Friday, April 30, 2010

Los mejores poetas que he leído son fiambre...

Metaforas del mundo


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Los mejores poetas que he leído son fiambre, y eso me gusta... que se hayan agotado sus recursos vitales, que ya no sean borrachos pesados o viejitos insoportables a los que se les dora la píldora y se les lleva al hotel medio vencidos después de una cena golosa o algún premio final con dos durillos... que ya no den guerra y solo queden sus poemas como hojas secas para darle color a mi paisaje. Y no sé si es malo que sus poemas sigan respirando sobre la podredumbre de sus cuerpos, porque cuando los leo me queda cierta insania necrófila... porque me gustan, claro.
Y que luego hay un aquél tontino de mito que no cesa [y el mito ya se sabe que es dinero que alimenta las tripas sinforosas de demasiados hombres... que se lo pregunten a todos los que viven, y muy bien, del Alonso Quijano cervantino... y mira que don Miguel las pasó más putas que Caín para tanto ‘después’ hecho de jodido papel moneda]...
Ahora recuerdo que yo odio el Quijote porque me lo obligaron a leer como tres veces con el previo de que era la hostia para comulgar, de que tenía el valor eterno por ser el precursor de la novela moderna... hay tantos precursores de cosas excelentes para la Humanidad que ya se han borrado de todas las memorias... y es que dan pasta de otra forma, proporcionan dinero sin esa publicidad constante y subliminal y superliminal que ya trajeron los cristianos con su Biblia... en fin, que me quedo con Cervantes como tipo que lo pasó jodidamente y quiso contarlo de alguna forma y que me sigo cansando de tanto repetir capítulo a capítulo, frase a frase un texto que es tan solo un texto [al que se le ha sumado esa frase manida y fedataria de “palabra de Dios”]... que yo he leído a Cortázar y me gusta, a Borges y me encanta, a Joseph Brodsky y me fascina... y no son peores, coño... y no hay que comulgarlos a la molinera... ¿que son de después?... sí, claro... pues también he leído a Catulo, a Horacio, a Propercio, a Ovidio y a Marcial... y tampoco son peores y son de antes, coño.
El caso es que del bueno de don Miguel han nacido ediciones a repuñaos y en todos los idiomas [eso es una pasta grande que habría que cuantificar], películas, congresos magros con dietas importantes, estudios financiados con edición de cartoné al vinagre, muñequitos de madera, de pasta, de trapo, de metales nobles, macroinstituciones cervantinas con presupuestos infinitos, series de dibujos animados y sin animar y justificaciones a millones de sueldos por enseñar el ronco paso del hidalgo y su jamelgo en colegios, institutos, universidades y centros de día... sí, es triste, pero el Quijote –ese texto magnífico, como otros muchos– excede la Literatura y se ha convertido en un negocio chulo para todo un sistema de tipos que juegan con la palabra ‘intelectual’ como calidad y cualidad de quien lo extiende, lo eleva, lo enseña y lo vocea... y ya es igual que el manga o los Simpson, que la Cocacola o la sopa Campbell, que el Windows o las Harley... una jodida marca con la que parecer otra cosa distinta a lo que realmente somos... un consumible bien traído y llevado que hace que tu aspecto sea más solvente y tu presentación ante el mundo más sobrada...
Y entonces me viene una cosita radical y reniego ante toda esa procesión de cervantinos que parece que van de Corpus diario con sus evocaciones quijotálgicas constantes y sus insufribles y pesadísimas referencias a ese loco inexistente, con sus análisis pormenorizados y sus elaboraciones de teorías peregrinas, con su empecinamiento en buscar trascendencia, psicoanálisis y hasta polifonía donde solo hay una buena historia, una jodida buena historia, como tantas y tantas.
Normalmente, todos estos procervantinos inequívocos critican con fiereza a quienes se dejan llevar por modas y lo mitifican todo... eso es lo que más me cabrea, que ponen por malo lo que en ellos es puro halo.
Los mejores poetas que he leído son fiambre... y ya está, coño, no hay otra cosa.

Thursday, April 29, 2010

Y que no te acabe un cuchillo o una bala...


