El resultado normal es una suma de mediocres sin sustancia dirigiendo los pequeños mundos que hacen del mundo entero una bomba de estupidez que amenaza constantemente con estallar y deshacerse.
Sólo sé a esta hora temprana del domingo que en cada partido hay siempre personas mucho más válidas que las que van a la foto del cartel… y que fuera de los partidos hay individuos geométricamente más importantes [en su intelectualidad y en su pensamiento social] que los más valiosos personajes de los partidos políticos.
Desde este punto de vista… ¿no sería mejor que los partidos y los demás grupos ciudadanos se reunieran antes de las elecciones e hicieran propuestas de personas con valores reales de integridad, gestión, formación y percepción del mundo para formar sus propuestas de gobierno sin tener que ceñirse a su pertenencia o no a una secta política, a una sexo político o a un grosero paquete de intereses?
La democracia es un sistema que nunca funcionará en lo común si no funciona en sus niveles celulares [que no funciona ni de coña]… También es cierto que tampoco se me ocurre otro sistema que propicie que los mejores nos lideren, pero para eso están los filósofos profesionales, los sociólogos y los que se dedican a la historiografía [aunque me temo que con ellos tampoco llegaríamos a ninguna meta aceptable].
(16:41 horas) He de reconocer que soy un hijo del ocio, por mucho que me pese, coño. Y con el ocio [en el ocio] he conseguido poder acceder a cierto estado de sensibilidad, a escalar poco a poco algunas escaleras del conocimiento, a dotar de un perfume de realidad la medida de mi imaginación, a meditar sobre el mundo y la gente, a escribir como me da la gana… de él también han nacido proyectos que, paradójicamente, me han llevado al trabajo y a las deudas, al riesgo y al juego de tener más de lo que necesito para vivir. Del ocio he aprendido que hay demasiados escritores que son solo empleados por palabras o esclavos de una reseña, que no escriben por vocación/evocación , aunque lo hacen por dinero… Yo ya entendí hace unos años que el ocio procura mi salvación como hombre y sabe marcar mi dignidad como escritor [malo o bueno, que eso no es del interés propio, sino del ajeno].
El ocio también me ha llevado al consumo… a un consumo para el ocio, claro.
Debo y no me va mal. Tengo y no me sirve para casi nada. Me arriesgo y respiro. Juego y lleno la vida. Escribo y me voy reconociendo. Muero poco a poco y me importa bastante, porque morir es jodido a pesar de los que elevan las palabras y los gestos para gritar que la muerte no importa. Soy un tipo de mi tiempo y me adapto a regañadientes. Sé quién es el que lo jode todo y también sé que no puedo hacer nada contra él [ellos]. No me importa demasiado el presente porque vivo en un pasado perfecto… y el futuro no sé si llegará algún día.
En fin, que soy un jodido hijo del ocio.
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* "Our country" de John Mellencamp.
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