Friday, October 23, 2009

Dámaso Alonso


¿Cuánto podrá durar esto?... y averiguo sin más que el miedo es la pregunta, las interrogaciones cerrando unas palabras que buscan tiempo y cantidad.
Y el resto es presentir que un día no podré conciliar el sueño o que el teléfono sonará a media noche con un mensaje eléctrico que agote o que vuelva lo peor del pasado con su maleta hecha o la cara de la muerta que me ate en ansiedad y desconsuelo o que alguien querido se muera antes que yo o que el tiempo se extienda en mis tejidos hasta que no sea más que un trozo de algo…
En fin… hace frío esta mañana y apenas hay trabajo… me centro en buscarle a mi hija documentación sobre los romances que hablan del ciclo de la pérdida de España y la conquista de Al-Andalus en el periodo del 711 al 716… nado por los trabajos de Menéndez Pidal y Dámaso Alonso… y me disperso, pues encuentro mi ejemplar anotado de “Hijos de la ira”, un libro magnífico de Dámaso escrito en un tiempo de ruptura, con la censura nadando en el sistema y el mundo cultural muy anudado por el régimen franquista… todo era desesperanza y los caminos poéticos llevaban al individualismo expresivo [y real], como ahora… y me detengo a pensar en que ese poemario me llevó a una escritura larga en el tiempo, a una forma de hacer que terminó siendo mi forma, una forma absolutamente existencial de la que quise huir algunas veces, pero que caló tanto, que he vuelto a ella como un vómito…
Llega el correo con sus jodidos acuses de recibo y me doy cuenta de la suerte que tengo al ser protagonista de la crisis, de lo chulo que será contarle a mis nietos que pasé el trago y sobreviví a este morder continuo de bancos e instituciones… es otra forma de verlo, ¿no?... ni secundario ni nada, protagonista compartido de una peli cabrona de serie B en la que apenas queda esperanza… ¿un thriller?... yo qué sé… lo mismo sí… o lo mismo acaba en melodrama romántico y caramelero, todos queriéndonos como amiguitos y todos chungos…
Yo, LFC, protagonista de la crisis financiera, social, mundial, galáctica, mediática… un protagonista madurito con banda sonora de fondo que va al banco cada mañana a cagarse en la puta madre de quien sea y mirando a cámara, que visita la Hacienda Pública [¿púbica?] como si fuera a la casa de empeño, un protagonista al que no se le levanta ya ni el pizarrín, pero que presiente una salida y la busca; un tipo duro con cara de escupir de lado, un fumador empedernido y chusco que usa parfum Loewe y formas progres con ropilla de marca, un campeón del jodido fracaso que aún se mantiene en pie y se descojona… un nieto de la ira.

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