Leía a Elliot ayer y me dije de pronto... viejo, algún día tienes que bajar de tu parnaso, y del de los otros, y ponerte a mirar la tele con unas aceitunas o salir a comprar tabaco para fumarte uno sentado en la taza del váter mientras escuchas a la vecina de abajo cómo regaña a voces a los críos... algún día tienes que volver a conectar tu teléfono celular para recibir mensajes publicitarios y preguntarle a la mujer que barre la escalera que cómo anda su familia en Argentina... tendrás que volver a ser el mediocre que realmente eres, viejo, y discutir de fútbol en el bar o comprar un cupón de la ONCE y luego dar las gracias al funcionario de la Seguridad Social que te reclama un diez por ciento de recargo por retraso en el pago... un día de estos tendrás que volver a salir con el paraguas negro a la calle para sentirte estúpidamente feliz porque no llueve y pedir unas patatas con mayonesa en el bar de arriba o aguantar diez minutos de cola en la oficina de Correos, y hacerlo sin pensar en las guerras presentes o en lo absurdo de escribir un poema... un día de estos tendrás que pedir al camarero que te suba el volumen de la tele de la cafetería y sonreirás a la vieja gruñona de enfrente y comprarás el pan a 0,85 euros mientras haces algún comentario soez sobre los políticos y la crisis... porque, viejo F, el tiempo se acaba y no puede pillarte el final sin ser un hombre normal y corriente, uno más de todos esos tontos de baba que se pringa el espíritu con la mierda diaria... que todos deben concluir en que fuiste un ser humano tan despreciable como cualquiera, coño, tan herido de normalidad como el resto de quienes se cruzan contigo a diario...
Y que no te acabe un cuchillo o una bala, no jodas, que no queda nada bien en los currículos hablados del día después.

Algunos día me cabreo con lo que leo

Arantza Quiroga, la periquita profascista y oputarra que preside el parlamento vasco [todo un culo lavado de la política española], dijo hace unos días en un acto público que los parientes de las víctimas del franquismo sentimos odio y se lo intentamos pasar a las nuevas generaciones [no sé si se refería a las del PP, aunque me da que ya lo llevan en su código genético marcado a fuego] y, además, nos llamó ‘frustrados’ por hacer una defensa constante de ese derecho natural a encontrar y dar tierra a nuestros muertos. Me gustaría conocer su pasado y el de sus ancestros y compararlo con el mío y el de los míos, de dónde le viene la pasta que disfruta [me temo que en algún punto proceda de la humillación de muchos y hasta del sacrificio de más de una vida obrera].
Y sé que hay que guardar las formas y que hay que ser condescendiente, que hay que tomar la decisión de acabar con tensiones ancestrales y argumentar mundos nuevos... pero reclamo un punto de partida en el que el respeto a quienes sufrieron durante muchos años el sometimiento de un régimen sanguinario se patentice en hechos y palabras [sobre todo si las palabras salen de las bocas de las crías ideológicas y reales de aquellos fascistas que hicieron del terror causa diaria]... me parece que los familiares de los asesinados por el franquismo solo queremos recoger a nuestros cadáveres familiares y darles una sepultura digna, y que ‘individuas’ como la mentada AQ guarden cumplido silencio [aunque por dentro sepan que llevan ochenta años frotándose las manos y riéndose a mandíbula batiente de nosotros]... solo un gesto de silencio respetuoso para dejarnos terminar este asqueroso asunto con la gravedad que merece.
Y que siga en ese fragor de nasciturus y condones, en su cosita de misas con velo y curas de espaldas y en su negociete de cobrar sus buenas pelas del monedero común... eso me trae al fresco... pero que no se ampare en que su voz se escucha y se extiende debido al cargo que ocupa para agredirnos con tanta saña.

Tuesday, April 27, 2010

Arrozal del Delta del Ebro



Esta es la acuarela que pintamos ayer en la clase de paisaje con Vicenç Ballestar.

Monday, April 26, 2010

Hoy me gustaría escribir que hay un algo de dunas en mis ojos...


