Tuesday, March 16, 2010

Soy de cuando la góndola...


Soy de cuando la góndola llegaba en las ferias de septiembre con el olor a churros y esa cosita como de algodón dulce y manzanas caramelizadas con palito en que se convertía mi vida, soy de aquellos futbolines con gatera para las bolas sobadas en los que me pasaba horas intensas aprendiendo a ser competitivo... soy de tiroflechas y tren brujo, de coches chocones con su musicona a tope y sus fichas de colores insertadas en el monedero esperando el comienzo del viaje... soy de un tiempo de botas Gorila y de pantalones cortos, de camisas Fórmula color guinda, de calcetines de rombones y de cinturones de goma trenzada... soy de un tiempo de balones de correílla y de vendas de gasa para las muñecas, de un tiempo de rodilleras de portero hechas de rafia y de calzoncillos blancos... soy de una época de vermouth con sifón y gaseosa, de un tiempo de tirachinas de madera y rodilleras de escái, de peonzas y de hinques, de canicas y de chapas de ciclistas con cristalito y masilla... soy de un tiempo de cartabones de madera y plumieres de dos pisos, de un tiempo de tinteros de porcelana en los pupitres y palilleros con plumillas... soy de cuando la tinta azul se secaba en costras negras y en las carteras siempre había papel secante y difumino... soy de cuando Campito era el dentista de mi pueblo y te sacaban a la vez las anginas y las vegetaciones para ahorrar algo de dinero... soy de cuando los empiñonados de Cela y las bambas de nata de Castaño... soy de cuando había acacias en las calles y el policía municipal llevaba un casco blanco... soy de un tiempo de Citrania y Fru-frú, de un tiempo de Chirucas y botas Tao, de un tiempo de toros en la calle y lotería, de un tiempo lleno de vespas verde pálido y gordinis... soy de cuando se pescaba a la trepa con diez anzuelos y se cazaban arañas con un palillo... soy de cuando las cerillas eran magia, de cuando los candados con dos llaves, de cuando los imanes de herradura... soy de un tiempo de ejercicios espirituales y recreos en silencio, de cuando los curas te sobaban con esa impunidad que ya casi no tienen... soy de bendición y cine de domingo, de cuando la cruzada de la bondad y los azucarones con leche... soy de cuando el pan se vendía en libretas sobre el olor de las tahonas y el chocolate se medía en onzas... soy de cuando aquella planta curatodo a la que tenías que quitarle una telilla y ponerla sobre lo dañado... soy de cuando las lagartijas lo ocupaban todo... de cuando Locomotoro y el Tío Aquiles... soy de cuando las fajas con ballenas y las bragorrias blancas con dibujos calados que llegaban hasta el ombligo... soy de cuando el papel El Elefante, de cuando los calbotes, de cuando los pajaritos fritos... soy de cuando el primer comediscos y el Spectrum, de cuando los cromos Maga, de cuando los velos, soy de cuando mi abuelo Saturnino llevaba los pitillos en la oreja, de cuando Sebastián el de las medallas, de cuando las cintas de san Blas y la cruz de ceniza en la frente, soy de cuando odiaba a los niños de la OJE y de cuando las Montesas y las Bultaco... soy de un tiempo en el que la gente creía en Dios sobre todas las cosas, en el que el mar estaba tan lejos que parecía no existir... soy de cuando la radio de lámparas y la Biblia de Nácar Colunga, soy de cuando las estampas de María Auxiliadora y de cuando el suicida que se colgó de un árbol, soy de cuando las cartillas de la Caja de Ahorros de Salamanca se ponían al día a mano, soy de cuando los dos reales y de cuando los billetes de veinte duros... soy de un tiempo en el llovía más, en el que nevaba más, en el que hacía más calor y las reinetas sabían a gloria... soy de cuando lo de Carrero Blanco y de cuando lo de Tejero... soy de un tiempo de paraguas en septiembre y Cola-cao frío en agosto, de cuando te ponían medallas en la clase de mates, de cuando los certámenes de catecismo en el teatro del cole... soy de un tiempo de flequillo y peine de aluminio en el bolsillo trasero, de un tiempo de muelas careadas y de ratitos de taba, de un tiempo que pareció gris y para mí fue purito arcoíris...
Y todo esto lo recordé después de escuchar el último poema inédito que leyo en Béjar Antonio Gómez.
Somos, Antonio amigo... y también fuimos.

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