Sunday, August 5, 2007

... y nos acompañó el cielo.

Acabamos anoche con percusión celeste, con Mabel vestida de lujoso luto y Marinella tocada con coleta y blusita en tonos rojos… y toditos mojados
Aunque no vi a B [esa B JASP anonadante], la noche salió perfecta.

Empecé en tono bajo [mis bajos hacen agua en los últimos días y estoy como enfermito… ya se sabe, el aire acondicionado, dormir a pelo suelto, bañarse en agua fría, trasnochar a lo grande, fumar, beber…]. El caso es que dediqué la mañana a un encierro curativo con ‘Nestea’ y galletitas… y la tarde muerto de envidia viendo a toda mi familia disfrutar en el agua de la piscina [ya digo que mi cosa no está estos días para sumergirse] y comiendo hornazo para saciar las ganas de buceo [era fundamental cuidarse para el tercer día seguido de trasnoche… que los profesionales somos así].
Ya en la Plaza de Toros de El Castañar, con mi niña Mariángeles colgadita del brazo [iba reguapa la moza… y yo fardando de niña], iniciamos de tranqui con unas cocacolas y embromamos un poco a Youssouph [movidito vendedor africano de bocatas del evento… y algo oscuro de noche]. Y, sin más, a gozar de Big Dez, un francés de sonido clarito y ritmo asegurado que me hizo moverme con auténticas ganas. Disfruté como un crío con el hermoso sonido del galo, con las poses fotógrafas de las nenas y con el fesquito que empezó a propiciar la anochecida.
No empezó mal la cosa.
Y llegó Memo González a llenar el escenario en todos los sentidos, con su look ‘rocabili’, su sopladora Honner con micrófono viejo y una voz de morirse [el tipo la alimenta]. Para mí fue bestial su actuación, me llegó hasta los tuétanos y me dejó patidifuso [hasta el punto de no impresionarme la noticia de que pidió para después de la actuación seis bocatas de pollo con pimientos y otros seis de tortilla de patatas].
Un once para Memo.

Y para postre Otis Grand, de blues pausado y bello, limpio de casi todo, desatado y perfecto [yo ya estaba rendido de tanto bueno]… y llegó la boutade del dios del blues [si existe]: empezaron los truenos, el chaparrón, las risas, las espaldas mojadas… y una tensión de prisas se desató en el pelo de todas las mujeres.
Nunca hasta ahora [y no es fácil] asistí a un festival tan serio, tan en su punto justo, tan en bueno y rebueno [lástima que el imbécil berreo de La Frontera fuera el único cero que ponerle a esta gloria].
Miguel, hermano, aunque me llamen gay, te quiero.

(22:30 horas) Una de las labores con las que más disfruto por esta época bluesera consiste en ir completando mi lista de retratos de mujer hechos de palabras [generalmente acaban convirtiéndose en poemas].
Por hacer un recuento, este año me han quedado realmente bien los de las bluefoteras Mabel y Marinella [el juego plástico de la atención puesta en robar una imagen ha sido francamente generoso conmigo en ambas damas, pues tal circunstancia hace que actúen con naturalidad, dejándome procesar sin demasiados remilgos], también estoy muy satisfecho con el retrato negro sobre blanco que le he hecho a la elegantísima Concha García [que en otro tiempo había pasado desapercibida a mi mirada, claro indicativo de que hasta ahora no andaba demasiado fino]. Caso aparte han sido la B rediviva y María [han dado juego y del bueno]… y luego algunos retratitos de medio tono a la pijita descalza sobre la arena bailando entre dos bolingas, a la chiquilla vestida de gasa y brillos con manoletinas negras, a la gran madre blanca de los SP, a la deshidratada bailarina convulsa cuyo maromo no hacía más que llevarse las manos a la cabeza mientras la miraba, a la ardorosa y madura mirada de una hermosa mujer forastera que no se ha perdido ni un solo festival [sólo la veo durante estos días y luego desaparece], a la paz bellísima que contiene el gesto de la mujer de Alberto y al candor hecho carne de mi Lolina vendiéndome tabaco.
De estos apuntes me alimento durante meses hasta que consigo darles esa sazón que necesitan para ser poemas. A veces me quedo con un gesto, otras con una mirada y muchas con una sombra en movimiento… Y al final todos esos retratos van compendiando a una sola mujer en la cabeza, la mujer que llevo buscando hace años para que se convierta en mi libro definitivo [utopía comendadora… edad tardía].
De LECTORAS

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