Hoy me gustaría escribir que hay un algo de dunas en mis ojos o que soy la Ginevra de Almieri en el poema de Velletti, la que murió dos veces... o que persigo al puma por los riscos rizados de Los Andes... o que simplemente me transmuto en el Lafcadio de Gide para hacer lo que me plazca...
Yo, que vi desde las fallas del Riff pastar a una manada de elefantes y me quedé absorto, que me abandoné una noche en las calles de Coimbra como un enmascarado, que paseé con zapatos gastados La Alameda y bebí agua en Longuido... yo, que comí un cocido madrileño con Pepe Hierro y perseguí jirafas en Karatu, que dormí en cama blanda cuando lo de las Torres Gemelas y escuché cantar a Mercedes Sosa una tardenoche de lluvia en los cristales... yo, que me emocioné bajo un baobab en Mangola y me dejé a la lluvia en el barrio occidental de Arusha, que pisé el volcán de barro y tuve en mis manos el pie recién cortado de un gorila... yo, que cené con glamour y la Montiel y pisé las salinas del Eyasi, que comí tortilla de avestruz y bebí en un hoteli junto a un Chaga... yo, que bebí con Ángel González y con Claudio, que sentí un temor ancestral en la Huaca de la Luna o paseé entre los cascotes del anteúltimo terremoto... hoy quisiera escribir con cierta cosa Steerforth, aquel irreflexivo de Dikens, y pediros en letras que recordéis de mí lo mejor, como yo hoy lo recuerdo... y me sintáis en las islas remotas jugando a trenzar palma o admirando el gran géiser de Strokkur con mi cámara alerta... que estoy cansado de este tedio diario y siento un yo qué sé de andar como perdido y tan sin norte...
Supe de la piel algunos días y también me asomé a un acantilado, sentí entre mis manos a mis hijos recién nacidos y ayudé a un hombre a erguirse justo antes de su muerte, lloré de impotencia y sentí amor y odio, caí y me levanté... y apenas he aprendido aún a decir que no cuando es preciso...
Recordadme de pie e imaginando mundos nuevos, cosas que hacer, disparos... imaginadme rendido por cualquier fracaso y dispuesto a empezar como si nada...
O, mejor, que no quede ni un rastro de mí mientras la hierba crece y el hombre sigue supurando en generaciones nuevas...
Hoy me gustaría escribir que hay un algo de dunas en mis ojos...

Sunday, April 25, 2010

Los nódulos debajo de tu piel...


Otra vez al tedio de los días, a las miradas dobladas y al carbón diario del trabajo... a ese no importarnos que la malaria se lleve a un millón de personal al año [y no se ponen ganitas para encontrar soluciones de prevención por el primer mundo... claro, no nos afecta]... como la enfermedad del sueño, la leihmaniasis, el sida, la tuberculosis o la enfermedad de Chagas... a nosotros nos interesa más operar de algún quiste a nuestros perros y gatos primermundistas o ponerles gabardinita cuando llueve... ya sé, ya sé... no es comparable, pues tu perro te mira a los ojos con esa carita de amor eterno y los premuertos anónimos no te miran.. en fin...
Decía que otra vez a lo de siempre, aunque ahora con el paisaje verdecido por la generosidad de las lluvias, con un sol nuevo y con un gol de Raúl en liga... una pasada, ¿no?... pero la gente sigue igual, empecinada en tener y en mirar seco, con los ojos llenos de recelos y cuitas... la verdad es que no me dan ganas de seguir en esto y ya ni siquiera me sirven los espacios salvajes de la mente... tengo un mal día, lo siento... y, además, ando sensibilizado contra los aprovechados y los ‘listos’ amargos, contra los mamarrones que lo tienen todo y no dan ni los buenos días... dije que en fin... pues eso.
Cambiaré el tono en los pastos de la carne para ver si se me alegra un poco la pajarita, buscaré ese sesgo animal que disfruta imaginando roces y cautelas, humedades y riscos femeninos, gravedad y presiones...
Hace tiempo, después de una lectura, alguien, no recuerdo quién, me dijo que hacía el amor deliciosamente con palabras... y tenía razón como poco en que lo intento...

Los nódulos debajo de tu piel son cataclismos y yo los bordo a mano hasta lograr espigas e incluso desamparo... y te tiendes despacio sobre el lecho, trabada del rasguño de pantano que duerme en mis papilas, y rompes esa tregua de los ojos que te pedí hace un rato... no sé qué hacer y observo tus dos noches, con sus claros, caer bajo los hombros y miro con asombro el rojo desollado entre tus piernas y siento que los grillos deliran con sus cuernos de venado... tumbada con fervor... y en el costado la manada de venas pequeñitas latiendo como un blando acantilado... insisto en mi mirada y no te toco... te doblas, te desdoblas, elevas tus resaltes, arriesgas la postura, soportas el tensado vericueto de arquitrabes y látigos... me miras y me pides con los ojos... me enseñas y yo aguanto...
Qué levedad tu eco y qué ruina mi espanto.
Te espaldas y te muestras como un cielo carnal, desorillado... oleas y perfumas, ablandas y me inflamo... y ya no puedo más y busco el fondo del légamo y los líquenes, del sorgo y lo alumbrado... y busco endedalar, plisar tus flancos, gravitarte rotando y hundirme en lo mellado... y me remanso un poco... y luego desescarbo... y amaso, y tiemblo, y fluyo, y embisto, y yerro, y lato... después llega la ausencia, el pulso lagrimado, el hondo azar de hiedra y el semen con su rastro...
No hay como amar a solas, sentado, imaginando lo que la voz inhala sobre lo despensado.

