Tuesday, December 21, 2010

Los días en que los hijos vuelven tarde...


Castiga el bazo, como poco, el saber que se acercan los días en los que los hijos vuelven tarde [como vuelvan, que es mejor no andar preguntando], que llegan las comidas comunes en las que siempre falta alguien [por deceso o por cualquier otra razón cazurra] y sobramos casi todos, que se acerca el trazo capital del consumo manirroto [este año bastante más roto que otros] y que se llenarán las calles de tipos que tuvieron que salir huyendo un día de esta quema ancestral de obreros del textil que fue Béjar un día [hoy ya es otra cosa más cutreglobal y esquiadora]...
Siempre suelo quejarme en estas fechas de achuchones a destiempo y de cariños falsos, de moralina y regalos envenenados, de esa bondad precaria que más que solucionar, cabrea... y dios en tantas bocas para justificarlo todo.
En estos días se me va la cabeza a los que precisan como verdad absoluta un hogar, una cama, una cena caliente y todas esas cosas capaces de vestir de dignidad a un hombre... y entonces las sonrisas falsas se me hacen muecas horrendas y vuelvo a mi melopea del ‘podríamos hacerlo, cada uno a su modo, poniendo un ratito de ganas y asumiendo la injusticia de nuestra vida fácil por comparación con esas otras vidas’... no hablo de caridad, por favor, que la caridad humilla, sino que hablo de oportunidades, de buscar ocasiones de igualdad y de crear biotopos en los que cada uno sea capaz de hacerse hombre o mujer sin la estúpida mirada superior del que te da por conmiseración... si solo basta con desear e intentar, con que la voluntad de un hombre se sume a la de otro hombre para empezar a poner en marcha algún mecanismo pequeño de justicia.
En estos días me avergüenzo con furia de la sociedad en la que vivo, me avergüenzo de mí mismo [porque mi determinación y mi implicación podría ser más y mejor sin demasiado esfuerzo], me avergüenzo del sobregasto asumido por todos y de los jodidos ‘deseos’ de prosperidad, paz o lo que sea [que siempre son palabras vaciadas en las bocas de quienes las pronuncian].
¿Por qué no nos proponemos cada uno de nosotros arreglar la vida de una persona durante el año que entrará en unos días?... y hacerlo directamente, sin tener que contar con organizaciones solidarias o comunidades religiosas, simplemente buscando a alguien con problemas que te roce cada día y ponerse manos a la obra... es tan fácil.
Llueve a mares en la noche de hoy y las luces de fiesta se mecen con el viento por las calles. Hay gente triste al lado y mis hijos sonríen con los ojos tapados al misterio cabrón del sufrimiento ajeno. Paseo solo bajo el aguacero mientras intento buscarle alguna utilidad a mi pensamiento.
A esta hora los niños del hambre buscan restos de comida en los basureros de latinoamérica. Vaya puta mierda.

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