Monday, February 8, 2010

Morir despreocupado...


NOTAS DE LECTURA DE UNA ANTOLOGÍA DE MARIO LUZI Y APUNTES POSTLECTORES


  • Tejer el pasado con el presente para hacerse un buen sudario.
  • Me gusta mirarme en los ojos de las mujeres frágiles.
  • No amamos sino aquella vanidad que nos hiere.
  • ¿Era ésta la vida?... muchachas en ventanas...
  • ... en el aire su voz era una roca insaciable de flores, y desierta.
  • Cada tarde nos lleva más allá...
  • Soy la mano que ya no sabe acariciar... un siglo de pereza echado en mi rostro...
  • El hombre y el concéntrico vacío a sus espaldas...
  • La paciencia sofoca y reduce la frente... aún nos queda todo por sufrir.
  • Donde no estabas, cuánta paz.
  • Aquí soy el que fui en otro lugar y en otro tiempo.
  • Todo vendrá, si viene, desde el fondo...
  • Mi pena es durar más que este momento.
  • Soy ya casi cuarenta años de ansia.
  • No hay otro sitio, el otro allá es aquí... es todo.
  • Es mínimo el papel de cada uno y espléndido el poema.
  • Poetas... nosotros a lo vago.
•••

Sí, lo sé sin más, sin darle vueltas... lo sé porque me descerraja y me turba, porque me deja destejido y mudito, y gatinín total... me encanta mirarme en los ojos de las mujeres frágiles... porque me ruge e inclina mi voluntad, porque me arrastra... Muchachas asomadas a las ventanas, como geranios recién regados, como amuletos contra las palomas y los duendes, muchachas inalcanzables a mis manos, a esta pereza endémica y oscura de mis manos... asomadas como ofreciéndose a ser miradas, al oreo del día, como señuelos de prostíbulo o carne de conciencia turbia...
Todo vendrá, si viene, desde el fondo... vendrá desde los ojos apagados de después, desde la caracola que es no estar y ser recuerdo... todo vendrá, si viene, desde este aquí que es ya todo, desde este ansia que fue en otro lugar, pero que es mía... mujeres frágiles con ojos que me miran desde las ventanas entreabiertas, mujeres frágiles entre visillos o cortinas de ducha, mujeres como incienso, elevando su olor tan mansamente como una duda... mujeres para trinchar con los ojos de carne... si lanciano come da una torre al largo i desideri...
La alegría en lo abierto, cada causa y su efecto en el mantel de cuadros... non prometterci regali che già sai poi non ci darai in alcun modo... non farlo... el quizás sobre el último crepúsculo con cada omisión y su inercia...
¿Quién me velará cuando ya no tenga pisada ni haya opción al temblor?
Comamos, ahora que podemos, del mismo plato... y espera a los postres para decirme que todo ha terminado a pesar de que los terneros persisten en sus pastos, de que el deseo flota junto al fango, de que esperan las moscas a anidarme cuando el nudo ya no sea mi patria... ¡Ah!, las mujeres frágiles, sus ojos de mirada insostenible, sus bocas plásticas y elementales, sus hendiduras y sus huecos, su etéreo estar y ser solo en los ojos... mujeres frágiles como la mica blanca, ¿adónde vamos?... si ya el agua es amarga y os percibo como entre celofán, envueltas, imposibles desde esta cal que ya es mi sangre... mujeres como de baquelita, hechas de cruces que blandean los huesos y le quitan lo hidráulico a los músculos... mujeres que no sabéis qué pasa, porque a ese santuario que os protege no llegan los bancarios con sus apremios grises y sus nieblas... mujeres frágiles para esta cábala de signos, para este apoyarse en las paredes mientras se rompe el vidrio de mi sombra y deja un espacio vacío... mujeres para este corazón encanecido que busca una ceguera en el olfato, para este estar ladrando ante la puerta como si fuera un pozo, para este descuidado precipitarse a lo que sea...
Solo quiero una cosa para cuando el final ponga su sello: morir despreocupado.

* Las imágenes de hoy son un préstamo de obra de mi amigo José Servando Sánchez.
© José Servando Sánchez




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