Wednesday, August 5, 2009

Triste incendio en Los Pinos [Béjar]




Arrancó el día con la fantástica sorpresa de encontrar sobre el mostrador un paquete que tenía mi nombre… no traía remite y lo abrí con mucha curiosidad.
¡Una pasada!...
Ma soeur Hura me había regalado la edición Taschen “The new erotic photography”, de Dian Hanson y Eric Kroll [en el formato grande], un delicioso delantal de hilo y un juego de puñetas o cofias [aún no sé lo que son], también de hilo finísimo, para vestir a mi maniquí de cielo raso. Todo con un gusto divino que emociona. Le debo una, soeur.
Soy un tipo con suerte, coño.
Luego, lidiar con la rata diaria, que hoy estaba más insoportable que nunca y me dieron ganas de endilgarle una patada para los lomos, pero aguanté, como aguanto siempre, aunque un día se me van a cruzar los cables y se va a acabar esta estupidez que lo arruina todo, empezando por la sonrisa.
Luego llegó la tarde, con esas llamadas tristes que te avisan de que los lugares de tu juventud se están quemando y sales como transido a ver el desastre, entre el sonido de los helicópteros, y a intentar dejar alguna imagen de lo que no debe volver a suceder jamás.
En el hermoso paraje de Los Pinos viví mis mejores días con los coleguillas, justo ahí, donde el humo indica que algo se acaba… allí mis mañanas gimnásticas para ponerme a tono en mis días de basket… allí los bailes de mediatarde con el comediscos de color naranja, allí los primeros besos y los primeros tactos, las partiditas de chichón con Gerardo y con Juanra y con Garute y con Paulino, allí los juegos furtivos y quizás el primer cigarro… allí la luna de las primeras noches fuera de casa, allí la cantimplora y el traguito en la fuente de la hoja… me da una rabia.





























Imagen del incendio difundida hoy por la agencia ICAL [arriba]


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