La tarde del sábado se me presentó chunga, con constantes cortes de luz, sin internet a tramos, sin línea interna que me permitiese trabajar en lo que tenía previsto, así que corté a eso de las cinco de la tarde, después de haber tomado un cafetito con Alberto, y me decidí a realizar el segundo collage de la serie “Collageros”, esta vez un autorretrato cuarteado en manchas dibujadas –sí, coño, dibujadas– e impresas sobre adhesivo que monté sobre un cartoncillo de 100 x 70 [al que luego le corté un trocito]. El trabajo lleva un texto manuscrito dedicado a un imbécil anónimo que está empeñado en estresarme con constantes descalificaciones [que sepa que no voy a publicar ninguno de los comentarios que me envía mientras lo haga sin identificarse]. Yo hago lo que hago para entretenerme, y lo muestro en mi blog porque me apetece, y explico [sobre lo que hago] lo que me sale de la puntita misma del capullo. ¿Queda claro?
A la hora de fotear el collage, la cámara no respondía bien, pero os dejo la imágen que he sacado del asunto para que la veáis.
Y ahora me voy a cenar, que ya tengo gusilla.
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