Sunday, April 5, 2009

Mejores días.


5 de abril de 2009
Recibí con hambre y ganitas el nuevo librito nuevo de mi hermano del alma José Luis Morante, que bajo el título hermoso de “Mejores Días” recoge su obra aforística como un cabalgar hacia atrás en todas las experiencias vitales y literarias para dejarnos pensando en lo que es, en lo que fue y en lo que debería ser. Me encanta que un autor haga reposo y decida apuntalar sus día con esos pensamientos breves y auténticos que son como un servicio a los demás. El libro me parece redondo por donde se mire, magníficamente editado por Marino González en su “de la luna libros” y muy recomendable a quienes quieran empezar a pensar o continuar pensando.
Dejo algunos ejemplos:

Los comportamientos honrados conciertan la oposición de casi todos.
El egoísta hace del yo apócope del nosotros.
Tiene una memoria prodigiosa, capaz de hacer real una mentira.
La mentira nunca revela fuentes de información.
La imaginación enseña a desconfiar de lo real.
Elogio ser testigo mudo.
La mejor respuesta a la admiración ajena es la humildad.
Los actos mezquinos necesitan coartadas grandilocuentes.
Las heridas conceden cicatrices.
Pregunta por el precio del voluntarismo.
Debo a mis enemigos valiosas correcciones.
Los raros exaltan las diferencias.
En la amistad no es posible el sujeto pasivo.
Recordar es un ejercicio de resistencia.
En la pereza siempre hay lugar para el lamento.
Callar. Una proeza imposible.

Creo que sobran palabras para intentar vender lo que se vende solo. Enhorabuena, amigo José Luis.
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Y de la lectura entusiasmada de Morante me pasé sin más al catálogo de Jack de Vettriano que reposa entre mis libros de arte. Hacía demasiado tiempo que no me pasaba por ese barrio glamouroso en el que siempre encuentro sentidos nuevos a mis ganas, sentidos que tienen que ver con Faulkner y con Furedi, con playas americanas de los años cuarenta, con un calor sofocante y unas ardor indecente de hacer el amor entre sedas y sábanas, bajo una luz difusa y con una mujer recién peinada... y me puse a escribir...

Contempla el horizonte mientras te amo, mira cómo se fuga el Sol y en las espadañas crece el fuego como si fuera sangre... y levita en los gestos, en esos gestos previos a lo que clava y quema... la mano femenina desabrocha, retira, busca el dátil con sus uñas pintadas de un rojo impertinente. Su boca es el diluvio de la espera, y su lengua rezuma entre los labios la próxima saliva dispuesta a envolver todo lo que crezca.
El marco es arquetipo de todo lo que pueda imaginarse... sudor, medias de seda, una cama deshecha, el raso de un sostén sobre la alfombra, una ventana al mar, los pantalones anchos cayendo como salvias, unas gafas de sol en la mesilla, la luz baja, un vaso de bourbon y una cajetilla de cigarros, unos pendientes de perlas engastadas en cerquillos de oro sobre unas bragas blancas, zapatos de tacón, un sombrero de ala, el pecho a contraluz, el carmín arrastrado desde el labio por un beso, el pelo despeinado sobre un peinado hecho y muy reciente, las manos en los muslos posadas y al acecho, la piel... y una química extraña que moja como leche todo lo que la roza...

Vettriano sabe exactemente cada una de las imágenes que turban mi cabeza y hacen temblar mi cuerpo, es fiel en su pintura a cada idea mía, las calca, las exprime en el lienzo y me las muestra así, para que muera de envidia.

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Hay un algo del “The times they are a-changin” de Bob Dylan en estos días afilados como navajas nuevas, un algo que sugiere que los tiempos están cambiando y hay que gritar ahora como gritaron nuestros abuelos.
Parafraseando al genio de la nariz ganchuda, hoy digo:

Venid, hermosos vencidos,
los tristes y los que sonreíais ayer en el arroyo,
los maleducados y los hartos,
los sencillos...
venid desde donde estéis,
porque el agua ya nos llega al cuello
y no hay salvación posible si no estamos juntos...
venid a hacer una balsa enorme
sobre la que salvar el cuerpo que nos quede.
Tomad aire, porque los tiempos están cambiando.

Venid, escritores mediocres y brillantes,
siempre recelosos de las palabras ajenas,
críticos, analistas mediáticos y ujieres de la pluma enredada,
no perdáis esta oportunidad de contar el final
de un mundo que parecía eterno,
pero no digáis nombres,
no anotéis el desastre en una sola cuenta,
que el desastre es de todos...
hablad de lo que fuisteis en primera persona,
escribid los errores cometidos
y no pongáis más cláusulas,
pues los tiempos están cambiando
y no servirán de nada.

Venid, diputados, senadores, presidentes...
que no sirvió vuestro empuje torcido...
vuestras furias y vuestros secretos
arden en los bolsillos donde guardáis todas las comisiones
y los pagos recientes por vuestra voluntad de pesas falsas.
Venid a ver cómo os despedazan quienes os auparon,
cómo os niegan y os queman en cada plaza grande
entre gritos de fiesta.
No habrá escondite cierto ni seguro para vosotros...
dad la cara
porque los tiempos están cambiando.

Venid padres y madres
y vuestros ojos no darán crédito a la furia
de los hijos que engendrasteis,
los oiréis gritar como hijos de otros
arengas a las fieras que habrán de devoraros,
no os privéis del lujo de saber lo que hicisteis
al dejarlos en manos de un sistema corrupto...
y no os resistáis, que vuestro tiempo fue otro y ya pasó...
dejadlos que en su furia sean los que decidan...
porque los tiempos están cambiando.

El futuro está hecho
y no hay otra posibilidad que seguirlo con hambre...
porque los tiempos están cambiando
y el que tuvo el poder sabrá del lodo
y el que compuso el orden sabrá de su estrategia
y el que dictó las leyes verá desvanecerse
su fuerza y sus potencias...

No hay tiempo ya,
venid a verlo,
venid a ser testigos de los cambios que llegan...
porque los tiempos están cambiando.

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