Locomía, sí, esto es una puta locomía de trastero... y hoy, a más, alrededor de la virgen santa y castañara.
Todo es puro abanico y movimiento sexy, todo glamour hortera y falsedad sonriente, todo un sí que es un no taxativo y social al futuro del hombre. Menos mal que Stephen Hawking, una mente preclara en un cuerpo deshecho, ha eliminado taxativamente a Dios como cómplice necesario para la creación del Universo en su última publicación sesuda, lógica y científica [aunque me quedan dudas sobre el que esta afirmación no sea, además de una verdad que me encanta, una forma mediática de vender millones de libros... es decir, más mierda sobre la mierda]... solo sé que aquí y ahora, en este aquí y ahora, late una realidad que es puro desorden y de la que algunos se aprovechan como chepudos necrófagos... solo sé que Ángel no suelta la palabra ‘Dios’ de su trial de vida [‘Dios te lo pague’, ‘ve con Dios’, ‘Dios lo ha querido’, ‘Dios sabrá recompensártelo’...], pero tiene miedo [quizás miedo de Dios –que en sí es un síntoma jodido– o de que no exista Dios –que supondría haber perdido la vida entera en santigüeos y genuflexiones para quedarse a dos velas con la zorolada de la promesa del Cielo–]... solo sé que mis hijos duermen de día por estas fechas y eso les supone aparecer ya como perdidos para la causa del hombre [deglutidos por la bicha locomía en el fragor de las noches]... solo sé que la vieja de al lado sigue dándole voces espantosas a su esposo [y a cualquiera que se cruce en su camino] mientras mea agua bendita... solo sé que a un buen amigo al que ayudé como pude y lo que pude para establecerse en nuestro país, el cual tiró de mí con fuerza para ayudar a su familia a salir del triste pozo latino en el que se encontraba, y se sacrificó y luchó como un cosaco para conseguir statu para todos los suyos, ha sido dejado en la cuneta como un perro, peor que estuvo nunca y ya casi sin fuerzas, y todo ahora que ya le han exprimido hasta la médula [ya me sucedió lo mismo con otra familia par hace unos años]... vino a verme la semana pasada y se me quedó el alma mojada de tanta locomía y tanto dios de mierda que ni siquiera es capaz, en su inexistencia, de pasar factura de gratitud para quien tanto ha sufrido y tanto ha trabajado por los suyos... en la puta cuneta tirado, coño, en la puta cuneta...
Todo locomía, como digo... locomía de bragas asomando en el asiento de enfrente [que dan ganas de decir... ‘píntate el coño de rouge y ponlo a hacer morritos, que así todo parecerá mucho más preclaro y sincero’]... locomía de vasos llenos de alcohol y de tipos llenos de alcohol y de noches llenas de alcohol... locomía de un miedo cerval a desaparecer de pronto, pero sin haber hecho nada digno ni de haber tenido siquiera voluntad de intentarlo... locomía de parecer constantemente algo distinto de lo que se es... locomía por hacer daño, por joder a los demás como entretenimiento frugal y desgarbado...
Ahora, mientras los oscuros hombres hacen su teatro de santeros aupando a una imagen llena de ricos mantos y de joyas carísimas, hay gente pasándolo de puta pena a cien metros y en el otro extremo del mundo... pero eso le toca los cojones a los hombres oscuros, afanados en ese ‘para sí’ constante que se patentiza en un más allá capaz de ponerles bienes muebles e inmuebles sobre sus mesas infectas...
Uno de los mejores títulos que guardo en mi armario es el que hace unos años me otorgó el fallecido Padre Julio al expulsarme [iracundo y enfaldonado] del ámbito del templo de la Virgen del Castañar por haber escrito un artículo de prensa en el que hablaba cara a cara con la Virgen para explicarle quiénes eran los que la veneraban y la llevaban en andas a brinquitos entre gritos morcones de ‘guapa, guapa, guapa’. Ninguno de ellos se salvaría si se les aplicasen las premisas cristianas del primer Jesús... pero, claro, con las premisas Ratzinger pasan todos, sobre todo si mueven pasta o tienen algún tipo de poder sobre la gente, por pequeño que sea, que todo es aprovechable.
En fin, que está todo muy complicado y que la locomía estética, social, económica y religiosa sigue a los mandos de esta ‘nave del misterio’ en la que cada uno es lo que es a pesar de que se empeñe en parecer otras cosas.
Que me voy a tomar una caña con pincho de anchoa y pepinillo... que no estoy para mucho más.
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