Llegaba el fin de las fiestas bejaranas y me subí con Guille hasta el paraje de La Fuente del Lobo con el fin de hacer algunas fotos semicenitales del espectáculo de fuegos de artificio que daba cierre a los fastos...
La estampa era digna del mejor Fellini... solo quedaba un pequeño rescoldo de luz en el horizonte y el paraje, casi todo a oscuras, menos un punto de luz, iba llenándose de gente con hambre de noche... la mirada se dirigía sola hasta el punto de luz, una lámpara de gas colocada sobre una mesa de camping que hacía de centro a una corrobla de ancianas sentaditas en sillas plegables y que hablaban de sus cosas de ancianas mientras eran sobrevoladas por polillas e insectos nocturnos.
Desde lo negro [ya he dicho que estaba superpoblado] salían voces dirigidas a aquel ancianeo que gritaban: “¡Apaguen la luz, coño!”... “Estos viejos se han creído que están en la camilla de la salita de su casa”... “¡Señora, que así no va a ver los fuegos ni su santa madre!”... pero aquel resumen del mundo viejuno mostraba sordera o se hacía el longuis, pues la luz de gas seguía incandescente en el centro de la mesina de camping... entre toda aquella fauna entre nictálope y noctámbula había novietes trajinando arrumacos como mejor espera, fotógrafos con trípode y motona cilindrera, familias con bebés y carritos Jané modernos, criaturas corriendo como faunos menores entre las piernas de la gente, muchachos jovencinos con litronas y jajajases, un grupo de gitanos con merienda/cena, chicas monísimas [en vano, claro, que estaba muy oscuro], un par de pijos que habían llegado en Vespino vieja y algún que otro matrimonio de edad mediana medio acojonaínos por el ambiente.
Tres tracas de aviso y empezaron los fuegos de artificio con sus catapunes... y yo haciendo fotos a cortinilla abierta y a puto pulso, que se me olvidó subir mi trípode al monte... tiraba fotos sin mirar y algunas salían movidotas por los codazos leves que allí se rifaban de cuando en vez... oye, y que miré al cielo y pasó una estrella fugaz [o lo que fuera] y mi Guille también la vio... “qué pasada, papucho”...
Hecho el gasto [esta vez fue medio de gratis todo... que hay que sumar la gasofa de subida y descenso], nos bajamos a Béjar despacino... Gui hablando del fugaceo de su estrella y yo dándole vueltas a los fuegos de artificio en los que se mueve el mundo del hombre... ayer fiestas y hoy ya nada, casi invierno por cómo estarán mañana los aparcamientos [vacíos, coño... que es un estupendísimo realtivo] y las calles y la poca gente que quede por aquí.
Me acerqué hasta mi estudio para echarle un vistazo a las fotos y luego a dormir, porque ya empieza el curso de Gui y entramos en otra fase de horarios rígidos y mamones.
Lo dicho... a verbis ad verbera.
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