Y juro que disfruto enredando las palabras en esa alquimia que es el sexo imaginado, encontrando vocablos redondos que encajen en su desencaje significativo, coleccionando palabras que contengan la sugerencia que me gusta y que me anima, inyectando ritmo a los escrito y hasta forzando rimas que hagan de estos textos de amor un tocotón-tocotón-tocotón... es francamente una experiencia deliciosa el crear estos juegos de palabras... y es otra experiencia, ésta grave, leerlos en alto y a solas, escuchándome.

Y que arreglé un poquito mi domingo con la lubricidad de las palabras.

Saturday, April 24, 2010

Palabras a la Tierra [texto ecogástrico].


¿Qué quieres que te diga, Tierra?... si no soy caballo que paste tu manto verde, ni baya madura a la que acojas para hacer esa cópula del humus... si no soy el topillo que te horada ni el cóndor que se te precipita en el abismo... si ni siquiera sé ser el eco que devuelves a mis oídos breves cuando grito...
¿Qué quieres que te diga?... si ni charco siquiera puedo serte después de los monzones pequeñitos de cada primavera... pero estoy sobre ti constantemente, telúrico animal casi sin sombra que a veces se arrodilla para escuchar tu ser voluptuoso...
Me enseñaron a negarte demasiado temprano, a ser de lo banal con reincidencia, a no tenerte en cuenta, equivocado, para creerme inmortal sobre tu cáscara... y fue más importante el vidrio recién soplado que el cuarzo cristalino, los metales fundidos que tu lava, el plástico sintético que la aérea piedra pómez... fue más importante la mano que el poderoso rasgo de tus fallas...
¿Qué quieres que te diga, madre Tierra?... si ya sé que yo apenas soy el más ínfimo miasma de tu tos ancestral y que estoy en tus manos sinclinales como un pequeño karst imperceptible que drena sangre y penas a tu profundo arder que no descansa... si ya sé que mi tiempo es descartable si al tuyo se compara, que mi espacio es mero neutrón para el desprecio, que no existir es justo mi equipaje...
¿Qué quieres que te diga?... ¿que me enternece verte con esta miopía rimada de horizonte y noche oscura?, ¿que en tu silencio cristalizo mis iris y hay un íntimo asco de prehistoria?, ¿que soy rubor redondo sobre tu vientre mágico?...
Solo sé que me apremia inaugurarme entre tus cataclismos, que me encalo en tus islas continentes, que me mantengo grávido en tu giro y que un rubor un tanto antropocéntrico me pone gatinín y miserable si te miro cruenta en el traspiés de tu energía clara... sé de tu indiferencia, y no me duele saber que en ti se fragua mi naufragio... no te consideré cuanto debía, pues no me lo enseñaron... y hoy no sé qué decirte mientras fumo.

* Dibujo: aguada hecha esta tarde con mi pluma.

Friday, April 23, 2010

El Club Bosco.


