Vuelvo a decirlo, coño... que soy un tipo con suerte [y también vuelvo a decir que todo es relativo, claro]... que anoche me tocó la magia gracias a Jesse Davis Quartet y al bueno de Miguelón, que nos regaló una de las más intensas sesiones de jazz a las que he asistido, una sesión que a veces me erizaba y que me tuvo moviendo el cuerpo durante casi dos horas al ritmo de un saxo, una batería, un piano y un contrabajo de pura excelencia... Jesse es un saxofonista elegantísimo y capaz de sacarle a su saxo desde lamentos interminables hasta los sonidos más roncos y descarnados, todo con una pauta absolutamente brillante que penetra en el cuerpo y lo llena de sensaciones.
Pues eso, que me sentí vivo, feliz, tomado enteramente por la música y hasta creo que a veces me pasé en ese acompañamiento zapatero al que me obligaba el ritmo. También hice fotos hasta aburrirme... y eso es bueno.
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