Thursday, April 2, 2009

LA MUJER DE LOT [meme]

En esta entrada iré sumando los textos que vaya recibiendo para tenerlos agrupados. Mil gracias a todos por participar. Por cierto, también se admiten ilustraciones [enviadlas a mi mail y yo las subo... [felipe@lfediciones.com].

1. ÁNGEL PASOS

En Sodoma llovía azufre
y Gomorra era una fiesta nuclear.
El pobre Lot no lo tenía claro, aquello parecía Afganistán.
Columnas de fuego, nubes, tinieblas...
no había duda, Yahvé se había levantado atravesado,
había que largarse a otra ciudad.

Del norte vino el torbellino, así que fueron hacia el sur.
La vida son dos días, se decían
─los dos eran pareja, con planes, con futuro,
con hijas e hipoteca─.
Daba grima verlos correr.

Los ojos de Yavhé es que daban miedo,
eran carros de fuego, ríos de lava, serpientes de papel.
Su mujer no entendía nada

Lot dijo:
“No mires para atrás, que este tío nos mata”
Pero, claro, pedirle a una mujer que no mirara
era pedirle demasiado a una mujer.

2. ANÓNIMO (ruego identificación para cuando sea publicado)

Desdeño tu protección cobarde
llena de desierto
desobedezco
quiero el castigo
mirar para siempre el fuego

3. REYES

La mujer de Lot no era curiosa,
sólo un poquito poeta.
Los poetas siempre tienen el impulso
de mirar hacia lo que queda atrás
de inventar la nostalgia del pasado .
Desde entonces y hasta ahora ya son muchos
los montones de sal que ha barrido
el olvido
en el margen caprichoso de las ruinas.

4. GUADALUPE

La mujer de Lot permaneció inmóvil durante siglos hasta que un desaprensivo constructor que pasaba por allí decidió descuartizarla y llevársela en trozos para convertirla en ladrillos. Quiso el azar que el tipo resultara ser oriundo de la comarca de Béjar (Salamanca, España, Europa).
Y así fue como se dio nombre a LA CASA DE LA SAL en el pueblito de Candelario.
Ahora organizan allí desayunos artísticos cuyo recaudo destinan a proyectos solidarios.

5. DONCE

Como yo misma el conjuro,
batalla, ráfagas
de luz
y tiempo
enervando el extraño pulso
de los muertos,

desolados, vacíos

limpios ya
los mares -al fin-
de mi recuerdo...

observo
y me siento sal,
soy
toda
condimento.

6. SINDA

No fue curiosidad
Fue la nostalgia,
quien ancló mis pies con saladas amarras,
Quedé presa en el pasado
sin haber llegado a aceptar
que era un ave de paso.
Ya no fecundaré contigo la tierra
- lo harán mis hijas por mí-
ni sabrás lo que pensó mi piel
ni a quién traicioné
al volver la vista atrás
No sabrás la luz que traspasó mi pecho
bajo la nube de fuego que envolvía la ciudad.
Allí supe que lloraría lágrimas de sal
y que los poetas me cantarían.
Fue la nostalgia.

7. ANÓNIMO

Quédate conmigo
observa las columnas
comidas por la arena

Mira las puertas abiertas
la cama al cobijo del sol
allí estaremos bien

Si marchas te comerán
los lotófagos del Nilo
morirás igual

8. BÁRBARA

No tuve dudas
vi el futuro verde-bosque,
vi bajar un río con sus preguntas milenarias,
y los pájaros,
los pájaros trazaban círculos de sol en su vuelo,
era tan hermoso el paisaje
que tuve que mirar atrás,
hacia el pasado que ardía,
la pasión del azufre devorándole las tripas,
convertirme en piedra
de una ciudad destruida,
en la eterna mujer sin nombre,
enterrada en la sal de una herida
que no cierra
pero tampoco sangra.

Quedé atrapada
entre el rojo de la llama
y el verde puro de la oliva,
huyendo, inmóvil, de ti
para encontrarte algún día
en ese mar que nos devuelva a su sima.

9. MARISOL HUERTA

Lámeme los pies, agua,
y los muslos y el vientre.