Los domingos íbamos a jugar a baloncesto al pórtico de los salesianos y los curas no querían abrirnos el portón que daba acceso a las canastas, entonces empezábamos a gritar... ‘¡ya se ve la caridad cristiana!’... y entonces bajaba alguno de los curas jovencillos a abrirnos la cancela para unirse a la pachanguita que montábamos, todo después de echarnos una bronca soberana sobre el color de nuestros gritos. Siempre quedábamos a las diez y terminábamos el juego a eso de las dos, cuando bajaban ‘El Mona’ o ‘El Chover’ a echarnos de aquel patio cubierto en el que pasamos los mejores días de nuestra adolescencia. Ya entonces había algún curilla al que se le notaba cierta caída de ojos y algún otro que se pasaba con las manos [tanto para sobar como para dar buenos capones]...
Los críos vivíamos bastante atemorizados con el general de la congregación, pero eso no quitaba para que entre nosotros les pusiéramos motes bien cabrones a nuestros torturadores de bajo tono... ahora recuerdo al ‘Masca’ [el más cabrón], al ‘Mona’ [que tenía una cara simiesca indescriptible], al ‘Fofo’ [que era gordo como una pelota de playa y bajito], al ‘Pichita Loca’ [que se echaba a llorar en público cuando no nos portábamos bien]... y luego había una clase de tropa a la que ni se nos ocurría ponerle mote alguno, pues eran feroces y vengativos [entre ellos estaban Víctor Lobo –el apellido lo decía todo– o aquel don Sabino al que se le inflamaba una vena del cuello y se ponía rojo como un semáforo antes de soltar los tortazos más bestias que he visto en mi vida]... también había un seglar que tiraba de campana al más mínimo desliz de los críos y la estampaba con potencia en las cabezas...
La verdad es que mi recuerdo del cole no es maravilloso, siempre me llegan sentimientos de temor y me vienen aquellos estados de alerta continua que eran norma en las horas lectivas.
Recuerdo haber estado castigado cientos de veces durante la ‘Bendición’ de los domingos, arrodillado con los brazos en cruz frente al altar de María Auxiliadora, o las tardes de cine metido en un aula y copiando mil veces ‘no volveré a hablar en el cine’... y las yemas de los dedos enrojecidas por los golpes de regla de don Jesús de Miguel... la verdad es que no nos quedaba otra que estudiar y pasar desapercibidos a los ojos de aquella jauría de hombres con sotana y alzacuellos para no acabar con alguna parte de tu cuerpo marcada. Creo que jamás me tuvo que decir mi padre que estudiase, como yo ahora tengo que decirles cada día a mis hijos, ni tampoco tiene mi memoria dato alguno de que mis padres me ayudaran a hacer deberes [los hacía a la primera y con el miedo puesto siempre en el cogote, pensando en que si llevaba algo mal, acabaría con algún dolor intenso]...
También recuerdo que en aquel cole era todo pura competición... se ponían bandas y medallas a los que sacaban las mejores notas... se ocupaban los pupitres por orden de éxito, de tal forma que los más aplicados ocupaban los pupitres delanteros y los más atrasados se quedaban siempre perdidos al fondo del aula... en cada pizarra había un termómetro que daba la temperatura del curso en función de las notas sacadas y una comparativa con otras clases... todo estaba montado para que el triunfador fuera siempre ejemplo nítido y el fracasado se hundiera en el pozo cada día un poquito más...
Y, luego, las constantes referencias religiosas en cada una de las asignaturas... Historia: ‘y las tropas napoleónicas entraron en Rusia como el pecador entra en el fango...’, Matemáticas: ‘el infinito es, además de un número representado por un ocho tumbado, la viva imagen de Dios’, Ciencias: ‘Copérnico pecó, y eso no estuvo bien, pero descubrió de casualidad el heliocentrismo... triste manera de avanzar que jamás debe ser ejemplo para unos jóvenes cristianos’... con los años me encontré con un poeta que escribió: ‘pienso en el mal, y veo Rusia’, un verso que siempre me ha recordado aquellas clases llenas de jodida ideología... y ya no hablemos del tratamiento lectivo que se le daba a moros, judíos, comunistas y gitanos... y también a las ‘heteras’, que así las llamaba ‘El Mona’.
Con aquellos curas aprendí que España era una unidad de destino en lo universal y el Latín era el idioma de la Iglesia [más tarde descubría a Catulo y a Marcial], me hice un maestro en escribir a redondilla con plumín, palillero y tintero; destaqué en ‘urbanidad’, sabiendo cómo se dejan los cubiertos al terminar de comer o cómo hay que tratar a una mujer ‘encinta’ si te cruzas con ella por la calle... también aprendí a no confesar mis verdaderos pecados [pues además de la penitencia, había consecuencias posteriores en el trato y las notas]...
Y mi mejor recuerdo de aquellos años vienen de un mes y medio que me pasé en casa sin ir al cole por padecer ‘velocidad en la sangre’, que nunca supe qué era esa enfermedad, aunque sus síntomas eran purita debilidad y muchos mareos.
De entonces me quedó marcado a fuego que cada mujer es un santuario y que en cada cura hay un ser perverso escondido al que debo descubrir antes de que sea tarde.
Y que no sé por qué me ha dado hoy por anotar estas cosillas... debe ser que estoy algo mayor.

* La fotografía es de mis años salesianos.

Thursday, April 22, 2010

Gústate, mujer...



¿Por qué no desnuda?... sin los engaños en el pecho, sin las presiones de la muda y sin el vuelo del vestido para ocultar tus posturas... enséñate a los ojos como eres, sin el musgo de las cosas cubriendo tu piel, sin el truco en las colinas y en las blondas del cuerpo... sé el tapir en los juncos y deja que mis ojos sean manos para lo de verdad... que me admire de todo tu desastre y te contradiga, que me deje goloso el caucho que derramas y me mate todo lo pálido...
Gústate hasta que te ciña tu desnudo y se desate... gústate de la nube que eres hasta en la borrasca... gústate en la porcelana que levanta polvaredas en tus iris... en el brío de tus gestos, en el aire que agotas al girarte... y quiérete comer a dentelladas como en un adulterio con tus formas... y luego ese olor a mandarina de tu vientre, la desazón que lleva... que entre por tu nariz y te deje agotada.


*Fotos realizadas en la Plaza de José Lidón.

Wednesday, April 21, 2010

¿Por qué no echamos de menos las uñas cortadas?...


