Saturday, December 18, 2010

La maga...



La maga come charcos y besa caliente en los días de invierno. No le tiene miedo al luego, aunque le espanta no aprovechar las oportunidades del ahora. Guarda un dedo para la sien... por si las moscas.

La maga tiene un puñal de hielo que siempre se deshace hundido en cada herida que produce. En el preludio de cada crepúsculo saca la empuñadura al raso y la deja al goteo de la fuente fría para que con la amanecida se haya creado un arma nueva y transparente.

La maga supo un día que tener metas físicas es la más pobre misión de un hombre. Ser feliz para ella es sentir que todo es suyo sin poseerlo.

La maga quiere un amante que se solace en su cuerpo, pero no es capaz de encontrar a un hombre de su talla.

La maga dice que vivir es mantenerse siempre en vilo.

La maga, arrimada al fuego, me enseñó una noche que donde existe belleza no hacen falta modas. Yo le dije que eso me sonaba al soneto 68 de Shakespeare. Ella me contestó que sí y sonrió.

La maga se baña y nunca se seca el pelo, lo deja gotear sobre sus hombros y se imagina lluvia.

La maga sabe que hay otra maga de Cortázar, pero no le importa y se toma el pulso para sentirlo cábala. Luego se sienta.

La maga no se deja engañar por el reloj del campanario de la iglesia. Dice que el tiempo lo marca cada uno y se tumba en su cama sonriendo.

La maga se desnuda a veces y se queda quieta, pensando que hay un ser del aire que la pinta. Cuando se cansa, juega a hacer metáforas.

La maga sabe que, si desea intensamente algo, va a tenerlo. Por eso no desea demasiadas cosas.

La maga huele a hierba recién cortada y baila junto al fuego al caer la noche. Cuando cae agotada, se pone perfume en el cuello y se deja dormir sobre la alfombra vieja de la sala.

la maga lo comparte todo y nunca espera nada, pero le gustan las canciones como “Por debajo de la mesa” o “El desierto”. Si no duerme, ama o cose legajos con las manos.

Ya va a anochecer y la escarcha toma el mundo que se nubla en los ojos. Los paraguas engastan el descanso de sus empuñaduras, crecen las luces en las calles largas y la luna se presta a ser luciérnaga. Hay un brillo en las aceras que se parece al rouge encendido de una boca. Solo un árbol de hoja perenne acoge a todos los pájaros del parque. Hay un signo en el humo que anuncia que las cenas están jugando al fuego en los fogones. Suena un tema de Piaf.
Quizás mañana...

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