Recórreme la piel con tu oleaje,
erosióname hasta el desgaste.

Lávame estos huesos castigados
hasta que caiga la sal
toda, repartida,
hasta que pueda quitarme
el sabor de las lágrimas.

10. URAH_DAL

Mujer que serás célula en otras mujeres
que fornicarán a oscuras como tú lo hiciste
que sabrán de la piel salada como tú sabías.

Tuviste un gesto que se volvió piedra
que rompió con todo
que endureció el futuro.

Era blanco el augurio
y más blanca fue la consecuencia.

11. JUMIZ

No sabré habitar
el horizonte que propones.
Salvarme de la ira
que incendia mi pasado.

Porque soy quién cede a la certeza de los ojos,
dame la blancura del paisaje.
Quítame el latido.

12. WOLF

YRIT

El nombre de la mujer de Lot
lo encontrarás en los pantanos,
en urales montones de sal
más fina que nuestra desdicha.

A la mujer de Lot no hallarás
en tu lecho. Las mujeres muertas
tienen la mirada turbia de una gata,
de actriz ébria bajo los focos.

A la amante llamarás en vano
y la mujer de Lot no abrirá.
Nunca verás su frontal descuido,
te herirá su espalda, sin aliento.

13. XUAN

Aún sonríe
una estatua de sal.
Lot tira de ella.

14. MUY SEÑORES MÍOS

Nos han llegado de la antigüedad cantidad de relatos que podríamos
pensar que suplían las lecciones que, de manera más o menos
subrepticia, hoy hacen los medios de comunicación, especialmente la
tele.

Como ejemplo, podemos pensar que siendo los griegos un pueblo viajero,
en que los hombres efectuaban largas excursiones, por guerras o para
asaltar otros pueblos o para conseguir cualquier cosa, el mito de
Ulises podría haber surgido para que las mujeres que se quedaban cuando
sus compañeros partían, cuidasen de la hacienda, para lo que también
convenía que cuidasen de su honor, no fuese que algún “barandas” se
beneficiase a una y de ambas. El riesgo que podía correr algún moscón
poco advertido, un flechazo de órdago.

Hay, sin embargo otros de esos mitos, cuyo significado es más oscuro,
ya que se le pueden aplicar varios significados. Pongamos por ejemplo
el de la mujer de Lot y su transformación en estatua de sal; ya que hay
quien piensa que todo le sobrevino por puros celos del divino que no
toleraba que la gente se lo pasase divino, y se olvidasen de Él. Otros,
en cambio, siempre han apostado por un significado más simbólico: que
en la vida siempre hay que mirar adelante y nunca atrás.

Pero un nuevo documento hallado recientemente, en las ruinas de una
casa de pastoreo, justo en el enclave donde supuestamente tenían su
asentamiento la familia de Lot, en la llanura que separaba las ciudades
de Sodoma y Gomorra, nos aporta una luz fundamental, para saber
exactamente qué es lo que allí ocurrió:

Era Adit una muchacha bien proporcionada, amante del buen yantar y no
menos del buen yacer. Buenos y muchos corderos y camellos le había
costado al bueno de Lot, aún antes de su pubertad, pues el padre de
Adit sabía que ofrecía buena mercancía. Lot, que era muy bueno, pero no
tenía en su rala cabellera un pelo de tonto, custodiola celosamente en
su jaima, sin que rapaz o varón alguno supiese de su existencia. Y en
esas circunstancias, le hizo un par de hijas, con la menguada virilidad
que acreditaba a esas edades, pero, eso sí, con mucho frotamiento y
laboriosidad. Adit, a falta de otras referencias, aceptó todas las
circunstancias de su vida, como lo natural.

Avisados por un ser alado del lo que se les vendría encima si
permanecían en aquel lugar, partieron a Sodoma para proveerse de
sólidos calzados, para la larga marcha que les esperaba para ponerse a
salvo. Por primera vez las tres acompañaron a Lot a la población. A las
niñas les vendaron los ojos, mientras que a la mujer, su marido le
advirtió de lo que en confidencia le había confesado el querube: no
mirar hacia atrás.