¿Por qué no echamos de menos las uñas cortadas, las lágrimas, la saliva gastada, el cabello que quedó en el suelo de la peluquería?... ¿por qué no echamos de menos el tamaño antiguo de nuestras manos o que en nuestra barbilla creciese un día la barba rubia y suave?... ¿por qué no echamos de menos todo lo que fue algo de nosotros y ya ha muerto?... ¿por qué no estamos tristísimos por todas esas pérdidas pequeñas y diarias que nos van deshaciendo?...
La trenka azul sabía de mi tiempo sin paraguas y olía a un no sé qué muy especiado... me acompañaba siempre en los días de frío... a la facultad, al neto estar con todos mis amigos, a aquel beber sin más en las noches entradas... aquella trenka azul recogía muchachas o escondía botellas de ‘gafa’ recién sacadas de Simago... llevaba libros viejos en esos bolsillones interiores y bolígrafos negros que perdían la tinta... ella era mi sudario, mi manta, mi cojín preferido... con ella fui un pirata y toreé unos años a esa vida que embestía, con ella amé y fui amado y grité en la calle por esa libertad que aún no ha llegado... mi trenka azul oscura, con su botonadura de madera y cuero, con su capucha enorme...
¿Y mis tejanos Marithe Francois Girbaud?... los compré en los setenta como un capricho caro y me acompañaron durante más de quince años, siendo mis piernas largas y el orgullo de mis ojos... se adaptaban al tiempo y a mis cosas... y llegaron a ser mi piel entera... que hasta me cabreé muchísimo el día que decidí darles final para ser durante un par de años trapos de andar por casa... con ellos viajé mucho y me sentí en el mundo terco e inadaptado, con ellos escribí y me comí las noches como cuerpos, con ellos fui capaz y también desgraciado algunas horas, con ellos jugué al basket o me bañé en una fuente grande de una plaza lejana, con ellos parecí más delgado y me pasé las noches estudiando Botánica, con ellos fracasé y sentí cada ardor de la entrepierna... con ellos fui Felipe, así, sin más ni menos... mis tejanos MFG fueron más yo que yo bastantes veces.
Hoy llevo unos Lacoste negro parduzco que se asemejan mucho a aquellos MFG, y me los pongo tanto, que están deshilachados y van transparentando en las esquinas del cuerpo, pero persisto en ellos porque saben de mí más que cualquiera... y que yo mismo.
Me arrepiento de no haber enterrado todas mis cosas cuando muertas, de no haberles dado ese final solemne que debía... mi 600 azul, el polo negro del setenta y tres, el chándal Dunlop gris, mi fiel Werlissa, la pipa de raíz, la pluma Parker de plumín plateado, los Sebago corinto del ochenta, el tocadiscos Kolster de madera, mi colección de insectos, la bufanda Burberry’s, el póster viejo firmado por Buscató, las Converse primeras y el protector bucal con el que jugué cientos de partidos en los que casi me iba la vida...

* La fotografía es de la Travesía de Santa Ana y está tomada desde la ventana de la cocina de mi casa.

Que no me duela morir


Que no me duela morir es lo que quiero... y rimar perros con árboles o hacerme un harakiri en el pulgar cuando atardece... bailar como un poseso al ritmo del ‘Dough roller blues’ de Garfield Akers [bailo bien si estoy solo] y decidir si me muerdo una uña o me fumo el próximo cigarro como un suicida menor... pero que no me duela morir, porque no merece la pena que me vaya de aquí con un recuerdo amargo... y, además, me acojona el dolor insoportable... que no me duela morir, coño, y rimar las costuras de tu falda con los muslos o poner mantequilla en las galletas, y caminar toda una noche entera mientras llueve o simplemente dejarme caer en la cama como un fardo...
Y que me canse de usar solo la mano derecha o que me olvide de que tengo un omóplato mientras miro tus senos de glicina a contraluz y con el filtro verde de mis ojos... y que siga deseando acariciar los meses como a tu vientre hecho de cutis fino y blondas suaves... y no sentirme indiferente como las reses en el paisaje, estancadas en los pastos con nada que hacer...
Que no me duela morir... o que me duela poco... que no sienta dejaros y todo sea rimar la madera de pino con mi cuerpo o rimar los ojos con el negro total de algún abismo... y que de pronto vea tu boca viniendo y mar picada... y que eso sea todo.

Tuesday, April 20, 2010

Unas fotos de Sonia Luz y esta nostalgia...



