La ASB tuvo la brillante y certera idea de conceder el Premio Libertad 2009 a Marcos Ana, poeta y hermoso luchador antifascista que sufrió tortura y cárcel por defender unos ideales que contemplaban y contemplan, sobre todo, la dignidad de los seres humanos. Marcos coincidió en su periodo carcelario con Miguel Hernández, al que conoció antes de su triste muerte, y fue instigador de la red clandestina de libros que funcionaba en las cárceles españolas a partir de 1950.
Su poesía corrió como la pólvora entre los opositores al régimen fascista de Franco, siendo liberado en 1961 gracias a la gestión de Amnistía internacional, y estableciéndose en París, donde donde formó parte del servicio de apoyo a presos políticos del Partido Comunista. Amparado en su posición ideológica y en su altura moral, influyó decisivamente entre los jóvenes durante las dictaduras de Chile y Argentina.
La verdad es que hoy no tenía ganas de salir de mi estudio, me apetecía permanecer encerrado porque aún tengo cierto sentimiento de estar reñido con el mundo, sobre todo con este micromundo bejarano en el que trasiegan tipos de la peor catadura moral, haciéndose pasar por cristianos viejos, por buenísimas almas con sentimientos y todo o por personas de orden… ya estoy harto de tanta doble moral, de tanta cobardía rastrera y de tantos silencios tácitos o cómplices… el caso es que a las doce y diez, después de haber leído durante toda la mañana mi ejemplar de “Decidme cómo es un árbol”, me autoconvencí de que no debería dejar pasar esta oportunidad de darle un abrazo fuerte y sentido al compañero, de decirle sin palabras los elevados sentimientos a los que me lleva su obra y su trayectoria de hombre de izquierda, de hacerle notar que su ejemplo arde en mí con fuerza… así que pillé mi Nikon, me encendí un Chester y salí de camino al CMC San Francisco. Cuando llegué allí, estaba la gente de siempre en este tipo de actos: muchas personas mayores con un pasado duro y la gente común de la Agrupación Socialista Bejarana [también estaba mi madre, por supuesto, que encaja divinamente en los dos grupos]… no había apenas jóvenes, y menos gente de aquí vinculada a la Literatura por profesión o por pasión [no sé si existe en este pueblo alguno de los últimos, me extraña]… charlé con algunos y saludé a casi todos, di algunos abrazos que me apetecía dar, besé a mi madre rebonita y me senté a esperar la llegada de Marcos… con unos minutos de retraso sobre el horario previsto, aparecieron las autoridades [esto de la ‘autoridad’ tengo que analizarlo un día con tranquilidad e ironía] junto a Marcos Ana, al que se le veía muy bien conservado para su edad. Yo fui la segunda persona a la que le presentaron. Le estreché la mano y le pregunté que si podía darle un abrazo… Marcos me abrazó directamente y estuvimos unos segundos apretándonos con fuerza, sin decirnos nada. Luego, solo fui capaz de decirle: “gracias”. Estaba realmente emocionado y tuve que pasar cinco minutillos sentado a solas para que se me pasara el estado en el que me había dejado ese abrazo en el que le dije todo lo que le quería decir.
Luego hice algunas fotos rápidas y salí huyendo para volver a esconderme de todo y de todos.
Hoy he abrazado a Marcos Ana y he sentido que existe una fuerza intangible que nos empuja a seguir… él la lleva puesta.
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