Asombrada iba Adit, mirando a diestro y siniestro, cuando se levantó un
viento que hizo volar la cortina de la entrada de las casas, al tiempo
que un gemido intenso le hizo mirar en esa dirección y, en su interior
vio, en licencioso ayuntamiento... y ¡qué diferente era aquel varón del
bueno de su marido!... al pasar por la siguiente morada, lanzó una
mirada escrutadora y algo semejante vio... y en la otra... y en la
otra... y en la de más allá: ¡Que calores le sobrevinieron justo en el
momento en que empezaban a caer, como chuzos, bolas de fuego!; pero
ella absorta, por las visiones que había tenido, extasiada, justo
cuando ya estaban a las puertas de la ciudad, se giró y la lágrima que
el deseo puso en su mejilla, se saló... por eso, y desde entonces, las
lágrimas de las mujeres son saladas: ¡los hombres no lloramos!

De lejos viene, pues, que el tamaño sí que importa y que es deber de
los maridos evitar comparaciones que pudieran ser perniciosas, para
ellos, claro.

15. ELENA

No fue una simple mirada. Fue que no quiso renunciar a todo lo que
amaba a cambio de los páramos duros y yermos que Yahvé le ofrecía; y en
íntima rebelión, cuando se alejaba del suelo cultivado y del lecho
donde engendró, se convirtió en pecadora para su esposo y para su dios.
Pero Yahvé, iracundo, sin saberlo, la inmortalizó, liberándola del
interludio metabólico de la putrefacción y apartándola de esa cadena de
reencarnaciones fugaces y tróficas en la que caerían todos los que no
miraron atrás. Y así, la mujer de Lot, también sin saberlo, ganó una
batalla que nunca quiso librar, y aún permanece, inmarcesible y
eterna, en minúsculos cristales cúbicos, ligada a la tierra que amó.

16. LA URRACA

Camino a paso lento
hacia la transparencia
y tú eres a mi lado
sólo un trozo de sal.

17. MOJADOPAPEL

Mirar atrás para aferrarse,para quedarse en lo que te hizo crecer y llorar.
Anclaje eterno a lo que ata, al sentimiento conocido y cercano.
Cobardía y miedo a lo fugaz.

18. L. F. COMENDADOR


19. BB

Y Lot, lloró
y sólo siguió
los andares
de Jehová
pero ella,
ya no estaba
allí
su mano solidaria
compañera amante
aflojó su amarre
ella,
ya no estaba allí
Y Lot lloró
casi sordo
a los gemidos
escuchando
desolado
el grito de
su corazón,
ella,
ya no estaba allí
y Lot lloró.

20. JESÚS URCELOY

¿Oye, Olot
no es un pueblo
de Gerona?


21. MIGUEL AGUILAR CARRILLO

CANCIÓN DE LOT

Yo quise ser capaz de soportarlo y no negaré
que lo he intentado
Ovidio
Si al menos fueras como Eurídice
pero te tengo aquí
frente a los ojos
con un olor a espanto
de mi persona a ti 
y tú asombrada
en esta bruma ciega de Gomorra
sin lágrimas 
donde el canto
no persigue
perdurar tu nombre 
Sola
requemada en el silencio
que te va descamando poco a poco
Si tan sólo sombra o vaho
y mi canto a los dioses 

A una zarza
ardiente es imposible
dirigirle la palabra


22. CARLOS JAVIER GALÁN

EL LLANTO DE LOT

Yo te gritaba:

- Corre, corre, Edith, y no mires atrás

Y los dos huíamos jadeantes, subiendo por aquella abrupta ladera.

A ratos te tendía la mano, a ratos nos soltábamos para sujetarnos a las piedras.

Detrás, la destrucción, los gritos, la desesperación... Pero nosotros éramos afortunados por poder escapar a Zoar.

- Corre

Y tú caíste y te ayudé a levantar. Cruzamos una mirada que nos dio fuerzas para seguir avanzando.

- Corre

Porque no había que volver la vista atrás, porque no debía importarnos ya lo que quedaba a nuestras espaldas.

