Bueno, que ya pasé por esa extraña experiencia de casar a un hijo y, a qué no decirlo… el asunto de las formas no me gusta nada… es más, lo odio y lo detesto. Meterse en una boda tradicional [al uso ‘comercial’ de la ciudad de Béjar] es una movida que le quita toda la magia a lo que debiera ser un asunto íntimo familiar del que gozar todos de forma tranquila… toda la parafernalia de trajes nuevos para un día, regalos obligados para dar y recibir, comidas pantagruélicas en las que sobra más de la mitad de lo servido [con el hambre que hay en el mundo], beber hasta desaparecer y hacer el ridículo hasta el éxtasis… y luego andar vivo para recoger los sobres con dinero que te dan los asistentes y mantener la cabeza fría para contarlo todo y ponerle cara a las entregas… una mierda pinchá en un palo de la que se llevan lo magrito el restaurante y otros tres o cuatro negocietes de engañabobos. No me gusta nada y, sinceramente, no la disfruté como me hubiera gustado hacerlo, ya que me ubicaron en la mesa de presidencia, apartado de todos mis amigos, medio solo en aquel mar de gente… en fin, que esto es solo una crítica al sistema absurdo y no a todos los amigos que nos acompañaron con verdaderas ganas de estar a nuestro lado.
Dejo aquí algunas frases apuntadas en mi libro de notas.
• Palabras de Arfa, un amigo senegalés de You que lleva más de 20 años en España, durante la boda: “quiero darte las gracias en nombre de la comunidad de senegaleses porque, en todos los años que llevo en España asistiendo a actos parecidos a este, es la primera vez que nos hemos sentido absolutamente integrados”.
• Las lágrimas de Colí son el mejor regalo que nadie me ha ofrecido nunca.
• Los negros sin estudios abrazan mucho mejor.
• Formarse estropea el trámite de los sentimientos y los hace algo más falsos.
• Sentir que te quieren es suficiente… a qué más.
• Qué jodidamente bien bailan los negros… me muero de envidia.
• La solidaridad debe apartar a la caridad de su entorno.
• Dios siempre es un mal consejero… y no existe.
• Aparentar es una mierda que viene del empeño por diferenciarse.
• ‘Comptabilité mariage’… la primera traba oficial al amor.
• Prefiero que me quieran a que me deban…
• Lo que se hace por compromiso nunca es de verdad.
• La ebriedad hace que aparezca el hombre real debajo del hombre falso… y normalmente no hay nada ahí debajo.
• La amistad es mucho mejor que el amor… ya estoy seguro.
• Me encanta emocionar… hoy lo conseguí durante un instante.
• Demasiadas mujeres se muestran y se ofrecen… y conste que no es un comentario machista… se muestran y se ofrecen.
• La gente que conozco no se desinhibe bien.
• Amar consiste en no cansar a quien amas… ni agotarlo.
• Tendemos a ser crueles con quienes están trabajando mientras nos divertimos.
• Hoy me han abrazado de verdad muchas veces… aún lo estoy procesando.
• Youssouph me ha enseñado a ser mejor persona y yo aún no le he dado nada a cambio.
• Quiero volver a África ya.
• Pate Kante: un puente entre dos mundos… a medio hacer.
• Las mujeres buscan siempre dificultad… todo es mucho más sencillo.
• Me encantaría saber bailar y olvidarme del mundo.
• Todo es extremadamente falso… pero parece que es necesario que sea así para que el mundo siga.
• La peor ayuda es la que espera respuesta y devolución.
• La naturaleza del hombre no contempla en sus normas biológicas la fidelidad.
• Tengo amigos grandes y eso me hace sentirme muy orgulloso.
• A veces se espera de mí mucho más de lo que yo quiero que se espere de mí… y eso me hace daño.
• Me dejó muy triste no estar con Juanito… aún estoy triste por ello.
• Morir es algo que debiera celebrarse por todo lo alto.
• Si bailas bien… ya no necesitas follar.
• La debilidad siempre comienza por la mirada.
• La humildad es la peor pérdida del hombre que prospera… pero Colí la regala sin que se la pidas.
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En esencia, disfruté bastante del asunto intercultural de la boda y me emocioné varias veces mirando a los ojos de You y Colí… me encantó ver felices a mis padres y sentir la presencia importante de mi familia y de mis amigos… también me dio la sensación positiva de que la pareja formada entre Sandra y You tiene muy buena pinta y que lo sabrán llevar todo magníficamente… solo pasé un mal momento cuando leí en público la entrada de mi diario del día 8 de noviembre de 2005, fecha en la que You llegó a Béjar junto a otros compañeros en ese viaje casi iniciático por la muerte.
