y reponerme de la doblez de riñones que supone conducir tan de largo y ancho... pero el sacrificio fue magníficamente recompensado con esa cosita Íthaca de ver a mis amigos grandes... allí me esperaban Ramón García Mateos [poeta delicioso y excelente anfitrión, además de uno de los mejores conversadores que conozco], y el inmenso [en todos los sentidos y en más] Juanito López-Carrillo con su risa constante y sus brazos abiertos para recibir... y junto a ellos, Jordi Cervera [catalán de pro y también de contra], Josep Igual [con una voz hermosa que me trajo los mejores días Ovidi Montllor] y Vicente Llorente [un alicantino que anda entre el Roberto Carlos del gato que estaba triste y azul y un Cat Stevens de corte muy mediterráneo]... todo aliñado con mar y arroz con bogavante, con vinos de la tierra y poemas que me recordaban a ratos a Raimon o a Gabriel Ferrater, con conversaciones en las que salían Joan Margarit, Pepe Hierro o Claudio Rodríguez con ese toque nítido de haber compartido días físicos con ellos... y el resto mar y gaviotas, lluvia y calma chicha, salitre y faros, sueño en el Meridiano de Greenwich como buscándome en los Polos con los brazos... todo eso y amigos netos y nuevos con los que comer pizza granadina [© Miguel Ángel ‘Duomo’] o compartir afición culé delante de un buen vino y un arroz negro... gaviotas, gaviotas, gaviotas...
















Huellas para que la arena mojada tenga orillas y que la Luna sea nuestra igual que el horizonte o las galletas mojadas en leche templada... huellas para no pensar en nada y salir limpio del baño a primera hora... huellas para un atardecer abrazados y lleno de pájaros sin historia... huellas imposibles y desarraigadas en el agua que corre y algunas polillas revoloteando alrededor... huellas como llagas pintadas, impúdicas como un incendio o un abrazo en la calle... y un espanto de tarde gris en los ojos intactos, un espanto de recuerdos recientes y de distancias que son heridas abiertas... el mar es la frontera de las huellas [a stone on the bottom / abruptly shifts and out flows / the clear water...], el lado de acá desde el que pensarte como un faro cansado o una puerta por abrir... el mar es el cobijo de los pulpos que no saben de dedos ni de labios.






Tacones de leopardo y mozzarella o un zumbido de rambla... la música del mar [de un mar sin olas] lamiendo sin querer la singladura de un prepoeta de tierra adentro con un hueco en el cuello y dos cadenas... con ‘La Crida’ en las manos navegando las huellas de una gaviota nueva... con las gafas ancladas en las sienes... con los ojos borrachos de tanta lluvia y de tan poco dormir... con un paraguas recién prestado... Tacones en el espigón y ganas de orinar [hazlo a favor del viento] y mozzarella... y la lluvia tan mansa como un perro grande, cayendo como a plomo... el mar mojado y las velas como tristes por la falta de viento... se venden todos los barcos a lo que sea, y las casonas ricas y los apartamentos... las gaviotas rendidas hacen mar de gaviotas sobre el mar mientras las nubes más negras que hayas visto o supuesto se vencen por su peso y arman un desatino de agua sobre el mar de gaviotas sobre el mar... tacones sobre la madera, de leopardo, y una hora intensísima leyendo a Gómez de la Serna ilustrado por Chema Madoz... “los pulpos son los guantes del mar...” [una edición magnífica y muy recomendable de ‘La Fábrica’, biblioteca BlowUp, con el título de ‘Nuevas Greguerías’]... y luego una noche a medias con los versos bien medidos de Rosario Bersabé Montes [‘...Quieres pensar y no puedes / y con la mirada al suelo / indiferente respondes: / ¡no lo sé... no lo recuerdo!]... y después vuelta a los tacones atigrados del reverso de cualquier verso... y Ovidi...

Mil trencaments de viure,
/ mils i mils d'enemics.
/ Tot contra tota vida.
/ Cops amagats.

/ Muntanyes de paranys.
/ Enganys i més enganys.
/ Paraules sense lletra.
/ Imatges sense vida.
/ I un arma prop la mà,
/ Pel que passe demà.

/ Espere tant i tant de tu,
/ que no mato el meu cos.
/ Segueixo amb tots.

/ Un pensament però,
/ per aquells que estaran 
/ junts a tots i tots junts...
// Per aquells que ara / estan
tant lluny però tant a prop,
/tant a dins de nosaltres.

/ Aquells que fan possible / 
l'esperança de viure,
/ morint a cada instant.

/ Un dia qualsevol 
serà la vida i tots!
/ serà la vida i tots!

/ Per tant i tantes coses més,
seguim. / Us esperem!

/ Cante a la vida plena, 
/ des de la vida buida.
/ Tanque els ulls, baixe el cap.

/ La sang em puja al cap.
/ I el cor em diu que sí.
/ El cervell diu que sí.
/ I tot en mi és un sí.
/ Que mai no acabarà.
/ Canto la vida sí.

Y más sonido de tacones hundiéndose en el agua que riega los charcos, que riega el mar de gaviotas sobre el mar... la cara de Ovidi siempre tuvo un gesto tristísimo, casi amargo; pero sus ojos eran divinamente infantiles, como de niño recién regañado... Josep Igual me lo hizo ver con su voz de porcelana mellada, me lo hizo recordar mientras sonaban los tacones y el día era de quilla y palo mayor desnudo, de tacones de leopardo, de puro ‘coneixement’ [que es un barco sin ancla posible]... y el rojo bogavante enmarcado en un plato junto a los mejillones de roca... ¿se moja el mar cuando llueve?, ¿se cala?, ¿se empapa?... y las esponjas como pedazos blandos de roca de la Serna... y López-Carrillo como el sombrero de un paisaje variable para cualquier tacón dispuesto...








Que nadie sepa que cuando estoy en silencio no pienso en nada importante... caminando por la arena mojada y recién batida por las máquinas, se me ocurre que podría nadar hasta la próxima roca, y luego hasta una isla, y después hasta un continente... que nadie sepa que amar significa entender que ante lo inexorable hay que quedarse quieto y sonreír, que basta con admirar lo que es para que sea, que hay que sonreír para adentro y rumiar las sonrisas... se me ocurre que podría nadar desnudo hasta donde las gaviotas, y luego hasta donde planean los cormoranes, y después hasta el surco blanco de los peces martillo, y más tarde hasta esa blusa abierta... que nadie sepa que un poema nace solo y que no le hago falta para nada... que cuando me detengo, pienso tan solo en la palabra ‘muslos’ y en agua deslizándose... que nadie sepa que mientras camino algo se mueve adentro y no sé qué es, y no me importa nada...
Llueve adentro, y lo hace suavemente, como si no lloviera... y hay una brisa crema que me impele y me usa, que me hace mostrenco y me aparezco en un hombre con gabardina... pasa un ciclista y se pierde en esa niebla que es el no ser... dibujo un remo con mis brazos...
Que no sepa nunca nadie que jamás he pensado en algo importante.









http://nosquedalapalabra.org/unClamDeJusticia.htm

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