- Corre, Edith, no te detengas

Pero tú sentiste la necesidad de ver el lugar que abandonábamos, de tener la imagen final de lo que había rodeado nuestra vida tantos años, esa ciudad condenada a ser muy pronto solamente un recuerdo. O quizá fueron los alaridos desgarradores, el horror, tu compasión hacia esas personas con las que convivíamos, por las que nada podíamos hacer mientras morían entre las llamas. Ya nunca sabré lo que te impulsó a volver hacia el pasado esa mirada que nos hizo perder nuestro futuro.

Ahora, soy yo quien miro atrás, irremediablemente. Observo tu silueta sin vida y recuerdo la primera vez que sentí tu piel. Viene a mí esa sonrisa tuya que se abría paso decidido entre el miedo y el dolor cuando nació nuestra primera hija. Todo se agolpa ahora como en un ahogo: el vino que me servías cada día cuando regresaba a guardar el ganado, las historias que le contabas a nuestra hija pequeña, las conversaciones al anochecer sentados en la puerta de casa, la angustia de no entender a Dios.

Hace apenas unos momentos, huíamos hacia una nueva vida, llenos de incertidumbre y de deseos. Y ahora ya nada me importa. Ni lo que dejo atrás ni lo que pueda haber más adelante.

Mi desesperanza está atrapada entre aquel fuego lejano y este mar cercano.

Aquel fuego, lo último que vieron tus ojos.

Este mar triste de tu sal y mis lágrimas.

23. MARINA

Serena la mirada,
altivo el gesto,
desnudo el pecho altivo,
sereno viene ardiendo.
Trasciende la trastienda del pensamiento.
Debo volver la vista que viene ardiendo.
Altiva la mirada,
sereno el gesto.
Ingrata la memoria
del pastor muerto.

24. JULIO ATENCIO

LOLITA

Te quisiste esconder de todos menos de Dios
curiosa mucho más en el peligro, no de recelo
desobedeciste a la cordura y a los ángeles
demasiada sal no condimentaste la vida de Lot
tus hijas fueron adoptadas por Sodoma y Gomorra
y fuera de la ciudad el siempre bondadoso de Lot se quedó petrificado al mirarte
tú mujer de sal seguiste caminando para crear o recrear historias
 eres la pimienta que le faltó a la sal tu nombre sí que importa

25. ADU

- No sirve de nada mirar atrás: lamentarse de lo que pudo haber sido y
no fue, no hace sino lacerar nuestro ánimo inútilmente. Solo podemos
influir en el hoy para modificar nuestro mañana… - estas palabras
martilleaban sus sienes como un eco.
Sara empezó a sentir algo de rigidez en el cuello, en los brazos… las
piernas se resistían a seguir avanzando. Se lamió el dorso de su mano,
las muñecas, se metió el pulgar en la boca y lo succionó. Sonrió: el
sabor a caramelo denotaba que todo iba bien. Siguió su camino.

26. JOSÉ MARÍA CUMBREÑO ESPADA

LA ESTATUA DE SAL

Y la rueda
resbala sin avanzar,

resbala sin
avanzar ...

Pablo García Baena 


Se han ido las aves acostumbrando
a anidar en mi boca.

Han descubierto al fin
que al tronco aquel, retorcido y nocturno
en lo alto del cerro,
jamás suben las serpientes.

Bajo la lluvia, Sodoma conserva
el candor de las piras apagadas.

Veo ciegos que se sientan alrededor de un pozo.
Veo mujeres con el vientre
abierto por el eclipse.
Veo panes sin cocer.
Veo niños que derraman
su saliva sobre los hormigueros.
Veo dátiles y nueces encima de una mesa
donde no hay comensales.
Veo el rumor oculto de las premoniciones.
Veo la higuera, los perros.
Veo el sigilo, transparente y dócil,
del veneno en las copas.
Me veo a mí misma,
caminando sin entender nada:
huyendo; simplemente huyendo.

No conoce la sombra el rostro de su esclavo
ni el fuego es rama que arde.