Recibo correo de la inefable Sonia Luz, desde Lima, con unas fotos en las que aparece junto a mi Gabo peruano, su esposo [al que le debo una estatuilla de Cervantes... no me he olvidado, amigo], y con Anita y Eduardo, esos dos hermosos vencidos que me hicieron hueco en su casa de Lima a la vez que me abrían los brazos con verdadero afecto.
Muchos días me viene su recuerdo a la cabeza, sobre todo al amor de las constantes noticias negras que la Iglesia Católica arroja a la prensa diaria en los últimos meses... me viene su recuerdo para pensar siempre en que hay cristianos hermosos que viven su religión con verdad y con auténtico compromiso hacia quienes sienten dolor y necesidades... aún llevo en mi cabeza las palabras de Eduardo cuando le expresé que no era creyente... su respeto hacia mi opción y su tranquila determinación por el camino de un Dios de la justicia y de la igualdad entre los hombres... Anita y Eduardo, Ricardo Falla [Gabo] y Sonia Luz quedaron en mi corazón como tipos entrañables y gente de verdad que, animados por una lectura incorriente de su fe, mantienen un trabajo constante hacia los demás que resulta admirable, sobre todo si se compara con la actitud de la cavernícola curia vaticana.
Mi abrazo más grande para cada uno de ellos... y estas ganas enormes de volver a estar juntos en el bullicio limeño.



Y que de pronto me puse entre gringuito y Lucho... y se me vinieron a la cabeza Milita y el gato techero, la hermosa y enciclopédica Lorena y el abuelito Pepito con sus constantes ‘diostebendiga’, la divina licenciada de la Puente Martin y aquella chiquitilla que me contó en Paracas la historia del pescador de muebles... y que seguí entre míster y luchorrelucho mientras se me venían las imágenes de Chan-chan y la Huaca de la Luna, las ruinas de Pisco y Chincha, las islas del guano con su enjambre de aves y esa pereza falsa de los leones marinos, el desierto amarillo y la playa negra, el paseo del puente a La Alameda y aquella estatua de mármol de Carrara con la cara latina más hermosa que he visto, los paseos por las calles de Trujillo protegido por Lorena y por las de Lima arropado por Sonia Luz, las horas de autobús, los campos de espárragos, El Callao y Chicuito, los niños de Alto Moche y los zumos golosos de toronja, la caña de azúcar para chupar... y todo el pacífico a mi espalda y en mi frente para hacerse ya estigma que no cierra... tengo que volver pronto a esa otra casa mía, enorme y luminosa, donde te hablan de frente y te sonríen, donde no puedes sentirte extraño [aunque sí diferente]... volver al arroz con langostinos y a la cerveza helada, al pisco y al cebiche, a los dientes blanquísimos y al sabor a salitre, a los niños jugando como si no pasara nada... un abrazo fortísimo para todos los que allí me quisieron y me acogieron como a uno más, a quienes compartieron conmigo todo lo que tenían... y esta nostalgia del color de la arena que me pone gatinín y morrongo porque me faltan ojos y manos, miradas y tactos, sonrisas y pasos perdiéndose... volveré pronto... lo juro.
•••
16:37 horas.
Soy tan antropocéntrico como cualquier otro en mis formas de actuar diarias, sobre todo en las que no precisan mucha elaboración en mi cabeza, y es normal, pero a veces me molesta un punto darme cuenta de pronto de esa circunstancia... y es que uno es lo que es hasta que deja de serlo, que decía mi abuela, una gran filósofa, y nuestra presencia o nuestra ausencia no le supone nada al decurso del mundo, y yo diría que incluso ni a esa cosa que han venido en llamar el cambio climático... la Naturaleza en su todo, el trasunto orográfico con sus trámites, la dinámica de los gases o la mismita ionosfera no son asuntos en los que pueda intervenir el hombre de forma notable, sobre todo si medimos los tiempos de esos entes y esas materias y los comparamos con los tiempos del Hombre. El Hombre solo es un peligro para el hombre, que a su vez es un ser débil y profundamente fugaz como pasajero de esta nave que flota en el espacio y se mueve por fuerzas sobre las que no tendrá jamás control alguno. Las cosas como el cambio climático son meras miradas antropocentristas al mundo y al Universo, miradas que solo se producen desde el temor al deceso del Hombre como lo conocemos. Pensar así puede acarrearme más de una crítica, pero no me importa demasiado, y más si explico que al final todo se terminará reduciendo a un par de grandes negocios de algunos listos que juegan con el factor miedo para llenar sus bolsillos, cuando ese miedo es algo intrínseco a la existencia y a la inexorabilidad... a lo que iba, que me jode sorprenderme actuando muchas veces en parámetros antropocéntricos cuando tengo clarísimo que el hombre jamás podrá ser centro de nada.

