Sunday, June 10, 2007

La belleza, con la edad, gana en matices lo que pierde en decorado.

Anoche, justo cuando salía de mi estudio, me asustó la cohetería del festejo organizado por el alcalde en funciones para inaugurar la Plaza Mayor, que no me esperaba yo a esas horas de la noche aquellos estallidos de… ¿júbilo?, un júbilo que según las informaciones que tengo ha alcanzado la cifra de 44.000 euros de las arcas bejaranas [parece ser que antes de las elecciones lo pagaba todo la Junta de Castilla y León, pero que ahora, con la ciudad perdida, ha caído todo sobre los hombros del dinerito local]. Y este gasto se hace ‘en funciones’ y a cuatro días de entregar los papeles que queden en el ayuntamiento, y para más inri, ha llegado a mis oídos que se pagó en mano, circunstancia que jamás se hace con las empresas locales que sirven mercaderías al ayuntamiento, aunque sientan el ahogo de la banca, la Seguridad Social y la oficina de la Hacienda Pública.
Este morir gastando ante la imposibilidad de morir matando es muy significativo.
En fin… que ya se acaba.
(11:20 horas) Me hace el paisaje y la gente, el gesto de mirar y la capacidad de ver. Y soy como soy por el paisaje donde crezco, por la gente con la que me rozo, por lo que miro y por lo que atino a ver, que generalmente es el triste diez por ciento de lo que miro.
Aún permanece en mis ojos la mirada clara de Joan Margarit y en mis oídos danza el “te quiero” que Joana regaló a su cirujano… pensándolo, acierto a ver que lo difícil, hoy, en el panorama de la poesía actual, es encontrar a algún poeta que hable de algo y que sepa de lo que habla porque lo ha sentido en su carne y en sus huesos, lo que propicia esa dosis de autenticidad tan necesaria en el poema para acompañar a la belleza y al ingenio, que son las otras dos variables en las que hacer vibrar la creación.
En uno de los relajados e intensos ratitos Margarit, mientras ambos mirábamos a un grupo de chicas jóvenes espectaculares que jugaban a ese juego de los ángeles perversos que tanto se lleva ahora, me decía el maestro que las apetencias en ese campo cambian con la edad y que uno acaba desdeñando en el capítulo del deseo ese teatro de exultante juventud, que se lanza a los ojos y casi a la entrepierna, para buscar en otra edad más par, de tal forma que la percepción de la belleza física unida al deseo se desliza también hacia edades más parejas a las nuestras.
Efectivamente es así, hasta tal punto, que lo contrario entraría en el capítulo de las perversiones. Es cierto que yo miro a las jovencitas de dieciocho años con perplejidad, pero sin la mirada lúbrica; con curiosidad de la vista, pero sin deseo… Sin embargo, confieso que la atracción real funciona bastante bien con las mujeres que se acercan por abajo o por arriba a mi tramo de edad, y que en esa atracción se suma algo que antes, en la juventud, no se tenía en cuenta, y que no es otra cosa que la experiencia y el conocimiento de su propio cuerpo y de otros cuerpos, y su capacidad de juego inteligente… no solo de mostrarse, sino de demostrarse. Sí, cuando mis ojos se van detrás de un cuerpo femenino, lo hacen con más intensidad si ese cuerpo calza ya mis años.
Y es que la belleza camina a la par que la edad y crece con ella ganando en matices lo que pierde en tersura y decorado natural.

EL CORPUS BEJARANO VISTO DESDE EL SUBSUELO
[justo el lugar que ocupo en esta celebración... y en casi todas]


















(16:29 horas) Leo en un ‘sin más’ el “Wath is poetry?”, de L. Ferlinghetti, que me regaló Cantizani y me quedo con ese verso que reza: “el poema no tendría que ser explicado”.
Sucede que cuando asisto a lecturas poéticas o saraos literarios en los que un tipo lee sus cosas en alto al personal de tropa, me encuentro con que en el 99% de las veces, el colega de turno se tira diez minutos explicando el poema que leerá en uno. Y yo me siento mal, porque siento que el perico me está tomando el pelo, que me tiene por imbécil… Los poemas emocionan, te hacen reír, te hacen llorar, te erizan o te avergüenzan, dan medida de ti, tocan o simplemente te soplan al oído… pero nunca se explican si no es por sí mismos.

