
Joder, Claudia, que lo mejor de este mundo es la amistad, ¿sabes? Sentir, cuando lo necesitas de verdad, que tienes amigos en mil esquinitas del mundo que te lo ofrecen todo y que harían cualquier cosa por ti con la sola condición de que te dejes querer, es el más bello sentimiento que puede embargarte... y yo tengo suerte, mucha suerte, porque tengo amigos grandes que jamás se olvidan de mí, aunque pasen años y ciclones, aunque la vida nos haya llevado a extremos encontrados en los ámbitos sociales, políticos o literarios...
Tener amigos de verdad es no estar solo jamás y, sinceramente, Claudia, no sabría explicarte de ninguna manera cómo se llega a entablar una amistad capaz de la entrega recíproca... quizás todo consista en actuar siempre con generosidad y sin dobleces, en darse y no esperar nunca nada... tampoco sé cuándo se fraguó cada una de mis amistados, cuándo fue el momento mágico del lazo [es algo que nunca he sabido controlar, entre otras cosas porque siempre he estado convencido de que es algo que se escapa a cualquier tipo de control]... lo que sí puedo contarte es mi experiencia de la amistad, ese saber sin necesidad de constatación quién es tu amigo verdadero y cómo, sin dudarlo, sabes que estará ahí para lo que precises y siempre [igual que lo estás tú para él].
El asunto de los afectos resulta una circunstancia esencial para la especie humana, y todo porque no estamos completados y precisamos atención del otro, expresiones de afecto, alguna mano que nos empuje de vez en cuando –todo a pesar de que en nuestra puñetera inmadurez tendemos a la confusión y a poner trabas constantes a los afectos confundiéndolos con otras cosas–. Todo termina siendo una asunto de... ¿cómo te lo diría para que la expresión quedase luminosa?... sí, una cuestión de “ser con los demás”... y es que el contacto con el otro logra que te vayas haciendo a ti mismo, y si ese contacto es sincero y se basa en pautas de honestidad y de respeto, yo creo que ya andamos en el camino del afecto, y de ahí a la amistad solo queda un paso [el tiempo de uso y la profundización en el conocimiento]... y justo lo que anuda la amistad como verdadera es la ‘lealtad’, eso que vincula por adhesión y protección... y siempre sin utilidad buscada.
En la amistad uno se construye mientras comprende al otro, y no conozco mejor forma de construcción y crecimiento, Claudia.
Es todo lo que te puedo decir sobre una de las cosas de la vida que mejores resultados le arrojan a un hombre o a una mujer... ten amigos y cuídalos como a ti misma, y con el tiempo sabrás que has tramado sin querer una buena vida.
* En la foto, Julio Martínez Mesanza, José Luis Morante, yo, Arturo Ledrado, Agustín Porras, Luis Alberto de Cuenca y Juan Luis Calbarro en una comidina que nos montamos en Rivas-Vaciamadrid.

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