También me emocionó ver la cantidad ingente de personas que asistió al acto por amistad con You… eso me deja muy tranquilo por lo que respecta a su futuro.
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8 de noviembre de 2005
Son las once de la noche y acabo de llegar del hospital Virgen del Castañar, en el que han atendido a uno de los desplazados subsaharianos que desde anoche están pasando unos días en nuestra comarca para reponer fuerzas de su terrible itinerario desde países como Gambia, Mali, Senegal… con parada en campos de Melilla, Canarias y Granada. Todos son jóvenes y llegan en unas condiciones bastante tristes, especialmente tres de ellos: dos con graves problemas respiratorios –a uno de ellos es al que acaban de chequear en nuestro hospital– y uno con un fuerte golpe en el costado. Se les ha repartido ropa y se les está proporcionando un menú diario completo, aseo y habitaciones bien equipadas para el descanso digno. Su llegada fue impresionante, con caras de auténtico temor, pero con un rastro de esa emoción que sienten los vencedores pequeños –que son los más grandes– de haber conseguido pisar nuestro jodido primer mundo. Pero esta mañana, ya aseados y con ropa edecuada para nuestro clima, han llegado a reír e incluso a dejar un ratillo a la diversión practicando fútbol y baloncesto. El cabecilla, Youssouph, es de Mali y habla tres idiomas, tiene una energía especial y sabe el estado de cada uno de sus compañeros de periplo –y se preocupa vivamente por ellos–. Hace un ratito le he despedido con un apretón muy fuerte de nuestras manos. Le he visto muy esperanzado, aunque yo sé que va a sufrir lo indecible para poder sentirse persona en nuestro país. Yo, personalmente, pienso ayudarle en lo que pueda, pues una voluntad como la suya merece un gran esfuerzo de integración. Me decía con una sonrisa de oreja a oreja y en castellano: «Yo soy el primero de mi familia que ha llegado a Europa», y se sentía entre héroe y un dios menor. A mí me han brotado unas lágrimas.
11 de noviembre de 2005
Ayer fue un día malo, un día que no quiero que se vuelva a repetir. Juan y yo tuvimos una conversación con Youssouph para intentar explicarle lo que le espera de aquí en adelante. Le explicamos que es libre de hacer lo que quiera y que el martes se acaban los fondos para su manutención en Béjar. Él sólo nos entendía a medias y acertaba a decir de vez en cuando «OK, OK... merci...». Le explicamos que con los papeles que tiene, una jodida orden de expulsión que no puede ejecutarse por no haber convenio de extradición con su país, no puede trabajar más que en el mercado negro del trabajo y bajo explotación; le indicamos encarecidamente que no debe robar nunca y mediante mímica le explicamos la tipología de personas de las que debe fiarse y de las que no. Juan quedó encargado de prepararle un librito de direcciones y teléfonos para que pueda buscar socorro y ayuda cuando lo necesite... Y el grito se me quedó adentro, pellizcando con fuerza. Un grito contra el sistema que niega y pone cruces negras sobre los hombres por razón de raza o de nacimiento; un grito contra mí mismo por no dejarlo todo y ponerme a echar una mano de verdad, de las buenas, a los tipos que, como Youssouph, han puesto sus esperanzas en nuestro sistema podrido y diferenciador. Sé que no puedo hacer mucho más de lo que ya he hecho, que es justamente nada, que podría meterlo en mi casa y darle de comer cada día, que podría buscarle un trabajo oculto para que empezara a encontrar su dignidad... pero todo en mí es impotencia y me siento vencido por el afecto y por mi incapacidad. Otros no hacen nada y yo he hecho un poquito, pero me siento muy mal por mi falta de determinación y por esconderme detrás de mis cosas y de mi mundo artificial para olvidar los ojos de Youssouph y de Malick. No hay esperanza porque no tenemos la valentía de recrearla cada segundo que pasa por nuestras narices. No hay esperanza porque hemos aprendido a esconder la sensibilidad detrás de la caridad puntual y se nos ha olvidado que hay que luchar constantemente por la justicia. Ayer sufrí como hace años mientras me comía las lágrimas. Hoy soy la pura imposibilidad y siento la derrota total como hombre social. Es dura la vida y es aún más dura la consciencia de su devenir. Y vuelta al trabajo mañana sin saber si el orden natural nos