No andaba yo entrado en ganitas, que me había tocado tarde de rotulación tiendera y los riñones se me andaban quejando, pero me llamó You... “Felipe, que tengo entrada, ¿vamos, no?”... y fuimos los dos con Guille a ver el partido de los equipos ACB Estudiantes y Valladolid [ahora se llaman Adeco y Blancos de Rueda... cosas mediáticas]... había poco menos de media entrada en el pabellón bejarano [el resto lo llenaba un calor denso y pegajoso]... tomamos camino de lo más alto de las gradas y allí nos ubicamos con unas cokes para ver el encuentro amistoso entre esos dos equipos con americanos grandones y españoles como rabos de lagartija... y se me vinieron de pronto mis 29 hermosos años de baloncestero... los primeros escarceos en el equipo Savio 9, el paso de un salto al equipo Bosco 1, que era el mejor del cole, los años de Béjar Troters y mi militancia en el equipo de baloncesto de Béjar, el fichaje por el Ciencias de la Universidad de Salamanca y más tarde los dos años de segunda división con el ADUS, las pachangas diarias con amigos y esa asistencia larga con rosca a palomero que aprendí de Ardivas Sabonis [era letal]... mi tiempo de concejal de deportes organizando clinic’s, encuentros entre equipos tan molones como la selección rusa y la Universidad de California, el día jocosísimo del Albic... todos mis amigos llegaron desde el basket y de todos mantengo un recuerdo lindo... también recordé el día en que me dio el jamacuco y tuve que dejar de practicar mi deporte [me costó llorar]... y eso, que flipé otra vez con los mates y los tiros de tres puntos, con los magníficos bloqueos y la defensa al hombre intensa, con las fintas mágicas y ese ambiente especial que acompaña al baloncesto y que siempre me ha llenado de alegría y de emociones positivas... y tiré algunas fotos con el tele, pocas, porque estaba embrujado con la danza de aquellos tipos en la cancha.
Lo pasé estupendamente.
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