Ninguna puerta puede cerrarse por completo,
porque no volver no es no regresar.

Bajo la lluvia, Sodoma
va rindiendo sus piedras como bosques al fuego,
va olvidando, gota a gota,
el lugar al que sus calles llevaban.

Hay días en los que aún me pregunto
por qué miré hacia atrás.

Puede que algo asustase a los asnos.
Puede que Lot no me oyera.
Ya no lo recuerdo.

Desde aquí, la llanura cobra su dimensión
de hoguera y aljibe,
de espacio donde las aves
se reúnen y emprenden el camino del sur
para pasar otro invierno.

Llueve.

Llueve como si el agua
pesase más que la piedra,
más que el esfuerzo del carro
atrapado en el lodo.

Llueve.

Llueve como si nada fuese a sobrevivir
a la lluvia, como si esta lluvia
se llevase consigo
lo que ni tan siquiera la sal pudo quitarme.

27. L. F. COMENDADOR



28. L. F. COMENDADOR



29. LLONRENÇ PUBILL

Zismael, el pastor, entró en la casa con una gran sonrisa en su cara.
- Caramba, veo que estás contento, oh, marido mío! Te ha sucedido algo digno de que andes enseñando por ahí los pocos dientes que te quedan?-, exclamó Saquel, sorprendida al ver a su marido con el rostro alegre. Habitualmente siempre iba con el ceño fruncido, apesadumbrado por las penurias y desventuras que padecía él y su familia, pobres como las ratas. Las pocas cabezas de ganado que poseía apenas daban para un mínimo sustento indispensable. Zismael se despojó de la pelliza y asió a su mujer de la mano:
- Sal conmigo fuera, amada mía, debo enseñarte una cosa. Creo que Yahvéh se ha compadecido de nosotros.
Saquel acompañó a su esposo al exterior. En la puerta estaba el asno, inseparable compañero de fatigas de Zismael, con un gran saco encima de su lomo.
- ¿Y esto, de dónde ha salido?- inquirió Saquel, señalando el voluminoso bulto.
Su esposo abrió el saco y, sin decir palabra, metió en su interior la mano de ella. Ésta palpó, sacó la mano y, asombrada, se lamió un dedo:
- ¡Sal!!Es sal!- exclamó sonriendo.
Zismael abrazó fuertemente a su esposa:
- ¡Ya no tendremos que preocuparnos por comprarla durante una larga temporada! ¡Los animales tendrán también su ración, y así no enfermarán! ¡Las cosas nos irán mucho mejor a partir de ahora, Saquel querida!
- ¿De dónde la has sacado?
- De vuelta de la montaña con el ganado, me encontré el saco abandonado debajo de un olivo y, como no había nadie por allí que pudiera ser su dueño lo cargué en el asno.
- ¡Yahvéh ha escuchado nuestras plegarias!¡Loado sea Yahvéh!- dijo su mujer, fervorosa creyente, arrodillándose y elevando los brazos y la vista hacia el firmamento.
Zismael hizo lo propio y juntos dieron gracias al Todopoderoso.
Luego ella entró en casa, ahíta de felicidad, mientras él se dispuso a descargar la sal y encerrar el burro en el establo.
Mientras volvía a atar el saco, tuvo remordimientos por haber mentido a su amada esposa. Lo que en realidad le sucedió a Zismael fue que, volviendo a casa, vio a lo lejos, en el horizonte, una gran columna de humo. Intrigado, se acercó hacia allí, y descubrió que se trataba de la ciudad de Sodoma en llamas. Al ver aquello le entró miedo y se alejó de allí con presteza.
En su huida Zismael se tropezó con un cuerpo inerte en el suelo, boca abajo. Lo palpó, temeroso, para ver si vivía, y entonces se dio cuenta de que no era carne, sino sal. Una estatua de sal. Sorprendido, la probó y, efectivamente, era sal. Rápidamente, oteó por si había alguien en los alrededores y, al ver que no era así, sacó una pequeña azada de sus alforjas, desmenuzó la estatua y rellenó el saco, alejándose del lugar con prontitud.
Ató el asno en el establo y se dirigió a su hogar. Zismael miró sus manos y vió que le quedaban restos de sal. Mientras se lamía los dedos, pensó:
- Realmente, esta sal tiene un sabor muy curioso…

