Imagen tomada ayer en el Palacio Ducal de Béjar. |
Escribió Orwell que ‘cuando gobiernan los mentirosos, decir la verdad es revolucionario’... así que debe ser revolucionario decir que estamos al dictado de los hombres del dinero [ese jodido valor del sinvalor]... debe ser revolucionario explicar que, mientras los silos de Occidente está tupidos de materias primas, hay millones de personas que pasan hambre y hasta mueren por la falta de lo que a nosotros nos sobra... debe ser revolucionario contar que hay niños que no tienen ni siquiera en su vocabulario las palabras “esperanza de vida”.
Aquí, hasta en el espacio pequeño, sinceramente [es jocoso el término], nada es revolucionario, todo viene antecedido por la mentira infame acordada a hurtadillas, y encima con malas formas... los que están es en busca de algo... colocar al marido, a la mujer o a los hijos; pillar fijeza en un puesto de trabajo público, ganar verderones a costa del otro o simplemente buscando poder [que lleva implícito todo lo antedicho]... también es cierto que siempre unos más que otros [y es lo que hay para elegir]. Nadie dice la verdad porque no interesa o crea problemas... ¿para qué decirla?
Creo vivamente en que estamos ante una oportunidad única de darle una vuelta de tuerca a los sistemas del mundo del hombre, de encender una llamita que termine siendo un grave incendio para los traficantes de todo. El hombre necesita militar en una idea nueva, creer en ella y luchar... una idea que no tiene nada que ver con la ilusión de un bienestar ficticio, sino que procede de la necesidad de un bienestar común mundializado... me tocan los cojones los partidos, las sectas políticas y religiosas, los fundamentalismos trabados con burda ideología... me tocan los cojones las asociaciones de vecinos y las comunidades de propietarios, las reuniones asamblearias y los gestos de izquierda o de derecha... me tocan mucho los cojones los líderes con su adlaterismo, la defensa de los valores [sean cuales sean] y las zoroladas morales. Es ya la hora [y el momento es extrañamente propicio] de decirle uno a uno lo que es, y hacerlo en cada plaza pública para que su verdad note la exposición y consiga esa vergüenza necesaria que es generadora de cambios... es la hora de saltar, asaltar, gritar con los brazos alzados y no volver a permitirle el más mínimo desliz a los avaros de lo que se tercie... quizás hasta sea la hora de volver a derramar sangre [aunque sea de heridas leves] de quienes no sabrían entender de otra forma que el mundo del hombre está podrido y hay que ponerse manos a la obra de nuevo... revolucionario es decirle al que tiene dos empleos que los tiene a pesar de quienes no los tienen, revolucionario es decirle al prejubilado que su suerte es el desastre de muchos, revolucionario es explicarle al parado con pensionado de paro que su trabajo en negro es el hambre de muchos, revolucionario es pedirle al funcionario público que no rinde que empiece a rendir, revolucionario es pedirle al autónomo que cotice en números reales, revolucionario es sacarle los colores a cada uno de los absentistas que tenemos al lado, revolucionario es pedirle a uno por uno que aporte algo de lo que le sobra para hacérselo llegar al que no tiene... pero eso solo como medida precaria a lo que se debe hacer.
La tarde está de ese gris plateado que produce la nieve de unos días y un tímido nublado... hay tordos parados en los muros antiguos y el esqueleto mira desde el balcón como sonriendo. Fue un curioso hallazgo que me dejó con ganas de darle vueltas al hombre.
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