WOMEN AND FLOWERS, PAINTINGS

Mary Aslin


Mstislav Pavlov





(LA BOTÁNICA)

Paracelso llevaba una flor en cada mano:
una, amarga y concreta, le enseñó
la mezcla de lo exacto que embellece
la ciencia en los manuales.
Improbable, la otra
le tentaba la sien más distraída
dibujándole pozos sin final
allí donde las brújulas se pierden.
Su sabor, imagino, era más dulce.
Botánica secreta,
igual que a Paracelso
permíteme espiarte las raíces,
que tu tallo al hervir se transparente
aunque sea un instante y luego sigas
creciendo por la tierra alborotada,
impregnando la atmósfera agridulce,
enloqueciendo cada microscopio.


Andrés Neuman




Aristide Maillol



Arvid Frederick Nyholm



Arthur Hacker





Andrey Belle



Julius LeBlanc Stewart



Albert Roelofs



James Longacre Wood



Louis Marie de Schryver



Abbott Fuller Graves



Daniel F.Gerhartz



Alexei Harlamoff



http://aaaaarte.com/img/2009/12/20091210PHOWWW00098.jpg
August Macke



Berthe Morisot



John Everett Millais



Helena Dunlap



Carl Larsson



Childe Hassam



Edgar Degas





Nada pudo la noche.

Nada pudo el invierno ni la lluvia

contra el verano intenso de mi carne.



Ahora estamos desnudos.

Comenzaré a besar tu piel,

a ararte con mis manos,

a fecundarte toda,

hasta que broten flores en tu cuerpo.




BAUDELIO CAMARILLO
(Xicoténcatl, Tamaulipas, 1959)


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Edmund Charles Tarbell



Edouard Manet



Daniel F.Gerhartz



Eisman Semenowsky



Robert Emil Stubner



Evert Pieters



Franck Antoine Bail






A tientas el amor, a ciegas en lo oscuro
tal vez entre las ramas, madura, alguna estrella,
vuelvo a sentirlo, vuelvo,
mojado de la escarcha caliente de la noche,
contra el hoyo de mentas tronchadas y tomillos.
Es él, único, sólo, lo mismo que mi mano
la piel desparramada de mi cuerpo, la sombra
de mi recién salido corazón, los umbrosos
centros más subterráneos de mi ser lo querían.
Vuelve único, vuelve
como forma tocada nada más, como llena
palpitación tendida cubierta de cabellos,
como sangre enredada en mi sangre, un latido
dentro de otro latido solamente.
Más las palabras, ¿dónde?
Las palabras no llegan. No tuvieron espacio
en aquel agostado nocturno, no tuvieron
ese mínimo aire que media entre dos bocas
antes de reducirse a un clavel silencioso.
Pero un aroma oculto se desliza , resbala,
me quema un desvelado olor a oscura orilla.
Alguien está prendiendo por la yerba un murmullo.
Es que siempre en la noche del amor pasa un río.


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  • Rafael Alberti
  • Retornos del amor en una noche de verano




Paul Boswijk



Gari Melchers



George Hitchcock



Gustave Courbet



Joaquin Sorolla



Igor Guk



Jozsef Rippl-Ronai



Jules Joseph Lefebvre



Jules Pascin



Odilon Redon



Natalia Fabia



Paul Gauguin



Pierre-Auguste Renoir



Robert Lewis Reid



Stanislaw Wyspianski



William Merritt Chase



John White Alexander



Victor Gabriel Gilbert



Daniel F.Gerhartz



Kirk Richards



John William Godward



Giovanni Costa




Ven



Aprieta mi mano
saltemos la hamaca del grano
Dejaré mi libertad en la manzana
prisionera tuya
y de la serpiente astuta
Mis flores buscan
los polvos de tu amor
es primavera
se alborotan las abejas...
¡Yo!




Elia Casillas






Ron Schwerin



DIANE- EUGSTER



Frank Duveneck



Etienne Adolphe Piot



Heide Presse



Fernand Toussaint



Auguste Jules Bouvier



Josep María Mallol Suazo



Albert Lynch



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Tamara de Lempicka



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William Arthur Breakspeare



Valentine Cameron



Tom Mostyn



Stanka Kordic



Maurice-Ambroise Ehlinger



Sir Lawrence Alma-Tadema



Eric K. Wallis




Recorrer cómodamente sus magníficas formas;
Arrastrarse sobre la vertiente de sus rodillas enormes,
Y a veces en verano, cuando los soles malsanos.
Fatigada, la lleva a estirarse, a través de la campaña,
Dormir, perezosamente, a la sombra de sus senos...




Charles Baudelaire
"A la sombra de sus senos..."





Diego Rivera



Gregory Frank Harris



Anthony Frederick Sandys



Gustav Klimt



Giuseppe Dangelico (Pino)



Rachel Ferguson


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Carmen Pascual, carmensabes

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