pondrá a todos en situación de igualdad. Luchemos, colegas, aunque sea por el egoísmo de sentirnos un poquito más dignos. (noche) Esta tarde, después del cineforum MPDL, Youssouph nos ha contado a grandes rasgos su periplo hasta llegar a Béjar: Cómo viajó de Senegal hasta Dakar con el dinero que le prestó su tío después de vender dos de sus mejores bueyes, cómo llegó hasta Casablanca y cómo le robaron todo lo que tenía en Marruecos –hasta la ropa con la que vestía– y se alimentó varios días con pienso para pollos, cómo en cinco días atravesó parte del Sahara junto a una treintena de paisanos con una sola barra de pan para comer en ese trayecto, cómo se embarcó en una patera en la que entraba el agua a cubos y cómo se pasó el itinerario achicando agua, el terrible miedo que le asoló ante el acecho de un enorme pez que estuvo siguiendo su patera durante gran parte del recoriido, cómo vio morir a diecisiete ocupantes de otra patera con la que se encontraron en su viaje y de cómo salvaron a siete de sus ocupantes jugándose la vida por sobrecarga, cómo llegó a Canarias y el trato que allí se le dispensó... todo con 22 años, con una formación desmostrada en su expresión y en sus gestos, y con la ilusión de encontrar trabajo para poder finalizar sus estudios. Youssouph nos ha dado hoy una bella lección a todos los que hemos tenido la suerte de escucharle.
16 de noviembre de 2005
Ha vuelto el cielo azul y Béjar ha renacido esta mañana entre ocres, naranjas y amarillos; bella como bellos son los ciclos y como bella resulta la muerte y el paso hasta sus sábanas si se supo vivir y mirar desde unos ojos sencillos. Youssouph se está adaptando muy bien al clima y a la gente, no en vano le hemos rodeado de afecto y estamos trabajando para darle alguna salida digna a su situación. A mí me viene muy bien estar cerca de él, pues estoy recuperando a empujones mi francés –cada minuto me sorprendo de lo bien que lo entiendo y de cómo me atrevo sin más a llevar una conversación fluida en ese idioma– y también mi ilusión por muchas cosas que tenía ya como perdidas. Este tipo es una gran bocanada de aire fresco en mi vida, y me da en la nariz que también en la de muchos de mis cernanos: ha levantado en mis hijos un extraordinario aire solidario y un montón de preguntas sobre la justicia (un gran paso en su educación integral). Cada mañana, cada tarde y cada noche me preguntan por Youssouph, me dan cosas para él, me recomiendan que le lleve a algún sitio para que lo conozca y se preocupan de saber si ha comido, si ha dormido bien y si tendrá frío o tristeza por estar lejos de su país. Él se pasa el día canturreano, riendo, haciéndome preguntas o contándome cosas de su país. Hoy, por ejemplo, me ha contado que tiene cuatro hermanos varones y seis mujeres, y que uno de sus hermanos, David, juega tan bien al fútbol que en el pueblo le llaman Zidane. También me ha dicho que es del Barça, aunque yo creo que lo hace por agradarme, ya que se le nota mucho su venita merengona –todos los inmigrantes que llegaron con él a Béjar eran declarados del Real Madrid... los puñeteros–. En fin, que mis temores se van diluyendo con el roce y cada día veo más salidas dignas para este tipo. Hoy voy dormir como un cosaco, aunque me duela de cojones un dedo de la mano que me he pillado con la máquina de rematar calendarios de pared... soy un torpe para los trabajos de manipulación y se me ha puesto el dedo como la piel de Youssouph. Será el afecto.
24 de diciembre de 2005
La satisfacción me puede hoy con fuerza, pues creo que entre Juan y yo hemos puesto en el buen camino el futuro de Youssouph. Ya tiene una casa digna en la que vivir, amigos con los que compartir su tiempo y unas enormes ganas de hacer y deshacer, comida asegurada y un proyecto de trabajo más o menos estable con el que obtener algo de dinero para enviar a su familia. Y él está absolutamente feliz y me ha hecho uno de los más grandes favores de mi vida: sentirme útil de verdad y capaz de hacer algo con garantía de resultado. Y es que Youssouph me ha dado mucho más de lo que yo pueda darle a él jamás, me ha dado fuerzas renovadas y una fe valiosísima en los valores solidarios. Verle cada día me anima y me construye, y pelear por él me enriquece hasta límites que yo aún no conocía. ¡Gracias, hermano!
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