30. EMILIO CALVO DE MORA

TRÍPTICO

I

Duelen las palabras que la muerte previsible va escribiendo en el aire. Festeja la
cópula rota de los amantes a los que sorprendió el ojo de Dios en el oscuro cielo.
La historia luego se cuenta de otra forma, pero la vida es lo mejor que conozco,
dice la mujer de Lot en el momento en el que la fulmina la mentira y los ángeles
escupen lenguas de odio sobre su cuerpo espeso y limpio, obligado a correr y en la
fuga a soñar.

II

En las calles del infierno la luz está hecha de grumos. De vez en cuando una música
improvisada abastece una felicidad sencilla como de jardín victoriano al que de
pronto ilumina el sol después de un fin de semana escandalosamente lluvioso. Hay un
corro de mujeres que fuman tabaco negro cubano y discuten sobre la historia de la
mujer de Lot. Lo hacen con ardor, pero se desapasionan sin enfado. Los ocasionales
transeúntes que las miran no se detienen, pero no apartan los ojos de los cuerpos
ampulosos de hembras condenadas que no saben con qué matar definitivamente el
tiempo. Porque en el infierno hay que matar el tiempo y se habla casi de todo de lo
que sucede afuera. En el cielo, en cambio, el tiempo no existe, la luz está hecha de
luz primitiva y limpia y perfecta. En ese aburrimiento de avenidas celestiales y
cánticos puros nadie cuenta la historia de la mujer de Lot ni corros de mujeres
fuman tabaco negro cubano.

III

Mirar atrás, dijo la mujer de Lot, y advertir que nadie contempla nuestra fuga. En
estas libaciones frívolas de la razón, en esta herida pura, encontrar el silencio
como un bálsamo, dulce como labio que galopa y escarba y fecunda todo este
entusiasmo, las tardes infinitas sin épica ni aliento en las que todavía conducirnos
sin miedo por todos los venenos ciegos del mundo.

31. ANTONIO GUTIÉRREZ TURRIÓN

Te quedaste mirando hacia la hoguera
de la ciudad prohibida. Tus cabellos
habían gozado tanto del tacto de otras manos…

No fue curiosidad
ni negación consciente a los mandatos
de un Yahvé, como siempre, resentido,
fue solo el cruel recuerdo
de que la luna llena
no haría ya florecer más primaveras.

Y ese sexto sentido que anunciaba
tanta traición filial
en las oscuras noches de las cuevas.

Si dejabas atrás todos tus gozos
y solo te aguardaba otro sabor
amargo
¿qué mejor que plantarse
en estatua de sal y ser testigo
del incendio de todos los placeres?

Porque morir matando es buen ejemplo,
yo me inclino y te adoro,
me vuelvo iconoclasta hasta que el cielo
derrita con su luz todas tus sales.

32. ÁNGEL PASOS

Lot duerme su sueño de tristeza
mientras allá en su corazón la muerte anida
Tras él quedan los días, la belleza
de las cosas que tenían un sitio y un hogar.

Apenas queda tiempo ya, perdido su pasado,
antes de que el dolor final barra su último verso.
Sólo unas horas más ─brilla la luna nueva─
y habrá que regresar.

A su lado, en silencio,
una estatua de sal y soledad, también espera.

33. MANUEL CASADIEGO



34. MANUEL CASADIEGO

35. BEDEL

Suelta mi mano, Lot
no quiero irme,
no quiero vagar
por senderos ignorados,
no quiero otro suelo,
no quiero otra vida...
suelta mi mano, Lot
es que no escuchas
esas voces
que me llaman,
que suplican,
que lloran por mí?
suelta mi mano Lot,
me esperan mis muertos,
mis recuerdos,
lo que soy o lo que fui,
déjame aquí, Lot,
no me retengas,
quiero mirar atrás,
no tengo fuerzas
para seguir,
déjame aquí,Lot
déjame aquí.

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