Wednesday, October 14, 2009
Jo.
Sin rastro de la nada, esta mañana salí al mundo solito, y me costó levantarme de la cama ante la falta de mi Guille apresurándome para no llegar tarde al cole. Ayer llamó a casa como cinco veces, y también llamó a los abuelos y a su hermana en un par de ocasiones… a mí me contó que había cenado macarrones y pollo y que estaba todo muy bueno, que le había tocado en una habitación con otros cinco niños, entre los que destacaba con risas a uno de sus compañeros favoritos. Y dormí mal pensando en mi chiquitillo.
Hoy ya sabía que no podría tener noticias suyas hasta pasadas las 8 de la tarde, pero andaba ansiosillo y piporrín, hasta el punto de que un par de veces tuve el teléfono en la mano con intención de marcar –no lo hice, claro–… me despistó del asunto el alzado de un libro de los talleres de Jesusote Urceloy, mezclado con visita y llamada de Manuel Casadiego, consulta con Luisillo, un porte importante para recoger con Paquito una estupenda donación de libros de Marqués de Valero a SBQ y la magnífica noticia de que es muy probable que Alan García, el Presidente de la República de Perú, me reciba durante mi viaje a ese hermoso país [recibí notificación al respecto de la Oficina de Trámite Documentario y Archivo del Despacho Presidencial con la indicación de que formalice mi solicitud mediante burofax para que sea tramitada]… es para estar contento, ¿no?, pues el que Alan García me reciba supondrá un apoyo importantísimo a los proyectos SBQ dentro de Perú… pero mi niño chico sigue separado de mí y volvieron las lástimas de padre tontorrón… a las nueve, más o menos, me llamó mi chico, y le noté tristino, aunque me contó que se lo ha pasado estupendamente y que todo es muy chuli [todo con un fondo de gritos infantiles que apenas me dejaban entender lo que Guille me decía]. Yo, que le conozco como si le hubiera parido –no obstante me pasé una hora entera hablando con él cuando acababa de ver la luz, mientras atendían a su mami en quirófano– sé que la noche es su debilidad y que seguro que antes de meterse en la camita se le van a escapar unas lágrimas, pues a esa hora siempre peluchamos, nos besamos, reímos y nos hacemos bromillas… en fin, que ya queda un día menos para poder mordisquear a mi gañán en las orejillas.
Jo.
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ALAN GARCÍA,
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