Wednesday, September 15, 2010

Mi madre

Dibujo de hoy en mi Tricassi Cerasa.

Ando hoy nerviosete porque mi reina bonita se juega su futuro en un examen de Latín [que ayer fue de Griego] y el de aquí en adelante puede ser muy distinto para ella en función de lo que salga de estas pruebas... pero tampoco me voy a poner cascarrul, porque uno jamás domina su futuro, y eso lo sé con claridad... y también es hoy el cumpleaños de mi mami, una mujer grande de verdad que me ha dejado una herencia genética que no puedo más que agradecerle... me fui a verla después de comer y le di unos besazos a la vez que le regalaba un marco digital llenito de fotos [supe enseguida por su sonrisa que había acertado con el regalo] y la noté feliz mientras pasaban las imágenes en una cadencia de cinco segundos por toma... todo le sorprendía y ponía enseguida en marcha ese mecanismo mágico del recuerdo... y lo verbalizaba
Como siempre, mi mami quiso que comiera algo [siempre arregla mis visitas con platos de jamón ibérico de bellota, queso de oveja o filetitos empanados de solomillo], pero había salido mal parado de la comida y tenía la tripa como el bombo de Manolo [aún la tengo de esa guisa]... yo creo que me ha sentado mal porque estoy nerviosete por la prueba que está pasando mi hija, que últimamente las emociones y los nervios me atacan a la cosa digestiva, porque tampoco es que haya hecho el Pantagruel.
Ya he contado alguna vez que a mi madre la voy a ver a su casa en contadas ocasiones, y precisamente lo hago así porque pienso que debe tener su tiempo al completo sin un hijo plasta que la agobie, que debe gestionar sus días como realmente le apetece hacerlo sin que yo intervenga. Ella [y mi papi también] sabe que estoy siempre ahí para lo que haga falta y cada vez que nos vemos es una verdadera fiesta. Si yo voy a casa de mi madre fuera de la norma, ella se preocupa, piensa que hay algo que no funciona y que eso me ha llevado a aparecer por allí, y no se equivoca... y esa distancia cercana se traduce en verdadero amor, de ella hacia mí y de mí hacia ella... y es que nunca he entendido esa forma de ver a los padres mayores que tienen muchas personas, ese pasar de ser hijos controlados a hijos controladores de todo... las visitas continuas diarias que rompen su intimidad, los entrometimientos en sus formas y sus costumbres de ser y estar, el seguimiento casi policial de sus pasos.
Yo entiendo la familia como un mundo de potencias positivas y no como un universo de intromisiones y cadenas de mando... un saber constante que los demás están ahí y que ellos conocen que tú también estás [sin tener que hacer gestos grandilocuentes]... pero sin necesidad de un contacto físico continuo que siempre termina siendo molesto... y conozco muy bien a mi madre, y sé que ella considera perfectamente mi lectura de este asunto y lo disfruta, disfruta de la libertad que le doy como yo disfruto de la que ella me concede... y nos queremos sencillamente [que en el querer no existen los muchos, los pocos ni los bastantes].
Y sigo viendo a mi madre perfecta, con sus cuatro achaques de edad, sí, pero con toda su libertad intacta, disfrutando al cien por cien de su vida, de mi padre y de sus nietos... gozando de sus amigas y haciendo todo lo que realmente le apetece hacer... su encaje de bolillos, sus paseos con merienda, sus cenas campestres, sus eternas horas de cocina [que digan mis hijos cómo cocina su abuela], sus charletas de mercado y sus largas horas de peluquería.
Quiero a mi madre, coño.

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