(16:52 horas) Joan me dijo con encendido interés: “Luis Felipe, debes leer a Thomas Hardy. No lo olvides, que vas a quedarte asombrado”. Yo anoté enseguida su nombre en una servilleta de papel: “LEER A THOMAS HARDY”, y la guardé en el bolsillo de mi pantalón.
Hoy, cuando Mª Ángeles recopilaba ropa para la lavadora, sacó la servilleta del bolsillo y la puso sobre la cómoda de nuestro dormitorio. La vi y recordé enseguida la sugerencia de Joan.
Al llegar a mi estudio buceé en internet buscando datos de Hardy. Estoy en ello.

(18:40 horas) El mensaje de Corpus de Antonio Cañizares es para leerlo con ojos diversos, mirando cómo a sus palabras acompañan las autoridades civiles y hasta los más diversos embajadores… Se queja el hombre de ‘falta de unidad en la Iglesia’ y sugiere una sociedad civil rota y enfrentada [en España, coño, que fue una, grande y libre… y católica integrista], y a la vez dice ‘que nadie vea en la Iglesia católica ninguna amenaza a la justa autonomía de lo terreno y a la justa y sana laicidad (…) no podemos someternos a una mentalidad inspirada en el laicismo, ideología que lleva gradualmente (...) a la restricción de la libertad religiosa hasta promover un desprecio o ignorancia de lo religioso relegando la fe a la esfera de lo privado’ [todo esto con el concordato aún vigente con el estado español… vamos, llevándose la pasta de la sociedad civil].
¿Cómo se puede entrar en tales contradicciones si no se predica con ánimo de arenga?… Habla de ‘la justa autonomía de lo terreno’ y de ‘la sana laicidad’ para luego decir que ‘no podemos someternos al laicismo’ porque ‘relega la fe a la esfera de lo privado’ [que es donde debiera estar siempre, en lo privado] ¿Qué quiere Antonio Cañizares?, ¿gobernar el mundo? El tipo quejándose en público ante el respetuoso silencio de las autoridades civiles (!!!).
Luego habla del hambre en el mundo [magnífico recurso], y lo hace embutido en su lujosa casulla de festivos, esa suerte de ‘pénula’ de senador romano que pone a la Iglesia en el justo siglo en el que se le paró el reloj. Que se vaya a solucionar el hambre a Nigeria o a Ruanda con su casulla puesta y deje a nuestra sociedad del primer mundo desarrollarse con parámetros de civilidad y de laicismo [sano o insano], que deje de joder con la pelota de los votos marcados y el manejo de la masa afecta para favorecer sus intereses, que tire contra el hambre con los crasos recursos de la banca vaticana y de los innumerables tesoros que tienen escondidos, así como de los mejores solares de cada pueblo, que son de su propiedad… y que dejen a los gobiernos y a las ONG’s no gubernamentales y no religiosas hacer su labor civil y asesada con el Tercer Mundo sin que haya que cambiar comida por ideología religiosa o moralina.
La Iglesia Católica ya ha intervenido demasiados siglos en este país, y no con demasiada buena mano, y, por ello, en aras de la modernidad y del progreso, no sería malo que sus líderes se retirasen a sus hermosísimos cuarteles y dejasen de dar la vara social, dejando que cada uno viva su fe o su no fe en privado.
Joder con el Corpus.
(22:27 horas) Yo hubiera querido ser una cantante de jazz para dejarme llevar por la niebla de los garitos más oscuros y sonreír a los sonidos húmedos de un piano… o una chelista escandinava sintiendo bajar la música por dentro como baja el periodo, y tocar con las piernas abiertas como alas magníficas ante el asombro de los hombres… Yo hubiera querido ser una mujer con palabras que decir en los más altos foros del mundo vestida con tejanos ajustados y enseñando mis pechos como una victoria… Yo hubiera querido Blanca Varela con veinticinco años o el dolor interior de Frida pensando un cuadro...
Pero soy lo que soy, un hombre inoportuno buscando mi parte femenina entre las sábanas de los cajones de mi cuarto.
De Tontopoemas ©...

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